sábado, 30 de diciembre de 2017

LA VIDA Y EL AMOR


Reflexión homilética para el Domingo 31 de Diciembre de 2017.
Festividad de la Sagrada Familia

En el domingo que sigue a la solemnidad del Nacimiento de Jesús celebramos cada año la fiesta de la Sagrada Familia. Esa realidad tan humana tiene una larga historia, que la memoria de Israel sitúa y contempla ya en los orígenes del pueblo.

“Mira hacia el cielo y, si puedes, cuenta las estrellas. Así será tu descendencia”. He ahí la promesa que Dios dirige a Abraham, al constituirle padre de una multitud de naciones (Gén 15,1-6). Como se ve, los hijos son el signo y el resultado de la alianza que Dios ofrece al anciano patriarca. La familia es una bendición.

El texto de la carta a los Hebreos que hoy se lee (Heb 11,11-12) recuerda esa misma alianza: “De un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar”.

El mensaje es claro. El Dios de la vida promete y promueve la vida. La vida es, por tanto, el primero de los dones de Dios. Es un regalo gratuito. Sin embargo, ese don divino comporta la aceptación humana. La vida de los hombres surge en el seno de la familia.

LA ESCUCHA Y EL ASOMBRO

El evangelio de esta fiesta recuerda la presentación de Jesús en el templo (Lc 2,22-40). José y María cumplen cuidadosamente las normas de la Ley, y contemplan la irrupción del Espíritu en un hombre justo y piadoso. Simeón reconoce en el Niño al Mesías del Señor. En él descubre al que ha de ser la gloria de su pueblo y la luz para los pueblos paganos.

El padre y la madre de Jesús quedan admirados por lo que oyen decir de él. El mismo evangelio de Lucas ha referido que los pastores que velaban y cuidaban sus rebaños en la noche, se acercaron a ver al Niño y contaron lo que habían oído pregonar a los ángeles.

- Los relatos sugieren la importancia de los mensajeros que Dios envía a la familia de Jesús. El don de aquella vida es tan grande que requiere la confluencia de muchas voces. También hoy el don de la vida requiere un testimonio compartido sobre su valor.

- Pero ambos relatos nos sugieren que José y María habían de escuchar una y otra vez el mensaje sobre aquel Niño. A la escucha más atenta sucedió y ha de suceder siempre el asombro y la admiración ante el misterio.

DONES Y TAREAS

Después de presentar a Jesús en el templo y después de escuchar las palabras de Simeón y de Ana, José y María regresaron a su ciudad de Nazaret. “Y el niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él”.

- El crecimiento parece garantizado por el tiempo. Pero requiere el esfuerzo de toda la familia. La salud integral, siempre amenazada, exige vigilancia y cuidados sin cuento.

- La sabiduría no se reduce al aprendizaje de técnicas. La familia es taller y escuela. Su ideal es enseñar y transmitir los valores que verdaderamente valen.

- La gracia de Dios se derrama generosamente sobre todos sus hijos. Pero la familia ha de cultivar el terreno para que esa gracia produzca los frutos de las buenas obras.

Dios y Padre nuestro, en la familia de Nazaret nos has dado un precioso modelo de vida. Ayúdanos a imitar en nuestras familias sus virtudes y a vivir siempre en el amor. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

sábado, 23 de diciembre de 2017

EL HIJO DE DIOS


Reflexión homilética paara el Domingo 24 de Diciembre de 2017. 4º Domingo de Adviento.

“Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas y consolidaré el trono de su realeza. Yo seré para él padre, y él será hijo para mí”. Esa es una parte muy importente de la promesa de Dios, que el profeta Natán transmite a David (2Sam 7, 12.14).

Dios promete estar con el rey, plantar a su pueblo en el territorio y asegurar la paz al reino. No era poco. Pero además, el profeta se refería a los tiempos que habían de seguir tras la muerte del rey. Dios prometía la estabilidad de la dinastia davídica. Y se comprometía a reconocer como hijo al futuro desciente del rey.

Esa promesa es recogida por el salmo responsorial que hoy se canta en la misa (Sal 88). Es grande la misericordia de Dios, que se muestra fiel a su alianza.

Ante tal muestra de su providencia solo es posible dar gloria a Dios por Cristo Jesús, revelación del misterio mismo de Dios (Rom 16,25-27).

EL ANUNCIO

El evangelio de este domingo cuarto del Adviento recuerda una vez más el relato de la anunciacion del ángel Gabriel a una doncella de Nazaret (Lc 1,26-38). Junto a la profecía de Isaías y el mensaje de Juan el Bautista, ella aparece como la figura más importante del Adviento. En ella se hace realidad la antigua profecía de Natán:

“Darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús”. Su nombre es ya un grito profético. Significa “Dios es Salvador”. Por él viene la salvación.

“Se llamará Hijo del Altísimo”. El hijo de María será hijo del Dios Altísimo. En él se encuentran lo humano y lo divino, el pecado y el perdón, la necesidad y la dádiva.

“El Señor Dios le dará el trono de David su padre”. El niño que va a nacer pertenece a la dinastía real. En él se cumple la alianza de Dios. Pero su reino supera al reino de David.

Al recordar el cumplimiento de las antiguas profecías, nos disponemos a celebrar con alegría el nacimiento de Jesús.

EL HIJO DE DIOS

En la historia de Israel son numerosos los relatos sobre algunas mujeres que se decían estériles y, sin embargo, dieron al mundo patriarcas, héroes o jueces de su pueblo. Las palabras del ángel a María evocan esas memorias.

