domingo, 27 de diciembre de 2020

EL SALVADOR HA CRECIDO EN FAMILIA

 

Reflexión del Evangelio del Domingo 27 de Diciembre de 2020. Festividad de la Sagrada Familia

El evangelio de hoy, en su conjunto, es toda una historia familiar, con la que Lucas cierra lo que se conoce como el "evangelio de la infancia" (aunque queda el último episodio en Jerusalén). La intencionalidad de esta lectura para la liturgia de hoy es manifiesta; quizás por lo que se afirma que cumplieron "lo que prescribe la ley del Señor". Es una familia que quiere ser fiel a Dios, y en aquella mentalidad la fidelidad a Dios se manifestaba precisamente en el cumplimiento de todo aquello que exigía la ley del Señor. De hecho, el texto podría reducirse a los primeros versículos y al final de este conjunto (vv. 22-23"39-40). Entonces quedarían descartados, a todos los efectos, el episodio de Simeón y de Ana, en el momento de la purificación de la madre y de la presentación de Jesús al Señor en el templo. Por lo tanto habría que incidir en el sentido de la vida familiar, de una familia judía, piadosa, probablemente de educación farisea, que era lo común, que no se sale de la norma tradicional y religiosa. No es este un matiz a olvidar, porque deberíamos aproximarnos siempre a la figura de Jesús desde la normalidad de una vida en el judaísmo de la época, en la normalidad de trabajo y de la vivencia familiar.

Bien es verdad que Lucas concluye su relato con una expresión que va más allá de lo que es vivir normalmente: "el niño crecía en sabiduría (sofía) y gracia (járis) de Dios" (y. 40; cf. 2,52). Hay mucha intencionalidad en esto por parte del redactor del evangelio. Porque si bien quería presentar el marco normal de una vida de crecimiento de un niño en una familia religiosa, por otra está apuntando a que este niño está llamado a otra cosa bien distinta de los demás. No obstante Lucas ha relatado esta historia de familia con unos pormenores que la hacen especial. En la presentación del niño se debía rescatar al primogénito (cf Nm 8,15-18;18,16) mediante el pago de una pequeña cantidad, cosa que no se nos describe, ya que no lo entiende él como "rescate". Por otra parte, no era necesario en la presentación del primogénito, ni a la purificación de la madre, hacerlo necesariamente en el templo. Pero el evangelista lo quiere así para darle más sentido y para que los episodios de Simeón y Ana (absolutamente proféticos y originales) tengan el marco adecuado. No vamos a incidir a este aspecto, ya que requeriría más explicaciones que las necesarias para la liturgia de hoy.

Pero en la semiótica de todo esto vemos que el "relato de familia se convierte en una propuesta de fidelidad y cumplimiento, aunque con voces proféticas detrás, como la de Simeón y Ana, que están poniendo de manifiesto que este niño está destinado a algo más que ser un judío cumplidor de la ley. Este viejo-visionario vive de la esperanza de algo más que todo eso, y así logra lo que su esperanza le dictan: ver la luz que alumbrará a todas las naciones. El canto de Simeón, el famoso "Nunc dimittis", no deja lugar a dudas, ya que los cantos en estos capítulos de Lucas desempeñan un papel primordial (así es el caso también del Magnificat y el Benedictus). Y de la misma manera la profetisa Ana – cuando la profecía estaba muerta en Israel desde hacía siglos, y una mujer además, no lo olvidemos—, anuncia cosas nuevas de este niño, en una familia, que no se pueden reducir solamente en ser fieles a la ley del Señor, sino a la voluntad salvadora de Dios. Aquí se está anunciando algo inaudito que, sin embargo, crece y se experimenta en la normalidad de una familia religiosa y fiel a Dios.

Fray Miguel de Burgos Núñez

lunes, 21 de diciembre de 2020

domingo, 20 de diciembre de 2020

MARÍA, EN MANOS DE DIOS

 

Reflexión del Evangelio del Domingo 20 de Diciembre de 2020. 3º de Adviento.

1. El evangelio de la “anunciación” viene a llenar una laguna, algo que muchos echan de menos en el evangelio de Marcos. Por eso, en el último domingo de Adviento se recurre al tercer evangelio, que es el único que nos habla de María como la auténtica mujer profética que va perfilando, con sus gestos y palabras, lo que posteriormente llevará a cabo su hijo, el Hijo del Altísimo con que se le presenta en la anunciación. Esto ocurre así, en la liturgia de hoy, previa a la Navidad, porque si Juan el Bautista es una figura iniciadora de este tiempo litúrgico, es María la figura que lleva a plenitud el misterio y la actitud del Adviento. El relato de la anunciación de Lucas no se agota en una sola lectura, sino que siempre implica una novedad inagotable. Esta mujer de Nazaret (aldea desconocida hasta entonces en la historia) será llamada por Dios, precisamente para que ese Dios sea el Enmanuel, el Dios con nosotros, el Dios humano. (cf también el comentario a este texto en la Fiesta de la Inmaculada).

2. No obstante, Dios no ha querido avasallar desde su grandeza; y, para ser uno de nosotros, ha querido ser aceptado por esta mujer que, en nombre de toda la humanidad, expresa la necesidad de que Dios sea nuestra ayuda desde nuestra propia sensibilidad. El papel de María en esta acción salvadora de Dios no solamente es discreto, sino misterioso. Ella debe entregar todo su ser, toda su feminidad, toda su fama, toda su maternidad al Dios de los hombres. No se le pide un imposible, porque todo es posible para Dios, sino una actitud confiada para que Dios pueda actuar por nosotros, para nosotros. No ha elegido Dios lo grande de este mundo, sino lo pequeño, para estar con nosotros. María es la que hace sensible y humano el Adviento y la Navidad.

3. En este texto de la “anunciación” vemos que a diferencia de David, piadosillo, pero interesado, es Dios quien lleva la iniciativa de construirse una “morada”, una casa (bayit), una dinastía, en la casa de María de Nazaret, una mujer del pueblo, de los sin nombre, de los sin historia. El ángel Gabriel que antes había sido “rechazado” de alguna manera en la liturgia solemne del templo por el padre de Juan el Bautista, que era sacerdote, es ahora acogido sencilla y humildemente por una mujer sin título y sin nada. Aquí sí hay respuesta y acogida y aquí Dios se siente como en su casa, porque esta mujer le ha entregado no solamente su fama y su honra, no solamente su seno materno, sino todo su vida y todo su futuro. Es ahora cuando se cumple la profecía de Natán (“Dios le dará el trono de David, su padre”), pero sabemos que será sin dinastía ni títulos reales.

Fray Miguel de Burgos Núñez

domingo, 13 de diciembre de 2020

DAR TESTIMONIO DE LA LUZ

 

Reflexión Evangelio del Domingo 13 de Diciembre de 2020. 3º de Adviento

Hay un programa de televisión que se llama “La voz”. Ya sabéis en qué consiste: dejarse conmover por una voz, una actuación que se trata sobre todo de escuchar. Este tercer domingo de adviento el evangelio tiene como protagonista “la voz que grita en el desierto: allanad el camino del Señor”.

La figura de Juan bautista nos predispone a escuchar la voz de Jesús.  Escuchando la voz de Dios, ¿cómo podemos mover y conmover el mundo en que vivimos? Sólo si esa voz nos ha enganchado y seducido, si su tono, su melodía, su cadencia nos acompaña en cada momento habremos sintonizado con El para mover y conmover el mundo junto a El.

La voz de Jesús es portadora de buenas noticias, de alegría para todos. Su voz y su palabra venda los corazones desgarrados, proclama la amnistía a los cautivos y esclavos, la libertad para proclamar el año de gracia del Señor. Esta es la canción que no deberíamos haber olvidado, con este programa tomado del profeta Isaías se presentó la voz de Jesús ante su pueblo en Nazaret. Conocemos qué sucedió, fue rechazado por la mayoría. Pero nosotros le escuchamos y estamos aquí. Nunca tenemos bastante y queremos seguir escuchando y viviendo de sus palabras de vida.

Cristo ha pasado el testigo a su Iglesia derramando sobre ella desde el Padre el Espíritu Santo. Desde entonces la Iglesia tiene que encarnar profecía y sabiduría siguiendo los pasos del Señor. En nuestros días, la Iglesia es más fiel al Señor cuando da voz a los que no tienen voz, como ha hecho últimamente para denunciar las esclavitudes de todo tipo y el negocio que esconden; como hace cuando se pone de parte del auxilio humanitario a tantos inmigrantes en las fronteras de Europa o en el mundo entero.

Estad siempre alegres

Al mundo le sigue faltando luz, por eso se necesitan personas incandescentes esto es, transformadas al calor del mismo Espíritu que habitaba en Jesús. Capaces de cobijar a quienes no ven luz al final del túnel de la pandemia, de las crisis humanitarias, se su situación personal o comunitaria. Estamos todos en la misma barca y nos necesitamos unos a otros para socorrernos y proveernos de motivos para la alegría y la confianza en el presente y el futuro. Dios necesita de todos para alumbrar un cielo nuevo y una tierra sin males. ¿A quién llamará? ¿a quién enviará? a nosotros. Al mundo le faltas tú...por eso escucha lo que te dice Dios por medio del apóstol Pablo: “Estate siempre alegre. Se constante en orar. En toda ocasión da gracias, se agradecido: esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de ti. No apagues el Espíritu Santo, no desprecies el don de profecía: sino examinándolo todo, quédate con lo bueno. Guárdate de toda forma de maldad”.

