sábado, 30 de agosto de 2014

MISA DEL ALBA EN EL HUMILLADERO


DOMINGO 31 a las 8 de la mañana

Santa Misa en el Humilladero

Intervendrá el Coro Paz y Esperanza de Villa del Río
Relato de Segadores

viernes, 29 de agosto de 2014

ARRANCAN LOS ACTOS A LA PATRONA


SÁBADO 30 de Agosto a las 20,30 horas

Santa Misa, Ofrenda Floral y Pregón de las XXXV Jornadas Religiosas y Culturales en Honor de Ntra. Sra. de la Estrella Coronada 

Pregonero: D. Juan García López. 
Intervendrá en la Santa Misa: Coro Alboreá

(El cortejo saldrá de la Parroquia)

miércoles, 27 de agosto de 2014

ECHAR RAICES


Cerca de un arroyo de aguas frescas, había un pequeño bosque. Los árboles eran muy variados. Todos gastaban las energías en ser altos y frondosos, con muchas ramas y perfumes, pero quedaban débiles y tenían poca fuerza para echar raíz.

En cambio un laurel dijo: "Yo mejor voy a invertir mi savia en tener una buena raíz; así creceré y podré dar sombra y hojas a todos los que me necesiten".

Los otros árboles estaban muy orgullosos de ser bellos. Y no dejaban de admirarse y de hablar de sus encantos. Y así se pasaban el tiempo, mirándose y riéndose de los demás.

El laurel sufría continuamente sus burlas. Se reían de él y le decían: Laurel, ¿para qué quieres tanta raíz? ¡Míranos a nosotros, todos nos alaban por nuestra bella imagen. Deja de perder tu energía en lo que no se ve ni llama la atención. Preocúpate más de la apariencia. Sólo así serás reconocido y apreciado!
Pero el laurel estaba convencido de lo contrario, no le preocupaban las alabanzas, deseaba crecer fuerte y por eso andaba preocupado por sus raíces.

Un buen día vino una gran tormenta, y sacudió sopló y resopló sobre el bosque. Los árboles más grandes, que tenían un ramaje inmenso, se vieron tan fuertemente golpeados, que por más que gritaban no pudieron evitar que el viento los volteara.

En cambio el pequeño laurel, como tenía pocas ramas y mucha raíz, apenas si perdió unas cuantas hojas. Entonces todos comprendieron que lo que nos mantiene firmes, no son las apariencias, sino lo que está oculto en las raíces, dentro de tu corazón.


(Revista Homilética)

viernes, 22 de agosto de 2014

LAS LLAVES DEL REINO


Homilía Domingo 24 de Agosto de 2014. 21 Tiempo Ordinario A

“Colgaré de su hombro la llave del palacio de David; lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá” (Is 22,22). Después de un oráculo contra Sobná, mayordomo del palacio real, el profeta Isaías incluye otro oráculo a favor de Eliacín, que le ha de suceder en el cargo. La llave que se le promete es el símbolo del poder que se le otorgará en el palacio.

Es cierto que Eliacín tampoco sería fiel a su oficio. Seguramente se dejó llevar por las exigencias de su propia familia. El profeta sugiere que con el tiempo este nuevo administrador sería incapaz de sostener esa carga que su familia impuso  sobre él.

En la misma línea, el Apocalipsis atribuye a Cristo esa llave de David (Ap 3,7). Y con ese hermoso título se proclama a Jesucristo en  una de las grandes antífonas del Adviento.

LA PREGUNTA

Según el evangelio que hoy se proclama, Jesús se ha retirado con sus discípulos a la región de Cesarea de Filipo (Mt 16,13-20). Se ve que el Maestro ha querido buscar un lugar de descanso junto a las fuentes del Jordán y cerca de las abundantes cascadas a las que ya se refería un levita desterrado (Sal 42,8).

En ese lugar tan apacible Jesús dirige a sus discípulos dos preguntas fundamentales. Lo eran ya para ellos y lo serán siempre para todo cristiano.

• “¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?” Esa pregunta no requiere la fe. Para responder a ella basta la información. Los discípulos, en efecto, refieren que las gentes identifican a Jesús con Juan Bautista, con Jeremías o uno de los profetas.