“El santo que va a nacer se llamará hijo de Dios”. El niño que va a nacer es más que todos los antiguos héroes. Él será el Santo por excelencia. Él será la fuente y el modelo de toda santidad.

“El santo que va a nacer se llamará hijo de Dios”. Ese niño “va a nacer” en un lugar y en un tiempo concreto. No era conocido previamente. No había sido soñado ni programado. Él es la gran noticia y la gran novedad para el mundo.

“El santo que va a nacer se llamará hijo de Dios”. El niño que anuncia el ángel Gabriel es hijo de María. Pero con toda razón Dios lo llamará hijo suyo. Él revelará al mundo el nombre y el amor de su Padre.

Señor y Dios nuestro, te damos gracias por habernos enviado a tu hijo como nuestro Salvador. Él nos ha mostrado tu amor y tu misericordia. Al aceptarlo por la fe, hemos recobrado la esperanza de poder vivir en el amor. Bendito Seas, Señor.
D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 17 de diciembre de 2017

PREPARAR EL CAMINO



Reflexión homilética para el Domingo 17 de Diciembre de 2018. 3º de Adviento, B.

“Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios”. Esas palabras, tomadas de la tercera parte del libro de Isaías (Is 61,10), resumen el ambiente de alegría que caracteriza a este domingo tercero del Adviento. Nos alegramos, anticipando ya la celebración del nacimiento de Jesús.

En el salmo responsorial se retoma el canto de María, que resuena todas las tarden en la oración oficial de la Iglesia católica: “Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava”. La alegría humana es un eco y una celebración de la intervención divina en la historia.

Y el tema de la alegría retorna en la segunda lectura de la misa de este domingo. En ella se evoca el primer escrito apostólico, para recoger una preciosa exhortación de san Pablo a los cristianos de Tesalónica: “Estad siempre alegres. Sed constantes en orar” (1Tes 5,16). Se ve que la oración y la alegría se exigen mutuamente.

LOS SENDEROS

El evangelio de este domingo tercero del Adviento recuerda de nuevo la figura y el mensaje de Juan el Bautista. Hay dos imágenes que lo definen:

“No era él la luz, sino testigo de la luz”. Ninguno de los profetas era la luz. En todo caso, anunciaban su aparición futura. Juan ya está un paso más cerca del único que es la luz del mundo. Desde él, todos los creyentes en Cristo tenemos esa gozosa y arriesgada misión de ser en nuestro mundo testigos creyentes y creíbles de la Luz.

“Yo soy la voz que grita en el desierto”. En la segunda parte del libro de Isaías se daba cuenta de una voz celestial que exhortaba a preparar a través del desierto un camino para Dios, que se identificaba con su pueblo. Ahora Juan se presenta como una voz terrena que se alza en el desierto. Los creyentes de hoy no podemos ignorar esa voz.

Es más, ya vemos que entre nosotros han surgido hombres y mujeres que han alzado su voz en el desierto. Nos han recordado la misericordia de Dios. Nos han exhortado a ver a Dios en los más pobres y humillados de la tierra. Y han dado la vida por su coherencia. Este tiempo es la hora de los testigos y de los portavoces.

EL ENCUENTRO

Siempre nos llama la atención tanto el extraño vestido del Bautista como su dieta de saltamontes y miel silvestre. Pero casi siempre olvidamos su humildad y su mensaje.

“En medio de vosotros hay uno que no conocéis”. Esa voz de Juan se dirige hoy a cada uno de nosotros. El Señor se ha acercado cientos de veces a nosotros y otras tantas veces hemos decidido ignorar su presencia.

“En medio de vosotros hay uno que no conocéis”. Esa voz del Bautista se dirige también a toda la Iglesia. El Señor está en la comunidad que él ha convocado. Pero todos podemos caer en la tentacion de la mundanidad, denunciada por el papa Francisco.

“En medio de vosotros hay uno que no conocéis”. Esa voz del profeta del desierto ha de dirigirse también hoy a toda la humanidad. ¿Cuántas crisis y cuántas guerras harán falta para que preste atención al paso de Dios por la historia?

Señor Jesús, Ayúdanos a caminar en tu luz y a escuchar la voz de los profetas de hoy que nos recuerdan tu presencia entre nosotros.
D. José-Román Flecha Andrés

sábado, 16 de diciembre de 2017

ENCUENTRO DEL GRUPO DE CONFIRMACIÓN

Hoy sábado ha tenido lugar como en otros tiempos litúrgicos el que será el último encuentro antes de la celebración de la Confirmación el próximo 20 de enero de 2018.


Con motivo del Adviento la celebración ha girado en torno a la Oración del Credo. Uno a uno los catequistas han procedido a la lectura de textos que lo desmenuzaban haciendo llegar a los asistentes la grandeza de la Fe en un Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.


El acto con gran carga simbólica se ha cerrado con el deseo del Párroco de que lleguemos a la Navidad por un camino de Adviento en vela, despiertos a las necesidades de los demás, espectantes y esperanzados en la venida de Dios que se hace Hombre.

sábado, 9 de diciembre de 2017

PREPARAR EL CAMINO


Reflexión Homilética para el Domingo 10 de Diciembre de 2017. 2º de Adviento. 

 “Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios”. Estas palabras justifican el título  de “Libro de la Consolación”, que suele darse a esta segunda parte del libro de Isaías”. El pueblo de Israel ha padecido la deportación y el exilio en Babilonia. Pero suena ya la hora del retorno a su tierra.  Así que el consuelo no es una palabra vacía de contenido.