Lo sabemos, como si fuera tan fácil. S. Pablo no habla por hablar puesto que tuvo una vida difícil a causa del Evangelio. Sabe y transmite por experiencia que la alegría no se debe confundir con la euforia. El verdadero gozo se asienta en el interior del discípulo cuando vive en la confianza de la fe, sabe perdonar y pedir perdón, practica la justicia y la compasión. Es el gozo de quienes navegan por la vida teniendo un “puerto” al que dirigirse, un rumbo, una identidad, un proyecto y un mundo de relaciones visibles e invisibles. Hay un gozo en quien lucha por mantenerse fiel a su proyecto de vida encajando desafíos y sacrificios. Es el gozo aprendido junto al pesebre y la cruz, alegría que no es nunca soledad sino comunión con el Dios vivo.

Jesús, la Voz que mueve el mundo cuenta contigo, no valen excusas, ni lamentos, ni jugar al escondite… conmuévete con su misericordia porque tienes que salir a buscar quien te conmueva para dedicar tiempo y energías en vendar corazones desgarrados y ser buena noticia para los que sufren. Dejémonos conmover y actuemos.

Para dar testimonio de la luz

El testimonio de Juan Bautista preparando la venida del Mesías nos confronta. ¿De qué manera nuestra vida puede adquirir una dimensión profética? Permaneciendo fieles a la causa que nos mueve; discerniendo con profundidad los acontecimientos; pronunciando una palabra lúcida que no pretenda ser en sí misma luz, sino testimonio de la luz que es Cristo Resucitado. Esa luz cuyos destellos brillan hoy como ayer, en el Evangelio leído con la Iglesia.

Dominicos y dominicas en todo el mundo estamos celebrando el Mes Dominicano para la Paz, con la mirada del corazón puesta sobre Ucrania, un país que sufre una guerra olvidada. El domingo próximo volveremos a conmemorar aquel sermón preparado por Antón Montesinos y su comunidad de frailes en La Española (Rep. Dominicana). Aquella homilía provocó entre conciencias adormecidas, un tsunami de luz evangélica que llega hasta nuestros días. Hoy como entonces, nuestra época precisa menos personajes “alumbrados” y más “testigos de la luz”, de la alegría, la fraternidad y la amistad social. La misión de la Familia Dominicana en Ucrania, comprometida con la rehabilitación de niñas y niños víctimas de la guerra y con la promoción de agentes de reconciliación en las zonas que más han sufrido, nos habla ya de cómo es posible atravesar los desiertos existenciales teniendo la Luz de la vida.

Fray Xabier Gómez García

martes, 8 de diciembre de 2020

LA RESPUESTA A LA GRACIA, CURA EL PECADO


Reflexión para la Homilía del Martes 8 de Diciembre de 2020. Solemnidad de la Inmaculada Concepción

1. El evangelio de la "Anunciación" es, sin duda, el reverso de la página del Génesis. Así lo han entendido muchos estudiosos de este relato maravilloso lleno de feminismo y cargado de símbolos. Aunque aparentemente no se usen los mismos términos, todo funciona en él para reivindicar la grandeza de lo débil, de la mujer. Para mostrar que Dios, que había creado al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, tiene que decir una palabra definitiva sobre ello. Es verdad que hay páginas en el mundo de la Biblia que están redactadas desde una cultura de superioridad del hombre sobre la mujer. Pero hay otras, como este evangelio, que dejan las cosas en su sitio. Cuando Dios quiere actuar de una forma nueva, extraordinaria e inaudita para arreglar este mundo que han manchado los poderosos, entonces es la mujer la que se abre a Dios y a la gracia.

2. Se han hecho y se pueden hacer muchas lecturas de este relato asombroso. Puede ser considerado como la narración de la vocación a la que Dios llama a María, una muchacha de Nazaret. Todo en esta aldea es desconocido, el nombre, la existencia, e incluso el personaje de María. Es claro que, desde ahora, Nazaret es punto clave de la historia de la salvación de Dios. Es el comienzo, es verdad, no es final. Pero los comienzos son significativos. En el Génesis, los comienzos de la "historia" de la humanidad se manchan de orgullo y de miedo, de acusaciones y de despropósitos. Aquí, en los comienzos del misterio de la "encarnación", lo maternal es la respuesta a la gracia y abre el camino a la humanización de Dios. María presta su seno materno a Dios para engendrar una nueva humanidad desde la gracia y el amor. ¿Cómo? Entregando su ser humano a la voluntad de Dios. Querer decir más sería entrar en una elucubración de conceptos y afirmaciones "dogmáticas" que nos alejarían del sentido de nuestro relato.

3. El relato tiene todo lo mítico que se necesita para hablar de verdades profundas de fe (si aparece un ángel es por algo); no debemos ser demasiado "piadosillos" en su interpretación. En realidad todo acontece de parte de Dios, pero no en un escenario religioso. Por eso es más asombrosa esta narración que, sin duda, tiene de histórico lo que le sucede a María en su vida. Ella es una criatura marginal que ha sido elegida por Dios, y esto es tan real como histórico. Su hijo será también un judío marginal. Es un relato que no está compuesto a base de citas bíblicas, pero sí de títulos cristológicos: grande, Hijo del Altísimo, recibirá el trono de David su padre. Todo eso es demasiado para una muchacha de Nazaret. Y todo ocurre de distinta manera a como ella lo había pensado; ya estaba prometida a un hombre. Ella pensaba tener un hijo, ¡claro!, pero que fuera grande, Hijo del Altísimo y rey (Mesías en este caso), iba más allá de sus expectativas. Pero sucede que cuando Dios interviene, por medio del Espíritu, lo normal puede ser extraordinario, lo marginal se hace necesario. Esa es la diferencia entre fiarse de Dios como hace esta joven de Nazaret o fiarse de "una serpiente" como hizo la mítica Eva.

4. María de Nazaret, pues, la "llena de gracia", está frente al misterio de Dios, cubierta por su Espíritu, para que su maternidad sea valorada como lo más hermoso del mundo. Sin que tengamos que exagerar, es la mujer quien más siente la presencia religiosa desde ese misterio maternal. Y es María de Nazaret, de nuestra carne y de nuestra raza, quien nos es presentada como la mujer que se abre de verdad al misterio del Dios salvador. Ni los sacerdotes, ni los escribas de Jerusalén, podían entenderlo. La "llena de gracia" (kejaritôménê), con su respuesta de fe, es la experiencia primigenia de la liberación del pecado y de toda culpa. Dios se ha hecho presente, se ha revelado, a diferencia del Sinaí, en la entraña misma de una muchacha de carne y hueso. No fue violada, ni maltratada, ni forzada... como otras como ella lo eran por los poderosos soldados de imperio romano que controlaban Galilea. Fue el amor divino el que la cautivo para la humanidad. Por eso, en un himno de San Efrén (s. IV) se la compara con el monte Sinaí, pero el fuego devorador de allí y la llama que los serafines no pueden mirar, no la han quemado. Esta "teofanía" divina es otra cosa, es una manifestación de la gracia materna de Dios.

Fray Miguel de Burgos Núñez

domingo, 6 de diciembre de 2020

EL CAMINO DE DIOS ES EL EVANGELIO

Reflexión Homilética del Domingo 6 de Diciembre de 2020. 2º de Adviento.

1. Se inicia en todos los sentidos el evangelio de Marcos. Como prólogo sirve para marcar las diferencias y los vínculos con el AT. Para ello se ha valido de la figura de Juan Bautista, que es una figura señera del Adviento. Históricamente, sabemos que Juan el Bautista predicó la llegada de un tiempo decisivo, que él mismo no podía alcanzar a ver con toda su radicalidad; pero de la misma manera que el AT es la preparación del NT, Juan resume toda esta función. Marcos (quien sea esta figura del cristianismo primitivo) escribe una obra que llama “evangelio”, buena noticia, ¡toda una proeza!. Pero esa buena noticia está en contraste con muchas cosas del pasado, las mejores de las cuales las representa en este instante el profeta del desierto, Juan el Bautista.

2. El Bautista era un profeta apocalíptico, y en el texto se nos describe con los rasgos del gran profeta Elías (2 Re 1,8, Mal 3,23), por eso no podrá entender plenamente la grandeza del evangelio que viene, incluso después de haber bautizado a Jesús. Juan está en el desierto, y el desierto es sólo una etapa de la vida del pueblo; es un símbolo de retiro, de penitencia, de conversión. El desierto es lo que está antes de la “tierra prometida”, y así hay que interpretarlo como semiótica certera. Pero también es verdad que es un marco adecuado para anhelar y desear algo nuevo y radical. Eso le sucede a Juan: presiente que algo nuevo está llegando... para lo que pide conversión.

3. Pero la conversión cristiana, la que propondrá Jesús, debe llevar también el signo de la alegría. No obstante, los cristianos, cuando tuvieron que revisar la misma predicación de Juan el Bautista, supieron dotarla de los elementos teológicos que marcaban la diferencia entre lo que él hacía y lo que haría aquél al que no era capaz de desatar la sandalia de sus pies. El bautismo de Juan y el bautismo cristiano están diferenciados por el Espíritu; no se trata solamente de penitencia. Los que seguían a Juan debían renunciar a su pasado. Los que siguen a Jesús, además de eso, tendrán un “espíritu” nuevo. Por lo mismo, y aunque Juan representa lo mejor del AT, también la esperanza que mana del mismo queda alicorta con respecto a lo que Jesús ha traído al mundo.

Fray Miguel de Burgos Núñez

domingo, 29 de noviembre de 2020

LA VIGILANCIA, UNA LLAMADA A LA ESPERANZA

 

Reflexión Evangelio del Domingo 29 de Noviembre de 2020. 1º del Adviento

1. El evangelio de Marcos propio del Ciclo B que inauguramos con este Adviento, insiste en el tema de la carta de Pablo. El c. 13 de Marcos se conoce como el "discurso escatológico" porque se afrontan las cosas que se refieren al final de la vida y de los tiempos. Es un discurso que tiene muchos parecidos con la literatura del judaísmo de la época que estaba muy determinada para la irrupción del juicio de Dios para cambiar el rumbo de la historia. Los otros evangelistas lo tomarían de Marcos y lo acomodarían a sus propias ideas. En todo caso, este discurso no corresponde exactamente a la idea que Jesús de Nazaret tenía sobre el fin del mundo o sobre la consumación de la historia.

