domingo, 25 de julio de 2021

SERVIR DANDO VIDA

 

Reflexión del Evangelio del Domingo 25 de Julio de 2021. 17º del Tiempo Ordinario.

Este episodio de la vida de Jesús con la madre de los hijos del Zebedeo, pasa a la historia de la tradición con todas las connotaciones de algo que pone de manifiesto que ha podido ser escrito, o al menos retocado, después del martirio de Santiago a manos de Herodes Agripa. Por eso mismo, algunos consideran que Jesús pudo anunciar que seguirle a él, tomar la cruz, es "beber la copa" y, sin duda, palabras como estas tuvieron que oír los suyos en el camino hacia Jerusalén. Quizá lo extraño de nuestro relato es que sea la madre de los Zebedeos, y no éstos directamente, como sucede en Mc 10, 35-45, los que hacen la petición de sentarse a la derecha y a la izquierda en su gloria. ¿Será para rebajar la tensión entre los mismos discípulos y hacer más aceptable que una petición como ésta por parte de la madre es más verídica? Desde luego que el texto de Marcos debe ser más primitivo, ya que no se explicaría que Marcos hubiera prescindido de la madre. E incluso en la redacción se nota que la petición era de los hijos “no sabéis lo que pedís”. Una madre, desde luego, siempre puede exagerar en el deseo de lo mejor para sus hijos.

Pero lo que está en juego en este episodio es cómo los discípulos de Jesús nunca entendieron, antes de su pasión, lo que se estaba tramando en la vida íntima de Jesús y en su misión de anunciar y hacer presente el reinado de Dios. Quizás para rebajar este equívoco la tradición ha introducido en escena a la madre. El discutir sobre los primeros puestos, el entender el mesianismo de Jesús como algo social y político, es algo que responde a la historia verdadera de los seguidores de Jesús. Pedro mismo, en Marcos 8, 33, recibe el reproche más fuerte que podamos imaginar para el primero de los Doce, precisamente por no aceptar que el Mesías (Jesús en concreto), pudiera sufrir, porque esa no era la tesis oficial del judaísmo que ellos, desde luego, compartían. Se habla de cuando "reines”, lo cual denota la visión política del asunto y lo que los discípulos compartían cuando "seguían" al profeta de Galilea.

El sentido del reinado que Jesús anuncia, reinado de Dios precisamente y no de él directamente, queda truncado con la expresión de lo único que pudo prometerles a los hijos del Zebedeo, y a los Doce, y a todos los que sean sus discípulos: "beber la copa" (cf Is 51, 17; Lm 4, 21) que es "pasar todo un trago". Es el anuncio de una prueba dolorosa que a Jesús no se le escapaba para él y para los suyos. Esto no recuerda, inmediatamente, la escena de Getsemaní, que el mismo tuvo que afrontar desde su experiencia y psicología humana. ¿Por predicar un Dios así, un mensaje de liberación, las bienaventuranzas para los pobres y limpios de corazón, se debe pasar por este “trago"? ¡Sin duda! Eso es lo que les puede prometer Jesús a Santiago y Juan y a los Doce. Porque esa "copa” es la única que los hombres permiten al profeta del reinado de Dios. Y con ello se deshace el deseo ardiente de los primeros puestos, de triunfar, del poder... El mensaje de Jesús lleva en su entraña el desposeerse de muchas cosas, pero especialmente el desposeerse de "triunfar” o al menos de triunfar venciendo a los demás. Con el mensaje de Jesús se gana perdiendo, es decir, dando la vida a los otros como “pro-existencia" verdadera.

El desmontaje del poder, poniendo como ejemplo la actitud de los jefes de este mundo, es proverbial. Los verbos que se usan son elocuentes: tiranizar y oprimir. Esa es la historia verdadera de los jefes y los imperios o reinos de los hombres. El reinado de Dios, causa de Jesús, tiene un verbo más elocuente "servir". La aplicación que se hace en el dicho al Hijo del hombre, es decir, al mismo "yo" de Jesús no deja lugar a dudas. Se trata de “servir dando la vida”. No es simplemente el verbo "servir" a secas que puede sonar simplemente a esclavitud. Porque no se trata tampoco en el cristianismo de “ser esclavos”. No es ese el sentido. El cristiano no es "esclavo" ni del mismo Dios, porque Jesús no quiso hacernos esclavos de Dios. Por tanto "servir dando la vida" por muchos, es decir, por todos, es lo específico de Jesús y lo debe ser de sus seguidores. Eso es triunfar y beber la copa, y pasar el trago del seguimiento. Por eso la palabra “rescate" (l?tron) debe tener ese sentido de redención o liberación. Es el término técnico para que los prisioneros de guerra o los esclavos lograran su libertad. Por tanto, redención (l?tron) debe significar "vivir haciendo vivir a los demás”, “dando vida a los demás"; ese es el precio, ese es el l?tron cristiano. Eso es lo que Jesús promete a los Zebedeos.