“Una voz grita: En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios” (Is 40,3). ¿Hay que preparar un camino al Señor o al pueblo que ha sido humillado? ¿No será una confusión del profeta? ¿O será que Dios se identifica con aquellos que han sido deportados y  maltratados en tierra extraña?

Es hora de olvidar los sufrimientos del pasado. “La salvación está ya cerca de sus fieles… La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos”. No puede ser vana esa promesa que canta el salmo responsorial (Sal 84).

Pero si Dios no se olvida de nuestra miseria, algo hemos de hacer nosotros.  Al menos, hemos de mirar hacia delante. Eso es. “Esperar y apresurar la venida del Señor” (2 Pe,3,12).

LOS SENDEROS

 El evangelio de este segundo domingo del Adviento modifica levemente el mensaje del profeta: “Una voz grita en el desierto: Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos” (Mc 1,3). El desierto era antes la vía de retorno de los desterrados. El desierto es ahora el lugar donde resuena la voz de Juan Bautista. Pero la exhortación es la misma.

- “Preparar el camino al Señor”.  Dios es discreto, pero no es indiferente. Es el Señor de este mundo y ama a todos sus hijos. Es cierto que muchos parecen vivir alejados de él. Pero no podemos quedar paralizados por el “pesimismo estéril” que denuncia el papa Francisco. Hay que tender puentes para que Dios pueda encontrarse con sus hijos.

- “Allanad sus senderos”. Muchos  encuentran dificultades para  andar por el camino del Señor. Unos gritan su rechazo con blasfemias y otros lo demuestran con su indiferencia. Hay rocas institucionales que habrá que dinamitar. Pero ahí están también todos los escandalosos altibajos que presentamos los que decimos creer en Dios.

Es cierto que vivimos en un desierto. Pero es cierto que en el desierto resuena una voz que grita para despertarnos.  Es urgente allanar senderos para facilitar el encuentro.

EL ENCUENTRO

Nos llama la atención tanto el extraño vestido del Bautista como su dieta de saltamontes y miel silvestre. Pero olvidamos su humildad y su mensaje.

- “Detrás de mí viene el que puede más que yo”. Anunciar al que viene. Porque el Señor está viniendo. He ahí el resumen de  la tarea que nos ha sido confiada. Esa es la forma de superar las tentaciones de la desesperanza y de la orgullosa presunción.

- “Él os bautizará con Espíritu Santo”. Hemos sido bautizados con agua. Y no es poco, si ese bautismo significa el don de la fe y el compromiso de vivirla cada día. Pero el baño del Espíritu nos hará abandonar nuestros miedos y vivir con la osadía de su fuerza.

Señor Jesús, sabemos que estás viniendo a nuestro mundo. A nuestro mundo, que es el tuyo. Necesitamos recuperar la fe y el coraje para preparar los caminos que hagan posible tu encunetro con tus hermanos. Tus hermanos, que son los nuestros. No podemos olvidarlo. Ven, Señor Jesús.

D. José-Román Flecha Andrés

jueves, 7 de diciembre de 2017

DONDE LA GRACIA ESTÁ


Reflexión Homilética para la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. 
8 de Diciembre de 2017

“Reina y Madre, Virgen pura, que sol y cielo pisáis, a vos sola no alcanzó la triste herencia de Adán. ¿Cómo en vos, Reina de todos, si llena de gracia estáis, pudo caber igual parte de la culpa original?  De toda mancha estáis libre: ¿y quién pudo imaginar que vino a faltar la gracia en donde la gracia está?” Es hermoso este romance de Francisco de Borja (1577-1658) que recitamos en la fiesta de la Inmaculada Concepción de Santa María Virgen.

En el tiempo del Adviento, la fiesta de la Concepción Inmaculada de María nos alienta en el camino de la esperanza. Somos conscientes  de nuestros errores y pecados. A pesar de ellos, Dios ha querido ofrecer a la humanidad un horizonte de perdón y de misericordia, de gracia y de belleza.

Esta fiesta de María nos lleva a celebrar esta nueva creación. Nuestra oración de hoy brota de una íntima alegría. La de saber que lo que perdió EVA, “la madre de todos los que viven”, ha sido felizmente recuperado gracias al AVE que el ángel Gabriel dirige a María, Madre de todos los redimidos.

LLENA DE GRACIA

Hoy se nos repite el relato evangélico de la Anunciación a María. En él escuchamos las palabras que le dirige el ángel del Señor: “María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios”. Ese saludo convierte a María en imagen de todo el género humano. Con él se inicia el gran Adviento de la historia humana. Con él renace la esperanza.

Desde lo más hondo de su existencia, María refleja fielmente la misericordia de Dios y sabe traducirla en fidelidad. Dios nos crea y nos sostiene. María gozó durante toda su vida de la plenitud de la gracia y de la salvación. Fue una persona fiel en todo al proyecto de Dios. También a nosotros, Dios se nos da gratis, pero espera nuestra respuesta.

La sintonía de María con la salvación ofrecida por Dios a la humanidad es un don gratuito, pero encontró en ella una respuesta libre y generosa. Muy pobre es nuestra fe si  no logra superar el temor y no nos ayuda a aceptar el don de la gracia que Dios nos ofrece cada día.