2. Es bastante aceptado que es un discurso elaborado posteriormente, en situaciones nuevas y de crisis, sobre una “tradición” de Jesús y también de algo sucedido en tiempo del emperador Calígula. Aquí, el evangelista, se vale de la parábola del portero que recibe poderes para vigilar la casa hasta que el dueño vuelva. Estamos ante el final del discurso, y se ve que es como una especie de consecuencia que saca, el redactor del evangelio, de la tradición que le ha llegado a raíz de los acontecimientos que han podido marcar la crisis de Calígula, un hombre que no era agraciado ni en el cuerpo ni en el espíritu, como cuenta de él Suetonio (Calig., L). Los judíos habían derribado un altar pagano en Yamnia, y el emperador mandó hacer en el templo de Jerusalén un altar a Zeus. Para los judíos y los judeo-cristianos supuso una crisis de resistencia como oprimidos frente al poder del mundo. En aquél entonces algunos judeo-cristianos no habían roto todavía con el judaísmo y con el templo. No pueden desear otra cosa que legitimar su anhelo religioso en aras de una visión apocalíptica de la historia: sobre todo, es necesaria la fidelidad a Dios antes que la lealtad a los poderes del mundo que oprimen.

3. En la historia de la humanidad siempre se repiten momentos de crisis; situaciones imposibles de dominar desde el punto de vista social y político, cuando no es una catástrofe natural. La interpretación religiosa de esos acontecimientos se presta a muchos matices y a veces a falsas promesas. El hecho de que no se pueda asegurar el día y la hora pone en evidencia a los grupos sectarios que se las pintan muy bien para atemorizar a personas abrumadas psicológicamente. El lenguaje apocalíptico, que no era lo propio de Jesús, se convierte para algunos en la panacea de la interpretación religiosa en los momentos de crisis y de identidad.

4. Hoy, sin embargo, debemos interpretar lo apocalíptico con sabiduría y en coherencia con la idea que Jesús tenía de Dios y de su acción salvadora de la humanidad. Se pide "vigilancia". ¿Qué significa? Pues que vivamos en la luz, en las huellas del Dios vivo, en el ámbito del Dios de la encarnación como misterio de donación y entrega. Ese es el secreto de la vigilancia cristiana y no las matemáticas o la precisión informática de nuestro final. Esto último no merece la pena de ninguna manera. Pero vigilar, es tan importante como saber vivir con dignidad y con esperanza. Hablar de la “segunda” venida del Señor hoy no tendría mucho sentido si no la entendemos como un encuentro a nivel personal y de toda la humanidad con aquél que ha dado sentido a la historia; un encuentro y una consumación, porque este mundo creado por Dios y redimido por Jesucristo no se quedará en el vacío, ni presa de un tiempo eternizado. Dios, por Jesucristo, consumará la historia como Él sabe hacerlo y no como los Calígula de turno pretenden protagonizar. Es esto lo que hay que esperar, y el Adviento debe sacar en nosotros a flote esa esperanza cristiana: todo acabará bien, en las manos de Dios.

Fray Miguel de Burgos Núñez

lunes, 23 de noviembre de 2020

CRISTO REY: HUMILDAD Y SOLIDARIDAD

 
En el día de ayer, Solemnidad de Cristo Rey, la Franciscana Hermandad de la Humildad celebró la Santa Misa y el día más álgido de la Campaña de Recogida de Alimentos no perecederos destinados a Cáritas Parroquial.

El Señor dispuesto en un bello y simbólico altar, esperaba a los asistentes a los pies de una escalinata y recibió el mejor de los regalos, lo que más agrada a Dios: la solidaridad hecha alimentos para nuestros hermanos.

La Hermandad y la Parroquia quiere manifestar su alegría y su agradecimiento por la elevada participación de villarrenses, la campaña culminará el próximo 29 de noviembre.

domingo, 22 de noviembre de 2020

UN "REINO" DE VIDA, POR LA JUSTICIA Y LA PAZ



Reflexión del Evangelio del Domingo 22 de Noviembre de 2020. 34 del Tiempo Ordinario.

Solemnidad de Cristo Rey del Universo

1. El evangelio de hoy, de Mateo, el que se conoce como el “juicio de las naciones”, está en conexión con la primera lectura en razón del papel de las ovejas y del futuro que les espera. Ahora, aquél pastor pasa a ser rey de las naciones, del universo entero. El Hijo del hombre juzga como los reyes (“en su trono de gloria”)… pero en realidad es un elemento no decisivo, ya que el “reinado de Dios”, clave del mensaje de Jesús, no expresa monarquía, ni sistema político determinado aún en lo parlamentario, sino un planteamiento ético universal. Y todo lo que muchas mentes fundamentalistas alimentan en un texto tan complejo como este (v.g. el juicio del valle de Josafat), debería dejarse de lado para ir a lo fundamental. La teología del evangelista trata de presentar una dimensión cósmica, universal, de la acción del Señor. Todo el mundo, toda la historia, pues, están bajo la acción salvadora y redentora del Señor. No es solamente Israel, el pueblo judío o en nuestro caso los cristianos, como ya lo ha manifestado antes (Mt 19,16-19).

2. El relato tiene una serie de acciones y símbolos que hacen pensar: derecha-izquierda, ovejas-cabras, hermanos pequeños, benditos de mi padre, dar de beber, conmigo lo hicisteis. Así ha nacido una interpretación de carácter “filantrópico” y de solidaridad que no presume o abusa de elementos “religiosos” en muchos casos. Algunos se indignan porque ésta sería la lectura que plantea o justifica un seguimiento de Jesús casi “sin religión” o que cualquier hombre o mujer sin fe, están llamados a la salvación simplemente por solidaridad con sus hermanos. En realidad el texto dice lo que dice y enseña lo que algunos “temen”. Y además, está en Mateo cuyo texto respira judaísmo por todos los poros. Es un texto, sin duda que viene de Jesús, aunque la elaboración mateano no deja lugar a dudas. Pero Mateo no ha podido ocultar la radicalidad contracultural con la que Jesús pudo expresarse en su momento.

3. No negamos que es un texto difícil, pero nada alambicado. Es verdad que los “hermanos míos pequeños” son los seguidores de Jesús que sufren y son perseguidos… pero los hermanos de Jesús “pequeños” son todos los hombres y mujeres que sufren. Y eso no significa que la religión salta por los aires, sino que la religión del “reinado de Dios” es universal, y en la que caben aquellos que sin pertenecer a una estructura religiosa confesional pueden hacer posible lo que el Reino de Dios pretende, hacer de este mundo un “reinado de vida” por la justicia y la paz. Pensar que eso es un reduccionismo de la religión verdadera es no haber entendido el mensaje evangélico de Jesús. El mensaje de Jesús seguirá siendo escandaloso siempre. Y si nunca pudo ser encerrado de lleno en el judaísmo de la época es porque en Jesús comienza algo radicalmente nuevo, desde su continuidad-discontinuidad con la religión de su pueblo y con el Dios de Israel.

4. Por lo mismo, tendríamos que ver aquí una afirmación rotunda, atrevida en cierta manera: todos los hombres, sean creyentes o no, tienen que enfrentarse críticamente con el proyecto salvífico de Cristo. Y la pregunta podría ser, ¿qué criterios pueden servir para los que no creen en Dios ni en Cristo? Pues el mismo criterio que para los cristianos y creyentes: el amor y la misericordia con los hermanos. Ese es el único criterio divino y evangélico de salvación y de felicidad futura: la caridad y la ayuda a los pobres, a los hambrientos y a los desheredados. El juicio divino no tiene unas leyes que beneficien a unos y perjudiquen a otros, como a veces se da a escala mundial. Cristo, es el rey de la historia y del universo, porque su justicia es la aspiración de todos los corazones.

Fray Miguel de Burgos Núñez

lunes, 16 de noviembre de 2020

PROMO-CAMPAÑA DE RECOGIDA DE ALIMENTOS

 El Grupo Joven de la Franciscana Hermandad de la Humildad lanza este vídeo para animar a todos a participar en la Campaña de Recogida de Alimentos destinados a Cáritas Parroquial 2020, que comenzará el próximo Domingo 22 en la Festividad de Cristo Rey hasta el 29 de Noviembre.

¡CONTAMOS CONTIGO!

domingo, 15 de noviembre de 2020

NO ENTERRAR EL FUTURO


 Reflexión Evangelio del Domingo 15 de Noviembre de 2020. 33º del Tiempo Ordinario

1. El evangelio de Mateo (25,14-30) nos muestra, tal como lo ha entendido el evangelista, una parábola de "parusía" sobre la venida del Señor. Es la continuación inmediata del evangelio que se leía el domingo pasado y debemos entenderlo en el mismo contexto sobre las cosas que forman parte de la escatología cristiana. La parábola es un tanto conflictiva en los personajes y en la reacciones. Los dos primeros están contentos porque “han ganado”; el último, que es el que debe interesar (por eso de las narraciones de tres), ¿Qué ha hecho?:“enterrar”.

2. Los hombres que han recibido los talentos deben prepararse para esa venida. Dos los han invertido y han recibido recompensa, pero el tercero los ha cegado y la reacción del señor es casi sanguinaria. El siervo último había recibido menos que los otros y obró así por miedo, según su propia justificación. ¿Cómo entendieron estas palabras los oyentes de Jesús? ¿Pensaron en los dirigentes judíos, en los saduceos, en los fariseos que no respondieron al proyecto que Dios les había confiado? ¿Qué sentido tiene esta parábola hoy para nosotros? Es claro que el señor de esta parábola no quiere que lo entierren, ni a él, ni lo que ha dado a los siervos. El siervo que “entierra” los talentos, pues, es el que interesa.

