Reflexión Homilética para el Domingo 19 de Mayo de 2019. 5º de Pascua.
Os doy un
mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos
también entre vosotros. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos
será que os amáis unos a otros.
Que el principal mandamiento de le Ley era amar
a Dios con todo el corazón y al prójimo como a uno mismo era algo conocido y
aceptado por todos los judíos. Jesús mismo, como buen judío practicante que
era, lo repite así literalmente en los evangelios según San Marcos, San Mateo y San Lucas.
Cuando un fariseo le preguntó con ánimo de ponerle a prueba cuál era el principal mandamiento de la Ley, Jesús respondió sin titubear: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y principal mandamiento.
Cuando un fariseo le preguntó con ánimo de ponerle a prueba cuál era el principal mandamiento de la Ley, Jesús respondió sin titubear: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y principal mandamiento.
El segundo es semejante a este: Amarás a
tu prójimo como a ti mismo (Mt 22, 35). Esto era conocido, como digo, por todos
los judíos. ¿Cuál es, pues, la novedad del mandamiento nuevo que el mismo Jesús
dice ahora, según san Juan? Es claro: cambiar el <como a ti mismo> por el
<como yo os he amado>. Jesús nos dijo en más de una ocasión que él no
había venido a cambiar la Ley, sino a perfeccionarla.
Esto es exactamente lo que ha hecho ahora Jesús, porque amar al prójimo como nos amamos a nosotros mismos puede ser en muchos casos peligroso y hasta malo, ya que nosotros no nos amamos siempre bien a nosotros mismos. El egoísmo, la pasión, la ignorancia o la ceguera interesada pueden hacer que más de una vez nos amemos a nosotros mismos de mala manera. En cambio, amarnos unos a otros como Jesús nos amó siempre es agradable a Dios.
Esto es exactamente lo que ha hecho ahora Jesús, porque amar al prójimo como nos amamos a nosotros mismos puede ser en muchos casos peligroso y hasta malo, ya que nosotros no nos amamos siempre bien a nosotros mismos. El egoísmo, la pasión, la ignorancia o la ceguera interesada pueden hacer que más de una vez nos amemos a nosotros mismos de mala manera. En cambio, amarnos unos a otros como Jesús nos amó siempre es agradable a Dios.
Y, ¿Cómo nos amó Jesús? Pues, en el contexto en el
que Jesús dice esta frase, está muy claro: Jesús dice esto a sus discípulos
después de lavarles los pies y cuando les está diciendo que su Padre lo va a glorificar,
cuando él, Jesús, muera en la cruz y el Padre lo resucite. Por tanto, amarnos
unos a otros como Jesús nos amó es amarnos con un amor de absoluta generosidad,
estando dispuestos hasta, si fuera necesario, morir por amor al prójimo. Jesús
murió en acto de servicio, por amor a todos nosotros, glorificando así a su
padre Dios y siendo glorificado por Él.
D. Gabriel González del Estal
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