martes, 28 de febrero de 2017

Y LLEGÓ LA CUARESMA


“La palabra es un don. El otro es un don”

Ese es el lema que encabeza y resume el mensaje que el Papa Francisco nos dirige para la próxima cuarema. Es este un tiempo muy especial que él define con cuatro frases que deberían ayudarnos a reflexionar:

- “La cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte.

- La cuaresma es un tiempo propicio para intensificar la vida del espíritu a través de los medios santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna.

- La cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo.

- La cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo”.

Tras esas indicaciones, el mensaje papal desgrana ante nosotros la parábola evangélica del pobre Lázaro y el rico indiferente. Es este un texto que “nos da la clave para entender cómo hemos de comportarnos para alcanzar la verdadera felicidad y la vida eterna, exhortándonos a una sincera conversión”.

En esta exposicion, el Papa va subrayando los numerosos detalles en los que la parábola presenta a los dos personajes, tanto en la vida terrena como en su destino después de la muerte. El que ignoraba al mendigo que yacía a su puerta, ruega después al padre Abraham que ese mismo pobre venga en su auxilio y que anuncie a sus parientes la auténtica verdad que puede salvar la existencia humana.

El pobre Lázaro tiene un mensaje para nosotros. “La primera invitación que nos hace esta parábola es la de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido… Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor”.

Pero también el rico anónimo nos trae un mensaje sobre esas tres apetencias que nos deshumanizan. “En él se vislumbra de forma patente la corrupción del pecado, que se realiza en tres momentos sucesivos: el amor al dinero, la vanidad y la soberbia”.

Así pues, la cuaresma nos trae esta lección. Si el primer don de Dios es la presencia del otro, el segundo don de Dios es la entrega de su Palabra. La raíz de los males del rico está en no prestar oído a la Palabra de Dios; “esto es lo que le llevó a no amar a Dios y por tanto a despreciar al prójimo… Cerrar el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano”.

La parábola nos recuerda que quien trata de vivir “como si Dios no existiera”, vivirá cada día “como si el prójimo no existiera”. Pero es peligroso vivir como si solo yo exitiera en el mundo.

Así pues, durante este tiempo de cuaresma estamos invitados a meditar este texto, en el que el evangelio de Lucas nos lleva reflexionar sobre nuestras relaciones con Dios y con nuestros vecinos.

D. José-Román Flecha Andrés

sábado, 25 de febrero de 2017

EL AFÁN DE CADA DÍA


Reflexión homilética para el Domingo 26 de Febrero de 2017. 8º del Tiempo Ordinarino. A.

“Sión decía: Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado. ¿Es que puede una madre olvidarse del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré” (Is 49, 14-15). Es sorprendente este breve texto que se proclama en la primera lectura de la celebración eucarística de este domingo.

También hoy son muchas las personas que, ante la experiencia de una desgracia o de un fracaso, se lamentan diciendo que Dios las ha olvidado. En realidad suele ocurrir lo contrario. Somos nosotros los que nos olvidamos de Dios.

Pero Dios se presenta ante sus hijos cargado de una ternura que supera en mucho la de las madres. Según el oráculo celestial, Dios no puede olvidarse de sus hijos.

Por eso el salmo 61 repite un estribillo que nos invita a la confianza: “Descansa solo en Dios, alma mía”. En realidad, esa es la idea central de esta celebración dominical.

LA BÚSQUEDA DEL REINO

Así pues, Dios no nos abandona. Dejaría de ser Dios. Dejaría de ser nuestro Padre. En el evangelio de este domingo (Mt 6,24-34), esa es la palabra clave: “Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso”. Para vivir y para vivir en sociedad tenemos necesidad de la comida, la bebida y el vestido. Pero Jesús nos ofrece dos reglas de conducta:

- “Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura”. Este es el precepto positivo. Nuestra búsqueda nos define. Nos convertimos en aquello que buscamos. Así que no conviene perderse en buscar tesoros falsos. El verdadero tesoro es el reino de Dios. Es reconocer a Dios como Señor de nuestra vida.

