miércoles, 25 de diciembre de 2013

MENSAJE DE NAVIDAD


"Vengo a anunciaros una buena noticia; una gran alegría para todo el pueblo: os ha nacido un Niño, El Salvador, El Mesías.
Esta es la señal: encontraréis una criatura acostada en un pesebre".

Este año no es fácil repetir las palabras con las que el Ángel anunció a los pastores el nacimiento del Niño.¿Cómo anunciar una gran alegría cuando todo a nuestro lado parece dificultad y crisis?
Este año, más que nunca es preciso que alcemos la voz para proclamar la buena noticia de la cercanía de Dios.
Proclamar que no es ajeno a nuestras inquietudes.
Que no nos creó para desentenderse luego de nosotros.
Que sigue a nuestro lado y nos comunica su amor de mil maneras:
En los tiempos antiguos habló con el pueblo de Israel, a través de sus profetas y por eso se sintieron acompañados por Él.
También hoy, su voz nos acompaña en nuestra historia.: la belleza de la naturaleza, la ternura de los más próximos, los logros por un mundo mejor...
Para escucharlo, es preciso estar bien atentos porque su voz no es un grito que se deje oír por encima de los ruidos que llenan nuestra vida. 
Para oírlo es preciso silenciar antes tantas voces como, por ejemplo: la publicidad que nos incita a consumir sin medida; el tener cada día más y el deseo de dominar a nuestros hermanos...
El Señor habla desde la debilidad de los pequeños y olvidados de la tierra, desde los que no tienen cabida ni voz en nuestro mundo.
Nos habla, sobre todo, en el Niño que nació hace más de dos mil años y hoy sigue naciendo sin abrigo y sin hogar...
¡Después de veinte siglos aún hoy no hay posada para los pobres!
Hagamos como los pastores que, al escuchar el mensaje del Ángel, se pusieron en camino.
El Dios de todos los caminos va con nosotros:
Animó a María a ponerse en camino para visitar a Isabel. 
Guió a los Magos con la Estrella para encontrar al Niño.
Su voz anima y acompaña a todos los que caminan al lado de los débiles y humillados.
Alegrémonos todos porque no se olvidó de nosotros; miremos la Estrella y pongámonos en camino porque Dios nace en ti y en mi. ¡Aleluya! 

  (Tomado de la revista Homilética y adaptado por Manuel Tirado)

lunes, 23 de diciembre de 2013

NOCHE DE PAZ, NOCHE DE AMOR


Dios se hace hombre para habitar por siempre entre nosotros. Que su venida sea fuente de entendimiento y de alegría en esta Noche Santa de Paz y Amor.

sábado, 14 de diciembre de 2013

EL QUE ESPERAMOS

tercer-domingo-de-adviento

Homilía 15 de Diciembre de 2013. III Domingo de Adviento, ciclo A.

Santa Teresa de Jesús escribía: “¿Qué esperanza podemos tener de hallar sosiego en otras cosas, pues en las propias no podemos sosegar…?” Las noticias de cada día nos hablan de catástrofes naturales, de guerras y atentados. Con mucha frecuencia son los más pobres y marginados los primeros en pagar las consecuencias del mal y de las desgracias.

El texto del profeta Isaías que hoy se lee gira en torno a una consoladora profecía: “Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará”. Inmediatamente añade que su venida cambiará la suerte de los ciegos y los sordos, los cojos y los mudos y hará volver a los rescatados del Señor.

El evangelio se hace eco de aquella profecía. De hecho, las mismas señales de curación constituyen la prueba de que Jesús es el Mesías que había de venir. Hoy no podemos ignorar a todos esos enfermos y desvalidos. Hoy hemos de agradecer la misericordia de Dios sobre ellos.

SANACIÓN Y SALVACIÓN

Desde la mazmorra en la que había sido arrojado por Herodes, Juan Bautista envía a dos discípulos suyos para que interroguen a Jesús sobre su identidad: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”  Jesús no presenta más credenciales que sus propias obras. Sus acciones coinciden con las antiguas promesas formuladas en el libro de Isaías.

Sus acciones que no son meros actos de curación. La sanación corporal es el signo visible de la salvación integral de la persona. Una salvación que solo Jesús puede otorgar. Nadie fuera de él podrá salvarnos. Ni personas, ni instituciones. Ni líderes ni ideologías. Ni objetos de consumo ni loterías. Solo Él es el Salvador. Ese es el contenido central de nuestra fe y de la nueva evangelización.

La salvación del hombre no se reduce a la sanación corporal de las persona, pero no pretende ignorarla. Hoy podemos preguntar por los enfermos que conocemos. O tal vez visitar  en una residencia a los ancianos que no conocemos todavía. Y no sólo para “distraerlos”. Podemos tener para ellos las palabras y los gestos de la fe, la esperanza y el amor.

LA GRAN BIENAVENTURANZA

De todas formas, no olvidemos esa bienaventuranza que hoy se proclama. Entre todas las bienaventuranzas que el evangelio pone en boca de Jesús, ésta es especialmente llamativa.

