miércoles, 29 de enero de 2014

CARTA AL PAPA FRANCISCO


Carta escrita por el P. José Antonio Pagola, sacerdote y teólogo.

“Casi sin darnos cuenta, estás introduciendo en el mundo la Buena Noticia de Jesús. Estás creando en la Iglesia un clima nuevo, más evangélico y más humano. Nos estás aportando el Espíritu de Cristo…”.


Querido hermano Francisco:

Desde que fuiste elegido para ser la humilde “Roca” sobre la que Jesús quiere seguir construyendo hoy su Iglesia, he seguido con atención tus palabras. Ahora, acabo de llegar de Roma, donde te he podido ver abrazando a los niños, bendiciendo a enfermos y desvalidos y saludando a la muchedumbre.

Dicen que eres cercano, sencillo, humilde, simpático… y no sé cuántas cosas más. Pienso que hay en ti algo más, mucho más. Pude ver la Plaza de San Pedro y la Via della Conciliazione llena de gentes entusiasmadas. No creo que esa muchedumbre se sienta atraída solo por tu sencillez y simpatía. En pocos meses te has convertido en una “buena noticia” para la Iglesia e, incluso, más allá de la Iglesia. ¿Por qué?

Casi sin darnos cuenta, estás introduciendo en el mundo la Buena Noticia de Jesús. Estás creando en la Iglesia un clima nuevo, más evangélico y más humano. Nos estás aportando el Espíritu de Cristo. Personas alejadas de la fe cristiana me dicen que les ayudas a confiar más en la vida y en la bondad del ser humano. Algunos que viven sin caminos hacia Dios me confiesan que se ha despertado en su interior una pequeña luz que les invita a revisar su actitud ante el Misterio último de la existencia.

Yo sé que en la Iglesia necesitamos reformas muy profundas para corregir desviaciones alimentadas durante muchos siglos, pero estos últimos años ha ido creciendo en mí una convicción. Para que esas reformas se puedan llevar a cabo, necesitamos previamente una conversión a un nivel más profundo y radical. Necesitamos, sencillamente, volver a Jesús, enraizar nuestro cristianismo con más verdad y más fidelidad en su persona, su mensaje y su proyecto del Reino de Dios. Por eso, quiero expresarte qué es lo que más me atrae de tu servicio como Obispo de Roma en estos inicios de tu tarea.

Yo te agradezco que abraces a los niños y los estreches contra tu pecho. Nos estás ayudando a recuperar aquel gesto profético de Jesús, tan olvidado en la Iglesia, pero tan importante para entender lo que esperaba de sus seguidores. Según el relato evangélico, Jesús llamó a los Doce, puso a un niño en medio de ellos, lo estrechó entre sus brazos y les dijo: “El que acoge a un niño como este en mi nombre, me está acogiendo a mí”.

Se nos había olvidado que en el centro de la Iglesia, atrayendo la atención de todos, han de estar siempre los pequeños, los más frágiles y vulnerables. Es importante que estés entre nosotros como “Roca” sobre la que Jesús construye su Iglesia, pero es tan importante o más que estés en medio de nosotros abrazando a los pequeños y bendiciendo a los enfermos y desvalidos, para recordarnos cómo acoger a Jesús. Este gesto profético me parece decisivo en estos momentos en que el mundo corre el riesgo de deshumanizarse desentendiéndose de los últimos.

Yo te agradezco que nos llames de forma tan reiterada a salir de la Iglesia para entrar en la vida donde la gente sufre y goza, lucha y trabaja: ese mundo donde Dios quiere construir una convivencia más humana, justa y solidaria. Creo que la herejía más grave y sutil que ha penetrado en el cristianismo es haber hecho de la Iglesia el centro de todo, desplazando del horizonte el proyecto del Reino de Dios.

Juan Pablo II nos recordó que la Iglesia no es el fin de sí misma, sino solamente “germen, signo e instrumento del Reino de Dios”, pero sus palabras se perdieron entre otros muchos discursos. Ahora se despierta en mí una alegría grande cuando nos llamas a salir de la “auto referencialidad” para caminar hacia las “periferias existenciales”, donde nos encontramos con los pobres, las víctimas, los enfermos, los desgraciados…

Disfruto subrayando tus palabras: “Hemos de construir puentes, no muros para defender la fe”; necesitamos “una Iglesia de puertas abiertas, no de controladores de la fe”; “la Iglesia no crece con el proselitismo, sino por la atracción, el testimonio y la predicación”. Me parece escuchar la voz de Jesús que, desde el Vaticano, nos urge: “Id y anunciar que el Reino de Dios está cerca”, “id y curad a los enfermos”, “lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”.