- “No os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio”. Este es el precepto negativo. Para buscar el reino de Dios, hay que vivir consciente y activamente en el presente. El mañana puede ser duro, muy duro y muy difícil, pero antes de afrontarlo es preciso florecer en el presente. En el mañana piensa Dios.

LA DESGRACIA Y LA GRACIA

Es muy conocido el inicio del Decálogo de la serenidad, del Papa Juan XXIII. “Solo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida toda de una vez”. Muchos programas de recuperación de la persona lo han imitado. En realidad, la idea se remonta a las palabras de Jesús.

- “A cada día le basta su desgracia”. La mayor parte de nuestros sufrimientos provienen de imaginar y temer los que pueden venir sobre nosotros en el futuro. Nuestra inseguridad es la que realmente nos atemoriza y nos paraliza.

- “A cada día le basta su desgracia”. La mayor parte de nuestras alegrías aumentaría si supiéramos vivir el presente con serenidad y gratitud. Es cierto que la felicidad no coincide con la satisfacción, pero cada día nos ofrece muchos motivos que nos satisfacen.

- “A cada día le basta su desgracia”. La mayor parte de nuestras preocupaciones nace de no saber aceptar la providencia de Dios. Dios vela por los pájaros y por la hierba del campo. Y vela más aún por nosotros, sus hijos. Cada día tiene su afán. Y su encanto.

Señor Jesús, tú nos has revelado que Dios es nuestro Padre providente. En sus manos estamos. Él vela por nosotros. Aceptarlo como Señor es la fuente de la serenidad y de la paz, de la felicidad y de la esperanza. Que nuestra fe signifique confianza. Amén.
D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 19 de febrero de 2017

PERFECTOS COMO EL PADRE


Reflexión homilética para el Domingo 19 de Febrero de 2017. 7º del Tiempo Ordinarino, A.

“No odiarás de corazón a tu hermano…No te vengarás ni guardarás rencor a tus parientes, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Estas normas forman parte de una amplia lista de prescripciones morales y cultuales. El libro del Levítico les otorga la máxima autoridad al presentarlas como un mensaje de Dios a Moisés (Lev 19,17-18).

Así pues, el texto contiene dos prohibiciones y una exhortación. Ya son importantes esas limitaciones al odio y a la venganza. Con ellas podrían funcionar bastante bien una familia y una aldea, una ciudad y un país. ¿Y por qué no la comunidad internacional?

Pero el mensaje divino va más allá. Dios pide a los miembros de su pueblo que amen a los demás como a sí mismos. Eso significa que hay que aprender a amarse a sí mismo. Y hay que ver al otro como una proyección de uno mismo. No es facil. Pero habrá que tratar de ensayar ambas propuestas.

El salmo 102 sugiere un buen motivo para actuar de esa forma. El Señor es compasivo y misericordioso. Y eso basta. Tratar de imitar el modo de ser de Dios no debería sonar como un peso o una carga, sino como el más grande de los honores.

DEL ODIO AL AMOR

El evangelio que hoy se proclama forma parte del Sermón de la Montaña (Mt 5, 38-48). Poco antes, Jesús nos revela el sentido positivo de tres preceptos aparentemente negativos: No matar, no adulterar y no jurar. Hoy se añaden otros dos preceptos.

“Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente”. Esa famosa norma del talión no era un permiso para la venganza. Era una restricción de la venganza salvaje que reivindicaba Lamec, descendiente de Caín. Pero Jesús aconseja romper la espiral de violencia y ser generoso en el servicio a los demás.

“Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”. El amor estaba ya prescrito en el libro del Levítico. Aborrecer al enemigo era la regla y el estilo de algunas comunidades tan fanáticas como radicales. Pero Jesús aconseja terminar con los enemigos por el sencillo expediente de amarlos.