La humanidad no tiene nada que temer de la divinidad. Dios no es un enemigo de la causa y de la libertad humana. Dios nos ofrece su amable cercanía. Como dijo Benedicto XVI, “el hombre que se dirige hacia Dios no se hace más pequeño, sino más grande, porque gracias a Dios y junto con él se hace grande, se hace divino, llega a ser verdaderamente él mismo”.


ABOGADA DE GRACIA

Hoy nuestro corazón se esponja en la contemplación de la decisión de Dios de ofrecer a la humanidad un rayo de esperanza. Con el prefacio de la misa de esta solemnidad nos gozamos en la limpieza de María:

- “Purísima había de ser, Señor, la Virgen que nos diera el Cordero inocente”. Esta mirada al pasado de nuestra historia nos invita a dar gracias por el don de la salvación. A la vista del mal y de la corrupción de este mundo, con frecuencia nos dejamos vencer por el pesimismo.

- “Purísima la que, entre todos los hombres, es abogada de gracia y ejemplo de santidad”. Y esta mirada a nuestro presente nos lleva a recobrar la esperanza. Tratemos de descubrir los signos de esperanza que se encuentran en nosotros mismos, en los demás y en toda la sociedad.


“Oh Dios, por la concepción inmaculada de la Virgen María preparaste a tu hijo una digna morada. En previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado. A nosotros concédenos por su intercesión llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Amén”.
D. José-Román Flecha Andrés

sábado, 2 de diciembre de 2017

ESPERAR EN VELA


Reflexión homilética para Domingo 3 de Diciembre de 2017. I de Adviento. B.

“¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia!” (Is 63,19). El pueblo de Israel se siente atribulado a causa de sus enemigos. Pero siente también su parte de responsabilidad. Sabe que ha perdido el camino. Ve que se ha endurecido su propio corazón y que ha olvidado el temor o respeto al Señor.

Como se ha dicho en los versículos precedentes, es preciso que Dios se muestre una vez más. Que muestre su poder y su ternura, su fuerza y su compasión. Que muestre que es el Padre de su pueblo. En ese contexto, el orante manifiesta un deseo que se convierte en súplica apasionada y ferviente. ¡Que Dios rasgue los cielos y baje!

El salmo responsorial se hace eco de ese anhelo irrefrenable: “Señor, Dios nuestro, que brille tu rostro y nos salve” (Sal 79). Estas súplicas, tan apropiadas al Adviento que hoy comienza, encuentran apoyo en las palabras de San Pablo. A los que aguardan la manifestación de Jesucristo les asegura que el Señor los mantendrá firmes hasta el final (1Cor 1,7-8). Es la promesa más oportuna para los que tratamos de mantener viva la esperanza.

ATENCIÓN Y VIGILANCIA

A lo largo del año lítúrgico que hoy comienza se nos ofrecerá la lectura del evangelio según san Marcos. En este primer domingo del Adviento escuchamos una invitación de Jesús a mantener una esperanza despierta y vigilante (Mc 13,33-37).

“Estad atentos y vigilad”. Es este un aviso importante para creyentes y no creyentes. Hoy todo nos invita a vivir apresuradamente. La frivolidad se ha convertido en nuestro estilo habitual. Las noticias y los acontecimientos pasan con toda velocidad. Prestar atención a lo que sucede es una buena medida de prudencia.

“No sabéis cuándo es el momento”. Por numerosos que sean los adivinos y los agoreros, no somos capaces de adivinar el futuro. Creyentes y no creyentes vamos caminando en la oscuridad. No podemos vivir en la indiferencia. Es pecado distraernos. Vigilar el curso de la historia es una obligación moral.

Estas actitudes de la atención y la vigilancia se reflejan en la parábola de los criados que aguardan el regreso de su amo. Como el portero de la casa, hemos de permanecer en vela.

LA IMAGEN DEL PORTERO

Es importante recordar el deber del portero. El texto evangélico se hace eco de la última palabra de esa parábola. Con ello indica que ese era el punto central del mensaje.

Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el Señor de la casa. Nuestros cálculos no son de fiar. Nuestros programas pastorales no pueden certificar el momento en que las personas y las estructuras podrán reflejar la presencia del Señor.

Que no venga inesperadamente. El Señor viene a este escenario del mundo. Está viniendo siempre. Pero con demasiada frecuencia nosotros vivimos distraídos, prestando atención a mil bagatelas. Es un dolor que él llegue y no estemos esperándolo.

Que no os encuentre dormidos. El papa Francisco ha dicho que una de las tentaciones del evangelizador es la acedia. Nos hemos acomodado en la poltrona y nos hemos quedado dormidos. Es hora de despertar de nuestra modorra.

Señor Jesús, perdona nuestra desesperanza y nuestra presunción. No saber el tiempo de tu llegada nos invita a velar y trabajar. Queremos vivir en esperanza.
D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 26 de noviembre de 2017

ASÍ FUE CRISTO REY EN LA PARROQUIA

 

Esta mañana nuestra Parroquia se llenaba de la belleza de Ntro. Señor, que aparecía radiante en el altar mayor con la túnica Franciscana para celebrar la Solemnidad de Cristo Rey del Universo. 

        

Los niños y asistentes han vivido una Eucaristía donde el principal mensaje ha sido el de "amar al prójimo", estuvo llena de simbolismo; principalmente en las ofrendas y en la acción de gracias. 



La Hermandad agradece la participación en esta celebración al grupo de catequistas y a todas aquellas personas que han hecho posible la ofrenda de productos no perecederos destinados a Cáritas.