3. Parece que la recompensa divina, tal como la Iglesia primitiva pudo entender esta parábola, es injusta: al que tiene se le dará, y al que tiene poco se le quitará. Pero se le quitará si no ha dado de sí lo que tiene. Y es que no vale pensar que en el planteamiento de la salvación, que es el fondo de la cuestión, se tiene más o menos; se es rico o pobre; sino que la respuesta a la gracia es algo personal que no permite excusas. La diferencia de talentos no es una diferencia de oportunidades. Cada uno, desde lo que es, debe esperar la salvación como la mujer fuerte de los Proverbios que se ha leído en primer lugar. Tampoco el señor de la parábola es una imagen de Dios, ni de Cristo, porque Dios no es así con sus hijos y Cristo es el salvador de todos. Es una parábola, pues, sobre la espera y la esperanza de nuestra propia salvación. No basta asegurarse que Dios nos va a salvar; o aunque fuera suficiente: ¿es que no tiene sentido estar comprometido con ese proyecto? La salvación llega de verdad si la esperamos y si estamos abiertos a ella.

Fray Miguel de Burgos Núñez

lunes, 9 de noviembre de 2020

RECOGIDA DE ALIMENTOS DE LA HERMANDAD DE LA HUMILDAD

  

Como viene siendo costumbre, coincidiendo con los Cultos que la Hermandad celebra con motivo de la celebración de la Festividad de Cristo Rey, emprendemos esta campaña destinada a la reposición de alimentos de Cáritas Parroquial.

Hacemos un llamamiento a los Hermanos y Villarrenses, en general, a aportar su colaboración, por pequeña que sea.

(Se realizará cumpliendo las normas de aforo y distancia establecidas)

domingo, 8 de noviembre de 2020

LA ACTITUD FRENTE A LA FELICIDAD ETERNA


Comentario del Evangelio del Domingo 8 de Noviembre de 2020. 32º del Tiempo Ordinario.

El evangelio, texto exclusivo de Mateo, nos propone la parábola de las vírgenes necias y las prudentes. No siempre hemos logrado penetrar adecuadamente en su sentido, ya que la narración está recargada de significados específicos diversos. Se habla de "diez', quizás porque era el número exigido para la calidez de la plegaria en la sinagoga o fuera de ella. Por lo mismo se apunta, o precisa el autor del evangelio de Mateo, que es una parábola de sesgo comunitario a todos los efectos. Incluso la boda, con toda su significación bíblico-mesiánica, es útil para enmarcar el punto final: la llegada o venida del esposo. Sin esposo no hay boda ni nada lamento de sus amigas, en este caso vírgenes, lo que quiere decir simplemente "no casadas" y que también un día serán desposadas. Entre tanto, acompañan a su amiga a lo más importante de su vida pero, sin el esposo, nada tiene sentido. Algunos autores han apuntado a las interpretaciones rabínicas del Cantar de los Cantares que ven en el coro de las "hijas de Jerusalén" el grupo de los discípulos que llevan en sus manos la luz de la "Thora" y vigilan la llegada del Mesías. El aceite era en el judaísmo, además, el signo de las buenas obras, así como de la alegría de la acogida (Sal 23,5; 104,15; 133,2) e incluso de la unción mesiánica (Sal 45,8; 89,21).

Jesús, en ella, se vale del marco de una fiesta de bodas para hablar de algo trascendental: la espera y la esperanza, como cuando la novia está ardiendo de amor por la llegada de su amado, de su esposo. Pero los protagonistas no son ni el novio (lo será al final de todo), ni la novia, en este caso, sino las doncellas que acompañaban a la novia para este momento. Eso quiere decir que ellas se gozaban en gran manera con este acontecimiento, como si ellas mismas estuvieran implicadas, tanto como la novia, y sin duda la narración da a entender que debían estarlo; pero para este acontecimiento de amor y de gracia hay que estar preparados, o lo que es lo mismo, deben abrirse a la sabiduría; el júbilo que se respiraba en una boda como la que Jesús describe es lo propio de algo que alcanza su cenit en la venida del esposo.

La iglesia primitiva ha alegorizado, sin duda, la propuesta de Jesús en razón precisamente de la "parusía" que no llegaba, pero que podía llegar en cualquier momento. Este es un problema muy discutido. La frustración en la primera o segunda generación cristiana, sobre la llegada de la "parusía" o el fin del mundo, es decir, la plenitud del Reino de Dios, no se ha resuelto adecuadamente (solamente en Lucas tenemos una enseñanza más acorde con el retraso de la parusía). Por ello, las diez vírgenes son representación de una comunidad, de la comunidad cristiana. ¿Habría aceite en las lámparas para ese momento? En definitiva ¿Habría sabiduría? Así es como se enlaza con el sentido de la primera lectura, que como dijimos, marca la pauta de la liturgia de hoy. Sabernos que esta es una parábola de "crisis", no para atemorizar; sino para mantener abierta la esperanza a esa dimensión tan importante de la vida.

Entonces, ¿Qué es la parusía? ¿Qué significa el fin del mundo) (lo veremos mejor cl próximo domingo). Lo importante es estar preparados para la venida del esposo, el personaje que se hace esperar. Se habla de una "presencia" (que eso significa "parusía) ante los que esperan. Por tanto, no es cuestión de entender el terna en términos cósmico-físicos, sino de cómo nos enfrentamos a lo más importante de nuestra vida: la muerte y la eternidad: ¿Con sabiduría? ¿Con alegría? ¿Con aceite, con luz? ¿Con esperanza? Este mundo puede ser "casi" eterno, pero nosotros aquí no lo seremos. Estamos llamados a una "presencia de Dios" (parusía) y eso es como unas bodas: debemos anhelar amorosamente ese momento o de lo contrario seremos unos necios y no podremos entender unos desposorios de amor eterno, de felicidad sin límites.

Fray Miguel de Burgos Núñez

lunes, 2 de noviembre de 2020

SIEMPRE EN LA MEMORIA

 Reflexión Homilía del Lunes 2 de Noviembre de 2020. Conmemoración de los Fieles Difuntos.

Ayer celebrábamos a los santos. Todos los Santos de la historia de la Iglesia. Peor hoy celebramos a los difuntos, y estos son como más nuestros. La mente y el recuerdo se nos van a nuestros difuntos, los que hemos conocido, los que han sido de nuestra familia, los que han formado parte de nuestra historia personal. Con ellos hablamos, tuvimos relación. Quizá hasta nos enfadamos y discutimos. Son nuestros difuntos. Y cuando murieron, un poco de nosotros mismos, de nuestra historia, de nuestro ser, murió con ellos.

Es una memoria agradecida. La relación con nuestros difuntos, de los que nos acordamos, fue una relación de cariño. Hasta podríamos decir que esa relación no solo fue, sino que es. Está presente en nuestros corazones y en nuestras mentes. Nos acordamos de ellos. No se trata sólo de que tengamos su foto en la cartera. Ellos están con nosotros. Es otra forma de presencia.

Es una memoria dolorosa. Porque su partida nos dejó marcados. Un trozo de nuestra propia y personal historia se fue con ellos. Alguien que formaba parte de nosotros, de nuestro yo, se fue y nos dejó más solos. Desde entonces experimentamos con más fuerza esa soledad que forma parte intrínseca de la vida de toda persona. Nos sentimos huérfanos porque ellos cuidaban de nosotros, su amistad y su cariño nos mantenía firmes y nos ayudaba a vencer las dificultades de la vida. Nos hemos quedado más solos y lo sentimos.

Es una memoria esperanzada. Porque desde la fe creemos que esta vida no termina en  estos límites que impone la duración de nuestro cuerpo. La fe en Jesús nos invita a mirar más allá del horizonte de la muerte. No sabemos bien cómo pero creemos que hay vida más allá de la muerte. Estamos convencidos de que tanto amor, tanta amistad, tanto cariño, no puede desaparecer de golpe. Que Jesús resucitó es la afirmación más importante de nuestra fe. Desde ella todo el Evangelio cobra sentido. Amar, servir, entregarse por los demás, tiene un sentido nuevo. Nada es en vano. Nos encontraremos más allá –no sabemos de qué manera– y ese amor, esa amistad, ese cariño llegará a su plenitud.

Por eso, hoy recordamos a nuestros difuntos. Y, aunque nos duela su memoria y su recuerdo, sabemos que la vida de Dios es más fuerte que la muerte. Cuando escuchamos el mandato evangélico de amarnos unos a otros, sabemos que ese amor no se perderá. Porque Dios es amor y es vida. Y nosotros mantenemos alta la mirada y firme la esperanza. Aunque nos duela el recuerdo de nuestros seres queridos.

Fernando Torres cmf

domingo, 1 de noviembre de 2020

SAN TÚMISMO


Comentario Homilía del Domingo 1 de Noviembre de 2020. 31º del Tiempo Ordinario.
Solemnidad de Todos los Santos

Hay lugares donde sopla el Espíritu, pero hay un Espíritu que sopla en todos los lugares. Hay personas a las que Dios toma y pone aparte. Hay otros a los que deja en medio de la gente, a los que «no retira del mundo». Esta es la gente que tiene un trabajo ordinario, que tiene un hogar ordinario o son solteros ordinarios. Gente que tiene enfermedades ordinarias, con su pena ordinaria. Gente que tiene una casa ordinaria, que viste ropas ordinarias. Es la gente de la vida ordinaria. La gente que se encuentra en cualquier calle. Aman la puerta que da a la calle, como sus hermanos invisibles al mundo aman la puerta que se cierra definitivamente tras ellos. Nosotros, la gente de la calle, creemos con todas nuestras fuerzas que esta calle, que este mundo donde Dios nos ha puesto, es para nosotros el lugar de nuestra santidad. Creemos que no carecemos de nada, porque, si algo de lo necesario nos faltara, Dios ya nos lo habría dado.

