sábado, 29 de abril de 2017

CAMINO DE EMAÚS


Reflexión homilética para el Domingo 30 de Abril de 2017. 3º de Pascua.

“Dios resucitó a Jesús y todos nosotros somos testigos” (Hech 2,32). Pedro acaba de referirse a los hechos que Jesús llevó a cabo. Ha recordado a los oyentes que ellos lo mataron en una cruz, por medio de paganos. Y en tercer lugar, proclama su resurrección: “No era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio

Nos llama la atención el contraste entre aquel Simón Pedro que negaba haber conocido a Jesús y este apóstol que, acompañado por los Once, se dirige con tanto valor a los judíos y vecinos todos de Jerusalén. He ahí el efecto de la efusión del Espíritu en Pentecostés.

El salmo 15 que hoy cantamos es uno de los primeros textos que expresan la esperanza de la resurrección: “Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha”.

Con razón en la segunda lectura de este día se vincula esa esperanza a la fe: “Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza” (1 Pe 1,21).

LA VIDA

El evangelio nos presenta a dos discípulos que se dirigen a Emaús. Las mujeres habían inquietado a la comunidad, diciendo que no encontraban el cuerpo de Jesús. Pero ellos ya habían decidido alejarse de Jerusalén. Hoy muchos se parecen a Cleofás y el otro discípulo. Han perdido la fe. Y no buscan más razones ni más pruebas. Simplemente se alejan.

Los dos discípulos que caminan hacia Emaús son alcanzados por otro caminante que parece ignorar lo que ha ocurrido en Jerusalén. Los peregrinos le dicen: “Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel”. He ahí una de las claves del relato. El camino de Emaús es la confesión de una fe demasiado terrena y de una esperanza frustrada.

Pero los discípulos todavía conservan la capacidad para escuchar y aceptar una corrección. También hoy el peregrino acepta compartir con nosotros los alimentos que apenas pueden calmar nuestra hambre. Entre sus manos, el pan adquiere el significado de la vida que él nos ha dado con su palabra y que esperamos compartir con él para siempre.

EL PAN

Este hermoso relato culmina con el retorno de los dos discípulos a Jerusalén. Los otros cuentan que el Señor se ha aparecido a Simón Pedro y ellos confiesan que “lo reconocieron al partir el pan”. Ese es su testimonio Y ese es su testamento y su herencia para el futuro.

- “Lo reconocieron al partir el pan”. Los que habían seguido a Jesús por los caminos y habían visto cómo oraba antes de partir y compartir el pan no podían olvidar aquellos gestos. En ellos reconocieron al que se había entregado como pan.

- “Lo reconocieron al partir el pan”. Por ese gesto ha sido reconocida la Iglesia. Y por ese gesto habrá de ser reconocida en un mundo en el que no es habitual dar gracias a Dios y compartir con los demás los dones recibidos.

- “Lo reconocieron al partir el pan”. Realizado con verdad, ese gesto revela la sinceridad de la piedad hacia Dios y la generosidad de la entrega a los hermanos. Por ese gesto será reconocido cada uno de los cristianos como seguidor de Jesús.

Señor Jesús, hoy queremos invitarte a quedarte con nosotros porque atardece. Agradecemos que hayas aceptado nuestra cena humilde. Te contemplamos sentado a la mesa con nosotros. Y te pedimos que nos des la luz y la fuerza para ser testigos de tu vida y de tu resurrección. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

sábado, 22 de abril de 2017

COMUNIDAD


Reflexión Homilética para el 23 de Abril de 2017. 2º Domingo de Páscua.

“Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones”. Este sumario nos evoca la vida de las primeras comunidades de los discípulos del Señor (Hech 2,42). Las unen la escucha de la Palabra, la celebración de los Misterios y el servicio de la caridad.

Esas actitudes no son unos ideales utópicos. Muchos datos nos aseguran que realmente se vivió así, al menos en la comunidad de Jerusalén. La memoria de Jesús no podía ser echada en el olvido. El Espíritu del Resucitado la mantenía en la fe, la esperanza y la caridad.  

Con el salmo 117 damos gracias al Señor y proclamamos que Jesús, desechado por los hombres, ha sido glorificado por el Padre, como la piedra angular del nuevo edificio.

Ahora bien, si creemos que Jesús es el Cristo, es decir el Mesías, es que hemos nacido de Dios (1Jn 5,1). Sabemos que si no amamos al prójimo tampoco amamos a Dios. Pero hoy se nos dice también que es el amor a Dios lo que garantiza que nuestro amor a los demás es auténtico.  No podemos amar a los hijos de Dios si no amamos a Dios.