Para finalizar, el Señor ha estado expuesto en Sagrado Besamanos.

sábado, 25 de noviembre de 2017

EL REY PASTOR


Reflexión homilética para el Domingo 26 de Noviembre de 2017. 
Solemnidad de Cristo Rey del Universo. 34 del Tiempo Ordinario, A, 

“Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas siguiendo su rastro”. Así comienza el texto del profeta Ezequiel que se lee en esta fiesta de Jesucristo, Rey del Universo. Nos es bien conocida esta imagen del buen Pastor, que el profeta atribuye al mismo Dios.

Pero hay momentos en la vida en los que leemos estas palabras desde una nueva experiencia. Y comprendemos que esta afirmación del Pastor no es gratuita ni retórica. No es una poesía estéril. Esa profecía me atañe a mí personalmente. Dios me ha estado buscando siempre, “siguiendo mi rastro” con tanta paciencia como esperanza.

Por eso, con el salmo responsorial puedo hoy afirmar con tanta certeza como humildad: “El Señor es mi pastor, nada me falta” (Sal 22,1).

Pero el Pastor no sólo nos alimenta. Da la vida por nosotros y nos da la vida verdadera. Como escribía san Pablo, si por Adán hemos muerto todos, por Cristo todos volveremos a la vida (1Cor 15,22).

DOS SENTENCIAS

En este último domingo del año litúrgico, se proclama la tercera de las parábolas de la esperanza, que contiene el capítulo 25 del evangelio de Mateo. Jesús compara al Hijo del hombre con un pastor que separa las ovejas de las cabras (Mt 25,31-46).

La escena del juicio sobre la humanidad contrapone dos sentencias definitivas que ha de pronunciar el Señor de la historia. La primera evoca el tono amable de la acogida: “Venid, benditos de mi Padre”. La segunda resuena con la fuerza terrible del rechazo: “Apartaos de mi, malditos”.

Instintivamente, todos nos colocamos en el bando de los corderos que reciben atención y recompensa por las buenas acciones realizadas al menos alguna vez. Pero, a lo largo de la vida, raras veces pensamos que podemos ser condenados por nuestra indiferencia ante las necesidades de los demás.

PREGUNTA Y RESPUESTA

El criterio para ese discernimiento final no será lo que hemos dicho o escrito. Ese diálogo entre los hombres y el Señor no solo orienta nuestro definitivo examen de conciencia sino también la última de las revelaciones de su identidad.

“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos?” A la asombrada pregunta de los que se han entregado por los más abandonados, responde el gran Abandonado: “Lo que hicisteis con mis hermanos, lo hicisteis conmigo”.

“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed… y no te asistimos?” A la escandalizada pregunta de los que han vivido solo para sí mismos, responde el gran Marginado: “Lo que no hicisteis con los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo.

En el examen final el Señor solo tendrá en cuenta nuestra actitud y nuestro compromiso activo a favor de nuestros hermanos. Y, por cierto, al juicio no serán convocados solo los discípulos de Jesucristo. Creyentes y no creyentes, creyentes no practicantes y practicantes no creyentes, todos seremos examinados de igual manera.

Señor Jesús, sabemos que la meditación sobre el juicio último es una de las escuelas para aprender y vivir la esperanza. No permitas que olvidemos la tarea sobre la cual seremos examinados. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

miércoles, 22 de noviembre de 2017

SEÑOR DE MI VIDA


Día tras día, Señor de mi vida,
¿te podré mirar, Señor, frente a frente?
En este presuroso mundo tuyo
hirviente de luchas y fatigas,
entre las presurosas muchedumbres,
¿Te podré mirar frente a frente?
Cuando mi obra haya sido cumplida en este mundo,
Rey de reyes,
¿Te podré mirar frente a frente?

Rabindranach Tagore. "Ofrenda lírica"

lunes, 20 de noviembre de 2017

CULTOS DE NOVIEMBRE A LA SOLEDAD


Ayer tarde la Hermandad de la Soledad llenó la Parroquia con la belleza de su titular. Se celebró la Eucaristía, el rezo del Santo Rosario y Besamanos en memoria de los Fieles Difuntos. En los últimos años esta Cofradía viene apostando por estos cultos en el mes de Noviembre. 


La Dolorosa de Cerrillo presidió el altar mayor, luciendo una de las piezas más importantes de bordado de la localidad, su manto de salida.

viernes, 17 de noviembre de 2017

LOS TALENTOS


Reflexión homilética para el Domingo 19 de Noviembre de 2017. 33 del Tiempo Ordinario, A.

“Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas… Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza” (Pro 31,10.31). He ahí el principio y la conclusión de ese espléndido himno que encontramos en el libro de los Proverbios.

Algunos estudiosos sugieren que puede ser un himno a la sabiduría personificada. Gracias a ella se mantiene en pie la familia y vive en armonía toda la sociedad. Pero la imagen empleada contiene un elogio a la mujer hacendosa. Sostiene su hogar con su trabajo, atiende a su familia y, además, se muestra compasiva con los pobres y los necesitados.

La imagen ideal de la familia reaparece en el salmo responsorial. Precisamente este salmo 128 (127) ha sido glosado por el papa Francisco en su exhortación Amoris laetitia.

En este penúltimo domingo del año litúrgico es muy oportuna la lectura en la que Pablo pide a los Tesalonicenses que vivan en la luz y estén siempre preparados para el “Día del Señor”, que llegará como un ladrón en la noche (1Tes 5,1-6).