Te agradezco también tus llamadas constantes a convertirnos al Evangelio. Qué bien conoces a la Iglesia. Me sorprende tu libertad para poner nombre a nuestros pecados. No lo haces con lenguaje de moralista, sino con fuerza evangélica: las envidias, el afán de hacer carrera y el deseo de dinero; “la desinformación, la difamación y la calumnia”; la arrogancia y la hipocresía clerical; la “mundanidad espiritual” y la “burguesía del espíritu”; los “cristianos de salón”, los “creyentes de museo”, los cristianos con “cara de funeral”. Te preocupa mucho “una sal sin sabor”, “una sal que no sabe a nada”, y nos llamas a ser discípulos que aprenden a vivir con el estilo de Jesús.

No nos llamas solo a una conversión individual. Nos urges a una renovación eclesial, estructural. No estamos acostumbrados a escuchar ese lenguaje. Sordos a la llamada renovadora del Vaticano II, se nos ha olvidado que Jesús invitaba a sus seguidores a “poner el vino nuevo en odres nuevos”. Por eso, me llena de esperanza tu homilía de la fiesta de Pentecostés: “La novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos y planificamos nuestra vida, según nuestros esquemas, seguridades y gustos… Tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, nos saque de nuestros horizontes, con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los suyos”.

Por eso nos pides que nos preguntemos sinceramente: “¿Estamos abiertos a las sorpresas de Dios o nos encerramos con miedo a la novedad del Espíritu Santo? ¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido la capacidad de respuesta?”. Tu mensaje y tu espíritu están anunciando un futuro nuevo para la Iglesia.

Quiero acabar estas líneas expresándote humildemente un deseo. Tal vez no podrás hacer grandes reformas, pero puedes impulsar la renovación evangélica en toda la Iglesia. Seguramente, puedes tomar las medidas oportunas para que los futuros obispos de las diócesis del mundo entero tengan un perfil y un estilo pastoral capaz de promover esa conversión a Jesús que tú tratas de alentar desde Roma.

Francisco, eres un regalo de Dios. ¡Gracias!

sábado, 25 de enero de 2014

LUZ Y ALEGRÍA


Homilía para el Domingo 26 de Enero de 2014. IIIº del Tiempo Ordinario.

“Camino del mar, al otro lado del jordán, Galilea de los gentiles”. Estas palabras del profeta Isaías que se proclaman en la liturgia de hoy nos sitúan en las tierras en torno al lago de Genesaret (Is 8, 23b-9,3). Había sido repoblado por gentes llegadas de diversos países. Por eso,  Galilea se identificaba como una región de paganos.

Sin embargo, el profeta no condena a aquellas gentes. Al contrario, adivina un futuro brillante para ellas. “A los que habitaban tierras de sombra, una luz les brillará”. El Señor les colmará de la alegría y el gozo que experimentan  los que siegan la cosecha y los que reparten un botín.

¿Cuál es la razón que justifica esas promesas?. No es el esfuerzo de las gentes, sino el don de Dios, que las libra de una esclavitud que se expresa con las imágenes de la vara, el yugo y el bastón. Dios no ignora a los que son calificados como paganos. Les concede su luz, su alegría y su libertad.

ANUNCIO Y TESTIMONIO

El evangelio de San Mateo considera que aquella promesa se ha cumplido con la aparición de Jesús por la tierra de Galilea (Mt 4, 12-23). No duda en aplicar al tiempo presente la antigua profecía de Isaías. Asombrosamente, el Mesías no ha aparecido entre los piadosos de las tierras de Judea, sino entre los paganos de Galilea.

Es verdad que el Mesías Jesús no llega para dar su aprobación a la infidelidad, el pecado y la idolatría. Ya con sus primeras palabras invita a las gentes a la conversión. No para ser más aceptables en la sociedad de su tiempo, sino para poder acoger a Dios como Señor. Porque llega el Reino de Dios.

