sábado, 29 de marzo de 2014

EL CIEGO Y LA LUZ


Homilía para el Domingo 30 de marzo de 2014. 4º  de Cuaresma, ciclo A.

“El ciego y la luz” es el título de la reflexión homilética del sacerdote y teólogo José-Román Flecha Andrés para el IV Domingo del Cuaresma, A, (30-3-2014)  Tradicionalmente este cuarto domingo de cuaresma es llamado “Laetare”, es decir “Alégrate”, por las primeras palabras de la antífona de entrada en la eucaristía.

En medio de la aparente oscuridad de este tiempo cuaresmal, esa invitación es un anticipo de la luz y de la alegría pascual. Este domingo central de la cuaresma invita a los catecúmenos a preparase para el bautismo que recibirán en la Pascua. Y a todos nosotros nos exhorta a agradecer el don de la fe.

En la primera lectura se recuerda que el profeta Samuel ungió con aceite a David para hacerle rey (1 Sam 16). Hay en el texto una frase importante  que se coloca en los labios del mismo Dios: “Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia: el Señor ve el corazón”. Ese es el don más precioso de la fe: ver las cosas como las ve Dios.

SALIVA Y TIERRA

También el evangelio de hoy se refiere a la posibilidad de “ver” (Jn 9).  Para curar al ciego de nacimiento, Jesús escupe en la tierra, hace un poco de lodo con la saliva y con él unge los ojos del ciego. Y lo envía a lavarse en el estanque de Siloé, es decir, “El Enviado”. Jesús unta los ojos ciegos con el polvo que habitualmente los ciega.

• Así comenta San Agustín este gesto: “Jesús comenzó por mezclar su saliva con la tierra, para ungir los ojos  del que había nacido ciego. También nosotros nacimos de Adán ciegos y tenemos necesidad de que Cristo nos ilumine. Él hizo una mezcla de saliva y tierra. El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Así que mezcló su saliva con la tierra (…) Nosotros somos iluminados si es que tenemos el colirio de la fe”.

• Y así escribe San Juan de Ávila: “Tuvo tanta fe el ciego que luego fue para allá con tanta fe que no le estorbaron los que de él reían, como lo veían ir así, los ojos llenos de lodo, ni los que murmuraban porque iba a donde le mandó Jesucristo”.

Como el ciego de nacimiento, también nosotros necesitamos que Jesús nos envíe a lavar nuestros ojos en las aguas de “El Enviado”. Sólo él nos hará ver con claridad.

EL ENVIADO

Este magnífico relato es todo un resumen del encuentro con Jesús, del proceso catequético y de la fidelidad a la fe. En medio, sobresale el mandato que Jesús dirige al ciego: “Ve al estanque de Siloé y lávate”.   Esas palabras se dirigen también a nosotros.

• “Ve al estanque de Siloé y lávate”. Nacimos del agua y del Espíritu. Es preciso recordar cada día el lavatorio original de nuestro bautismo y recobrar el frescor que brotaba de las aguas que nos dieron nueva vida.

• “Ve al estanque de Siloé y lávate”. Sólo al contacto con el Mesías Jesús y gracias a la escucha y aceptación de su evangelio puede aclararse nuestra mirada para descubrir su misterio y nuestra dignidad.

• “Ve al estanque de Siloé y lávate”. Necesitamos purificarnos de nuestros prejuicios, de imágenes inútiles y nocivas, de un espectáculo diario que nos fascina y nos encandila, nos “divierte” y nos aliena.

- Señor Jesús, tú has abierto nuestros ojos a tu luz. Ayúdanos a aceptarte como el Mesías de Dios, a superar las tentaciones que nos acechan y a creer en ti con sinceridad y coherencia. Amén.


