domingo, 29 de enero de 2017

FELICES


Reflexión Homilética para el Domingo 29 de Enero de 2017. 4º del Tiempo Ordinario.

“Buscad al Señor, vosotros, todos los humildes de la tierra, los que ponéis en práctica sus decretos” (Sof 2,3). Así comienza el texto del profeta Sofonías que se proclama en este domingo 4º del Tiempo Ordinario.

Buscar al Señor equivale a buscar la justicia y la humildad. A esa búsqueda del ser humano responde un oráculo del Señor: “Yo dejaré en medio de ti a un pueblo pobre y humilde, que se refugiará en el nombre del Señor” (Sof 3,12).

Seguramente tanto la búsqueda humana como la respuesta divina resultarán extrañas y hasta escandalosas en un mundo que se cree autosuficiente. Esta es una sociedad en la que parecen triunfar los que confían en sí mismos, los que buscan un triunfo fácil y una situación de privilegio. La pobreza no puede presentarse como un ideal de vida.

Pero el salmo 145 nos asegura que Dios “hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos”. También san Pablo recuerda a los cristianos de Corinto que Dios no eligió entre ellos a los sabios y poderosos, sino a los más débiles y despreciados (1Cor 1, 26-31).

EL ESCÁNDALO

Si estos textos resultan escandalosos para la mentalidad contemporánea, mucho más lo será el pregón de las bienaventuranzas con el que el evangelio de Mateo abre el llamado Sermón de la Montaña (Mt 5, 1-12)

- El anuncio de las bienaventuranzas evangélicas es provocador. No deja indiferente al cristiano de nuestro tiempo. Estas palabras nos hacen presente el proyecto de Dios sobre el ser humano. Nos revelan su voluntad amorosa sobre cada uno de nosotros.

- Las bienaventuranzas son un don de Dios para que podamos dirigir a Él nuestros pasos. Si son difíciles para quienes viven de la fe cristiana, resultarán extrañas a una sociedad que vive en la superficialidad y parece haber perdido el gusto por las cosas de Dios y del espíritu.

Pero estas palabras de Jesús no encierran solo un ideal para los cristianos. Revelan también a toda persona, creyente o no creyente, la más honda verdad del ser humano y los valores en los que ha de basarse una sociedad que quiera ser humana y humanizadora.

LOS VALORES

La admiración de Jesús hacia los pobres, los humildes y los marginados convierte a las bienaventuranzas en el código fundamental de la ética cristiana.

- En este mensaje se nos revela lo que somos y lo que en verdad queremos ser. En él se nos muestra el camino de la felicidad. De la felicidad terrena e intrahistórica. Y, sobre todo, de la felicidad eterna que nos ha sido prometida.

- El texto de las bienaventuranzas evangélicas es una profecía. Incluye el mensaje de un anuncio y de una denuncia. Un anuncio de los valores que realmente conducen al ser humano a la felicidad y resumen los ideales de la convivencia social.

- Y una denuncia de los antivalores que ponen en peligro la armonía de la persona y la paz de toda la sociedad. Por eso, las bienaventuranzas exigen de nosotros una renuncia. Sin la renuncia personal, el anuncio no es creíble y la denuncia no es respetuosa.

Señor Jesús, sabemos y creemos que las bienaventuranzas que tú vivías y proclamabas subrayan la confianza personal que genera la fe, el coraje que brota de la esperanza y la entrega que exige la caridad. Bendito seas por ello, Señor. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

lunes, 23 de enero de 2017

EL ROSARIO FRANCISCANO DE PAZ Y ESPERANZA


El pasado domingo a las 11 menos cuarto aproximadamente salía en Santo Rosario 
Ntra. Madre y Señora de la Paz y Esperanza.

 

Los niños de catequesís de Primera Comunión, Cofrades y villarrenses acompañaron a la Reina del Jueves Santo al convento, como popularmente se conoce a la Capilla de Jesús Nazareno regida por la Orden Franciscana de la Divina Pastora.


  La belleza de la dolorosa que gubiara Miguel Ángel González cautivó a los asistentes, apareciendo ataviada con el hábito de la orden. 



No olvidemos que la finalidad de dicho traslado, además del rezo del Santo Rosario era el rendir homenaje a la Orden de Religiosas que cumple un siglo de vida en nuestra localidad y que esta Hermandad residió en sus orígenes en dicha capilla.

 


En el camino colgaduras con lemas referentes a las gracias de María Stma. adornaron los balcones.



Paz y Esperanza llegaba a la Capilla ofreciendo momentos inolvidables.



El Coro Paz y Esperanza de Villa del Río rezó por sevillanas los misterios gloriosos del Santo Rosario y despidió a la Señora con un emocionante "Ave María" en su entrada.


A la llegada se celebró la Santa Misa ante las imágenes franciscanas, el Nazareno 
y Ntra Sra. de la Paz y Esperanza.

Un día histórico para la comunidad religiosa de Villa del Río.

sábado, 21 de enero de 2017

UNA VOZ EN GALILEA


Homilía para el Domingo 22 de Enero de 2017. 3º del Tiempo Ordinarino, A.

“El Señor ensalzará el camino del mar, al otro lado del Jordán, la Galilea de los gentiles”. Esas palabras de la primera lectura de este domingo (Is 9,1-4) nos recuerdan que Dios puede siempre derramar su luz sobre una tierra considerada como un lugar pagano. No vale poner etiquetas a las gentes. Dios invita a caminar en la luz al pueblo que caminaba en tinieblas.

Pero no nos engañemos. Los que caminan en tinieblas no siempre son “los otros”, los de fuera, los lejanos. Hemos de reconocer que todos habitamos en una tierra de sombras. Y muchos de nosotros nos hemos habituado a vivir en las tinieblas. ¡Cómo esperamos que la luz brille en nuestra sociedad y en nuestra propia vida!

La liturgia responde a este vibrante anuncio del profeta Isaías con el estribillo del salmo 26: “El Señor es mi luz y mi salvación”. Esa es nuestra convicción. Y nuestra esperanza.

Solo esa luz de lo alto puede puede lograr que no hagamos ineficaz la cruz de Cristo. Ese es el deseo de San Pablo que también hoy deseamos compartir (1 Cor 1,17).

GALILEA DE LOS GENTILES

En el evangelio que se proclama en este tercer domingo del tiempo ordinario se repite hasta cuatro veces la mención a Galilea (Mt 4,12-23). Los peregrinos que viajan a la Tierra Santa disfrutan de la dulzura de aquella tierra. Pero ya sabemos que los contemporáneos de Jesús la consideraban poblada por gentes inclinadas al paganismo.

Pues bien, precisamente a esa región en la que se había criado, retorna Jesús después de haber sido bautizado por Juan en el Jordán. El evangelio de Mateo subraya que de esa forma se cumple lo que había anunciado el profeta Isaías. Ese pueblo ve una luz grande. Todo indica que la luz que brilla en Galilea es la presencia de Jesús.

Ahora bien, Jesús se hace presente con su palabra. Una forma de hablar que resulta novedosa por su autoridad y por su cercanía. Pero esa cercanía se manifiesta sobre todo en la compasión que revelan sus acciones. “Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el evangelio del Reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo”.

UNA DOBLE INVITACIÓN

El relato evangélico recoge dos de las frases que caracterizan el paso de Jesús por Galilea. Una se dirige a toda la gente y la otra a unos pocos elegidos.

- “Convertíos porque está cerca el reino de los cielos”. Estas palabras de Jesús no son una amenaza a los paganos o a los que viven al modo de los paganos. Son una cordial invitación para que todos se incorporen activamente a la gran novedad y reciban la gracia impagable que comporta el reino de Dios.
- “Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres”. Estas palabras de Jesús no son un mandamiento. No implican una obligación. Son otra invitación a algunos pescadores del lago de Galilea para que descubran el nuevo horizonte de su vieja profesión. Es un honor colaborar con el Maestro que difunde la luz y la verdad.

Señor Jesús, te reconocemos como la luz que ilumina a todo el que viene a este mundo. También nosotros tenemos la sensación de vivir hoy en la Galilea de los gentiles. Enséñanos a no lamentarnos. Llámanos a cambiar nuestros esquemas mentales y nuestras actitudes. E invítanos a seguirte para anunciar con esperanza y alegría tu salvación. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

martes, 10 de enero de 2017

UNA MISIÓN UNIVERSAL


Homilía para el Domingo 15 de Enero de 2017. 2º del tiempo ordinarino, A.

“Te hago luz de la naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra”. Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco”. Estas palabras se encuentran en el segundo de los cantos del Siervo del Señor (Is 49,6). El elegido es también el enviado.

Pero no es enviado por Dios solamente para reunir a su pueblo, sino para iluminar a todas las naciones. La suya es una misión con dimensiones de universalidad.

A esa misión se muestra dispuesto y obediente el elegido, según lo canta el salmo 39: “Aquí estoy, para hacer tu voluntad. Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas”.

También San Pablo se presenta como un llamado por Dios a ser apóstol. Y también él es consciente de que su misión se extiende a todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo (1Cor 1,1-3).

LA IGNORANCIA DEL MUNDO

De nuevo se nos presenta en el evangelio de este domingo la figura de Juan el Bautista. Al ver a Jesús que viene hacia él, exclama: “Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1, 29). Esas palabras han sido incorporadas en la liturgia romana para invitarnos a participar en la comunión eucarística.

    No se puede olvidar que este mundo nuestro vive con frecuencia ignorando a Dios y despreciando su voluntad. Ahora bien, afirmar la presencia del pecado en el mundo no puede convertirnos en profetas de calamidades o de condenación. Creemos y sabemos que el pecado ha sido vencido por Jesús.

    Juan Bautista nos presenta a Jesús como el Cordero del mundo. El Pastor-Cordero nos conoce y nos guía, nos alimenta y nos defiende. Y finalmente se entrega por nosotros. Como el cordero de la pascua judía, Jesucristo se entrega en expiación por el pecado del mundo. Y por nuestro pecado. Sería de necios ignorar también esa entrega.

LA IGNORANCIA DE JUAN

Pues bien, es interesante ver como en la confesión de Juan el Bautista se contraponen la ignorancia del profeta y la revelación que lo ilumina:

    “Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar…” Juan comprende que el bautismo que él administra es tan solo su humilde contribución para que Jesús se manifieste a Israel.

    “He contemplado al Espíritu… que se posó sobre él”. La ignorancia del profeta encuentra ayuda en la contemplación del Espíritu que guía a Jesús.

    “Yo no lo conocía, pero el que me envió me dijo…” Juan no conoce a Jesús pero se sabe elegido y enviado por Dios para presentar a Jesús ante el pueblo.

    “Yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios”. La ignorancia ha dejado paso a la contemplación y esta exige el testimonio. Ese es también nuestro camino.

Padre de los cielos, tú nos has elegido y enviado a anunciar la presencia de Jesucristo en un mundo que pretende ignorarla. Ayúdanos a cumplir esa misión con humildad, pero con generosidad Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 8 de enero de 2017

EL HIJO AMADO


Homilía en la Festividad del Bautismo del Señor. Domingo 8 de Enero de 2017.

“Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco”. Así comienza el primero de los cuatro cánticos del Siervo del Señor (Is 42, 1). No sabemos si se refiere a un personaje concreto o bien a toda la comunidad de los fieles de Israel.

De todas formas, el poema refleja la elección de alguien que recibe el Espíritu de Dios y es enviado para una misión estupenda: la de proclamar la alianza de Dios y la luz que él derrama sobre todos los pueblos. Una misión liberadora para todos los cautivos de las mil cadenas que pueden amarrar a los humanos.

El texto de los Hechos de los Apóstoles que hoy se proclama recoge unas palabras que Pedro pronuncia en la casa del centurión Cornelio. Jesús, ungido en su bautismo con la fuerza del Espíritu Santo, pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hech 10,38).

EL DIÁLOGO

Al meditar el misterio del Bautismo de Jesús, muchos nos preguntamos por qué quiso ser bautizado el que era la suma limpieza. Según los Padres de la Iglesia, Jesús bajó al Jordán, como Josué lo cruzó para conducir a su pueblo a la tierra de la libertad. El evangelio de Mateo introduce un diálogo intrigante para muchos creyentes:

    “Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mi?” El Catecismo de la Iglesia Católica interpreta estas palabras, como el reflejo de una duda de Juan el Bautista (CCE 535). El evangelista pretende dejar clara la superioridad de Jesús con relación al Precursor. Y disipar los recelos de los discípulos de ambos.

    “Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere”. La respuesta de Jesús refleja su decisión de cumplir “la justicia plena”, aceptando el proyecto de Dios. Es decir, proclamando con los signos que Dios ofrece la salvación gratuita a todos los pecadores, a los que se acerca Jesús en este rito bautismal.

EL ORÁCULO

Una vez bautizado, Jesús salió del agua y vio que el Espíritu se posaba sobre él en forma de paloma. Un dato que evoca el final del diluvio. Jesús es la tierra firme que emerge de las aguas de la muerte. Él es el anuncio de la paz que Dios ofrece a la humanidad y a todo el mundo creado. Pero a lo que se “ve” acompaña la voz de lo alto que se “oye”:

    “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”. Este oráculo es una adaptación de las palabras con las que Dios se refiere a su Siervo, elegido para salvar a su pueblo por medio de su palabra y también por sus dolores.

    “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”. Si en su bautismo Jesús se asocia a la suerte de los pecadores que bajan al Jordán, su misión de Hijo amado de Dios lo llevará a sufrir por ellos, es decir por todos nosotros.

    “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”. Al mostrarnos a su Hijo amado, Dios se nos revela como Padre universal. Su amor y su misericordia lo acompañan y definen. De esos dones todos nosotros hemos sido declarados herederos.

Padre de los cielos, que nos has revelado en Jesús a tu Hijo amado, te damos gracias por la misión salvadora que le has confiado y te rogamos que tu Espíritu nos ayude a cumplir siempre tu voluntad. Amén”.
D. José-Román Flecha Andrés

viernes, 6 de enero de 2017

DE LOS ASTROS AL SEÑOR


Solemnidad de la Epifanía de Nuestro Señor Jesucristo. 6 de Enero de 2017.

Los Magos han llamado siempre la atención de los cristianos. Por su origen misterioso. Por su tenacidad en seguir un signo que los lleva hasta el Mesías. Por la osadía que los lleva a presentarse en la misma residencia de un rey que representa la primera oposición al Mesías. Por su adoración, por su entrega, por su conversión.

El episodio de los Magos es como una parábola sobre el camino que lleva de la increencia a la fe, de la lejanía al encuentro, de la paganía a la cristianía. La atención, el camino y la adoración son, en ellos y gracias a ellos, el resumen del seguimiento cristiano.

1. Los Magos miran a los astros. pero los ven como señales de un misterio que los trasciende. Observan lo natural, pero su vida está abierta a lo sobrenatural. Sus días están llenos de sed y de espera. Sólo descubre el significado de lo que ve, quien está dispuesto a ver más allá de los signos.

La atención de los Magos a los astros es un modelo para todos nosotros. Será preciso estar atentos a la creación para ver en ella las huellas del Creador. Será necesario estar atentos a los signos de los tiempos para encontrar al Señor del tiempo y de la historia.

2. Solo descubren el sentido de la vida los que se ponen en camino. La itinerancia no es sólo una actividad más de la vida humana: es su misma esencia y su destino. En el camino, se ocultan a veces las señales que suscitaron el caminar. Pero es preciso seguir caminando.

La esperanza de los Magos es también la nuestra: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarle” (Mt 2,2). He ahí la pregunta que nos identifica como creyentes, la que nos hace extraños en un tiempo en el que no se valora la búsqueda.

3. “Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría” (Mt 2,10). Pero la alegría no es el fin de los caminos, si éstos no llevan hasta la meta. Sólo llega quien camina. Y quien reconoce que sólo el Señor merece adoración. “Entraron en la casa; vieron al Niño con su madre María y, postrándose, lo adoraron” (Mt 2,11).

Adorar es la meta y es la clave de la fe. Pero poco sería adorar sin entregarse. La adoración o es dádiva o es tan sólo un rito. Los dones que presentamos al adorar al Señor son tan sólo signo de la entrega de nosotros mismos. “Abrieron sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra” (Mt 2, 11). Seguramente no era todo lo que tenían, pero era lo mejor que poseían.

Los Magos llegados del Oriente son la parábola de los buscadores de Dios, convertidos ya en seguidores del Mesías. Nosotros no adoramos a los astros, sino al Señor de los astros y de la historia. Somos humildes caminantes que tratamos de ver las señales que nos llevan a reconocerle y adorarle.

D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 1 de enero de 2017

MADRE DE DIOS


Solemnidad de la Madre de Dios, 1 de enero de 2017.

“Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos.” Así resume san Pablo el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios (Gál 4,4).

El Hijo que vive en la eternidad es enviado por Dios y, sin embargo, nace en el tiempo de una mujer. Lo divino ha entrado en la esfera de lo humano. Y ahí está María como hospedera terrena del misterio celestial. Madre del Hijo de Dios, tan divino que puede hacerse humano. Tan humano que nos revela lo divino.

María es la Madre de Dios. “El dogma de la maternidad divina de María fue para el Concilio de Éfeso y es para la Iglesia como un sello del dogma de la Encarnación, en la que el Verbo asume realmente en la unidad de su persona la naturaleza humana sin anularla”. Así lo escribió san Juan Pablo II (Redemptoris Mater, 4).

LOS MENSAJEROS

Con un lenguaje no menos profundo, pero sí más cercano a la experiencia humana, el evangelio de Lucas nos hace presente una escena que siempre imaginamos nocturna: “Los pastores fueron rápidamente adonde les había dicho el ángel del Señor, y encontraron a María, a José y al recién nacido recostado en el pesebre” (Lc 2,16).

• Los pastores escuchan el mensaje celestial, encuentran al que les ha sido anunciado y ellos, a su vez, transmiten el mensaje recibido. La luz de lo alto los guía en la noche. Escuchar, ver y anunciar. He ahí las tres actitudes que caracterizan a los creyentes, es decir, a los que se asoman a los misterios divinos, que transforman a los humanos.

• Como se sabe, los pastores eran despreciados por la sociedad. No eran aceptados como testigos ante los tribunales. Y, sin embargo, ellos son los elegidos por Dios para dar testimonio de su presencia en el mundo. Los evangelizados se transforman en evangelizadores.

EL CORAZÓN

El evangelio de Lucas añade todavía una interesante observación sobre la Madre de Jesús: “María conservaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón”. ¿Cómo podía vivir con indiferencia el hecho que transformaba toda su vida?

• “María conservaba todas estas cosas”. Recordar es pasar por el corazón los acontecimientos que nos importan. María es modelo de muchas actitudes. También de la actitud de la acogida. No se puede morir de sed si se pasa junto a la fuente y se la ignora. Nadie puede ser salvado si desprecia al Salvador.

• “María meditaba estas cosas en su corazón”. Meditar es reflexionar sobre lo que realmente es importante para la vida. Aprender a saborear lo verdadero, lo bueno y lo bello. Hasta que nuestro corazón llegue a vivir en sintonía con Aquel que es la Verdad, la Bondad y la Belleza.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.

D. José-Román Flecha Andrés