El evangelio dice que Jesús recorre la zona enseñando en las sinagogas, proclamando el Evangelio del Reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. Tres ministerios que son confiados también a los creyentes de hoy. Tres tareas imprescindibles en el ejercicio de la evangelización.

EL CORDERO Y LA PALOMA

Pero el Enviado de Dios no puede quedar solo. Elige a hombres de aquella tierra para que compartan su misión. Las palabras que Jesús dirige a sus primeros discípulos no pueden quedar en el olvido. Con ellas se dirige también hoy a nosotros:

• “Venid y seguidme”.  La iniciativa es del Maestro. Llama a cuatro pescadores para que lo acompañen por el camino, para que vivan con él y como él, y acepten su misma suerte.

• “Os haré pescadores de hombres”.  Los llamados son pescadores que ejercen su oficio en el lago de Galilea. Jesús conoce su habilidad y quiere que la apliquen al ministerio que desea confiarles.

• “Ellos dejaron las redes y le siguieron”. El texto subraya la prontitud y el desprendimiento con el que los llamados responden a Jesús. Pero nadie deja todo por nada. Los discípulos de antes y de ahora descubren en Jesús el horizonte de su vida.

- Señor Jesús, también nosotros hemos escuchado tu llamada a seguirte por el camino, poniendo nuestras habilidades al servicio del Evangelio. Gracias por habernos llamado a seguirte. Danos fidelidad en el seguimiento. Amén.


D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 19 de enero de 2014

MAYOR QUE EL PROFETA


Homilía 19 de Enero de 2014. 2º Tiempo Ordinario

“Es poco que seas mi siervo  y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra”. Estas palabras de la segunda parte del libro de Isaías (Is 42, 1-7) nos presentan la misión universal del “Siervo de Dios”.

Pascal escribió que cuando llueve en la aldea, algunos párrocos suben al púlpito y anuncian el diluvio. Somos demasiado provincianos. El mundo se extiende mucho más allá de nuestro pueblo. Y la Iglesia es más amplia que nuestra parroquia. Dios desea que la voz de su Siervo llegue hasta el confín de la tierra.

También en estos tiempos necesitamos creyentes como éste. Los profetas de hoy no pueden limitarse al grupo con el que se identifican. Han de salir a “las periferias existenciales”, como dice el Papa Francisco. Tal vez no podemos incendiar el mundo, pero podemos al menos encender una luz que indique el camino del bien y la verdad.

ANUNCIO Y TESTIMONIO

Juan Bautista sabía bien que él no era el Mesías. Ni siquiera lo conocía antes de que le fuera mostrado por el Espíritu. Juan no tenía las respuestas que su pueblo esperaba. Pero podía, al menos, anunciar la llegada del Mesías. Y manifestarlo cuando lo descubrió ya presente entre los hombres.

En el texto que hoy se proclama, Juan manifiesta con humildad su propio descubrimiento (Jn 1,29-34). Ha llegado ya el que es mayor que él mismo.  Ha visto al anunciado por los profetas. Y, entre el Jordán y el desierto,  él realiza su vocación de profeta anunciando su llegada a todos los que le escuchan.

Claro que Juan no se reserva para sí mismo su descubrimiento. Sabe que la salvación no le pertenece. Quien ha descubierto la verdad no tiene más remedio que comunicarla. Con su palabra y sobre todo con su propia conducta. El anuncio, la profecía y el testimonio son cualidades que se esperan también hoy de los creyentes.

EL CORDERO Y LA PALOMA

Las palabras que el Bautista dirige a las gentes sobre Jesús resumen nuestra fe en el Mesías y orientan nuestra vida de cristianos.

• “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Jesús es el cordero de la nueva Pascua. Al mirarle a Él, descubrimos nuestro pecado. Y al mirarnos, él nos redime del pecado. Él se ha ofrecido en sacrificio por nuestra salvación.

• “He contemplado al Espíritu que bajaba sobre él como una paloma y se posó sobre él”. El Espíritu que Isaías veía sobre el Siervo de Dios lo ha visto Juan sobre Jesús de Nazaret. Él es la tierra firme que encuentra la paloma tras el diluvio.

• “Yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios”. Juan Bautista no habla de oídas. Como él, todos los que hemos experimentado la cercanía del Señor, damos humildemente testimonio de su presencia.