D. José-Román Flecha Andrés

martes, 25 de marzo de 2014

SÓLO LA HUMILDAD NOS SALVA


El Papa ha insistido en dos ocasiones esta semana en la necesidad de acoger con humildad la salvación que nos ofrece Cristo, a diferencia de quienes le rechazaban porque «estaban tan seguros en su fe, tan seguros en su observancia de los mandamientos», que sentían que no necesitaban ser salvados «La salvación no se compra, ni se vende: se regala. Es gratuita. Nosotros no podemos salvarnos por nosotros mismos: la salvación es un regalo, totalmente gratuito. No se compra con la sangre ni de toros ni de cabras: no se puede comprar. Para entrar en nosotros esta salvación sólo pide un corazón humilde, un corazón dócil, un corazón obediente. Como el de María. Y el modelo de este camino de salvación es el mismo Dios, su Hijo», dijo el Papa, durante la misa del martes en la capilla de Santa Marta.

Francisco hizo hincapié en el «camino de la humildad, de la humillación». Y afirmó que esto «significa sencillamente decir: yo soy hombre, yo soy mujer y Tú eres Dios, e ir adelante, ante la presencia de Dios, en la obediencia, en la docilidad del corazón».

«Hoy podemos abrazar al Padre a quien, gracias a la sangre de su Hijo, se ha hecho como uno de nosotros, nos salva», añadió. «Este Padre que nos espera todos los días... Miremos el icono de Eva y de Adán, miremos el icono de María y Jesús, miremos el camino de la historia con Dios que caminaba con su pueblo. Y digamos: Gracias. Gracias, Señor, porque hoy Tú nos dices a nosotros que nos has regalado la salvación. Hoy es un día para dar gracias al Señor».

La humildad estuvo también en el centro de la predicación del Papa el lunes. El obispo de Roma aludió al ejemplo de quienes pensaban rechazaban a Jesús, porque «estaban tan seguros en su fe, tan seguros en su observancia de los mandamientos, que no tenían necesidad de otra salvación». Ése «es el drama de la observancia de los mandamientos sin fe: Yo me salvo solo, porque voy a la sinagoga todos los sábados, trato de obedecer a los mandamientos, ¡pero que éste no venga a decirme que eran mejor que yo aquel leproso y aquella viuda! ¡Esos son marginados! Y Jesús nos dice: Si tú no te marginas, no te sientes en el margen, no tendrás salvación. Ésta es la humildad, el camino de la humildad: sentirse tan marginados que tenemos necesidad de la salvación del Señor. Sólo Él salva, no nuestra observancia de los preceptos. Y esto no gustó, se enojaron y querían matarlo».

La misma rabia -comentó el Papa- afecta, inicialmente, también a Naamán, porque considera ridículo y humillante la invitación de Eliseo de bañarse siete veces en el río Jordán para quedar curado de la lepra. «El Señor le pide un gesto de humildad, que obedezca como un niño, que haga el ridículo». Se va desdeñado, pero después, convencido por sus siervos, vuelve y hace cuanto le dijo el profeta. Aquel acto de humildad lo cura. «Es éste el mensaje de hoy, en esta tercera semana de Cuaresma»,  afirmó el Papa, y señaló que, si queremos ser salvados, «debemos elegir el camino de la humildad»

«La humildad cristiana -aclaró- no es la virtud de decir: Yo no sirvo para nada, y esconder la soberbia allí, ¡no, no! La humildad cristiana es decir la verdad: Soy pecador, soy pecadora. Decir la verdad: es ésta nuestra verdad. Pero hay otra: Dios nos salva. Pero nos salva allá, cuando nosotros somos marginados; no nos salva en nuestra seguridad. Pidamos la gracia de tener esta sabiduría de marginarnos, la gracia de la humildad para recibir la salvación del Señor».

Papa Francisco

Noticia digital (25-III-2014)

domingo, 23 de marzo de 2014

EL AGUA Y LA SED


Homilía para el Domingo 23 de Marzo. 3º de Cuaresma, ciclo A.

En la vigilia pascual recibirán el bautismo los catecúmenos que se están preparando para incorporarse a la Iglesia. A todos nosotros, el tiempo de cuaresma nos enseña a recorrer el camino de la oración. Y nos ayuda a recordar nuestro propio bautismo. No es extraño que en este tiempo aparezca con frecuencia el milagro del agua y su simbolismo.