• “¡Dichoso aquel que no pierde su confianza en mí!”. Muchos desearían un Mesías a la medida de sus gustos, un evangelio que aceptara sus caprichos, una Iglesia que bendijera todas sus decisiones. Para la fe cristiana, es dichoso el que no coloca su propia idea del Mesías por encima y contra la realidad del Mesías Jesús.

• “¡Dichoso aquel que no pierde su confianza en mí!”. Contemplemos una vez más su apariencia humilde. Contemplemos su sacrificio. Su pasión y su muerte eran un verdadero escándalo, una piedra de tropiezo. Es dichoso quien supera la tentación de abandonar a Jesús y su evangelio, a Cristo y a su Iglesia.

-  Señor Jesús, con el gozo de la esperanza nos preparamos para la celebración de tu Nacimiento. Que no te recibamos de manera indigna. Que te aceptemos siempre como el que eres. Que te acojamos como nuestro Salvador. Amén.


D. José-Román Flecha Andrés 

sábado, 7 de diciembre de 2013

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA


“Reina y Madre, Virgen pura, que sol y cielo pisáis, a vos sola no alcanzó la triste herencia de Adán. ¿Cómo en vos, Reina de todos, si llena de gracia estáis, pudo caber igual parte de la culpa original?  De toda mancha estáis libre: ¿y quién pudo imaginar que vino a faltar la gracia en donde la gracia está?” Es hermoso este romance de Francisco de Borja (1577-1658) que recitamos en la fiesta de la Inmaculada Concepción de Santa María Virgen.

En el tiempo del Adviento, la fiesta de la Concepción Inmaculada de María nos alienta en el camino de la esperanza. Somos conscientes  de nuestros errores y pecados. A pesar de ellos, Dios ha querido ofrecer a la humanidad un horizonte de perdón y de misericordia, de gracia y de belleza.

Esta fiesta de María nos lleva a celebrar esta nueva creación. Nuestra oración de hoy brota de una íntima alegría. La de saber que lo que perdió EVA, “la madre de todos los que viven”, ha sido felizmente recuperado gracias al AVE que el ángel Gabriel dirige a María, Madre de todos los redimidos.

LLENA DE GRACIA

Hoy se nos repite el relato evangélico de la Anunciación a María. En él escuchamos las palabras que le dirige el ángel del Señor: “María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios”. Ese saludo convierte a María en imagen de todo el género humano. Con él se inicia el gran Adviento de la historia humana. Con él renace la esperanza.

Desde lo más hondo de su existencia, María refleja fielmente la misericordia de Dios y sabe traducirla en fidelidad. Dios nos crea y nos sostiene. María gozó durante toda su vida de la plenitud de la gracia y de la salvación. Fue una persona fiel en todo al proyecto de Dios. También a nosotros, Dios se nos da gratis, pero espera nuestra respuesta.

La sintonía de María con la salvación ofrecida por Dios a la humanidad es un don gratuito, pero encontró en ella una respuesta libre y generosa. Muy pobre es nuestra fe si  no logra superar el temor y no nos ayuda a aceptar el don de la gracia que Dios nos ofrece cada día.

La humanidad no tiene nada que temer de la divinidad. Dios no es un enemigo de la causa y de la libertad humana. Dios nos ofrece su amable cercanía. Como dijo Benedicto XVI, “el hombre que se dirige hacia Dios no se hace más pequeño, sino más grande, porque gracias a Dios y junto con él se hace grande, se hace divino, llega a ser verdaderamente él mismo”.

ABOGADA DE GRACIA

Hoy nuestro corazón se esponja en la contemplación de la decisión de Dios de ofrecer a la humanidad un rayo de esperanza. Con el prefacio de la misa de esta solemnidad nos gozamos en la limpieza de María:

• “Purísima había de ser, Señor, la Virgen que nos diera el Cordero inocente”. Esta mirada al pasado de nuestra historia nos invita a dar gracias por el don de la salvación. A la vista del mal y de la corrupción de este mundo, con frecuencia nos dejamos vencer por el pesimismo.

• “Purísima la que, entre todos los hombres, es abogada de gracia y ejemplo de santidad”. Y esta mirada a nuestro presente nos lleva a recobrar la esperanza. Tratemos de descubrir los signos de esperanza que se encuentran en nosotros mismos, en los demás y en toda la sociedad.

- “Oh Dios, por la concepción inmaculada de la Virgen María preparaste a tu hijo una digna morada. En previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado. A nosotros concédenos por su intercesión llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Amén”.

D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 1 de diciembre de 2013

ADVIENTO Y ESPERANZA


Domingo 1 de diciembre de 2013. 1º de Adviento. Ciclo A

Una vez más estamos en el tiempo de Adviento. Durante estas cuatro semanas preparamos la celebración de la fiesta del nacimiento de Jesús. Pero no sólo eso. El Adviento es el tiempo que resume toda nuestra vida. En este tiempo se nos invita a redescubrir la virtud de la esperanza. Y a vivir como quienes están de camino.