NI PECADORES NI PAGANOS

¿Qué razones pueden movernos a pasar de la indiferencia a la cercanía y del odio al amor? No podemos darnos por satisfechos con un premio terreno por nuestro buen comportamiento. Jesús enuncia dos motivos importantes.

Es preciso superar los criterios y las actitudes de los paganos, y los pecadores. Estos aman a los que comparten su suerte y sus ideales. Pero el seguidor de Jesús ha de tratar de superar ese nivel de comportamiento. Ha de amar aun a los enemigos.

Es preciso ir más allá de lo socialmente admitido, de lo políticamente correcto. Hay que aprender a remar contra corriente. Y eso no para esperar un premio terreno. Sino porque así es como se comporta Dios. ¿Hay algún motivo más alto?

Señor Jesús, para exhortarnos a amar a nuestro prójimo, aunque nos haya hecho mal, tú pones ante nuestros ojos la imagen del Padre celestial. Él hace salir su sol sobre buenos y malos y manda la lluvia sobre justos e injustos. Que tu Espíritu nos ayude a imitar la bondad y el amor del Padre. Amén.
D. José-Román Flecha Andrés

sábado, 11 de febrero de 2017

LA VERDADERA JUSTICIA


Reflexión Homilética para el Domingo 12 de Febrero de 2017. 6º del Tiempo Ordinarino.

“Si quieres, guardarás sus mandatos, porque es prudencia cumplir su voluntad”. Así comienza el texto del libro del Eclesiástico que hoy se proclama en la primera lectura de la misa (Eclo 15,16). Esas palabras fueron escritas para ser leídas en una comunidad judía que estaba en contacto con la cultura griega o helenista.

En aquella cultura aparentemente tan libre las gentes se consideraban dirigidas por el destino. Así que era necesario recordar el valor de la voluntad y de la libertad humana. El texto continúa de forma más concreta: “Ante ti están puestos fuego y agua, echa mano a lo que quieras. Delante del hombre están muerte y vida: le darán lo que él escoja”.

Con razón el papa Juan Pablo II subrayó estas palabras en su encíclica “El esplendor de la verdad”. En nuestra sociedad se insiste tanto en los condicionantes de la persona que se niega su libertad y su responsabilidad. Siempre que la persona no sea la víctima de la irresponsabilidad de los demás. Porque entonces, claro que se supone la libertad del que falló.

MANDATOS Y VALORES

Para el mensaje bíblico, lo que importa es ajustar nuestra voluntad a la voluntad del Señor, como canta el salmo 118. Eso nos hará realmente libres. Y esa convicción no ha sido negada por Jesús.

Al contrario. Jesús no vino a abolir los mandamientos de la Ley, sino a ayudarnos a descubrir su sentido más profundo (Mt 5,17-37). El evangelio de este domingo ofrece tres ejemplos, en los que los mandatos desvelan la importancia de los valores humanos:

- No basta con “no matar”. Hay que descubrir el valor de la vida. Es preciso respetar la vida de los demás, pero también su honor. Eso nos exige estar dispuestos a perdonar al hermano y a fomentar la fraternidad.

- No basta con “no cometer adulterio”. Hay que fomentar el valor de la fidelidad, Para eso hemos de vivir unas relaciones interpersonales que reflejen la limpieza del corazón y promuevan el respeto mutuo.

- No basta con “no jurar en falso”. Hay que amar el valor de la verdad. Y vivir de forma tan coherente y diáfana que baste con decir “sí” y “no” para ser creídos por los demás y para promover una cultura que admita la seriedad de la palabra dada.

IMPORTANCIA Y GRANDEZA

Este texto se sitúa en el marco del Sermón de la Montaña, que se abre con las bienaventuranzas de Jesús. Aquellos ideales de vida no se oponen a estos valores éticos. Al contrario. Ambas proclamas indican el verdadero camino de la felicidad.

- “El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el reino de los cielos”. La importancia verdadera no la dan el tener, el poder, el placer o la impostura. Conviene no equivocarse.