Madeleine Delbrêl

Celebramos la Fiesta de Todos los Santos.

De algunos sabemos muchas cosas, porque se ganaron el cariño de mucha gente, y han ido poblando los retablos y altares de las iglesias y catedrales, han sido nombrado patronos de grupos, ciudades, países, se ha impuesto su nombre a los recién bautizados, han congregado seguidores que han mantenido vivo su carisma...

Pero yo os quiero hablar hoy de un santo menos conocido: San Túmismo. Es de la misma raza que San Francisco, San Ignacio, Sta Clara o San Antonio Mª Claret. Pero es menos famoso.

Esta es su vida:

Nació como los demás santos: pequeñajo, desnudo, feúcho y pelón y con toda la piel arrugada...  Tan feo como cualquier niño pequeño... o tan guapo, según quién lo mire (sobre todo si lo mira su abuela).

Hubo santos y santas que, ya desde su más tierna infancia, dieron muestras asombrosas de santidad: santas criaturas que tenían apariciones y fenómenos místicos, santos niños que se quedaban extasiados en oración, y hasta se cuenta de algunos niños de pecho que no mamaban los viernes y los días de ayuno cuaresmal.

Pero este santo del que os estoy hablando fue de otra clase. De esos que, como San Agustín o Sta Teresa de Jesús, empezaron a ser santos más tarde, bastante más tarde, o incluso muchísimo más tarde... pero que terminaron siendo santos.

La infancia de San Túmismo fue bastante corriente. Es verdad que tuvo algunas cosillas buenas. Era buenillo un par de días al mes. ¡Porque otros días era más trasto....! Varias veces después de comulgar prometió a Jesús que iba a ser muy bueno. Y rezaba sus oraciones todas las noches... que se acordaba y que no se quedaba antes dormido.

Por otro parte, San Túmismo hizo de niño, de adolescente, y de joven otro montón de cosas que no tenían nada de santas: No se llevaba bien con sus hermanos, no volvía  a casa a la hora que había prometido a sus padres, escondió las notas, le echaron de clase en el colegio, no estudió lo suficiente, fumó lo que no debía, se aprovechó de sus amigos muy egoístamente, se marchó de alguna tienda sin pagar, y se «encontró» en sus manos algunos euros que antes estaban en el monedero de mamá... Y sobre todo hizo un montón de veces lo que le dio la realísima gana.

Tuvo, por supuesto, algunos gestos de generosidad que no hace falta detallar... junto a muchos caprichos, vulgaridades y comodidades que es mejor no explicar.

Nadie hubiera dicho por aquel entonces que San Túmismo iba para santo.

Nadie lo hubiera dicho... excepto Dios. Dios sí. Dios tenía en el bolsillo del corazón un montón de Espíritu Santo para hacerle santo.  Dios es admirable en sus santos. Sobre todo en aquellos que lo fueron después de haber sido unos impresentables.

Lo que vino después, en su juventud, fue un poco triste, la verdad. San Túmismo se dedicó a convencerse a sí mismo que era de los buenos, e incluso mejor que los demás: Se apuntó a un voluntariado, se confirmó, procuró no meterse en líos, sacar adelante sus estudios... y se convenció de que ya estaba haciendo lo que Dios quería. No hacía cosas malas. Por lo menos, no era peor que la mayoría de sus amigos y conocidos. Pero tampoco hizo otras cosas que tendrían que hacer los cristianos normalitos. No se preocupaba gran cosa de los demás. Puso sus estudios en primer lugar, y después su trabajo. Su agenda estaba bastante ocupada con el deporte y el gym, el ordenador, las redes, su pareja... Al menos sí que estaba un poco pendiente de sus amigos, y a veces -sólo a veces- de su familia y de lo que necesitaban de él en casa.

Pero un día le ocurrió una cosa muy rara: Abrió, no sin esfuerzo, pero abrió su corazón a la Palabra de Dios y...

Fue un primero de noviembre, cuando  oyó aquel Sermón del Monte, aquellas Bienaventuranzas, donde Jesús proclama nueve veces quiénes tienen la clave de la felicidad... Y pensó, sin complicarse con cosas raras que, por de pronto, podía decidirse a hacer bien hechas todas las cosas que siempre hacía a medias, y a menudo con rutina y desgana.

Y además tuvo una gran idea: Se puso a ORAR. Se plantó como un valiente delante de Dios y le dijo: - Señor. Estoy decidido a hacer bien todas las cosas porque... porque eres estupendo, y hacer las cosas bien por ti merece la pena. Pero verás, es preciso que tú me ayudes, porque yo soy un inútil y un egoísta y un pedazo de esto y de lo otro...

Y claro, Dios, que es capaz de hacer santo al más inútil, siempre que uno colabore un poco, le ayudó. San Túmismo puso un poco de su parte:

- y hacía su trabajo de siempre mejor y más alegremente

- aguantaba con mucha paciencia las “cosillas” del prójimo, y cuando le faltaba la paciencia, iba a Dios y le pedía un poco más.

- procuró no montar líos en casa y aprendió a decirles (¡en buena hora!) que les quería un montón

- Siempre buscaba algo de tiempo y algunos dineros para entregarlo a los que tienen menos.

- Y no le faltaba (casi) nunca un rato para estar a solas con Dios y hablarle de tantos hermanos suyos que iba descubriendo que, con su ayuda, eran un poco más felices. Él mismo empezaba a ser, cada vez más, un bienaventurado.

Lo de San Túmismo no fue uno de esos prontos que a veces nos dan y que duran unos pocos días, y luego vuelta a lo de siempre. Fue en serio. Empezó a ser un buen cristiano en su vida de todos los días, con la ayuda de Dios... aunque de vez en cuando seguía teniendo sus fallos. A todos los santos les ha pasado. Pero luego se arrepentía y empezaba a hacer las cosas otra vez como es debido, como Dios manda.

Y así hasta que se murió. No ha quedado constancia de qué. Pero se murió, probablemente, de lo mismo que se muere todo el mundo: de una angina de pecho, de un cáncer, de un accidente de tráfico, o de un catarro mal curado. Y no dijo una de esas frases importantes cuando se moría.

Cristo sí que le dijo: “Ven bendito de mi Padre al Reino preparado para ti desde el principio del mundo”. No hizo milagros ni de vivo ni de muerto (que sepamos). Pero de vivo hizo las cosas como deben hacerse, lo cual es muchísimo mejor que hacer milagros. No le canonizaron, porque no van a canonizar a tantos San Túmismos como hay por ahí. E incluso por aquí. Sin embargo Dios sí lo canonizó allá arriba, y le dejó verle cara a cara como a la Virgen, a San Pablo o a San Juan de Dios.

Esta es tu vida. La de San Túmismo. A lo mejor los datos que he presentado no son del todo correctos, pero estoy dispuesto a que me mandes un correo corrigiéndome... por si algún día se publicara tu historia. Ojalá que te animes a ser «Túmismo» como Dios te ha soñado... Como bien ha dicho James Martin, sj: "Para mí ser un santo significa ser yo mismo. Por lo tanto, el problema de la santidad y la salvación es, de hecho, el problema de averiguar quién soy y de descubrir mi verdadero yo."

Y ojalá también podamos ponerte algún día el «san» por delante de tu nombre. La verdad es que no es tan difícil. ¿O sí? Ya hemos dicho que Dios se encargará de hacerlo si nosotros no lo hacemos. Hoy es tu fiesta

Quique Martínez cmf, sobre un texto de Pedro M Iraolagoitia, sj

domingo, 25 de octubre de 2020

LA ÉTICA DEL AMOR

Reflexión del Evangelio del Domingo 25 de Octubre de 2020. 30º del Tiempo Ordinario.

1. El evangelio de Mateo de este domingo nos ofrece la disputa sobre el mandamiento más importante. Sabemos que se unen o se juntan dos textos Dt 6,5 y Lv 19,18 que eran citados frecuentemente en discusiones éticas rabínicas, pero la idea de unirlos tan estrechamente a manera de resumen de toda la Ley y los Profetas fue una idea creativa no solamente brillante, sino, de nuevo, profética, como sucede en todas estas disputas concluyentes en Jerusalén. Lo que asombra en el texto evangélico es la seguridad soberana con que afirma que no hay preceptos como estos, porque en ellos se apoya toda la ley y los profetas. El texto dice que el amor al prójimo es "semejante" (homoía) al primero, dando a entender un orden lógico, pero sin disminuir su importancia. Es más, aquí Jesús nos está llevando a la conclusión de que aunque Dios no es el hombre, lo que podemos llamar la experiencia del amor no es distinta, aunque sean distintos los objetos o las personas amadas. Lo que le da gloria a Dios, precisamente, es que amemos al hombre como lo amamos a Él; tendríamos que decir que no es posible amar a Dios más que al hombre.

2. Todo lo que no sea eso, evangélicamente hablando, es una falacia. Ya lo veía así el autor de la 1ª Jn 4 donde plantea con una radicalidad teológica inigualable lo que es la identidad cristiana del amor. Si Dios nos ha amado, entonces, entre otras cosas, no se dice que debemos amarlo a El, sino que debemos amarnos los unos a los otros. Es verdad que Dios quiere ser amado, necesita ser amado, como lo necesitamos cada uno de nosotros. Y es desde esa dimensión religiosa desde la que hablaba Jesús, quien con su predicación y con su praxis se empeñó tanto en descubrir a Dios como Abba, porque él y nosotros lo necesitamos así.