En este itinerario del Adviento nos acompañan, sobre todo, las figuras del profeta Isaías, de Juan el Bautista y de María la Madre de Jesús.

En este primer domingo, recordamos cómo Isaías invitaba a las gentes de su pueblo a marchar por las sendas del Señor, a repensar nuevas estrategias para la paz y a caminar a la luz del Señor. En ese camino había de encontrarse Israel con todos los demás pueblos de la tierra. La esperanza o es universal o no es esperanza (Is 2, 1-5).

ORACIÓN Y TAREA

En este nuevo año litúrgico leeremos el evangelio según San Mateo. En el texto que  hoy se proclama (Mt 24, 37-44) escuchamos este aviso: “A la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre”. En tiempos de Noé las gentes vivían despreocupadas y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio. El evangelio nos invita a vivir atentos y despiertos.

Con frecuencia vivimos olvidando lo que somos y lo que esperamos. Estamos llamados a vivir esperando la manifestación del Señor y la plenitud de su Reino. La esperanza nos exige vivir despiertos, atentos a los signos de los tiempos.

En la eucaristía repetimos con frecuencia la súplica con que se cierra el libro del Apocalipsis: “Ven, Señor Jesús”. Tendremos que preguntarnos si de verdad vivimos esperando, deseando y anticipando la manifestación del Señor. Orar bajo el signo de la esperanza, no significa manifestar nuestro descontento con la realidad de este mundo.

Al contrario. Como nos ha dicho el Concilio Vaticano II, “La espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo” (GS 39).

VIGILANCIA Y ESPERA

Hoy encendemos la primera de las velas en la corona del Adviento. A su luz escuchamos las dos exhortaciones que nos dirige Jesús, también en nuestro tiempo:

• “Estad en vela porque no sabéis cuándo vendrá vuestro Señor”. Nos mantenemos despiertos, no por temor al que viene sino con la gozosa espera del que ama.  Además de velar y orar, dedicamos un momento a buscar algunos signos por los que el Señor nos indica el camino que hemos de seguir para anunciar y preparar su venida.

• “Estad preparados porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre”. Esta última frase no es una amenaza, sino una preciosa advertencia. En cualquier momento de la historia humana puede hacerse evidente que el Señor está con nosotros. Para el buscador de pepitas de oro cualquier momento puede ser el que cambie su suerte. Hay que estar atentos.


- Señor Jesús, andamos preocupados por mil cosas y nos enzarzamos en discusiones sin sentido. No permitas que perdamos de vista la realidad que nos circunda. Ayúdanos a descubrir en ella los signos de tu presencia. Y a esperarte cada día con amor. Amén.

D. José Román Flecha Andrés

domingo, 24 de noviembre de 2013

VÍA CRUCIS DEL AÑO DE LA FE

El Señor vestido de blanco saliendo de la Parroquia

Los niños han protagonizado la lectura del Via Crucis 

Un acompañamiento multitudinario

El sol nos regaló bellas instantáneas del señor del Miércoles Santo

Lectura de una de las Estaciones

 
Altar de la Hdad. de San Juan con su titular de la Semana Santa Chiquita

El Cristo camina humilde por la calle Alta

Los niños participan en el acto

 
De vuelta por la calle Nueva

Detalle de altar de la Hdad. de la Magdalena

Silueta del Señor

Detalle del Altar de Ntra. Sra de la Soledad.

Detras del paso del Señor adornado con flores blancas

Costaleros de la Hdad. de la Humildad

La Hermandad y la Parroquia quieren agradecer a todas las personas que nos han acompañado multitudinariamente en la mañana de hoy en el rezo del Santo Vía Crucis.


Agradece de corazón a todos aquellos que han ofrecido al Señor los alimentos no perecederos que se destinarán a Cáritas Parroquial y que estarán en la mesa de aquellos vecinos que pasan necesidades.

También da la gracias a las diferentes Hermandades que han colaborado montando los altares que han ilustrado el paso del Vía Crucis. Gracias a los Catequistas y padres que han hecho posible este acto que cierra el Año de la Fe.


Fotografías de Álvaro Horcas y Hermandad Humildad

sábado, 23 de noviembre de 2013

UN REY DIFERENTE


Comentario homilético del Domingo 24 de Noviembre de 2013. 34 Tiempo Ordinario C

“Hueso y carne tuya somos”. Con estas palabras se dirigen las tribus de Israel a David. Con ellas le anuncian que lo han elegido como rey. Y justifican su decisión, afirmando la comunión de origen y de destino que los unen al que ya reina en Hebrón (2Sam 5, 1-3).

Los enviados le ofrecen el reino con la esperanza de que logre reunir a todas las tribus. Su decisión se apoya, además, en la palabra que Dios mismo había dirigido a David: “Tú serás el pastor de mi pueblo, Israel, tú serás el jefe de Israel”.