• “¿Y vosotros quién decís que soy yo?” Esta segunda pregunta interpela personalmente al discípulo. Exige una respuesta en la que dé cuenta de la propia fe. Simón Pedro respondió con una confesión: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

LA PROMESA

En su diálogo con Pedro, Jesús afirma que la respuesta de la fe no es posible si no es revelada por el Padre celestial. Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica,  “Sobre la roca de esta fe confesada por Pedro, Cristo ha construido su Iglesia” (CCE 424).  De hecho, tras esa confesión de fe, Jesús añade una promesa y dos consecuencias.

• “Te daré las llaves del reino de los cielos.” La promesa de Jesús recuerda la profecía de Isaías sobre el futuro de Eliacín. “El poder de las llaves designa la autoridad  para gobernar la casa de Dios que es la Iglesia” (CCE 553).

• “Lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos.”  Según el mismo Catecismo, “el poder de atar y desatar significa la autoridad para absolver los pecados, pronunciar sentencias doctrinales y tomar decisiones disciplinares en la Iglesia” (CCE 553)

• “Lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”. Evocando estas palabras que unen los cielos a la tierra, de nuevo el Catecismo nos recuerda que “la reconciliación con la Iglesia es inseparable de la reconciliación con Dios” (CCE 1445).

- Señor Jesús, deseamos conocerte con mayor claridad para proclamar con alegría y decisión nuestra fe en ti. Y deseamos que esa fe nos lleve a amar cada día más a tu Iglesia, que nos convoca como hermanos y nos reconcilia con Dios nuestro Padre. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

jueves, 21 de agosto de 2014

...RELATOS PARA PENSAR


LOS DOS HERMANOS

Dos hermanos, un soltero y el otro casado, poseían una granja cuyo fértil suelo producía abundante grano, que los dos hermanos se repartían a partes iguales.

al principio, todo iba perfectamente. Pero llegó un momento en el que el hermano casado empezó a despertarse sobresaltado por las noches, pensando: No es justo. Mi hermano no está casado y se lleva la mitad de la cosecha. Yo tengo mujer y cinco hijos, de modo que, cuando sea anciano, tendré todo cuanto necesite. Sin embargo, ¿quién cuidará de mi pobre hermano cuando sea viejo? Necesita ahorrar para el futuro mucho más de lo que actualmente ahorra porque su necesidad es mayor  que la mía.

Entonces, se levantaba de la cama, e iba en secreto a donde vivía su hermano y vaciaba en el granero de éste un saco de grano.

También el hermano soltero comenzó a despertarse por las noches y a decirse a sí mismo: Esto es una injusticia. Mi hermano tiene mujer y cinco hijos y se lleva la mitad de la cosecha. Yo no tengo que mantener a nadie más que a mi mismo.

¿Es justo, acaso, que mi hermano, cuya necesidad es mayor que la mía, reciba lo mismo que yo?

Entonces se levantaba de la cama y llevaba un saco de grano al granero de su hermano.

Un día se levantaron de la cama al mismo tiempo y tropezaron uno con otro, cada cual con un saco de grano a las espaldas.

Muchos años más tarde, cuando ya habían muerto los dos, el hecho se fue conociendo por toda la comarca. Y cuando los ciudadanos decidieron levantar un templo, escogieron para ello el lugar en el que ambos hermanos se habían encontrado, porque no creían que hubiera en la ciudad otro lugar más santo que aquel.


(De la revista Homilética)

domingo, 17 de agosto de 2014

LA MUJER CANANEA


Domingo 17 de Agosto de 2014. 20 del Tiempo Litúrgico Ordinario, ciclo A

“A los extranjeros que se han dado al Señor… los traeré a mi Monte Santo y los alegraré en mi casa de oración”. Así decía un oráculo introducido en el libro de Isaías (Is 56, 6-7). Se dice con frecuencia que Israel odiaba a los extranjeros. Pero hay en los profetas  una tradición que proclama la universalidad de la fe y de la salvación.

En este caso se propone que los prosélitos extranjeros sean admitidos en la comunidad siempre que acepten la alianza de Dios y se mantengan fieles a la fe y a los ritos propios de Israel.

Se percibe así que la comunidad de Israel  no está definida por la herencia de la sangre sino por la comunión en la misma fe, en la misma oración y en la misma esperanza.

EL ENCUENTRO

El evangelio recuerda el encuentro de Jesús con la mujer cananea  (Mt 15,21-28). Su gesto y su grito la identifican como la mujer dolorida, la orante tenaz, la creyente sincera.

