Domingo 17 de
Noviembre de 2013. 33 del Tiempo Ordinario C
“Mirad que llega el día, ardiente
como un horno”. Con estas palabras anuncia el profeta Malaquías la llegada del
día del Señor. El día del Señor significa en el lenguaje de los profetas la
revelación de Dios y también la manifestacion de su justicia. Sería un día de
condena para los malvados y un día de salvación para los que honran el nombre
del Señor (Mal 3, 19-20).
A primera vista, este anuncio de
un día de revisión de la historia humana resulta bastante extraño para la
mentalidad de nuestra sociedad secular. Y, sin embargo, en su encíclica sobre
la esperanza, el papa Benedicto XXI ha afirmado que la meditación sobre el
juicio es una de las escuelas de la esperanza.
También la filosofía moderna se
subleva ante el espectáculo del holocausto y de los grandes genocidios. No se
puede igualar la suerte del justo con la del malvado. Las canalladas
desencadenadas por los sistemas de opresión no pueden quedar impunes. Nuestra
razón nos impulsa a aguardar una justicia que no premie las grandes tiranías de
la historia.
TIEMPO DEL DISCERNIMIENTO
También el evangelio de hoy nos
invita a levantar nuestra vista para mirar al futuro (Lc 21, 5-19). No es el
anuncio de la cercanía del fin del mundo. Es una exhortación a vivir el
presente con ojos abiertos. Este no es tiempo para el temor sino para el
discernimiento. Al menos tres contraposiciones resultan especialmente
llamativas en el texto.
-
En primer lugar, se confronta la mirada de “algunos” con la de Jesús. Mientras ellos sólo ven la belleza del
templo, Jesús descubre con realismo su debilidad. Sólo Dios es el Absoluto.
Todo lo demás es relativo, incluidas nuestras estructuras sociales y
religiosas.
- En segundo lugar, se confronta
el mensaje de los falsos profetas con el de Jesús. Son “muchos” los farsantes
que usurpan el nombre y la dignidad de Jesús, diciendo “Yo soy”. Pero sólo él
es la verdad y el humilde pregonero de la verdad.
- En tercer lugar, resuenan dos
terminantes prohibiciones de Jesús. El que había llamado a sus discípulos
diciendo: “Sígueme”, dice ahora con firmeza: “No vayáis tras ellos”. El que
siempre ha exhortado a sus discípulos a
confiar en él, les dice ahora: “No tengáis pánico”.
TIEMPO DEL TESTIMONIO
Jesús no nos invita al optimismo,
sino a la esperanza. Nos espera la persecución, aun por parte de los más
cercanos. Jesús no anuncia el fin del mundo. Pero sí anuncia el fin de las
relaciones y de las fidelidades. Y hasta el fin de nuestros proyectos y nuestra
propia vida.
• “Con vuestra perseverancia
salvaréis vuestras almas”. La esperanza desencadena en nosotros una fuerza
imparable. La fuerza que se traduce en paciencia y tenacidad, en compromiso con
nuestro mundo y en responsabilidad en nuestro trabajo.
• “Con vuestra perseverancia
salvaréis vuestras almas”. Habrá tiempos recios y momentos de crisis. La
esperanza que el Señor espera de nosotros nos lleva a permanecer fieles a su
llamada y a dar testimonio de su presencia en nuestro propio ambiente.
• “Con vuestra perseverancia
salvaréis vuestras almas”. En tiempos de barbarie, de frívola comodidad y de
nauseabunda apatía no podemos vender
nuestra alma. No podemos dejarnos arrebatar el tesoro de humanidad que
Dios nos ha confiado.
- Señor Jesús, La fe nos lleva a
aguardar tu venida. Que la esperanza de tu manifestación nos ayude a dar
testimonio de tu vida y de tu mensaje, de tus promesas y de tu gracia. Amén.
- Padre nuestro que estás en el
cielo, tú conoces nuestro amor a la vida y nuestro anhelo de vivir para
siempre. En tí esperamos y en tu amor confiamos. Adoctrinados por Jesús, en tus
manos encomendamos nuestro espíritu. Amén.
D. José-Román Flecha
Andrés
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