3. Por lo tanto, la praxis evangelizadora de Jesús nos descubre un Dios nuevo y a la vez, y por ello mismo, nos descubre un hombre nuevo. Es verdad que Jesús de Nazaret lo descubrió desde Dios. Esto es absolutamente irrefutable. Esta frontalidad nos expresa pues, que evangelizar es humanizar en todos los órdenes y desde todas las perspectivas. Jesús hizo coincidir con su evangelización la gloria de Dios y la del hombre. El hecho, pues, de que hoy se insista tanto en la humanización no depende de que vivimos en el siglo en el que el hombre está enamorado de sí mismo, de lo que ha hecho y de lo que tiene que hacer, sino que la misma esencia de la fe y de la identidad cristiana, en el Nuevo Testamento como totalidad, son todavía mucho más humanizantes y humanizadoras que lo que hoy se nos propone.

Fray Miguel de Burgos Núñez

sábado, 17 de octubre de 2020

LA DIGNIDAD HUMANA NO SE COMPRA, ES UN DON

Reflexión Evangelio del Domingo 18 de Octubre de 2020. 29º del Tiempo Ordinario.

1. El evangelio de Mateo, hoy, nos sitúa en el corazón de las polémicas que Jesús mantiene con los dirigentes en Jerusalén y que los evangelistas sitúan al final de su vida, precediendo a la pasión (cf. Mc 12,13-17; Lc 20,20-26). Esta vez querían comprometerlo a fondo con las autoridades romanas, que vigilaban ferozmente cualquier movimiento social o político para castigar cualquier rebeldía. Oponerse al César, incluso en nombre de Dios, era ir contra la «pax romana», uno de los mitos de la época. Los espías pretenden halagarlo (Mateo sigue a Marcos y nos habla de los fariseos y los herodianos; Lucas, más coherente, nos habla de espías para entregarlo al gobernador), pero en el punto de mira está el prefecto romano Poncio Pilato, que era un gobernante de una crueldad sin miramientos, vengativa y arbitraria. Los judíos lo odiaban porque había introducido en Jerusalén bustos e insignias del César, además de haber usado el dinero sagrado del templo para construir un acueducto que llevara el agua a Jerusalén (Josefo, De Bello 2,9,2; 2,9.4).

2. La hierocracia y aristocracia de la ciudad santa mandan sus espías para poder deshacerse de este profeta galileo que anuncia el Reino de Dios, pero que no coincide con el reino de Roma, ni con el concepto que tienen del mismo algunos partidarios de la revolución contra Roma, ni específicamente con el reino que ellos quieren manipular en nombre de Dios. Los rebeldes dejaban a las claras que la única soberanía que aceptaban bajo el suelo de Judea es la de Dios (Ex 20,4-5); en ello Jesús podría estar de acuerdo. Pero las trazas, entre uno y otros, son muy distintas. Es verdad que Jesús parecía estar en un callejón sin salida: frente a Poncio Pilato, frente a las autoridades, frente a los revolucionarios nacionalistas, frente a todos. No obstante, él la encontró; la encontró recurriendo a las dignidad humana que Dios ha puesto en el corazón de toda persona como imagen suya. Los espías, con su trampa, van a caer en su propia ignominia, porque llevan en sus manos el “denario” con la efigie de Tiberio… pero Jesús no lleva nada en su zamarra. Solamente tiene su palabra y la fuerza de la sabiduría del reinado de Dios.

3. Cuando es preguntado, intencionadamente pide la moneda del tributo con la efigie del César y responde: la moneda hay que dársela al emperador; ¿por qué? Porque es el dinero, y el dinero es lo más sucio de este mundo. Los que acuñan moneda tienen poder y por el dinero dominan a los hombres. Entonces, ¿hay que someterse a él? ¡Ni hablar! Por eso añade con una intencionalidad manifiesta: «y a Dios lo que es de Dios». El dinero no es de Dios, sino que de Dios somos nosotros mismos, y por lo mismo nosotros solamente debemos estar sometidos a Dios. Ya San Agustín, que afirmaba: “El César busca su imagen, dádsela. Dios busca la suya: devolvédsela. No pierda el César su moneda por vosotros; no pierda Dios la suya en vosotros” (Com. Ps 57,11). La trampa la resuelve Jesús, no solamente con inteligencia, sino con sabiduría, donde salta por los aires la legalidad con la que pretenden acusarlo en su caso. La respuesta de Jesús no es evasiva, sino profética; porque a trampas legales no valen más que respuestas proféticas. El tributo de hacienda es socialmente necesario; el corazón, no obstante, lleva la imagen de Dios donde el hombre recobra toda su dignidad, aunque pierda el “dinero” o la imagen del césar de turno que no valen nada.

4. Aquí Jesús responde con una afirmación liberadora que solamente pueden captar los que no están cegados por el poder, el dinero, el odio y la injusticia. Quizás la mejor ilustración a todo ello la tengamos en San Ireneo, en esa expresión, que es paradigma de muchas radicalidades humanas y divinas: «La gloria de Dios es el hombre viviente; la vida del hombre es la visión de Dios». Todo esto quiere decir que el evangelio de Jesucristo implica, en una simultaneidad inconfundible, que de la misma manera que nos descubre al Dios viviente, nos descubre a la vez, y no por otro camino, al hombre viviente. Podemos usar los bienes de este mundo con eficacia, pero lo que no podemos hacer es vender nuestra vida al mejor postor. Al "césar" de turno podemos darle el dinero, o los impuestos, pero nuestra libertad nadie nos la podrá arrebatar.

Fray Miguel de Burgos Núñez

sábado, 10 de octubre de 2020

EL REY QUE INVITA Y LAS REACCIONES DE SUS INVITADOS

 

Reflexión Evangelio del Domingo 11 de Octubre de 2020. 28º del Tiempo Ordinario

Domingos anteriores Jesús nos presentaba diferentes invitaciones relacionadas con la Viña de Dios. En esta ocasión las invitaciones tienen que ver con un Banquete de Bodas, en el que encontramos algunos puntos sorprendentes y relevantes:

Lo primero es que no estamos muy habituados a que nos hablen del Reino de Dios como de un «banquete de bodas». En este tipo de eventos están muy presentes la alegría, la convivencia, el encuentro, la amistad con quien nos ha invitado, pero también la comunión que va surgiendo entre todos los asistentes, incluso aunque muchos no se conozcan. Esta manera de presentar el Reino excluye que la entrada al Reino sea un asunto privado, o individualista: es con otros. Tampoco hay que hacer méritos, o ganarse que a uno le inviten. Basta con que el anfitrión quiera contar con nuestra presencia, depende más que nada de su amistad o cariño. Evidentemente una invitación así no se percibe como algo «obligatorio», pues más bien uno se siente halagado por haber sido invitado a un momento tan especial y trascendente para los novios. A eso se alude precisamente en la invitación a la comunión eucarística: «Dichosos» los invitados a la mesa/cena del Señor». A la mesa eucarística y a la mesa del Reino. Jesús presenta a Dios como un Rey (el padre del novio) que invita, que hace una oferta: «Venid a mi fiesta»: quiero celebrar la salvación, que sois mis amigos, que me apetece que nos acompañéis en un momento tan gozoso y especial, porque la fiesta de mi hijo no sería tal fiesta si faltáis vosotros. Cabe esperar, además, que siendo el Rey quien invita, en el banquete no falte de nada, que sea un derroche: «manjares suculentos, un festín de vinos de solera...

El amor de los novios y su boda es presentado a menudo en la Biblia como símbolo de la Alianza, un compromiso de amor entre Dios y su pueblo. Y esto  nos tiene que recordar la escena de la última Cena de Jesús (también un banquete), donde Jesús habla de alianza (nueva y eterna), habla de amistad y de amor mutuo, de que ha sido él quien ha elegido a sus invitados/amigos, de su ardiente deseo de que sean uno entre ellos, y de que se sirvan (lavatorio) mutuamente...

Lo peculiar de este banquete, tal como lo profetiza Isaías, es que será multitudinario, porque estarán invitados «todos los pueblos». Importante: el pueblo de Dios no considera ya que la salvación sea exclusivamente para ellos. Y Jesús completa esa universalidad diciendo que son invitados «malos y buenos».

-      Soprendente nos puede resultar la reacción de los invitados. Es posible que alguna vez hayáis recibido la invitación de alguien con quien simpatizamos poco, o que nos incomode porque probablemente nos encontremos con otros invitados que preferimos evitar, o tal vez altere o estropee otros planes que habíamos hecho... y entonces procuramos buscarnos una buena excusa para no quedar mal.

Mateo nos cuenta en otro lugar las excusas de algunos discípulos ante la llamada de Jesús: me he comprado una yunta que tengo que probar, o unas tierras, o se me ha muerto mi padre, o... El caso es que nuestros intereses, nuestros planes y nuestros sentimientos desembocan en un: «no voy». O quizá, más diplomáticamente, «cuánto siento no poder ir».

¿Qué pasa en este banquete de bodas, en que el Rey se encuentra con un plantón generalizado? ¿Por qué no tiene éxito la propuesta de Jesús?

Hay invitados que dicen “no” abiertamente, sin excusas ni rodeos. Son los que tienen cerrado el corazón, y esa alegría nupcial no va con ellos, esa boda no es para ellos una «buena noticia». Ese Rey les estropea sus planes, se ven en aprietos para ajustar sus agendas. Ese Rey es aburrido, no tiene nada que ofrecerles, no se lo van a pasar bien. Puede que hayan tirado directamente a la papelera la invitación sin pensarlo dos veces: No tengo ganas de molestarme. Mateo diría que están «prisioneros» de sus negocios, posesiones y costumbres. Como aquel joven rico: «qué difícil es que un rico entre el Reino de los Cielos». Podríamos decir: qué difícil es que un rico se tome en serio las propuestas/invitaciones de Dios. Es más fácil «enhebrar camellos». No han pasado la experiencia de Pablo: que ha aprendido a vivir en pobreza y abundancia, en la hartura y el hambre, en la abundancia y la privación, sin renunciar a su misión y a su relación con el Señor. Estos invitados no saben de renuncias, sacrificio o privaciones.