EL ENCARGO Y EL JUICIO

Como sabemos, en el capítulo 25 del evangelio de Mateo encontramos tres parábolas sobre la esperanza. Tras la parábola de las diez doncellas invitadas a la boda, se incluye la de los talentos que, antes de irse de viaje, un hombre entrega a sus siervos, con el encargo de que negocien con ellos (Mt 25,14-30).

El primero recibe cinco talentos, negocia con ellos y gana otros cinco. Al regresar, su amo lo alaba, calificándolo como “siervo bueno y fiel”, y le promueve en su cargo.

El segundo recibe dos talentos, con los que logra hacer negocio y ganar otros dos. También él es alabado por su amo, que le confía una importante responsabilidad.

El tercero recibe un talento. Precisamente él, que presume de conocer bien a su amo, no secunda sus proyectos. Así que esconde bajo tierra el talento para devolverlo a su amo, que, en el juicio, lo condena por inútil, negligente y holgazán.

ESPERANZA RESPONSABLE

Hemos meditado muchas veces esta parábola de los talentos. Y tantas otras veces hemos reflexionado sobre las lecciones que encierra para nosotros.

En primer lugar nos complace ver que el amo confía en sus propios criados. Y agradecemos a Dios que también a nosotros nos haya confiado tantos tesoros de la naturaleza y de la gracia.

Además, vemos que la espera de la venida del Señor no puede justificar nuestra pereza. Si creer es crear, esperar es operar. La esperanza no puede alejarnos de la tarea de trabajar por el progreso humano y por la extensión del Reino de Dios.

Finalmente, descubrimos que el premio concedido a los que viven una esperanza activa y comprometida no consiste en algún bien material. El mayor premio es “entrar en el gozo de nuestro Señor” y el mayor castigo es ser alejados de él.

Señor Jesús, sabemos y creemos que hemos de vivir esperando tu manifestación. Agradecemos los dones que nos has confiado. Y te pedimos que tu gracia nos ayude a vivir una esperanza gozosa y responsable. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

lunes, 13 de noviembre de 2017

CRISTO REY 2017


El domingo día 26 de Noviembre a las 12 de la mañana celebraremos la Eucaristía con motivo de la Solemnidad de Cristo Rey del Universo. En la Santa Misa realizaremos la Ofrenda de productos no perecederos al Señor de la Humildad que serán destinados a Cáritas Parroquial. Al finalizar, tendrá lugar el tradicional Besapies.

domingo, 12 de noviembre de 2017

ESPERA Y ESPERANZA


Reflexión homilética para el Domingo 12 de Noviembre de 2017. 32 del Tiempo Ordinario, A.

“Radiante e inmarcesible es la sabiduría… La encuentran los que la buscan… Quien temprano la busca no se fatigará, pues a su puerta la hallará sentada… Ella misma busca por todas partes a los que son dignos de ella” (Sab 6,12.14.16). En este hermoso poema sobre la sabiduría por tres veces aparece el verbo “buscar”.

Y con razón, porque la sabiduría es para la Biblia el gran tesoro. Es el mayor de los dones de Dios. Para encontrarla hay que prescindir de muchas cosas. Y decidirse a buscarla para descubrirla al amanecer, sentada a nuestra puerta. Es ella la que viene a encontrarnos. Esa es la gran tarea y la enorme alegría de la esperanza cristiana.

Es evidente que la sabiduría se identifica con el mismo Dios. Es él a quien buscamos, a veces sin saberlo. Por eso el salmo responsorial nos invita a cantar: “Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti” (Sal 62,2).

Esa sed, que resume nuestra esperanza, no quedará defraudada. San Pablo nos asegura que quien ha creído en la resurrección de Jesucristo estará siempre con el Señor (1Tes 4,17).

ESPERA Y COMPROMISO

El capítulo 25 del evangelio de Mateo nos ofrece tres hermosos textos sobre la esperanza. El primero es la parábola de las diez doncellas invitadas a la celebración de una boda (Mt 25,1-13). ¿Qué es lo que las caracteriza?

Tienen en común que todas ellas tienen una función importante en la celebración de la fiesta: han de salir a esperar al esposo e iluminar el cortejo con sus lámparas. Para todas se hace pesada la espera y todas se dejan vencer por el sueño.

Pero se diferencian en algo muy importante. Cinco de ellas han tomado aceite para alimentar sus lámparas. Las otras cinco, no. Las previsoras aparecen como prudentes, mientras que las otras cinco son calificadas como necias o descuidadas.

La parábola nos recuerda que la esperanza no es solo un sentimiento. No puede identificarse con la frivolidad ni con la pasividad. La esperanza es activa y comprometida. Exige sabiduría. Esperar implica operar.

LA ORACIÓN Y LAS OBRAS

En la segunda parte de esta parábola se nos dice que la espera no es una falsa ilusión. El esposo llega a la fiesta. Como ha dicho el papa Francisco, “nuestra esperanza tiene un rostro”. El texto recoge un breve diálogo y una exhortación.

“Señor, Señor, ábrenos”. Las jóvenes descuidadas pierden tiempo al tratar de remediar su error y llegan tarde a la fiesta. Su lamento resume la súplica de todos los que, aun si saberlo, deseamos encontrarnos con el Señor.

“En verdad os digo que no os conozco”. Nos engañamos si pensamos que la esperanza es una virtud fácil y trivial. No se sostiene solo con palabras, sino que requiere esfuerzo y prudencia. La oración ha de ir acompañada por las obras.

