Reflexión Evangelio del Domingo 29 de Noviembre de 2020. 1º del Adviento
1. El evangelio de Marcos
propio del Ciclo B que inauguramos con este Adviento, insiste en el tema de la
carta de Pablo. El c. 13 de Marcos se conoce como el "discurso
escatológico" porque se afrontan las cosas que se refieren al final de la
vida y de los tiempos. Es un discurso que tiene muchos parecidos con la
literatura del judaísmo de la época que estaba muy determinada para la
irrupción del juicio de Dios para cambiar el rumbo de la historia. Los otros
evangelistas lo tomarían de Marcos y lo acomodarían a sus propias ideas. En
todo caso, este discurso no corresponde exactamente a la idea que Jesús de
Nazaret tenía sobre el fin del mundo o sobre la consumación de la historia.
2. Es bastante aceptado que
es un discurso elaborado posteriormente, en situaciones nuevas y de crisis,
sobre una “tradición” de Jesús y también de algo sucedido en tiempo del
emperador Calígula. Aquí, el evangelista, se vale de la parábola del portero
que recibe poderes para vigilar la casa hasta que el dueño vuelva. Estamos ante
el final del discurso, y se ve que es como una especie de consecuencia que
saca, el redactor del evangelio, de la tradición que le ha llegado a raíz de
los acontecimientos que han podido marcar la crisis de Calígula, un hombre que
no era agraciado ni en el cuerpo ni en el espíritu, como cuenta de él Suetonio
(Calig., L). Los judíos habían derribado un altar pagano en Yamnia, y el
emperador mandó hacer en el templo de Jerusalén un altar a Zeus. Para los
judíos y los judeo-cristianos supuso una crisis de resistencia como oprimidos
frente al poder del mundo. En aquél entonces algunos judeo-cristianos no habían
roto todavía con el judaísmo y con el templo. No pueden desear otra cosa que
legitimar su anhelo religioso en aras de una visión apocalíptica de la
historia: sobre todo, es necesaria la fidelidad a Dios antes que la lealtad a
los poderes del mundo que oprimen.
3. En la historia de la humanidad siempre se repiten momentos de crisis; situaciones imposibles de dominar desde el punto de vista social y político, cuando no es una catástrofe natural. La interpretación religiosa de esos acontecimientos se presta a muchos matices y a veces a falsas promesas. El hecho de que no se pueda asegurar el día y la hora pone en evidencia a los grupos sectarios que se las pintan muy bien para atemorizar a personas abrumadas psicológicamente. El lenguaje apocalíptico, que no era lo propio de Jesús, se convierte para algunos en la panacea de la interpretación religiosa en los momentos de crisis y de identidad.
4. Hoy, sin embargo, debemos
interpretar lo apocalíptico con sabiduría y en coherencia con la idea que Jesús
tenía de Dios y de su acción salvadora de la humanidad. Se pide
"vigilancia". ¿Qué significa? Pues que vivamos en la luz, en las
huellas del Dios vivo, en el ámbito del Dios de la encarnación como misterio de
donación y entrega. Ese es el secreto de la vigilancia cristiana y no las
matemáticas o la precisión informática de nuestro final. Esto último no merece
la pena de ninguna manera. Pero vigilar, es tan importante como saber vivir con
dignidad y con esperanza. Hablar de la “segunda” venida del Señor hoy no
tendría mucho sentido si no la entendemos como un encuentro a nivel personal y
de toda la humanidad con aquél que ha dado sentido a la historia; un encuentro
y una consumación, porque este mundo creado por Dios y redimido por Jesucristo
no se quedará en el vacío, ni presa de un tiempo eternizado. Dios, por
Jesucristo, consumará la historia como Él sabe hacerlo y no como los Calígula
de turno pretenden protagonizar. Es esto lo que hay que esperar, y el Adviento
debe sacar en nosotros a flote esa esperanza cristiana: todo acabará bien, en
las manos de Dios.
Fray Miguel de Burgos
Núñez
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