Su hija estaba enferma. El texto nos recuerda que cuando una persona enferma, todos en su casa enferman de algún modo. Nada será igual en la rutina de cada día. Las relaciones cambian y se complican. Todos dependen de todos. Y todos han de apoyarse en todos.

En la mujer cananea se muestra la madre que dio la vida soñada y busca la salud para la vida amenazada. Ella nos recuerda que la enfermedad es personal e intransferible. Y que la salud ha de ser integral y verdadera o nunca lo será.

“¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamente endemoniada.” Así ora en su dolor. A su plegaria sólo responde el silencio de Jesús y el apremio de sus discípulos que pretenden liberar a su Maestro de los mendigos de pan y de salud: “Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros.”

EL DIÁLOGO

El diálogo de esta mujer con Jesús es un modelo de oración y una revelación del proyecto salvador de Dios.

• “No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” La primera respuesta de Jesús resume la concepción mesiánica del pueblo hebreo.  Pero la mujer pagana insiste en la súplica que la ha sacado a los caminos: “¡Señor, socórreme!”.

• “No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.” Esta segunda respuesta de Jesús presenta una nueva dificultad. ¡Quién nos diera el tono exacto de aquella insinuación! Seguramente hay en ella una alusión a un refrán popular.

• “Sí, Señor, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.” La mujer retoma aquella imagen. Cuando hay pan lo hay para todos. Y cuando hay gracia a todos alcanza y se desborda. La misericordia suplicada acerca y redime al suplicante.

• “Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas.” La tercera respuesta de Jesús reconoce que la fe llevó a la mujer  a buscarle. La fe la enseñó a orar. Y la fe la ayudó a interpretar su propia suerte con ese humor tan cercano a la humildad.

- Señor Jesús, en ti se encuentran la súplica humana y la gracia divina. Tú paso por nuestra vida marca el momento de la acción sanadora de Dios sobre lo inmundo y lo dolorido de este mundo. En ti nos llega  la salvación. ¡Bendito seas por siempre!


D. José-Román Flecha Andrés

viernes, 15 de agosto de 2014

FESTIVIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN


La fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María, se celebra en toda la Iglesia el 15 de agosto. Esta fiesta tiene un doble objetivo: La feliz partida de María de esta vida y la asunción de su cuerpo al cielo.

“En esta solemnidad de la Asunción contemplamos a María: ella nos abre a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad con él, sino dejarnos iluminar y guiar por su Palabra; seguirlo cada día, incluso en los momentos en que sentimos que nuestras cruces resultan pesadas. María, el arca de la alianza que está en el santuario del cielo, nos indica con claridad luminosa que estamos en camino hacia nuestra verdadera Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios”. 

Homilía de Benedicto XVI (2010)

martes, 12 de agosto de 2014

Vº CENTENARIO DE LA CANONIZACIÓN DE SAN BRUNO



Nuestro paisano Fr Luis María nos remite la carta que el Papa Francisco envió a su orden con motivo de la celebración del Vº Centenario de la canonización de su Fundador, S. Bruno. 

Al Reverendo Padre Dom François-Marie VELUT
Prior de Chartreuse
Ministro General de la Orden de los Cartujos


Con ocasión del 500 aniversario de la “canonización equipolente” de San Bruno, doy gracias a Dios por esta bella y radiante figura, cuya vida, amasada de Evangelio, sigue inspirando a hombres y mujeres deseosos de seguir de manera particular a Jesús orante e que se ofrece para la salvación del mundo. ¡Cinco siglos pasaron desde que León X, tomando nota de la devoción de tantos fieles al siervo de Dios, Bruno, permitió la inserción de éste en el calendario litúrgico! Todavía hoy, por la densidad de su existencia, dedicada toda ella a una búsqueda asidua de Dios y a la comunión con Él, sigue siendo una estrella brillante en el horizonte, para la Iglesia y para el mundo.

Saludo, con particular afecto, lleno de admiración, a las hijas y a los hijos espirituales de este gran santo. Por su consagración, muestran de manera muy hermosa a los hombres de este tiempo la fe en el Dios revelado en Jesucristo como la verdadera y única luz “capaz de encender toda la existencia del hombre […], una luz que viene del futuro, que entreabre ante nosotros grandes horizontes y nos conduce más allá de nuestro “yo” aislado, hacia la amplitud de la comunión” (Lumen Fidei, n.4). Acordándome de la memorable visita de Benedicto XVI a la Cartuja de Serra San Bruno, en 2011, hago mías las palabras de mi Antecesor  reafirmando que la situación sociocultural actual, caracterizada por el ruido o, al contrario, por una soledad individualista, “pone en evidencia el carisma específico de la Cartuja como un don precioso para la Iglesia y para el mundo, un don que encierra un mensaje profundo para nuestra vida y para la humanidad entera” (Homilía del Papa Benedito XVI, Cartuja de Serra San Bruno, 9 de octubre de 2011).

Animando a los monjes y monjas a renovar la ofrenda de su vida al Señor, confío la Orden de la Cartuja a la solicitud maternal de la Virgen María y a la de San Bruno, y les concedo de muy buen grado una particular Bendición apostólica.

En el Vaticano, a 3 de junio de 2014.
Francisco

domingo, 10 de agosto de 2014

EL VIENTO Y LA BRISA


Homilía para  el Domingo 10 de Agosto de 2014. 19 del Tiempo Ordinario, A

“Sal y aguarda al Señor en el monte, que el Señor va a pasar”. Así suena la voz que Dios dirige al profeta Elías, según se lee en la primera lectura de la misa de este domingo (1 Re 19,11). Elías fue elegido para restablecer  la fe en el verdadero Dios, en un momento en que el poder político había protegido y difundido el culto a Baal.

Consciente de su misión, Elías se dirige al monte Horeb. Bien sabe él que allí Dios se había revelado a Moisés y había ofrecido una alianza a su pueblo. Era preciso volver a los orígenes y reaprender el camino de la fe y de la fidelidad al Dios de la liberación.

Elías esperaba descubrirlo en los grandes fenómenos de la naturaleza. Pero Dios no se presentó en el huracán ni en el terremoto ni en el fuego. Dios se mostraba finalmente en el suave susurro de la brisa.

Buena lección para los que esperamos una manifestación aparatosa de Dios y, mientras tanto, no prestamos atención a sus manifestaciones diarias.

EL MAR Y EL TEMOR

El viento huracanado aparece también en el evangelio que hoy se proclama. Mientras Jesús se retiró a orar a solas en el monte, sus discípulos navegaban en la barca, “sacudida por las olas porque el viento era contrario”  (Mt 14,24).

El relato parece una parábola en acción. El mar representa con frecuencia la fuerza del mal. En el mar encrespado, los discípulos se creen olvidados por su Maestro. Navegan con dificultad y, cuando ven a Jesús caminando sobre el mar, piensan que es un fantasma.

El Señor tiene una palabra de aliento para los que ha elegido: “¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!” Pedro quiere llegar a Jesús caminando también él sobre el mar. Pero el viento le atemoriza y comienza a hundirse. En ese momento invoca a su Maestro: “Señor, sálvame”.

Sólo la mano  de Jesús lo mantendrá a flote. Es necesario reconocer su presencia aun cuando brama el temporal.  En  los tiempos de serenidad y en la hora de la persecución.

FE Y CONFIANZA

Sólo cuando Jesús y Pedro suben a la barca, amaina el viento. Pasado el miedo, reaparece la fe de los discípulos.

• “Realmente eres Hijo de Dios”. Esa es la confesión de los discípulos. Jesús no los ha ignorado. No se desentiende de esa barca que representa y preanuncia a su Iglesia. Él está cerca de ella, aun en los momentos más difíciles.

• “Realmente eres Hijo de Dios”. Jesús no es un fantasma. Sólo la falta de fe nos lleva a imaginarlo de ese modo. En medio de las borrascas de este mundo camina sereno el que es el Señor de la historia. En él, la voluntad de Dios se manifiesta sobre el mal y el pecado.

• “Realmente eres Hijo de Dios”. En Jesús se manifiesta el poder y la bondad de Dios. Él es el Hijo de Dios. Es el Maestro y el hermano de sus discípulos. Esta barca de la Iglesia ha de presentarse como un lugar de salvación y de acogida para los náufragos de hoy.

- Señor Jesús, perdona tú nuestra falta de fe y los miedos que nos llevan a considerarte como un fantasma. Ayúdanos a recuperar, a vivir y a anunciar la confianza que sólo nos puede ofrecer la fe en tu presencia. Amén.


D. José-Román Flecha Andrés