Pero en el texto hay un tercer motivo. David ofrece un pacto a los representantes del pueblo. Evidentemente, el relato trata de sugerir que ese gesto del elegido como rey retoma y hace suyo el pacto que el Señor ha hecho con su pueblo.

LA TENTACIÓN

Algún novelista ha escrito sobre la última tentación de Jesús. Según el evangelio, esa tentación no es precisamente la del placer. Tampoco es la tentación del tener. La última tentación del Mesías es la del poder. No tanto el dominio político como el poder bajar de la cruz (Lc 23, 35-43). Entre burlas y chanzas, los que le rodean se convierten en tentadores.

-  En primer lugar, hablan las autoridades y el pueblo, que parecen desconfiar de las pretensiones mesianicas de Jesús: “A otros ha salvado: Que se salve a sí mismo, si él es el mesías de Dios, el Elegido”.

- En segundo lugar, hablan los soldados. Son extranjeros y seguramente paganos. Su burla no tiene un sentido religioso sino político.  Ofreciéndole vinagre, parecen desafiarle: “Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo”.

- En tercer lugar, resuena en la escena el sarcasmo de uno de los malhechores colgados con Él. Si pretende que Jesús baje de la cruz es con el deseo de ser liberado también él de ese suplicio: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”.

La cruz es un desafío para las gentes de todos los tiempos. La fe, la política y el interés se unirán siempre para pretender que Jesús baje de la cruz. Y para obligar a los cristianos a que presenten una fe sin referencia a la cruz.

EL PARAÍSO

Pero Jesús no bajó de la cruz. Entre la burla y la ironía, Pilató mandó escribir sobre ella: “Jesús Nazareno, Rey de los Judíos”. Y desde ella reina el Mesías de Dios. En torno a la cátedra de la cruz se desarrolla el último diálogo del Maestro con su último discípulo:

• “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. En la súplica del ladrón arrepentido resuena el Antiguo Testamento. En la fe de este malhechor se manifiesta la esperanza del Reino de Dios. Él lo ve llegar en Jesús, el Justo crucificado junto a él. Su oración se hace eco de los que durante siglos pedían a Dios que se acordase de ellos.

• “Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso”. La respuesta de Jesús refleja la gran certeza que abre el Nuevo Testamento: el Reino de Dios ha llegado ya. Ese Reino evoca la armonía del paraíso primordial. Y Jesús, el Justo injustamente ajusticiado, es el nuevo Adán de una nueva creación. Es el Rey que reina desde la cruz.

- Señor Jesús, que tu cruz nos lleve a recordar tu señorío sobre el mal y a celebrar la salvación que nos libera de él. Y que tu mensaje y tu ejemplo de vida nos ayuden a reformar nuestra vida y las estructuras de nuestra sociedad. Porque tuyo es el Reino, tuyo el poder y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 17 de noviembre de 2013

VÍA CRUCIS DEL SEÑOR DE LA HUMILDAD


Con motivo de la FESTIVIDAD DE CRISTO REY y como CLAUSURA DEL AÑO DE LA FE la Hermandad  ha decidido que el Señor de la Humildad hará VIA CRUCIS el próximo domingo 24  de noviembre a las 11 de la mañana

OFRENDA DE PRODUCTOS NO PERECEDEROS AL SEÑOR DE LA HUMILDAD
VÍA CRUCIS Y SANTA MISA

TIEMPO DEL JUICIO


Domingo 17 de Noviembre de 2013. 33 del Tiempo Ordinario C

“Mirad que llega el día, ardiente como un horno”. Con estas palabras anuncia el profeta Malaquías la llegada del día del Señor. El día del Señor significa en el lenguaje de los profetas la revelación de Dios y también la manifestacion de su justicia. Sería un día de condena para los malvados y un día de salvación para los que honran el nombre del Señor (Mal 3, 19-20).

A primera vista, este anuncio de un día de revisión de la historia humana resulta bastante extraño para la mentalidad de nuestra sociedad secular. Y, sin embargo, en su encíclica sobre la esperanza, el papa Benedicto XXI ha afirmado que la meditación sobre el juicio es una de las escuelas de la esperanza.

También la filosofía moderna se subleva ante el espectáculo del holocausto y de los grandes genocidios. No se puede igualar la suerte del justo con la del malvado. Las canalladas desencadenadas por los sistemas de opresión no pueden quedar impunes. Nuestra razón nos impulsa a aguardar una justicia que no premie las grandes tiranías de la historia.

TIEMPO DEL DISCERNIMIENTO

También el evangelio de hoy nos invita a levantar nuestra vista para mirar al futuro (Lc 21, 5-19). No es el anuncio de la cercanía del fin del mundo. Es una exhortación a vivir el presente con ojos abiertos. Este no es tiempo para el temor sino para el discernimiento. Al menos tres contraposiciones resultan especialmente llamativas en el texto.

-  En primer lugar, se confronta la mirada de “algunos” con la de  Jesús. Mientras ellos sólo ven la belleza del templo, Jesús descubre con realismo su debilidad. Sólo Dios es el Absoluto. Todo lo demás es relativo, incluidas nuestras estructuras sociales y religiosas.