“Velad, porque no sabéis el día ni la hora”. Con esta exhortación concluye Jesús la parábola. El mismo papa Francisco nos dice que el problema no es “cuándo” se mostrará el Señor, sino el “estar preparados para el encuentro”.

Señor Jesús, queremos mantener viva nuestra esperanza. Que nuestra espera refleje el compromiso diario con el que preparamos nuestro encuentro contigo. Amén.
D. José-Román Flecha Andrés

jueves, 9 de noviembre de 2017

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En 2011 la Parroquia inició esta aventura, se incorporó a las nuevas tecnologías con este sencillo blog cuya única misión es la de informar de los actos más relevantes que se llevan a cabo. También nos trae el Evangelio de cada domingo, las actividades de los grupos de catequesis de comunión, post-comunión, confirmación, grupos parroquiales, hermandades y cofradías, y todos los que conforman nuestra Parroquia.

¡GRACIAS A TODOS!

sábado, 4 de noviembre de 2017

HUMILDAD Y SERVICIO


Reflexión homilética para el Domingo 5 de Noviembre de 2017. 31 del Tiempo Ordinario, A.

“Esto es lo que os mando, sacerdotes: Si no escucháis y no ponéis todo vuestro corazón en glorificar mi nombre, dice el Señor del universo, os enviaré la maldición y maldeciré vuestra bendición”. Es tremendo este oráculo divino que transmite Malaquías (Mal 2,1-2). Dios está dispuesto a maldecir los bienes que habían sido distribuidos a los levitas.

Pero no es una condena injusta. El Señor se queja con razón, porque los sacerdotes habían hecho que muchas personas tropezaran en la Ley de Moisés. Su boca no había proclamado el camino recto. Y habían sido parciales en la aplicación de las normas legales.

El texto se cierra con un lamento del profeta, que es aplicable a todos los creyentes de todos los tiempos y lugares: “¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos creó el mismo Dios? ¿Por qué entonces nos traicionamos unos a otros, profanando la alianza de nuestros padres?” (Mal 2,10).

A esas quejas respondemos humildemente en el salmo responsorial, cantando: “Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros” (Sal 130,1). De esa humildad nos da ejemplo el apóstol Pablo en su primera carta a los fieles de Tesalónica, al confesar: “Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos” (1Tes 2,7).

TRES FALTAS

En la primera parte del evangelio que hoy se proclama, Jesús advierte a la gente de las graves faltas de los letrados y de los fariseos (Mt 23,1-7).

Su primer pecado es la incoherencia. ”No hacen lo que dicen”. Repiten una y otra vez las enseñanzas de la Ley de Moisés pero no viven de acuerdo con lo que enseñan. Conocen la letra de la Ley pero no han asimilado su espíritu.

El segundo pecado es la indiferencia. Ignoran los fardos pesados que cargan sobre los hombros de los demás y no mueven ni un dedo para ayudarles. No han aprendido la importancia de la compasión y no imitan la misericordia de Dios.

El tercer pecado es la vanidad. “Todo lo que hacen es para que los vea la gente”. Hasta su oración la han convertido en un espectáculo para atraer la atención. Les gusta recibir honores. Y ese es el único motivo que los mueve.

TRES CONSEJOS

En la segunda parte de este texto evangélico, Jesús se dirige a sus propios discípulos con tres advertencias importantes (Mt 23,8-12).

Por dos veces les dice que ninguno de ellos se haga llamar Rabbí, es decir maestro u orientador de la vida moral, pues su maestro es uno solo y todos ellos han de reconocerse como hermanos entre sí (Mt 23,8.10).

Les pide, además, que a nadie de la tierra llamen Abbá, es decir padre, porque uno solo es su Padre, el del cielo (Mt 23,9). Es evidente que de nuevo Jesús quiere subrayar la fraternidad que une y ha de unir a todos los suyos.

Finalmente repite lo que ya había enseñado a sus discípulos, a propósito de las pretensiones de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que deseaban puestos importantes en su Reino: “El primero entre vosotros será vuestro servidor” (Mt 23,11; 20,26).

Señor Jesús, reconocemos nuestros pecados que escandalizan a nuestros hermanos. Que tu Espíritu nos ayude a ser siempre humildes y servidores de los demás, puesto que todos nosotros somos hijos del mismo Padre celestial. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

jueves, 2 de noviembre de 2017

CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS


"El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá"


Eucaristía en el Cementerio, 2 de Noviembre de 2017.

martes, 31 de octubre de 2017

LIBRES Y FELICES


Reflexión Homilética para el 1 de Noviembre de  2017. Solemnidad de Todos los Santos.

“Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos”. Nos fascina esa visión del libro del Apocalipsis que se proclama en la primera lectura de esta solemnidad de todos los Santos (Ap 7,2-14).

El texto nos presenta una impresionante multitud de mártires que han ganado con su sangre la palma del triunfo. Ellos son los que forman ese gran coro de los que aclaman y cantan: “La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero”.

Paradójicamente, se nos dice que los mártires “han blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero”. Se han negado a adorar a los ídolos que cada día se presentan ante nosotros exigiendo nuestra adoración. Así que los santos son lo mejor de esta tierra. Son los que han entendido como nadie la libertad de adorar al único que merece nuestra adoración.

LA CLAVE DE LA LIBERTAD

En estos días, por todas partes se exalta el ideal del ser humano, la grandeza y los derechos de la persona. Pero las opiniones se dividen cuando se trata de señalar qué es el hombre y cuáles son las notas que lo definen. En qué consiste su dignidad.