- Señor Jesús, como Juan Bautista, también nosotros hemos descubierto en ti la promesa ya cumplida de nuestra redención.  Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.  Amén.


José-Román Flecha Andrés

viernes, 17 de enero de 2014

INFORME DE CÁRITAS PARROQUIAL 2013

Cáritas Parroquial de Villa del Río, desde hace 36 años más o menos, no ha tenido nunca la necesidad de ayudar a tantas personas. Hace un tiempo sólo eran 10 ó 15 familias, sin embargo, durante la crisis, cada día iban aumentando el número hasta llegar a 147 familias que acuden durante el pasado 2013, porque, como sabemos, los problemas son cada vez más numerosos.

Esta ayuda que proporciona Cáritas es posible gracias a la generosidad que desprende todo Villa del Río.
Este es el motivo de estar hoy aquí para agradecer a todos su respuesta.

ALGUNOS DATOS:

En recogida de alimentos:
Este año se ha llegado a casi 2000 Kilos proporcionados por Cofradías, Talleres Coba, Escuela de Flamenco Paco González, función de teatro (guiñol), futbol, futbol-sala, club de atletismo etc...

En donativos:
Los villarrenses se han desbordado hasta conseguir más 11000 euros. Lo ha hecho a través de actuaciones como Concierto de la Coral Nuestra Señora de la Estrella, concierto de Piano, Coros, Grupo de Teatro, Carnaval, eventos deportivos y numerosos donativos anónimos.

No podemos olvidar a nuestro Ayuntamiento y a los casi 100 socios que, año tras año, sienten la necesidad de ayudar a los que lo necesitan.

Todo esto nos hace estar muy orgullosos de nuestro pueblo que sabe ponerse en el lugar de sus paisanos que lo están pasando mal.

Es una satisfacción muy grande poder decir a todo el mundo la generosidad de Villa del Río y no nos cansaremos de decirlo en cualquier momento.

Aunque ya hemos dado las gracias en varias ocasiones durante todo el año,  es tal la alegría que, al hacer balance, teníamos la necesidad de volverlas a dar.

Muchas gracias Villa del Río.

Victoria Mengual y todo el equipo de Cáritas Parroquial.

domingo, 12 de enero de 2014

EL SIERVO DE DIOS QUE NOS SALVA


Homilía para el Bautismo del Señor. Domingo 12 de Enero de 2014.

“Mirad a mi siervo a quien sostengo; mi elegido a quien prefiero”. Estas palabras resuenan en la primera lectura de la misa de hoy (Is 42, 1-7). Como se ve, se ponen en la boca del mismo Dios. Pertenecen a uno de los poemas del “Siervo de Dios”, que se encuentran en la segunda parte del libro de Isaías.

Ese siervo misterioso está lleno del Espíritu de Dios, promueve el derecho y la justicia, no con violencia sino con la suavidad de los humildes. El Señor lo ha  llamado, lo ha convertido en signo de su alianza con el pueblo, lo ha hecho luz de las naciones y lo ha enviado a abrir los ojos de los ciegos y traer la liberación a los esclavos.

Uno piensa que en todos los tiempos de la historia se necesitaría un hombre como éste. Un verdadero profeta. A él habría que volver los ojos en tiempos de inclemencia y desorientación moral. Si de verdad echamos de menos a una persona como ésta, el mundo no ha perdido la esperanza.

EL PRECURSOR Y EL MESÍAS

Pues bien, la comunidad cristiana ha visto en Jesús de Nazaret la realización histórica de aquel poema. Jesús, es reconocido por el Padre como su Hijo predilecto. Está lleno del Espíritu de Dios. Y es enviado para liberar a todos los oprimidos por las maldades de la humanidad y por sus propios pecados.

El relato del bautismo de Jesús que encontramos en el evangelio de hoy (Mt 3, 13-17) nos resume la continuidad y la novedad que aporta Jesús a las tradiciones de Israel. La antigua alianza, representada por Juan Bautista anticipa la nueva alianza, la plenitud de la vida y de la santidad que representa Jesús.

Jesús no es un pecador. No necesita el lavado de la purificación. El que está limpio no necesita una nueva limpieza. Jesús no baja a las aguas de Jordán para convertirse de una vida pecadora a una vida santa. La única razón para recibir el bautismo de las manos de Juan es significar que acepta la voluntad de Dios.