- En segundo lugar, se confronta el mensaje de los falsos profetas con el de Jesús. Son “muchos” los farsantes que usurpan el nombre y la dignidad de Jesús, diciendo “Yo soy”. Pero sólo él es la verdad y el humilde pregonero de la verdad.

- En tercer lugar, resuenan dos terminantes prohibiciones de Jesús. El que había llamado a sus discípulos diciendo: “Sígueme”, dice ahora con firmeza: “No vayáis tras ellos”. El que siempre ha exhortado a sus discípulos  a confiar en él, les dice ahora: “No tengáis pánico”.

TIEMPO DEL TESTIMONIO

Jesús no nos invita al optimismo, sino a la esperanza. Nos espera la persecución, aun por parte de los más cercanos. Jesús no anuncia el fin del mundo. Pero sí anuncia el fin de las relaciones y de las fidelidades. Y hasta el fin de nuestros proyectos y nuestra propia vida.

• “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. La esperanza desencadena en nosotros una fuerza imparable. La fuerza que se traduce en paciencia y tenacidad, en compromiso con nuestro mundo y en responsabilidad en nuestro trabajo.

• “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. Habrá tiempos recios y momentos de crisis. La esperanza que el Señor espera de nosotros nos lleva a permanecer fieles a su llamada y a dar testimonio de su presencia en nuestro propio ambiente.

• “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. En tiempos de barbarie, de frívola comodidad y de nauseabunda apatía no podemos vender  nuestra alma. No podemos dejarnos arrebatar el tesoro de humanidad que Dios nos ha confiado.

- Señor Jesús, La fe nos lleva a aguardar tu venida. Que la esperanza de tu manifestación nos ayude a dar testimonio de tu vida y de tu mensaje, de tus promesas y de tu gracia. Amén.

- Padre nuestro que estás en el cielo, tú conoces nuestro amor a la vida y nuestro anhelo de vivir para siempre. En tí esperamos y en tu amor confiamos. Adoctrinados por Jesús, en tus manos encomendamos nuestro espíritu. Amén.


D. José-Román Flecha Andrés

viernes, 15 de noviembre de 2013

EL ROCÍO DE LA FE EN CÓRDOBA


ESTARÁN PRESENTES EN EL ACONTECIMIENTO LOS COROS ROCIEROS "ALBOREÁ" Y "PAZ Y ESPERANZA" Y EL INFANTIL "SEMILLA ROCIERA" DE VILLA DEL RÍO

Hoy, a las cuatro y media de la tarde tendrá lugar el Solemne Pontifical con motivo del Año de la Fe de las Hermandades del Rocío de Córdoba y provincia. El Simpecao de Almonte presidirá el altar de las Tendillas e intervendrá el grupo de tamborileros abriendo la procesión magna rociera.

Tras la huella de la Magna Cofrade se espera gran afluencia de público. Durante el recorrido Hermandades de Gloria  y Penitenciales de Córdoba montarán altares que representarán los Misterios del Rosario.

Villa del Río se hará presente en las voces de sus tres coros que intervendrán durante el recorrido.

martes, 12 de noviembre de 2013

DIOS DE VIVOS


Domingo 10  de noviembre de 2013. 32 del Tiempo Ordinario C.

“Vale la pena morir a manos de los hombres cuando se espera que Dios mismo nos resucitará”. Estas palabras que se proclaman en la primera lectura de la misa de hoy (2 Mac 7, 1-2. 9-14) son una auténtica confesión de fe. Son pronunciadas por uno de los jóvenes macabeos que fueron martirizados por Antíoco IV Epífanes por negarse a abandonar su fe.

Estas palabras son interesantes desde el punto de vísta de la ética social. Podrían ser invocadas hoy para resumir nuestras convicciones sobre la libertad religiosa. Nadie puede ser obligado a creer y a practicar una religión. Pero nadie ha de ser obligado a renegar de su fe y abandonar sus prácticas religiosas o los símbolos que las recogen y significan.

Pero, además, estas palabras son importantes desde el punto de vista del contenido mismo de la fe. El pueblo de Israel pensó durante mucho tiempo que el camino de la persona termina con la muerte. Muy lentamente se fue abriendo paso la admisión de la justicia de Dios en el más allá y la creencia en la resurrección.

La afirmación de la resurrección de los muertos adquiere su firmeza en una época de persecución. A los que han dado la última prueba de su fidelidad, Dios no puede menos de mostrarse fiel. Él no puede ser menos generoso que el hombre. A quien ha entregado la vida por Él, Dios le devolverá una vida resucitada.

VIDA TEMPORAL Y VIDA ETERNA

Pues bien, el evangelio recuerda la pregunta que dirigen a Jesús los saduceos, tan vinculados al culto en el Templo de Jerusalén. Cuentan a Jesús una inverosímil historia que nos recuerda la que se nos narra a propósito de Sara, la esposa de Tobías (Tob 7,11) y la prescripción de la ley del Levirato (Deut 25,5).