Fray Miguel de Burgos Núñez

domingo, 18 de julio de 2021

SEDIENTOS DE SU PALABRA

 

Reflexión del Evangelio del Domingo 18 de Julio. 16º del Tiempo Ordinario

1. Este es un relato de transición, propio del redactor del evangelio de Marcos, que quiere preparar la primera multiplicación de los panes. Los Doce (aquí les llama apóstoles) vuelven de su misión, contentos de lo que han dicho y han hecho. Ya sabemos que lo que han dicho tiene que referirse a las cosas que Jesús les ha enseñado y que se centran en el anuncio de la llegada el reino de Dios. Lo que han hecho es liberar a las gentes de sus males, como han visto hacer a Jesús. En ese momento, por el desgaste que ello significa, Jesús quiere compartir con ellos en un lugar solitario pero, de pronto, aparece la multitud y deben marchar en una barca. La experiencia de la travesía, para quien la haya hecho, sabemos que es verdaderamente restauradora. Pero la escena nos asoma casi de inmediato de nuevo a la multitud que está sedienta y ansiosa de esta experiencia que los Doce tienen con Jesús.

2. Considero que el redactor de nuestro evangelio está jugando, simbólicamente, con este contraste entre la suerte de los discípulos que puede gozar a la paz de la palabra de Jesús (aunque bien es verdad que después de desgastarse en el anuncio del reino) y la necesidad que tiene la multitud de esta palabra. Todo esto es para mostrarnos que, tras la travesía restauradora, Jesús tiene compasión de la multitud porque la ve como ovejas sin pastor (cf Num 27,17). Ahora Jesús ha “restaurado” a los suyos, que tienen que volver, cuando sea, a la itinerancia para anunciar de nuevo el reino. Y entonces ve a la multitud y ya no puede huir, tiene que entregarles su palabra, su persona, como se la ha entregado a los discípulos. Jesús se nos presenta como cumpliendo un anhelo y un deseo que muchas veces en el AT hacía referencia al pueblo que estaba siendo defraudado por sus jefes e incluso por los que tenían una responsabilidad más religiosa: eran como ovejas sin pastor y sin guía (cf Num 27,17; 1Re 22,17; Ez 34,5; 2Cro 18,16; Jud 11,19).

3. El evangelio, por otra parte, nos muestra el hambre que tenía la gente de escuchar un mensaje de salvación y de gracia, el que Jesús ofrecía por todas las aldeas y pueblos de Galilea, a lo que habían contribuido también sus discípulos, enviados para llegar a donde no podía llegar él. Es sintomático cómo el texto busca un lugar solitario para gustar más profundamente esta experiencia de la misión, ya que muchos iban y venían, sin dejarles personalizar esta experiencia. Pero al final, al desembarcar de nuevo en la orilla del lago, el texto nos muestra que Jesús ve a la gente con tal anhelo de escucharle, que la compasión del pastor puede más en su corazón. Sin duda que habría gente dirigida por alguna sintonía populista, como sucede con todos los fenómenos sociales y religiosos; pero en medio de todo Jesús detecta la falta de orientación y la necesidad de salvación de los abandonados. De esa manera, por medio de nuevos pastores, se cumple con más o menos precisión el texto de Jr 23,1-6: por una parte los pastores, los apóstoles; por otra el pastor, el nuevo rey, del que parte el mensaje fundamental del reino. De esa manera se explica maravillosamente la continuación de la narración del evangelio con la primera multiplicación de los panes, que es un relato que se introduce con esta actitud de Jesús al compadecerse de la multitud.

Fray Miguel de Burgos Núñez

domingo, 11 de julio de 2021

EL EVANGELISMO ITINERANTE

 

Reflexión del Evangelio del Domingo 11 de Julio de 2021, 15º del Tiempo Ordinario.