La primera lectura de la misa de hoy nos dice que el mismo Dios calmó la sed de los hebreos en el desierto (Ex 17, 3-7). Es un dolor haber perdido el hambre y la sed de Dios.

En el Camino de perfección  (19,2), Escribe Santa Teresa que quien beba del agua de la vida no tendrá sed. Y añade una hermosa exclamación: “¡Con qué sed se desea tener esta sed!” A Dios hay que volverse con ansia. Y se comprobará que esta sed nunca se sacia. “Cuando Dios la satisface, la mayor merced que puede hacer al alma es dejarla con la misma necesidad, y mayor queda siempre de tornar a beber esta agua”.

LOS TÍTULOS DE JESÚS

En el evangelio se dice que Jesús llegó un mediodía al pozo de Jacob y allí se encontró con una mujer de Samaría (Jn 4, 6-42).  Elías había pedido de comer a la viuda de Sarepta. Jesús pide de beber a la mujer samaritana que llega a sacar agua. El buen evangelizador no va imponiendo, sino mendigando.

El arte ha representado muchas veces esta escena del encuentro de Jesús con la samaritana. Hoy la contemplamos con los ojos del alma. Y descubrimos que poco a poco va apareciendo en el relato una escalada de títulos: Judío, Señor, Profeta, Mesías y Salvador.

Por otra parte, los discípulos se dirigen a Jesús con el título  de Maestro. He ahí el resumen del camino de la fe. Volvemos la mirada hacia nosotros mismos y nos preguntamos qué es Jesús para nosotros en este momento preciso de nuestra vida.

En la exhortación “La alegría del Evangelio”, el Papa Francisco escribe que la primera evangelización comienza por un diálogo personal (n. 128). Y San Juan de Ávila exclama con entusiasmo: “¡Bendito sea Dios que del mal de aquella mujer cuánto bien se sacó, que se ganó toda aquella ciudad!”.

EL AGUA Y EL DON

El diálogo de Jesús con la Samaritana es largo y rico. En él sobresalen las frases que se refieren al agua y a aquel que puede calmar nuestra sed:

• “Si conocieras el don de Dios…” Todo lo bueno que la vida nos ofrece es don gratuito de Dios. Pero el don por excelencia es el mismo Jesús.

• “Y quién es el que te pide de beber…” Jesús es el puente entre el Dios vivo y los hombres y mujeres que buscan la verdad.

• “Le pedirías tú…”  Jesucristo nos pide lo que espera que nosotros le pidamos. La iniciativa es suya y sólo suya. Pero espera que nosotros nos acerquemos al manantial.

• “Y él te daría agua viva”. El agua viva es el agua que da vida a los que la beben. La que puede calmar nuestras ansias más hondas. Es su verdad. Es su misericordia.

- Señor Jesús, fuente de agua viva, ven a saciar los anhelos de la humanidad. Purifica a tu Iglesia de toda mancha. Ayúdanos a descubrir tu presencia en el mundo. Y enséñanos a aprender de ti el método y los contenidos de una nueva evangelización. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 16 de marzo de 2014

DIOS ESTÁ EN SU HIJO


Homilía para el Domingo 16 de marzo de 2014. 2º de Cuaresma, ciclo A.

Muchos nos preguntan dónde está Dios. A muchos de nuestros contemporáneos les resulta difícil encontrarlo, tal vez porque tienen una falsa imagen de Dios. Lo consideran o como un enemigo del hombre o como un apoyo para la inmovilidad y el acomodo.

Pero Dios está vivo y nos invita a vivir.  Dios estaba en la voz que llamó a Abrahán y le invitó a salir de su tierra y de la casa de su padre (Gen 12,1-14). En su exhortación “La alegría del Evangelio”, el Papa Francisco nos repite que, al igual que Abrahán, la Iglesia es una comunidad “en salida”, un pueblo itinerante (nn. 22-24)

Dios estaba en la zarza, desde la que llamó a Moisés para convertirlo en liberador de su pueblo. Dios estaba en la nube que guiaba al pueblo de Israel por el desierto hasta la patria de la libertad. Y, finalmente, Dios está en su Hijo Jesús. Y en aquellos que le siguen con sincero y humilde corazón.