En la mente de los saduceos, la fe en la resurrección futura es ya una complicación para la vida presente. Si es que existe la resurrección, cuando vuelvan a la vida sus siete maridos, ¿de quién será esposa la mujer que se fue casando sucesivamente con todos ellos? Esa es la pregunta. La respuesta de Jesús contrapone la vida temporal y la vida eterna.

El matrimonio y la reproducción de la vida reflejan la necesidad impuesta por la muerte. Pero la vida futura, libre ya de la muerte, no impone la necesidad del matrimonio. En la respuesta de Jesús sobresale, por tanto, el mensaje de la fe. Los que sean dignos de la vida eterna son como ángeles: son hijos de Dios y participan en la resurrección.

AMOR Y CONFIANZA

Es interesante ver cómo el evangelio fundamenta la fe en la resurreccion sobre la revelacion de Dios a Moisés. El guía de Israel lo ha percibido como el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob”. En ese contexto se sitúan las palabras con las que concluye Jesús su respuesta.

• “No es Dios de muertos, sino de vivos”. La suerte del hombre depende de la afirmación de Dios. La pregunta sobre el ser humano y su destino difícilmente encontrará respuesta si se ignora a Dios. Dios nos ha creado para la vida. Para la vida que brota de él y que culminá en él.

• “Para Dios todos están vivos”. Cuando amamos a una persona querríamos mantenerla en vida. Hasta los ritos funerarios reflejan este anhelo. Pero lo que es imposible para el hombre es posible para Dios. Dios es amor. Y el amor es más fuerte que la muerte. Dios nos ha creado por amor y su amor nos mantiene en vida para siempre junto a Él.

- Padre nuestro que estás en el cielo, tú conoces nuestro amor a la vida y nuestro anhelo de vivir para siempre. En tí esperamos y en tu amor confiamos. Adoctrinados por Jesús, en tus manos encomendamos nuestro espíritu. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

sábado, 2 de noviembre de 2013

CONVERSIÓN Y SALVACIÓN

Comentario homilético Domingo 3 de Noviembre de 2013. 31 Tiempo Ordinario C.

“Te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan… A todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida”. El autor del libro de la Sabiduría sabe que el Señor nos recuerda nuestro pecado, no para avergonzarnos sino para que nos convirtamos a Él.   (Sab 11, 22-12,2).

Es importante subrayar las dos caras de la moneda. En primer lugar, desconfiar de la misericordia y del perdón de Dios sería una señal de que no lo conocemos bien. Su poder no se manifiesta en el rechazo, sino en el perdón. Él no odia nada de lo que ha creado. Y menos puede odiar al ser humano, al que ha creado a su imagen.

En segundo lugar, confiar en el perdón de Dios no puede hacernos olvidar la gravedad del pecado. Esta dramática realidad no puede ser trivializada. El pecado es nuestra propia ruina. Por eso, el Dios que nos ama nos corrige poco a poco, nos recuerda nuestra falta y nos reprende para que nos convirtamos a él.

TRES MOMENTOS Y UN CAMINO

El evangelio según San Lucas presta una atención especial a los pobres y al dinero. En el evangelio que hoy se proclama aparece la figura de Zaqueo, jefe de los cobradores de impuestos y rico (Lc 19, 1-10). El primer acto nos dice que desea ver a Jesús que llega a la ciudad de Jericó. Pero su baja estatura le impide descubrirlo por encima de la multitud.

El segundo acto se desarrolla posiblemente a la entrada de la ciudad. Para superar la dificultad, Zaqueo se adelanta a la gente y sube a un sicómoro, una especie de higuera de madera incorruptible. Seguramente se cree protegido por las hojas de aquel árbol, como lo creía Adán. Pero Jesús lo descubre y se invita a alojarse en la casa.

El tercer acto del relato nos lleva a la casa de Zaqueo. La alegre acogida que presta al Maestro suscita la murmuración de algunos. Pero Zaqueo se sitúa por encima de las críticas.  Reconoce en público su pecado, promete compartir sus bienes con los pobres y restituir cuatro veces más de lo que ha podido adquirir injustamente.

Este relato es un resumen del evangelio. Los pasos de Zaqueo son los mismos que ha de recorrer el creyente en el camino de la fe y la conversión: desear encontrarse con Jesús, acogerlo en la propia casa, confesar el propio pecado y prometer un futuro de generosidad.

TRES REVELACIONES

Pero junto a estos momentos, el texto evangélico recoge tres declaraciones de Jesús en casa de Zaqueo que resumen la misión del Mesías:

• “Hoy ha sido la salvación de esta casa”. Jesús es el Salvador. Con ese nombre lo había anunciado el evangelio de Lucas (Lc 1,31).  Jesús no desprecia el mal ni quita importancia al pecado de injusticia que haya podido cometer Zaqueo. Pero no llega a la casa del pecador para reprenderle sino para traerle la salvación.