Hay invitados que acuden a regañadientes. Quizá le habrían preguntado si se atrevieran: Pero «¿es obligatorio ir?». A lo mejor si no voy se enfada conmigo, se ofende... Y se les nota enseguida, porque en sus caras no está presente la alegría, no acuden con ilusión y con ganas. Toca ir y ya está. Y van un poco por inercia o por compromiso. Se me ocurría pensar si tal vez pudiera achacarse su rechazo a la actitud o el modo de presentarles la invitación los mensajeros del Rey: quizá les han reñido si no van, quizá les han dicho lo que les podría pasar si se quedan en casa, quizá les han puesto condiciones, quizá ellos mismos con su presencia ya desmotivaban... En tal caso no serían dignos mensajeros del Rey. Pero de la parábola al menos no se pueden extraer estas conclusiones.

Y hay invitados que la emprenden con los mensajeros. Les ofende o molesta o desagrada que haya un Rey, que esté organizada una boda, que acuda la gente, que molesten a los demás... Se sienten fastidiados, incómodos y ofendidos. Por supuesto que no se sienten invitados, aunque lo estén. Y pasan al ataque: a por los mensajeros, quitarlos de en medio, que se callen, que no molesten, que se vayan, que mejor y más libres sin ellos.

Y sorprendente lo tozudo que es el Rey. No se rinde ante los rechazos. Sus mensajeros son enviados numerosas veces: «Venid, está todo preparado». Pero ante el desastroso resultado, no suspende su fiesta, y decide buscar invitados improvisados por las plazas, por las afueras de la ciudad, por los cruces de caminos. Solían ser lugares peligrosos, no frecuentados por la gente bien, sino más bien por pobres, parados, desarraigados, vagabundos, criminales quizás, en todo caso personas poco deseables. Pero fueran buenos o malos, el Rey no filtra a los nuevos invitados.

Seguro que se sintieron encantados de que alguien les ofreciera alegría, alimento, convivencia, de que los hayan tenido en cuenta. Y acuden. Es lógico. Estos fueron los que mejor escucharon a Jesús por los cruces de caminos de Galilea, según cuentan los evangelistas. Estos que no tienen agendas superocupadas, ni negocios que supervisar, ni han comprado una yunta de bueyes, porque tampoco tienen bueyes...

Parece lógico que el Rey se harte de sus «amigos» de siempre: en realidad falsos amigos, amigos interesados, amigos de pega, amigos que le atienden cuando les viene bien, amigos que no saben compartir, ni quieren les interesa el encuentro con otros, sobre todo si esos otros son los de los cruces de caminos (las periferias, que diría el Papa Francisco). Así que envía sus tropas para acabar con ellos y con su ciudad. Ya está bien de hipocresía y mala voluntad.

Sin embargo este Rey no acepta que llegue uno y diga  “ya estoy”. Me apunto. Apuntarse (lo mismo que bautizarse, hacer la comunión o casarse, incluso ir a misa y comulgar, es relativamente fácil, y bastantes se apuntan...). Pero de entre todos los desarrapados de los caminos «uno» no está presentable. Esta excepción no supone forzar o contradecir el mensaje general de la parábola: la tradición cristiana siempre se ha referido al Bautismo como ponerse un «vestido nuevo», o «revestirse de Cristo». Podéis preguntarle a San Pablo.

Jesús no quiere cortarle a nadie la digestión, pero sí quiere que se tomen en serio su invitación. No vale cualquier traje para compartir mesa con el Rey. Entre tantos invitados, es de suponer que bastantes -malos y buenos- no tendrían mucho que ponerse para la ocasión, teniendo en cuenta «dónde» los habían ido a buscar. Pero el Rey se fija SOLO EN UNO. Como símbolo de que hace falta «ponerse» la actitud adecuada, no simplemente aprovechar la ocasión.

Me viene a la cabeza aquella Cena de despedida de Jesús, donde también uno de los comensales  no aguantó... y optó por marcharse. Se sentía incómodo en aquella fiesta, por mucho cordero, mucha fiesta de Pascua y muchas canciones que hubiese. No quiso o no fue capaz de acoger al Rey en su corazón, y que le cambiase sus esquemas y prioridades. Estaba fuera de lugar. Jesús no tuvo que echarle fuera: se marchó él solo con su fracaso y sus ideas fijas.

Concluyendo: Hay llamadas del Rey-Dios, insistentes, a todas horas, a cualquier hora. ¿Quién las escuchará y se moverá para acudir? El Banquete de bodas (el Reino, la salvación, el seguimiento de Jesús, o como queramos llamarlo) está abierto a todos: buenos y malos. Nuestro Dios no es excluyente ni elitista. Algunos habrá que se queden fuera, como aquellas vírgenes necias que se quedaron sin aceite en sus lámparas. Algunos no querrán acudir a pesar de la invitación. Y algunos (esperemos que la mayoría) acepten la invitación y no pondrán «pegas» a encontrarse y aceptar y compartir con todo tipo de personas, convocadas por el Rey. Aunque tengan pocos méritos.  Y todos... procuraremos ir debidamente «revestidos» y transformados por el Bautismo que hemos recibido.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

domingo, 4 de octubre de 2020

FELICIDADES A LA FAMILIA FRANCISCANA

 

En el día de hoy la Parroquia desea a la Comunidad de Madres Religiosas Misioneras de la Divina Pastora, a toda la comunidad educativa del colegio y a la Hermandad de la Humildad un día lleno de reflexión en torno al Santo Pobre de Asís, que nos enseñó a amar a los hermanos y a valorar el universo como regalo de Dios a los hombres.

sábado, 3 de octubre de 2020

DIOS HA PLANTADO UNA VIÑA-COMUNIDAD NUEVA

Reflexión Evangelio del Domingo 4 de Octubre de 2020. 27º del Tiempo Ordinario.

1. El evangelio nos propone la parábola de los viñadores homicidas y está en continuidad con los textos del evangelio de Mateo que muestran las polémicas de Jesús con los dirigentes judíos antes de la pasión, viniendo a poner el punto final de una polémica que comenzó en Galilea. Aunque la parábola está tomada de Marcos (12,1-12), el primer evangelio nos propone algunos matices que llevan el texto a una densidad polémica contra el judaísmo, que extraña sobremanera en este evangelio de Mateo, tan propicio a asumir lo mejor de la teología veterotestamentaria y judaica.

2. En la redacción y sentido de esta parábola juega un papel importante la reflexión sobre el Sal 118,22-23. Se identifica claramente a los viñadores con los jefes del pueblo. El "vosotros" del v. 43 indica que los dirigentes religiosos del judaísmo, rechazando a Jesús, han perdido su última oportunidad de dar a Dios lo que correspondía y, de esa forma, han arrastrado a todo el pueblo en su infidelidad como aparecerá claramente en el juicio ante Poncio Pilato (cf Mt 27,20-25). La segunda parte de la sentencia anuncia el traspaso de la viña que no se hará a "otros dirigentes" sino a un nuevo "pueblo que produzca frutos" (v. 43). Esto es importante para entender esta parábola, no solamente porque los cristianos debemos rechazar todo antisemitismo, sino porque es verdad que la decisión final de condenar a Jesús estuvo en manos de "dirigentes" ciegos para ver e imposibilitados para acoger palabras proféticas como las de Jesús sobre Dios y sobre el Reino.

3. Esta parábola, con sus transformaciones en la comunidad cristiana después de la pasión de Jesús, es una puerta abierta siempre a la conversión, a la esperanza. Los hombres que en tiempos de Jesús aguardaban, entonces, que se diera en su generación la irrupción de un mundo nuevo e inaudito, se percataron de que aquella parábola iba por ellos y no quisieron aceptar que el tiempo nuevo había llegado con aquél profeta que hablaba de aquella manera. Quien entiende que esta parábola nos introduce en un mundo donde sólo hay vida cuando no se vive a costa de otras vidas, habrá dado con esa puerta abierta a la esperanza, a la fraternidad, a la paz y a la justicia. Sabemos que la realidad última, para la fe cristiana, es Dios mismo, pero como Dios Padre de todos los hombres. Era el Padre de Jesús, el profeta de Nazaret, y ese Dios, cuando se asesina a cualquier hombre, siente en sus entrañas lo que sintió con la muerte de Jesús. También esta parábola de Jesús es un canto de amor por la vida.

4. Pero no podemos evitar sacar conclusiones muy significativas para ahora y para todos los tiempos. La religión que mata o permite guerras en nombre de Dios, no es exactamente "religión", religación a Dios. Por eso esta es una parábola que debe leerse clara y contundentemente contra los fundamentalismos religiosos que amenazan tan frecuentemente a los pueblos y a las culturas. No hay apologética capaz de defender a "nuestro Dios" con la muerte de los otros, porque en todos esos asesinados, Dios mismo está muriendo. Y si Jesús fue eliminado, creyendo los dirigentes que daban gloria a su Dios, se encontraron con que esa muerte se ha convertido en la "piedra angular" de una religión nueva de amor y de paz. Y los asesinos fundamentalistas, pues, quedarán sin Dios y sin religión.

Fray Miguel de Burgos Núñez

domingo, 27 de septiembre de 2020

PARA DIOS, LO QUE CUENTA ES "VOLVER"

 

Reflexión del Evangelio del Domingo 27 de Septiembre de 2020. 26º del Tiempo Ordinario.