Unos afirman que todos los hombres son libres pero olvidan que han de ser también solidarios entre sí. Otros afirman que todos los seres humanos son iguales, pero inmediatamente arremeten con fuerza contra los que no se identifican con ellos.

En el evangelio de este día leemos una vez más el texto que recoge las bienaventuranzas que el evangelio de Mateo incluye en el Sermón de la Montaña (Mt 5,1-12). Según algunos, en este texto se proclama de forma escandalosa una ética de esclavos. No es cierto. Al contrario. En esta proclamación está la clave de la libertad.

Jesús es la Palabra de Dios y también la imagen definitiva y perfecta del ser humano. Las bienaventuranzas que él proclamó nos revelan la verdad última del hombre. Nos dicen qué significa ser humano en plenitud. Nos recuerdan los valores profundos que hacen que nuestra existencia sea humana y humanizadora.

CAMINOS DE FELICIDAD

Muchas imágenes del ser humano son engañosas. En las bienaventuranzas Jesús nos dice qué significa ser persona. Y nos indica en qué consiste la felicidad:

La felicidad no está en acaparar bienes, sino en compartirlos con los demás.
La felicidad no está en la violencia, sino en la humildad y la mansedumbre.
La felicidad no está en el desdén hacia los afligidos, sino en la compasión.
La felicidad no está en la instalación, sino en la búsqueda del bien y la justicia.
La felicidad no está en la indiferencia ante los otros, sino en la misericordia.
La felicidad no está en la mentira, sino en la limpieza del corazón.
La felicidad no está en promover el conflicto, sino en la lucha por la concordia
La felicidad no está en la apostasía, sino en la fidelidad a la fe y al amor.

Señor Jesús, nosotros proclamamos que solo tú eres Santo. Que tu ejemplo y tu palabra nos ayuden a seguirte por el camino que han seguido todos los santos que en el mundo han sido. Tú que vives y reinas y nos esperas por los siglos de los siglos. Amén
D. José-Román Flecha Andrés

sábado, 28 de octubre de 2017

DOS MANDAMIENTOS


Reflexión homilética para el Domingo 29 de Octubre de 2017. 30 del Tiempo Ordinario. A.
       
“No oprimirás ni vejarás al forastero porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto” (Éx 22,20). Con frecuencia los mandamientos se expresan en forma negativa. Pero tras ella se manifiesta un valor positivo y una virtud. Este mandamiento bíblico esconde y exige el respeto a un derecho de la persona. En este caso el derecho a la hospitalidad.

Por desgracia, estamos viendo que muchas veces los más opuestos al derecho de inmigración a sus países son hijos de inmigrantes. Tratan de impedir a los demás que alcancen el sueño que a sus padres los llevó a esperar y conseguir un modo de sobrevivir o de mejorar su forma de vida.

El salmo responsorial nos invita a cantar una hermosa profesión de fe: “Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza, Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador” (Sal 17,2-3). Según san Pablo, ese amor a Dios nos exige abandonar los ídolos que nos buscamos cada día (Tes 1,9).

LA LEY

En el evangelio que hoy se proclama los protagonistas son de nuevo los fariseos (Mt 22,34-40). Uno de ellos se acerca a Jesús, lo reconoce como Maestro y le dirige una pregunta muy concreta, que  era objeto de discusión entre las diversas escuelas.

• “Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?” Es interesante ver que los fariseos en varias ocasiones reconocen a Jesús como Maestro. Ya sabemos que, según Pablo, Cristo y su mensaje solo significaban necedad para los paganos que buscaban sabiduría (1 Cor 1,22). Seguramente, esa observación sigue siendo válida.

• “Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?” Es necesario preguntarlo. Una larga tradición positivista nos ha hecho pensar que es la ley pública la que crea los valores morales y las virtudes. El hebreo sabe que es el proyecto de Dios el que nos ha indicado una ley que nos lleva a la felicidad personal y a la armonía social.

También hoy, entre tantas voces que proclaman nuevos valores y nuevos derechos, es necesario preguntarse cuál es la voluntad de Dios sobre nosotros.

EL IDEAL

El fariseo del relato evangélico pregunta por el mandamiento principal y Jesús le responde evocando dos mandatos que se encontraban ya en su misma tradición:

• “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”.  Este precepto, tomado del libro del Deuteronomio (Dt 6,5) revela nuestra sed más profunda. Dedicar el amor y la vida a Dios responde a ese deseo que mantiene inquieto al corazón de toda persona, como escribía san Agustín.

• “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Esa regla de oro estaba ya en el Levítico (Lv 19,18). Según santa Teresa, no cuesta tanto amar a Dios, al que no vemos, como amar al prójimo, que nos parece incómodo y molesto, orgulloso o despreciable.  Pero es una incongruencia decir que amamos a Dios, mientras despreciamos a sus hijos.

Señor Jesús, también nosotros te reconocemos como nuestro Maestro. Queremos aceptar tu enseñanza sobre el amor a Dios y el amor a nuestros hermanos.  Que ni uno ni otro queden en solas palabras.  Ayúdanos a vivir y testimoniar ese ideal del amor, sobre todo en los momentos de crisis y conflictos personales y sociales. Amén.

D- José-Román Flecha Andrés
                                                     

jueves, 26 de octubre de 2017

TRASLADO DEL NAZARENO A LA PARROQUIA


Este sábado a las 5'30 arrancan los actos del 75 Aniversario de la hechura de Ntro. Padre Jesús  Nazareno. El Señor será trasladado a la Parroquia para celebrar un quinario durante la semana siguiente.