DIOS Y SU HIJO

Las palabras que Jesús dirige al Bautista nos revelan el hondo misterio de la vida y la misión de Jesús:

• “Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere”. En el bautismo de Jesús Dios se hace presente. Al apoyar y garantizar la misión de su Hijo predilecto, Dios se nos revela en Jesús de Nazaret.

• “Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere”. La misión de Jesús comienza por la aceptación de la voluntad de Dios. Y revela que Dios quiere continuar sus relaciones de amor y misericordia con toda la humanidad.

• “Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere”. Jesús asume los rasgos que se atribuían al humilde “Siervo del Señor”, según el libro de Isaías (Is 42, 1). El signo de su misión salvadora no es el poder sino la humildad y el abajamiento.

- Señor Jesús, al festejar tu bautismo, celebramos el recuerdo del nuestro.  Descubrimos nuestro mal y la misericordia de Dios. Tú, el hijo predilecto del Padre, acógenos como hermanos y enséñanos a cumplir su voluntad. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 5 de enero de 2014

LA PALABRA SE HIZO CARNE


Homilía para el Domingo 5 de  Enero de 2014. 2º Domingo de Navidad.

Nuestros graciosos “belenes”, están llenos de tradición, de arte y de ternura. Pero la hondura de la Navidad se le escapa a quien sólo mira esas hermosas figuritas. El misterio de la Natividad del Señor nos lleva una y otra vez a recibir la Palabra de Dios que se ha hecho carne y ha entrado en nuestra historia.

Dios nos habla de muchas formas, como recuerda el Concilio Vaticano II en la constitución sobre la Sagrada Liturgia (SC 7). Pero nosotros hemos de leer con asiduidad la Sagrada Escritura, como dice también el Concilio en la constitución sobre la Divina Revelación (DV 25). En ella se contiene la palabra definitiva de Dios.

Según san Jerónimo, “desconocer la Escritura es desconocer a Cristo”. La importancia que, con razón,  concedemos a la Palabra de Dios escrita puede y debe disponernos a escuchar al que es la Palabra de Dios vivida y viviente.

 LA SABIDURÍA CREADORA

El libro del Eclesiástico recoge hoy el elogio que la sabiduría hace de sí misma. Creada por Dios desde el principio, asiste a Dios en la obra de la creación y en el gobierno del mundo. Su sabiduría no cesará jamás. La memoria de la sabiduría de Dios ha de librarnos de nuestra altanería.

Según la carta a los Efesios, también nosotros hemos sido elegidos antes de la creación del mundo para ser santos e irreprochables por el amor. Para ello necesitamos que Dios nos conceda el don de sabiduría para conocerle e ilumine los ojos de nuestro corazón para comprender la esperanza a la que nos llama.

Esos son los dones que esperamos de la Palabra eterna de Dios. Según el evangelio de Juan, la Palabra se ha hecho carne y habita entre nosotros. Ese misterio abarca la historia entera, remece nuestra comprensión de Dios y del hombre. Y, por supuesto, ha de orientar nuestra oración de cada día.

LA PALABRA VIVIFICADORA

En el prólogo al evangelio de Juan sobresalen tres afirmaciones inolvidables sobre la Palabra eterna de Dios que se ha hecho terrena y cercana a quienes la escuchan:

• “En la Palabra había vida”. Muchas de nuestras palabras carecen de vida. O por que no dicen nada. O porque son dañinas para nosotros mismos y para los demás. No podemos vivir de verdad sin prestar una atención cordial y comprometida a la Palabra de Dios.

• “La Palabra era la luz verdadera”. Ella es la luz que ilumina a todos los hombres. También a los que pretenden ser luz para ellos mismos. Es impensable tratar de vivir con claridad sin dejarnos guiar humildemente por la luz de la Palabra de Dios.

• “La Palabra se hizo carne”. Los dos últimos papas han insistido en afirmar que la fe no nace de una idea, sino de un encuentro. Es lamentable vivir colgados de una idea sin dejarnos interpelar por el realismo de la presencia de Jesucristo en nosotros.

* Señor Jesús, Palabra de Dios, que has decidido habitar para siempre entre nosotros, permítenos caminar guiados por ti, para que nuestra vida sea luminosa y dé a nuestros hermanos testimonio de tu luz. Amén.


D. José-Román Flecha Andrés