- “Quien cumpla estos preceptos y los enseñe será grande en el reino de los cielos”. La verdadera grandeza se consigue por el aprecio y la promoción de esos grandes valores humanos que son tutelados por los mandamientos. Conviene estar bien orientados.

Señor Jesús, Tú has querido enseñarnos el camino de la verdadera justicia. Es decir el modo de “ajustarnos” a la voluntad de un Dios que nos ha creado para esa felicidad, que es el resultado de la fidelidad. Gracias por tu orientación y por tu luz Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 5 de febrero de 2017

LUZ DEL MUNDO


Homilía para el Domingo 5 de Febrero de 2017. 5º del tiempo ordinarino, A.

“Entonces romperá tu luz como la aurora…, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía”. Esas promesas, que encontramos en el texto del libro de Isaías que hoy se proclama (Is 58,7-10). Son la respuesta de Dios a todos los que se lamentan de haber ayunado sin ser escuchados por el Señor.

El oráculo dice que el ayuno verdadero consiste en partir el pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no cerrar el corazón a los que son nuestros hermanos. Es decir, el auténtico ayuno no consiste tanto en no comer como en practicar las obras de misericordia.

Por eso el salmo responsorial se hace eco de aquella profecía, proclamando: “Quien es justo, clemente y compasivo, brilla como una luz en las tinieblas”.

Para nada vale nuestra autosuficiencia. Con razón escribe san Pablo que “nuestra fe no se apoya en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1Cor 2,5).

LA CIUDAD Y LA LÁMPARA

En el evangelio según san Mateo, el capítulo 5 comenzaba proclamando las bienaventuranzas de Jesús. En ellas se dice cómo es Dios y cuál es la identidad del Cristo. Pero también se expone la misión de la Iglesia y se revela la honda verdad del ser humano. A continuación, Jesús se refiere a sus discípulos con una proclamación y dos imágenes complementarias:

- “Vosotros sois la luz del mundo”. No es un mandato. Antes de ser una obligación moral, es una revelación. Aquel que es la Luz hace que sus seguidores sean luminosos para un mundo que con frecuencia parece caminar en las tinieblas.

- “No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte”. Para favorecer la defensa, muchas ciudades antiguas se elevaban sobre una colina. Eso facilitaba también a los peregrinos encontrar el camino para guarecerse en ellas.

- “Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa”. Esta otra imagen, tan casera y familiar, invita a los discípulos a ser testigos de la luz recibida del Señor.

DON Y TAREA

De todas formas, el texto evangélico continúa con una exhortación, tan apremiante como sugerente, tan tradicional como actual:

- “Alumbre así vuestra luz a los hombres”. Nadie recibe el don de la gracia solo para su propio beneficio. La luz que hemos recibido es un don gratuito, pero es también una tarea y una responsabilidad. Ha de llegar a todos los hombres.

- “Para que vean vuestras buenas obras”. El bien ha de ser bien hecho. Y las buenas obras no pueden quedar ocultas. No se puede hacer el bien para ser alabados, pero no es razonable ocultarlo siempre a los ojos de los demás.

- “Para que den gloria a vuestro Padre que está en el cielo”. Esa es la clave. Esa es la motivación de toda la exhortación. La difusión del bien no puede convertirse en un motivo para la gloria personal. Promover la gloria del Padre es el camino de la felicidad.

Señor Jesús, te reconocemos y te proclamamos como la luz verdadera que ha venido a este mundo. Que nuestras palabras y obras difundan tu resplandor, nos ayuden a encontrar la verdad y a orientar a otros por el camino del bien. Amén.
D. José-Román Flecha Andrés

viernes, 3 de febrero de 2017

FESTIVIDAD DE SAN BLÁS


Hoy, día 3 de febrero, Festividad de San Blás celebraremos la Eucaristía  
y como viene siendo constumbre se bendecirá el pan de los feligreses.