1. El evangelio de Marcos es una de esas piezas evangélicas que más han dado que hablar. Se trata del envío a la misión de los Doce discípulos que Jesús se había escogido (cf Mc 3,13-19). Es una misión en itinerancia, ya que el reino de Dios que deben anunciar y que Jesús está haciendo presente debe tener un carácter de peregrinación. Se ha dicho que las condiciones espartanas de este envío han sido cultivadas por los discípulos itinerantes que tuvieron que ser rechazados en muchos lugares del judaísmo. Incluso se ha pensado que para entender estas condiciones se han tenido en cuenta unas condiciones que la Mishná (libro que recoge en el s. II d. C. la enseñanzas de los rabinos) establece para la peregrinación al templo cuando todavía existía. La diferencia es que Jesús propone que se lleve bastón y sandalias, a diferencia de lo que se exige para peregrinar al templo de Jerusalén (de hecho están ausentes en el texto de Mt 10,10; Lc 9,3; 10,4). Y es que los discípulos cristianos no van a un lugar santo, sino que deben llevar un bastón para andar por todos los caminos del mundo y unas sandalias para que no se destrocen los pies.

2. La peregrinación cristiana, pues, es al mundo entero, a donde viven los hombres, para que conozcan el mensaje de salvación que Jesús ha traído para todos los hombres sin excepción. Los elementos más negativos, probablemente, se han podido añadir después en el mundo de los “carismáticos itinerantes” que eran rechazados por los círculos y comunidades judías o judeo-cristianas más estabilizadas. Pero el sentido genuino de las palabras de Jesús debemos valorarlo en su alcance positivo y universal. Es verdad que nos encontramos ante lo que parece un programa de crítica radical de la sociedad. Algunos han visto en estas palabras una especie de oposición entre itinerantes y sedentarios; entre carismáticos ambulantes y simpatizantes locales. No debemos cerrar los ojos a estas tensiones, pero también es verdad que el movimiento de Jesús, donde estas palabras encontraron su climax, hasta transformarlas y adaptarlas, muestran la relación entre el reino de Dios que Jesús había predicado y las opciones apocalípticas y escatológicas de algunos grupos del cristianismo primitivo. ¿Siguen teniendo valor en nuestro mundo y en nuestra cultura? ¡Claro! El valor que Jesús les dio: que el reino llegaba y la mejor manera para los suyos era un “desapego” de las cosas del mundo que no eran necesarias.

3. El mundo de los pobres, de los desapegados, de los “contraculturales” es algo que no podemos perder de vista en la lectura de este texto evangélico, sobre palabras de Jesús, para no entender el reino de Dios a la manera en que los hombres entienden el poder del dinero y de la efectividad. Algunos autores modernos, en la lectura de un texto como este, han recurrido a la comparación con el grupo itinerante de los “cínicos” en el mundo griego. Pero consideramos que no se debe exagerar la comparación. Los itinerantes del reino tienen otra identidad, sin duda. El radicalismo con que están formuladas estas palabras tiene acogida de muchas formas y de muchas maneras. Algunos hablan de los desarraigados sociales y de que el evangelio solamente puede vivirse desde ahí. Pero ¿no es posible “desarraigarse” sin tener que abandonar casa, familia y hogar? Desde luego que sí. El evangelio es para todos y el reino es para todos. Pero debemos aceptar que hay personas que esto no lo pueden entender sin un “desarraigo” más alternativo. Es, no una cuestión de estética, sino de conciencia personal y de libre opción en la manera de vivir el ser discípulos de Jesús.

4. Construir una “comunidad” sobre esta itinerancia es una de las claves de los seguidores de Jesús. El fue un itinerante que proclamaba el reino en aldeas y pueblos. La itinerancia habla en favor de algo nuevo, de algo no estable para siempre. El reino al que Jesús dedica todas sus fuerzas exige una libertad soberana que va más allá de lo que las personas normales pueden vivir. Por eso mismo no sería acertado decir que el “movimiento del reino” –como un famoso exegeta llama a los seguidores de Jesús, lo que me parece muy en consonancia con lo que Jesús predicó-, es algo semejante al movimiento “cínico”. Jesús pudo conocerlo en la Galilea urbana, en Séforis, la capital antes de su destrucción, más aún los que se consideraron de este “movimiento del reino”. Lo que sucede es que la historia social y antropológica muestra unas coincidencias a veces sorprendentes. Querer entender este evangelio de la “radicalidad” desde las claves de movimiento cínico no es pertinente. En el cristianismo primitivo hubo, sin duda, distintas corrientes y algunas ideas se apoderaron de las palabras de Jesús y las aplicaron a rajatabla. Pero el evangelismo verdadero no es interpretar a rajatabla, al pie de la letra o de forma fundamentalista, todas las expresiones.