EL ROSTRO Y LA PRESENCIA

Hoy contemplamos el cuadro de la Transfiguración de Jesús, pintado por Rafael, que se conserva en la Pinacoteca Vaticana. En él se refleja la dialéctica entre el monte y el valle. En el monte Jesús se encuentra con la luminosa realidad de Dios. Al bajar del monte se encuentra con la dolorida realidad de lo humano. He ahí la imagen de nuestra vida de creyentes. La contemplación no puede alejarnos de la acción.

Según el evangelio que hoy se proclama (Mt 17, 1-9), la transfiguración de Jesús nos anuncia el misterio de su muerte y su resurrección.

Los tres discípulos más cercanos subieron con Jesús a lo alto de una montaña. Allí vieron que su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvían blancos como la nieve. Lo envolvía la nube que había significado la presencia de Dios en medio de su pueblo. Moisés y Elías lo flanqueaban como dando testimonio de su honda verdad. Ellos habían descubierto a Dios en el monte santo. Y junto a ellos, se revelaba ahora en su Hijo predilecto.

 LA VOZ DEL CIELO

En el relato de la Transfiguración de Jesús se recoge la voz que desciende de la nube, es decir, desde el ámbito de lo divino: “Este es mi Hijo, el amado, el elegido: escuchadlo”.

•“Este es mi Hijo”. Dios no es un objeto lejano. No es una idea ni un anhelo insatisfecho. Se presenta con los rasgos familiares de quien reconoce a Jesús como hijo.

• “El amado”. Los seres humanos han temido muchas veces a los dioses. Los dioses falsos tienen boca pero no hablan. El Dios de Jesús siente y ama.

• “El elegido”. Por el hecho de reconocer a Dios como Dios, el hombre no pierde su categoría y su dignidad. Jesús no fue menos humano por saberse elegido por Dios.

• “Escuchadlo”. Jesús no se ha engañado ni ha engañado a los suyos. Dios está con él, lo apoya y garantiza su misión y la verdad de su mensaje.

El Concilio Vaticano II nos dice que, mediante la escucha de la Palabra de Dios y la oración,  el tiempo cuaresmal prepara a los fieles a celebrar el misterio pascual (SC 109). Hay que leer los evangelios y escuchar la Palabra del Señor.

- Señor Jesús, tú nos revelas el amor de un Dios al que nos atrevemos a llamar Padre. Te agradecemos esa conciencia de ser Hijo y mensajero de la verdad de Dios. Que tu palabra oriente nuestra vida. Amén.


D. José-Román Flecha Andrés

sábado, 8 de marzo de 2014

FIDELIDAD Y FELICIDAD


Homilía para el Domingo 9 de Marzo. 1º de Cuaresma, Ciclo A.

La tentación se ha convertido en un tema predilecto para los publicistas que tratan de vender un nuevo producto. El ideal sería que nunca nos llegaran a seducir las cosas o las acciones que nos deshumanizan. Pero lo malo de la tentación es que se nos presenta tan disfrazada que apenas logramos reconocerla como tal.

En su exhortación “La alegría del Evangelio”, el Papa Francisco ha señalado cuatro tentaciones: la acedia egoísta, el pesimismo estéril, la mundanidad espiritual y las guerras entre los creyentes (nn.81-86.93-101). Esas tentaciones nos alejan del camino que nos habría de llevar a conseguir lo mejor de nosotros mismos y a anunciar el Evangelio.

El texto del libro del Génesis que hoy se lee en la misa nos sugiere que la gran tentación  del ser humano es la de despreciar la voluntad divina (Gen 2,7-9; 3,1-7). Al  ceder a la tentación, la persona rompe la relación de armonía con lo otro, con los otros y con el absolutamente Otro.