• “También éste es hijo de Abrahán”.  El mismo evangelio de Lucas ha dicho que, tras su muerte, el pobre Lázaro es acogido en la compañía de Abrahán (Lc 16,22). Por su conversión, también el rico Zaqueo forma parte de la familia espiritual de Abrahán, el padre de los creyentes.

• “El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. Evocando una oveja, una moneda y un hijo que se va de casa, el evangelio de Lucas ha recogido las tres parábolas de las pérdidas, la búsqueda y el hallazgo (Lc 15). Ahora sabemos que la búsqueda del hombre perdido resume la misión misma de Jesús.

- Señor Jesús, tú conoces nuestra historia y el fondo de nuestra conciencia. Ayúdanos a salir a tu encuentro y acogerte con alegría. Acepta nuestra humilde confesión y danos el gozo de la salvación que tan generosamente nos concedes. Amén.


D. José-Román Flecha Andrés

viernes, 1 de noviembre de 2013

SOLEMNIDAD DE LOS FIELES DIFUNTOS


SALMO 129
Desde lo hondo a ti grito, Señor. 

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

jueves, 31 de octubre de 2013

FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS


Impresiona escuchar todos los años, el primero de noviembre, la repetida frase del Apocalipsis: "Y vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas..." Son los santos. Santos desconocidos en su mayoría. Santos de todas las regiones, de todos los países, de todas las épocas. Santos negros y blancos, cultos e ignorantes... El mundo de los santos ¿Qué es lo que une a gente tan distinta? Realmente, ¿es posible que gente tan distinta tenga algo en común, algo que permita darles a todos el mismo nombre, el nombre de santos?
Los dos hechos que celebramos.

La fiesta de Todos los Santos nos invita a celebrar, en principio, dos hechos. El primero es que, verdaderamente, la fuerza del Espíritu de Jesús actúa en todas partes, es una semilla capaz de arraigar en todas partes, que no necesita especiales condiciones de raza, o de cultura, o de clase social. Por eso esta fiesta es una fiesta gozosa, fundamentalmente gozosa: el Espíritu de Jesús ha dado, y da, y dará fruto, y lo dará en todas partes.

El segundo hecho que celebramos es que todos esos hombres y mujeres de todo tiempo y lugar tienen algo en común, algo que les une. Todos ellos "han lavado y blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero". Todos ellos han sido pobres, hambrientos y sedientos de justicia, limpios de corazón, trabajadores de la paz. Y eso les une. Porque hoy no celebramos una fiesta superficial, hoy no celebramos que "en el fondo, todo el mundo es bueno y todo terminará bien", sino que celebramos la victoria dolorosamente alcanzada por tantos hombres y mujeres en el seguimiento del Evangelio (conociéndolo explícitamente o sin conocerlo). Porque hay algo que une al santo desconocido de las selvas amazónicas con el mártir de las persecuciones de Nerón y con cualquier otro santo de cualquier otro lugar: los une la búsqueda y la lucha por una vida más fiel, más entregada, más dedicada al servicio de los hermanos y del mundo nuevo que quiere Dios.

La tercera celebración: el puente no se ha derrumbado.

Celebramos, por tanto, esos dos hechos: que con Dios viven ya hombres y mujeres de todo tiempo y lugar, y que esos hombres y mujeres han luchado esforzadamente en el camino del amor, que es el camino de Dios.

Pero ahí podemos añadir también un tercer aspecto: San Agustín, en la homilía que la Liturgia de las Horas ofrece para el día de San Lorenzo, lo explica así: "Los santos mártires han imitado a Cristo hasta el derramamiento de su sangre, hasta la semejanza de su pasión. Lo han imitado los mártires, pero no sólo ellos. El puente no se ha derrumbado después de haber pasado ellos; la fuente no se ha secado después de haber bebido ellos".

San Agustín se dirigía a unos cristianos que creían que quizá sólo los mártires, los que en las persecuciones habían derramado la sangre por la fe, compartirían la gloria de J.C. Y a veces pensamos también nosotros lo mismo: que la santidad es una heroicidad propia sólo de algunos. Y no es así. La santidad, el seguimiento fiel y esforzado de J.C., es también para nosotros: para todos nosotros y para cada uno de nosotros. Es algo exigente, sin duda; es algo para gente entregada, que tome las cosas en serio, no para gente superficial y que se limita a ir tirando. Pero somos nosotros, cada uno de nosotros, los llamados a esa santidad, a ese seguimiento. Como decía San Agustín en la homilía antes citada: "Ningún hombre, cualquiera que sea su género de vida, ha de desesperar de su vocación" (...). "Entendamos, pues, de qué modo el cristiano ha de seguir a Cristo, además del derramamiento de sangre, además del martirio". Y hoy, en la fiesta de Todos los Santos, se nos invita a celebrar que también nosotros podemos entender y descubrir nuestra manera de seguir a J.C.