5. ¿Enseña nuestro texto eso de “la felicidad por la libertad”? Desde luego que sí. Entonces algunos dirán que eso mismo era lo que pretendían los cínicos. Pero no se debe olvidar que el cristianismo verdadero no se resuelve solamente desde esta ética radical del desarraigo y el desapego. Lo más importante y decisivo es el amor, incluso a los enemigos, por muy alternativos que seamos. Jesús era un profeta con todo lo que esto significa en el mundo bíblico. Y desde luego debemos ser libres de verdad y esto es lo que Jesús inculca a los suyos. Debemos ser libres de verdad de las cosas que nos atan a este mundo. Pero el reino no se puede construir solamente desde el desarraigo alternativo y menos si este desarraigo llevara a burlarse de las costumbres y los convencionalismos de los otros (como hacían los cínicos). El reino se construye en la libertad personal y comunitaria, pero mucho más todavía sobre la misericordia y el amor a los otros en sus debilidades.

Fray Miguel de Burgos Núñez


domingo, 4 de julio de 2021

NAZARET... NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA

 

Reflexión del Evangelio del Domingo 4 de Julio de 2021.

1. El texto del evangelio de Marcos es la versión primitiva de la presencia de Jesús en su pueblo, Nazaret, después de haber recorrido la Galilea predicando el evangelio. Allí es el hijo del carpintero, de María, se conocen a sus familiares más cercanos: ¿de dónde le viene lo que dice y lo que hace? Lucas, por su parte, ha hecho de esta escena en Nazaret el comienzo más determinante de la actividad de Jesús (cf Lc 4,14ss). Ya sabemos que el proverbio del profeta rechazado entre los suyos es propio de todas las culturas. Jesús, desde luego, no ha estudiado para rabino, no tiene autoridad (exousía) para ello, como ya se pone de manifiesto en Mc 2,21ss. Pero precisamente la autoridad de un profeta no se explica institucionalmente, sino que se reconoce en que tiene el Espíritu de Dios.

2. El texto habla de «sabiduría», porque precisamente la sabiduría es una de las cosas más apreciadas en el mundo bíblico. La sabiduría no se aprende, no se enseña, se vive y se trasmite como experiencia de vida. A su vez, esta misma sabiduría le lleva a decir y a hacer lo que los poderosos no pueden prohibir. En el evangelio de San Marcos este es un momento que causa una crisis en la vida de Jesús con su pueblo, porque se pone de manifiesto «la falta de fe» (apistía). No hace milagros, dice el texto de Marcos, porque aunque los hiciera no lo creerían. Sin la fe, el reino que él predicaba no puede experimentarse. En la narrativa del evangelio este es uno de los momentos de crisis de Galilea. Por ello el evangelio de hoy no es simplemente un texto que narra el paso de Jesús por su pueblo, donde se había criado. Nazaret, como en Lucas también, no representa solamente el pueblo de su niñez: es todo el pueblo de Israel que hacía mucho tiempo, siglos, que no había escuchado a un profeta. Y ahora que esto sucede, su mensaje queda en el vacío.

3. Sigue siendo el hijo del carpintero y de María, pero tiene el espíritu de los profetas. Efectivamente los profetas son llamados de entre el pueblo sencillo, están arrancados de sus casas, de sus oficios normales y de pronto ven que su vida debe llevar otro camino. Los suyos, los más cercanos, ni siquiera a veces los reconocen. Todo ha cambiado para ellos hasta el punto de que la misión para la que son elegidos es la más difícil que uno se pueda imaginar. Es verdad que el Jesús taumaturgo popular y exorcista es y seguirá siendo uno de los temas más debatidos sobre el Jesús histórico; probablemente ha habido excesos a la hora de presentar este aspecto de los evangelios, siendo como es una cuestión que exige atención. Pero en el caso que no ocupa del texto de Marcos no podemos negar que se quiere hacer una “crítica” (ya en aquél tiempo de las comunidades primitivas) a la corriente que considera a Jesús como un simple taumaturgo y exorcista. Es el profeta del reino de Dios que llega a la gente que lo anhelaba. En esto Jesús, como profeta, se estaba jugando su vida como los profetas del Antiguo Testamento.

Fray Miguel de Burgos Núñez