1. El evangelio de Mateo (21,28-32), con la parábola del padre y los dos hijos, es provocativo, pero sigue en la misma tónica de los últimos domingos. Se quiere poner de manifiesto que el Reino de Dios acontece en el ámbito de la misericordia, por eso los pecadores pueden preceder a los beatos formalistas de siempre en lo que se refiere a la salvación. Una parábola nos pone en la pista de esta afirmación tan determinada, la de los dos hijos: uno dice que sí y después no va a trabajar a la viña; el otro dice que no, pero después recapacita sobre las palabras de su padre y va a trabajar.

2. Lo que cuenta, podríamos decir, son las obras, el compromiso, recordando aquello de no basta decir ¡Señor, Señor!. El acento, pues, se pone sobre el arrepentimiento, e incluso si la parábola se hubiera contado de otra manera, en la que el primero hubiera dicho que sí y hubiera ido a lo que el padre le pedía, no cambiarían mucho las cosas, ya que lo importante para Jesús es llevar a cabo lo que se nos ha pedido. Sabemos, no obstante, que los dos hijos corresponden a dos categorías de personas: las que siempre están hablando de lo religioso, de Dios, de la fe y en el fondo su corazón no cambia, no se inmutan, no se abren a la gracia. Probablemente tienen religión, pero no auténtica fe. Por eso, por ley de contrastes, la parábola está contada con toda intencionalidad y va dirigida, muy especialmente, contra los primeros.

3. El acento está, justamente, en aquellos que habiéndose negado a la fe primeramente, se dejan llenar al final por la gracia de Dios, aunque esto sirve para desenmascarar a los que son como el hijo que dice que sí y después hace su propia voluntad, no la del padre. Los verdaderos creyentes y religiosos, aunque sean publicanos y prostitutas, son los que tienen la iniciativa en el Reino de la salvación, porque están más abiertos a la gracia. El evangelio ha escogido dos oficios denigrados y denigrantes (recaudadores de impuestos y prostitutas); pero no olvidemos que el marco de los oyentes también es explícito: los sacerdotes y ancianos, que dirigían al pueblo. Pero para Dios no cuentan los oficios, ni lo que los otros piensen; lo que cuenta es que son capaces de volver, de convertirse.

 Fray Miguel de Burgos Núñez

sábado, 19 de septiembre de 2020

BUSCAD AL SEÑOR MIENTRAS SE DEJA ENCONTRAR

Reflexión Evangelio del Domingo 20 de Septiembre de 2020. 25º del Tiempo Ordinario.

Así de golpe empieza el oráculo de Isaías. Quizá resulte sorprendente que invite al Pueblo de Dios a buscar a Dios, como si se hubieran alejado de él, como si Dios estuviera ausente. Pero es que en las duras circunstancias en que el profeta hace esta llamada, quiere hacerles ver que su «imagen» de Dios, los rasgos que le atribuyen, las expectativas que de él tienen ni son las más convenientes para salir adelante de su difícil situación en el destierro, ni responden al auténtico rostro de Dios. Por eso su llamada supone una conversión, un cambio de mentalidad, para abrirse al Dios que les quiere acompañar en una renovadora experiencia de Éxodo, de vuelta a su tierra. Los caminos de Dios no son los caminos de su pueblo. Van por distinta autopista.

Me parece oportuno reocger aquí lo que decía San Agustín: “Aquel a quien hay que encontrar está oculto, para que lo busquemos; y es inmenso, para que, después de hallarlo, lo sigamos buscando”.

Nunca podemos decir que «ya hemos encontrado a Dios», que ya le conocemos, que ya sabemos definitivamente su voluntad. Como tampoco podemos decir que «ya tenemos conseguido el amor de alguien» (menos si ese Alguien es Dios). Porque el amor no es una «cosa» que se encarga, se compra o se consigue, se tiene, se posee, se controla... sino algo que hay que sembrar, trabajar y cuidar cada día. Como una viña: al comenzar el día, a media mañana, a media tarde y al anochecer...

Como puede ser engañoso pensar que «ya hemos encontrado el sentido de nuestra vida», porque la vida es algo cambiable e incontrolable, imprevisible, sorprendente, que pide a cada momento que vayamos reorientando, corrigiendo, adaptando, interpretando, discerniendo lo que ella nos va trayendo. El sentido de la vida es algo dinámico, en continuo movimiento. Como la vida misma.

Ni conviene dar por hecho que  «yo me conozco muy bien» y ya no es necesario andar mirándome por dentro, escucharme, sentirme. Hace ya más de veinticinco siglos, Tales de Mileto afirmaba que la cosa más difícil del mundo es conocerse a uno mismo. En el templo de Delfos podía leerse aquella famosa inscripción socrática: «conócete a ti mismo». Hasta el último día de tu vida, hasta el último momento, no podrás decir: me conozco, sé quién soy. Por tanto en tantos aspectos de la vida y en todas nuestras relaciones personales... hay que estar siempre buscando, renovando, adaptando.

Isaías lanzó su reto al Pueblo de Dios, al de entonces y al de ahora: «Buscad al Señor». No asegura que lo encontremos. Pero hay que buscarlo, porque «se deja encontrar».  ¿Tú le buscas? ¿Dónde, cuándo, cómo, y sobre todo con quién?

Hay quien busca a Dios en la Naturaleza: ante el mar inmenso, en una elevada montaña, en los prados de su pueblo... Hay quien le busca con técnicas de meditación y relajación de todo tipo, practicando el silencio y la contemplación. Hay quien le busca en algunos lugares especiales: una ermita, una determinada capilla, la inmensidad de una catedral, un cierto santuario, un rincón lleno de recuerdos... Hay quien le busca en la belleza y la estética de la música, la danza, la arquitectura, el arte en general. Hay quien le busca en los ritos y ceremonias especiales, donde se cuidan los gestos, los inciensos, el órgano, el coro, la solemnidad... Hay quien le busca en los libros de teología, meditación o devocionales. También la Ciencia ha sido un camino de búsqueda para algunos...

Pero ninguno de ellos «garantiza» la experiencia de Dios, el encuentro con el auténtico rostro de Dios.

Además, para el cristiano es muy relevante «buscar con otros». «Buscad», no simplemente «busca». Es un rasgo seguro del rostro de Dios su opción y su progresiva revelación por medio de un pueblo, de una comunidad, de una Iglesia. La fe cristiana es comunitaria: nos llega por medio de otros, madura con otros, se mantiene viva compartida con otros. Y también nos ayuda a purificar nuestras obsesiones, limitaciones y bloqueos en esa búsqueda.

Por otra parte, San Agustín, por propia experiencia, afirma que aun encontrando, no se termina la búsqueda. Porque nosotros cambianos, porque la vida cambia, porque la sociedad cambia. Es el Dios que se esconde para que le sigamos buscando; es el Dios que no nos quiere acomodados. Es el Dios siempre nuevo y sorprendente, distinto al de ayer, porque nuestro hoy y lo que yo soy hoy... no es como ayer. Se oculta para que lo busquemos. La tarea del hombre es buscar y buscar siempre ... Cuando dejamos de buscar... empezamos a morir.

Pero si los caminos de Dios no son nuestros caminos, puede ocurrir que por donde caminamos pretendiendo encontrarlo... no es el mismo camino porque el que anda Dios. Hay estilos de vida, actitudes, costumbres, ideas, ideologías que bloquean, impiden el encuentro con Dios.  El individualismo, el egoísmo, la falta de compromiso por construir un mundo más justo, menos contaminado, más fraterno; la superficialidad, la falta de silencio, el no saber valorar y agradecer... Al Dios de Jesús se le encuentra entre los débiles, los pobres, los necesitados, los marginados... y no en lugares (o grupos) cómodos, seguros, protegidos, ala defensiva... Lo diremos mejor con las mismas palabras de San Pablo:  «Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo». 

El contexto de esta frase importa, para comprender su significado. Pablo se encuentra en la cárcel, cansado, le empiezan a pesar los años, y su «cuerpo» le pide ya dejar la tarea apostólica y prepararse para el encuentro definitivo con el Señor. Es lo que más le apetece. Aunque depende en buena medida del juez que lo libere o le condene. Pues bien, en ese contexto no «elige» lo que le pide el cuerpo, sino que Cristo sea glorificado, pase lo que pase. El dilema entre su propio bienestar y el servicio a las comunidades cristianas a las que tiene que seguir educando y acompañando, se resuelve por lo segundo: quedarse con ellos y seguir. «Para mí vivir es Cristo», podríamos traducirlo también: "para mí vivir es entregarme a vosotros como hizo Cristo". Ya se nota que conocía bien a su Señor. Y una vida digna del Evangelio de Cristo es aquella en que nos convertimos en Buena Noticia (Evangelio) con nuestra entrega diaria hasta el final.

La parábola del Evangelio nos aporta algunas luces importantes para conocer y experimentar al Dios que buscamos:

- Es más bien el propio Dios quien sale a buscarnos. Quiero contar con nosotros. Me busca él. Y es él quien decide a qué hora me llama.

- Nos invita a trabajar en su viña (el mundo, el Reino). Esta viña tiene que ser importante para nosotros. Para aquellos trabajadores de las primeras horas, la viña no importaba nada: les importaba «lo suyo». Y se sentían con más derechos que los demás.

- Conviene ser conscientes de quién nos llama, y procurar sintonizar y vibrar con él, con su sorprendente rostro, con su preocupación de que a nadie le falte lo necesario, aunque haya trabajado poco. Trabajar para quien nos ha invitado a su viña significa dejarse transformar por él, parecerse a él. Siempre me ha estremecido esta oración de Claret: «Guárdame, no sea que anunciando a otros el Evangelio, quede yo excluido del Reino». En otra de sus parábolas Jesús afirma que los trabajadores... acabaron expulsados de su viña.

Cuando olvidamos todo esto... estamos presentando un falso rostro de Dios. Y se hará expecialmente urgente "salir a buscarlo".

Busquemos. Juntos. Contamos con la ayuda del Espíritu de Dios. Dejemos que Dios nos busque y vayamos a su viña.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf