El Papa ha insistido en dos
ocasiones esta semana en la necesidad de acoger con humildad la salvación que
nos ofrece Cristo, a diferencia de quienes le rechazaban porque «estaban tan
seguros en su fe, tan seguros en su observancia de los mandamientos», que
sentían que no necesitaban ser salvados «La salvación no se compra, ni se
vende: se regala. Es gratuita. Nosotros no podemos salvarnos por nosotros
mismos: la salvación es un regalo, totalmente gratuito. No se compra con la
sangre ni de toros ni de cabras: no se puede comprar. Para entrar en nosotros
esta salvación sólo pide un corazón humilde, un corazón dócil, un corazón
obediente. Como el de María. Y el modelo de este camino de salvación es el
mismo Dios, su Hijo», dijo el Papa, durante la misa del martes en la capilla de
Santa Marta.
Francisco hizo hincapié en el
«camino de la humildad, de la humillación». Y afirmó que esto «significa
sencillamente decir: yo soy hombre, yo soy mujer y Tú eres Dios, e ir adelante,
ante la presencia de Dios, en la obediencia, en la docilidad del corazón».
«Hoy podemos abrazar al Padre a
quien, gracias a la sangre de su Hijo, se ha hecho como uno de nosotros, nos
salva», añadió. «Este Padre que nos espera todos los días... Miremos el icono de
Eva y de Adán, miremos el icono de María y Jesús, miremos el camino de la
historia con Dios que caminaba con su pueblo. Y digamos: Gracias. Gracias,
Señor, porque hoy Tú nos dices a nosotros que nos has regalado la salvación.
Hoy es un día para dar gracias al Señor».
La humildad estuvo también en el
centro de la predicación del Papa el lunes. El obispo de Roma aludió al ejemplo
de quienes pensaban rechazaban a Jesús, porque «estaban tan seguros en su fe,
tan seguros en su observancia de los mandamientos, que no tenían necesidad de
otra salvación». Ése «es el drama de la observancia de los mandamientos sin fe:
Yo me salvo solo, porque voy a la sinagoga todos los sábados, trato de obedecer
a los mandamientos, ¡pero que éste no venga a decirme que eran mejor que yo
aquel leproso y aquella viuda! ¡Esos son marginados! Y Jesús nos dice: Si tú no
te marginas, no te sientes en el margen, no tendrás salvación. Ésta es la
humildad, el camino de la humildad: sentirse tan marginados que tenemos
necesidad de la salvación del Señor. Sólo Él salva, no nuestra observancia de
los preceptos. Y esto no gustó, se enojaron y querían matarlo».
La misma rabia -comentó el Papa-
afecta, inicialmente, también a Naamán, porque considera ridículo y humillante
la invitación de Eliseo de bañarse siete veces en el río Jordán para quedar
curado de la lepra. «El Señor le pide un gesto de humildad, que obedezca como
un niño, que haga el ridículo». Se va desdeñado, pero después, convencido por
sus siervos, vuelve y hace cuanto le dijo el profeta. Aquel acto de humildad lo
cura. «Es éste el mensaje de hoy, en esta tercera semana de Cuaresma», afirmó el Papa, y señaló que, si queremos ser
salvados, «debemos elegir el camino de la humildad»
«La humildad cristiana -aclaró-
no es la virtud de decir: Yo no sirvo para nada, y esconder la soberbia allí,
¡no, no! La humildad cristiana es decir la verdad: Soy pecador, soy pecadora.
Decir la verdad: es ésta nuestra verdad. Pero hay otra: Dios nos salva. Pero
nos salva allá, cuando nosotros somos marginados; no nos salva en nuestra
seguridad. Pidamos la gracia de tener esta sabiduría de marginarnos, la gracia
de la humildad para recibir la salvación del Señor».
Noticia digital
(25-III-2014)
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