EL ENGAÑO QUE SEDUCE

Si el primer Adán cede a la tentación, Cristo, el segundo Adán, la supera. Como todos los años, al principio de la cuaresma, hoy contemplamos a Jesús en el desierto (Mt 4,1-11). El evangelio nos dice que Jesús sale victorioso de las pruebas a las que es sometida su categoría divina y hasta su calidad humana. Jesús fue sometido una y otra vez a la prueba.

En el caso de nuestras tentaciones la cuestión  de fondo era, es y será siempre la misma. Hemos de preguntarnos por las hondas razones que nos mueven a caminar. Hemos de plantearnos el por qué y el para qué de nuestras elecciones.

La gran tentación es la de volver la espalda a la verdad. La de pretender ignorar el plan de Dios y nuestra propia dignidad de Hijos de Dios. Nuestra gran tentación es el engaño que con tanta frecuencia aceptamos como normal e inofensivo.

San Pablo nos  recuerda que la salvación que nos llega por Cristo nos redime del mal que desde siempre nos seduce.

TENTADORES DE DIOS

A la última tentación Jesús responde citando un tajante texto del Deuteronomio: “No tentarás al Señor tu Dios”. De ser tentados pasamos con frecuencia a ser tentadores. Tentadores de los demás y hasta de Dios.

• “No tentarás al Señor tu Dios”. Tentamos a Dios cuando olvidamos su amor y adoramos a las cosas, como si fueran un dios que puede salvarnos y merecer nuestro amor.

• “No tentarás al Señor tu Dios”. Tentamos a Dios cuando pretendemos ser nosotros la fuente de la fe y la esperanza, del amor y de la vida, de la paz y la justicia.

• “No tentarás al Señor tu Dios”. Tentamos a Dios cuando nos llamamos hijos suyos y olvidamos a nuestros hermanos, que también lo llaman “Padre”.

A la luz de este mensaje, será necesario revisar las tentaciones del tener, el poder y el placer, que continuamente tratan de desviarnos del camino del Señor. La cuaresma es un tiempo propicio para este examen sobre la verdad de nuestra vida.

- Señor Jesús, tentado como nosotros, te damos gracias por habernos revelado, con el ejemplo de tu insobornable fidelidad al Padre, el camino de la fidelidad que nos conduce a la felicidad.


D. José-Román Flecha Andrés

jueves, 6 de marzo de 2014

VIDEO CUARESMAL DE LA HERMANDAD DE LA HUMILDAD


Aprovechando que se celebran los Cultos en Honor del Stmo. Cristo de la Humildad y San Bartolomé Apóstol traemos a nuestro blog el vídeo que esta Hermandad edita por cuarto año consecutivo con motivo de la Cuaresma.

En esta ocasión, nos invita a reflexionar poniendo imágenes y música de Ennio Morricone a las Bienaventuranzas.

martes, 4 de marzo de 2014

PREGÓN DE CUARESMA


Escuchad, amigos, el Pregón de Cuaresma.
Prestad atención a esta invitación.
Oíd la Buena Noticia.
Miércoles de Ceniza; comienza el Camino de la Cuaresma.
El Pueblo judío caminó cuarenta años hacia la Tierra prometida.
Jesús fue tentado durante cuarenta días en el Desierto.
Dentro de cuarenta días, a partir de hoy, la fe de los cristianos difundirá la noticia: ¡Cristo ha resucitado!

Poneos en marcha, amigos, para hacer el Camino de la Cuaresma.
Vivimos el tesoro de nuestro Bautismo en Vasijas de barro.

Por eso es necesaria:
- La oración, libre, como un diálogo de amigos.
- La austeridad, generosa, propia de los valientes.
- la ayuda a los demás, la solidaridad, como fruto de la vida nueva nacida en nuestro Bautismo.
Hagamos un alto en el camino para recuperar la Interioridad y repensar nuestra vida como Jesús en el desierto.