J. LLIGADAS

MISA DOMINICAL 1989 nº 21

sábado, 26 de octubre de 2013

UNA ORACIÓN HUMILDE


Comentario homilético Domingo 27 de Octubre de 2012. 30 Tiempo Ordinario C

“Los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansa; no ceja hasta que Dios le atiende, y el juez justo le hace justicia”. Esta certeza del poder de la oración de los pobres nos recuerda la parábola de la viuda y el juez injusto que se proclamaba el domingo pasado. El libro del Eclesiástico reafirma hoy esa creencia (Eclo 35, 15-22).

Muchas veces hemos contemplado la parcialidad de las personas y de las instituciones. Con frecuencia hemos tenido que padecerla, en nosotros mismos o en las personas más cercanas a nosotros. En cambio, la Escritura nos dice hoy que “El Señor es un Dios justo que no puede ser parcial; no es parcial contra el pobre y escucha las súplicas del oprimido”.

Si Dios muestra alguna preferencia la dirige precisamente a los más débiles y necesitados de protección. Por eso, es un error decir que la fe es alienante. Quien cree en Dios y trata de vivir según Dios no puede desentenderse de los últimos de la tierra. Cuando estos se dirigen a Dios, Él los escucha.

EL PRETEXTO Y LA VERDAD

Tantas veces presente en el evangelio según San Lucas, la oración es de nuevo el tema central del evangelio de hoy (Lc 18,9-14. A la parábola de la viuda y el juez inicuo sigue hoy la parábola del fariseo y el publicano. Con ella se nos dice que no basta con orar. Existe una piedad falsa y escandalosa. Y otra piedad humilde, es decir verdadera.

• El fariseo emplea muchas palabras para orar. Es cierto que levanta su mente hacia Dios con gratitud. Pero no ora ante Dios sino ante un espejo. Su acción de gracias es un pretexto para alabarse a sí mismo. Está convencido de que su salvación depende solo de sus ayunos y limosnas. Se atribuye una  limpieza que es un don de Dios.

• El publicano cobra los tributos que ha de entregar al Imperio. Es visto por todos como un colaboracionista y un pecador. Nadie lo considera inocente y en nadie puede apoyarse. Su oración es pobre y elemental en la forma. Admite su verdad y se dirige a Dios con la humildad de quien sabe que sólo puede encontrar la salvación en la misericordia de Dios.

EL PECADO Y LA COMPASIÓN

Tanto el fariseo como el publicano creen en Dios. Pero su forma de orar nos revela en qué Dios creen en realidad. Al decir que el publicano alcanzó la justicia y santidad de Dios, Jesús nos invita a aprender el espíritu de su oración.

• “Oh Dios, ten compasión de este pecador”. Esta oración nos lleva a revisar nuestro pasado y descubrir en él el rastro y las cicatrices del pecado. De nuestra rebeldía ante Dios. O de nuestra indiferencia ante nuestros hermanos.

• “Oh Dios, ten compasión de este pecador”. Esta oración nos invita a sentir de verdad la seriedad del pecado. Y, al mismo tiempo, a confesar, con San Bernardo, que Dios no padece, pero sí que se compadece.

• “Oh Dios, ten compasión de este pecador”. Esta oración nos exige admitir y confesar que solo Dios es Dios. Solo Él nos puede perdonar y aceptar como somos. Sólo él conoce nuestra verdad y nos puede redimir en su misericordia.

- Padre nuestro celestial, tú no sólo ves la injusticia de este mundo sino que conoces nuestra más íntima verdad. Ten piedad de nosotros y no permitas que busquemos nuestra justificación en las obras de nuestras manos. Porque solo tú eres Santo. Amén.


D. José-Román Flecha Andrés

jueves, 24 de octubre de 2013

FESTIVIDAD DEL CUSTODIO DE CÓRDOBA

 

El juramento de San Rafael, Custodio de Córdoba

La historia cuenta que el Arcángel San Rafael es Custodio de Córdoba desde que en la Edad Media una epidemia de peste asoló Europa diezmando la población. Córdoba entera se encomendó a San Rafael y milagrosamente la peste pasó por la ciudad sin apenas causar daño alguno. Ramírez de Arellano recoge en sus “Paseos por Córdoba” que cuando la peste asolaba la ciudad en el siglo XVI, el Arcángel se apareció al Padre Roelas en cuatro ocasiones, revelándole que él salvaría a la ciudad. En aquel entonces, el sacerdote, temeroso de que todo fuera un engaño de sus sentidos y después de consultar el caso con importantes teólogos de la Compañía de Jesús, visitó al Provisor, quien le ordenó que si se producía una quinta aparición, le preguntase quién era. Así fue, en la madrugada del 7 de mayo de 1578, se produjo esta quinta aparición en la que San Rafael le dijo al sacerdote: “Yo te juro, por Jesucristo Crucificado, que soy Rafael, ángel a quien Dios tiene puesto por guarda de esta ciudad”. Al poco tiempo dejaron de morir personas en Córdoba a causa de la epidemia.