LOS DONES DEL RESUCITADO

A estas lecciones y proclamaciones de lo que es y ha de ser la comunidad se añade el mensaje evangélico. Es en el seno de la comunidad donde los discípulos reciben la manifestación del Señor Resucitado (Jn 20,19-31).

- Con su presencia, el Señor trae otros preciosos dones. En primer lugar llena a sus discípulos de alegría. Además les desea la paz. Y los envía al mundo, como él mismo había sido enviado por el Padre. No podían esperar tanto aquellos discípulos que habían abandonado a su Maestro en el momento de su arresto y en la  hora de su muerte

- Además de la alegría, la paz y el envío, Jesús les comunica un cuarto don, aún más sorprendente. No solo les perdona su abandono, ciertamente vergonzoso, sino que, por medio de su Espíritu, los convierte en mensajeros y agentes de su perdón: “A quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos”.

LA CONFESIÓN DE FE

Con razón el papa Juan Pablo II quiso que este fuera el Domingo de la Divina Misericordia. Ante tales dones del Resucitado hemos de dejar atrás nuestro resentimiento y dar el paso que lleva al apóstol Tomás a pronunciar su personal confesión de fe.

- “Señor mío y Dios mío”. Así reconocemos al que ha nos ha mostrado sus llagas y nos ha demostrado la seriedad de su amor y la gratuidad de su entrega por nosotros y por nuestra salvación.

- “Señor mío y Dios mío”. Así lo adoramos todos los que él ha querido proclamar como  bienaventurados, es decir, dichosos y felices, por haber llegado a creer a pesar de no haber visto al Señor Resucitado.

- “Señor mío y Dios mío”. Así agradecemos la misericordia de Aquel que ha perdonado nuestra arrogancia, y nos ha hecho mensajeros y portadores de su perdón para todos los que vuelven a él sus ojos.

Señor Jesús, agradecemos tus dones y tu misericordia. Ayúdanos a vivir con gozo y responsabilidad nuestra vida en esta comunidad, construida sobre la piedra angular de tu entrega. Bendito seas por siempre. Aleluya.
 D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 16 de abril de 2017

EL SEPULCRO VACÍO

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Reflexión Homilética del Domingo 16 de Abril de 2017. Domingo de Resurrección.

“Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo sino a los testigos que él había designado: a nosotros que hemos comido y bebido con él después de su resurrección”. Este es el núcleo del discurso de Pedro en la casa del centurión Cornelio (Hech 10,39-41).

No son ideas abstractas. Son acontecimientos históricos los que recuerda Pedro. Cinco son los hechos que él quiere subrayar: Que Jesús pasó haciendo el bien. Que fue crucificado. Que Dios lo resucitó de entre los muertos. Que se lo hizo ver a sus discípulos. Que ellos compartieron la mesa con el resucitado.

¿Cómo no vivir con alegría la fiesta de la vida del Señor? Él era la piedra desechada por los arquitectos, pero ha sido elegido como piedra angular de un nuevo edificio (Sal 117).

Por su parte, el apóstol Pablo nos invita a vivir con un talante de resucitados con Cristo, decididos a buscar solamente las realidades celestiales (Col 3,1).

MAGDALENA

El relato evangélico pone ante nosotros la figura de María Magdalena. La piedad tradicional la identifica con otras mujeres que aparecen en los evangelios. Las leyendas y el cine la han visto como una hermosa mujer, pecadora pero arrepentida. Pero nada de eso subrayan los evangelios.

María es una mujer al parecer liberada por Jesús de alguna grave enfermedad. Movida por la gratitud, sigue al Señor desde Galilea hasta Jerusalén. Está fielmente presente en el Calvario y observa atentamente dónde ha sido colocado el cadáver de Jesús. Cuando acude al sepulcro, lo encuentra vacío y comunica la noticia a los discípulos del Señor (Jn 20, 1-9).

No es extraño que María Magdalena haya sido calificada como el “apóstol de los apóstoles”. Su voz sonaba como una profecía. Su anuncio nacía de la experiencia. Despertaba a los discípulos del desaliento en que se hallaban. Y abría ante sus ojos un futuro de esperanza que ni siquiera podían sospechar.

EL MENSAJE

En este domingo de Pascua de Resurrección, el texto evangélico recoge las palabras que María Magdalena dirigió a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús quería: “Se han llevado del Sepulcro al Señor y no sabemos donde lo han puesto”. Un mensaje que parece nervioso y desesperado, pero no ha perdido actualidad.

- “Se han llevado del Sepulcro al Señor”. No es solamente que no se encuentre el cadáver de Jesús. Es que nuestra cultura pretende ignorar la vida y mensaje de Jesús. Más aún, desprecia la cruz y se niega a creer en el Resucitado.

- “No sabemos donde lo han puesto”. Son muchos los que no saben quién es Jesús y qué significa en la historia de la humanidad. Los mismos cristianos no siempre sabemos explicar el puesto que el Señor ocupa en nuestra vida.

Señor Jesús, muerto por nosotros y resucitado para nuestra salvación, sabemos que no debemos buscarte en los sepulcros. Tú estás vivo y nos precedes por los caminos del mundo. Queremos encontrarte a lo largo del camino. Y anunciar con alegría tu presencia. Bendito seas por siempre. Aleluya.

D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 2 de abril de 2017

RESURRECCIÓN Y VIDA

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Reflexión Homilética para el Domingo 2 de Abril de 2017. 5º de Cuaresma.

 “Yo mismo abriré vuestros sepulcros y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel”.  Este mensaje de Ezequiel (Ez 37,12) iba dirigido al pueblo que había sido deportado a Babilonia. El profeta le anunciaba de parte de Dios la promesa de rescatarlo de la esclavitud y devolverlo a su tierra.

Aunque todavía no se había llegado a asumir y profesar la fe en la resurrección de los muertos, el lenguaje estaba preparado para admitir como una resurrección la intervención de Dios a favor de los oprimidos. Muchos creían ya que Dios es el Señor de la vida. Por eso puede infundir en ellos su espiritu para que vivan de verdad y para siempre.

El salmo responsorial del domingo 5º de Cuaresma evoca este poder de Dios sobre la historia y la peripecia humana: “Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa”.

En la segunda lectura que hoy se proclama, San Pablo subraya el papel de Jesucristo en nuestra resurrección: “Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros” (Rom 8,11).

EL DIÁLOGO

Aunque este año se proclama el evangelio según san Mateo, durante tres domingos de cuaresma leemos unos relatos de Juan que recogen las imágenes del agua, la luz y la vida. Toda una catequesis prebautismal que nos invita a meditar sobre el don de una existencia iluminada por el misterio pascual de Jesucristo.

Al llegar a la casa de su amigo Lázaro, muerto recientemente, Jesús mantiene con Marta un diálogo tan profundo como esperanzado. Marta sabe que Dios concederá a Jesús lo que le pida. Jesús le asegura que su hermano resucitará. Y ella confiesa una fe que se iba abriendo camino en el pueblo: “Sé que resucitará en la resurrección en el último día.

Ahí se inserta la gran revelacion de Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá; y el que está muerto y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?” Esa es la pregunta definitiva, la que marca toda diferencia en el campo de las creencias. Pues bien, Marta cree que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, el esperado.

EL SEPULCRO

Pero el diálogo sobre la vida no ha llevado a Jesús a olvidar que la muerte ha llegado a la casa de sus amigos. Su pregunta por la sepultura de Lázaro no indica una simple curiosidad. Sus lágrimas revelan la sinceridad de su amor ante todos los presentes.

-  “Lázaro, sal afuera”.   Esa es la orden que el Señor de la vida grita con voz potente ante la entrada del lugar donde se ha helado la esperanza.

- “Lázaro, sal afuera”.  Esa es la invitación que el Señor de la Iglesia le dirige para que ella abandone su cansancio y somnolencia y dé testimonio de la vida. 

- “Lázaro, sal afuera”.   Ese es el imperativo que Jesús nos dirige a todos los que vamos arrastranndo una existencia mortecina que no puede suscitar el entusiasmo.

Señor Jesús, tú nos has dicho que nadie tiene amor tan grande como el que da la vida por los amigos. Sabemos que el dar la vida al amigo determinó que tus enemigos adelantaran la hora de tu muerte. También hoy, tú que eres el camino, la verdad y la vida, nos rescatas del sepulcro. Bendito seas, Señor. Amén.
                                                               D. José-Román Flecha Andrés

sábado, 1 de abril de 2017

SEMANA SANTA CHIQUITA 2017


DOMINGO 2 DE ABRIL DE 2017

MISA INFANTIL COFRADE
10'30 de la mañana.
(Se recomienda que los niños/as estén a las 10'15 en la parroquia)

SEMANA SANTA CHIQUITA
11 de la mañana.
Pablo Picasso, García Lorca, Alta, Hierro, Plaza de la Constitución, Pablo Picasso y Parroquia.