Ensanchemos el horizonte: un nuevo mundo, una nueva sociedad están ya presentes en medio de nosotros.
Busquemos como la Samaritana, el manantial del Agua que verdaderamente calma nuestra sed.
Que Jesús abra nuestros ojos ciegos, para redescubrir los auténticos valores de la vida.
Que el amor y la amistad construyan, como  Jesús y Lázaro, un nuevo tejido de relaciones personales y colectivas.

Hagamos posible la nueva Vida que llevamos dentro y comuniquémosla a nuestro mundo.
Echemos a andar por el camino cuaresmal de las oportunidades que nos ofrece la Iglesia, para rehacer en nosotros toda la riqueza de nuestro Bautismo.
Anunciemos a nuestro mundo que todavía hay una oportunidad.


(Texto recogido de la Revista Homilética).

domingo, 2 de marzo de 2014

EL FETICHISMO Y EL DINERO


Homilía para el Domingo 2 de Marzo de 2014. 8º Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo A.

“¿Es que puede una madre olvidarse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré”. Así responde Dios cuando su pueblo murmura y blasfema, afirmando que Dios lo ha abandonado (Is 49, 14-15).  La tentación perdura a lo largo de los siglos. Los hombres nos quejamos de Dios y él responde afirmando su fidelidad.

En su exhortación “La alegría del Evangelio” el Papa Francisco ha escrito que “el relativismo práctico es actuar como si Dios no existiera, decidir como si los pobres no existieran, soñar como si los demás no existieran, trabajar como si quienes no recibieron el anuncio no existieran” (m. 80).

Olvidar a Dios y sus mandamientos es una tentación constante. Pero culpar a Dios de los efectos que se siguen de olvidarlo es una necedad y una blasfemia.

LOS PÁJAROS Y LOS LIRIOS

En este domingo continuamos leyendo el Sermón de la Montaña (Mt 6,24-34).  En el texto que hoy se proclama, se incluye una sentencia de Jesús que siempre nos ha resultado incómoda: “No podéis servir a Dios y al dinero”. Jesús sabe que “nadie puede estar al servicio de dos amos”. Pero nosotros no nos servimos del dinero: servimos al dinero.

En la exhortación “La alegría del Evangelio”, el Papa Francisco denuncia el fetichismo del dinero y la dictadura de una economía sin rostro. En realidad, aceptamos pacíficamente el predominio del dinero sobre nosotros y nuestras sociedades (n. 55). Pretendemos ser libres, pero nos hemos convertido en sus esclavos.

Jesús nos propone el verdadero camino de la libertad. Nos invita a observar los pájaros del cielo y los lirios del campo. Dios los alimenta y los viste. Con esas preciosas imágenes nos invita a superar la obsesión por el alimento y el vestido.

Claro que tenemos que ganarnos el pan y la aceptación de los demás. Pero no podemos convertir en fin de la existencia lo que es un medio para subsistir. Jesús nos quiere libres. Y, sobre todo, quiere que solo Dios sea nuestro Dios.

EL REINO Y SU JUSTICIA

“Buscad el Reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura”. Con esa expresión Jesús trata de alejarnos de la tentación de la paganía. Es decir de la idolatría que nos amenaza a cada paso.

• “Buscad el Reino de Dios y su justicia”. El reino de Dios es una fórmula para hablar del mismo Dios. Su justicia es su santidad y su misericordia. Buscar a Dios era el anhelo del piadoso israelita. Y ha de ser el anhelo del verdadero discípulo de Cristo.

• “Lo demás se os dará por añadidura”. Si de verdad buscamos a Dios y aceptamos su voluntad, veremos resueltas muchas de esas tentaciones del tener, el poder y el placer que nos corroen el alma y la salud. Reconocer a Dios como Dios nos librará de los ídolos.

- Señor Jesús, tú nos recuerdas el valor relativo de todo lo que no es el Absoluto. Tú nos quieres libres y felices. Tú nos has enseñado que la salvación sólo puede venirnos de Dios. Bendito seas por siempre. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés