Reflexión Homilética para el Domingo 5 de Mayo de 2019. 3º de Pascua, C.
Su palabra es
realmente profética. Anuncia la resurrección de Cristo. Y denuncia la
injusticia de quienes lo condenaron a muerte. Y eso, con la plena conciencia de
que ese ministerio profético les ha de costar persecuciones y castigos. Pero la
fidelidad a la llamada de Dios está por
encima de las normas y las prohibiciones de los hombres.
Pero en las palabras
de Pedro hay además otro punto importante. Él y sus compañeros se consideran
testigos del misterio y de la misión de Jesucristo. Y para serlo de verdad, el
testigo ha de estar ahí y ser diferente. La valentía es una nota distintiva del
testigo. Con razón se canta en el salmo: “Te ensalzaré, Señor, porque me has
librado” (Sal 29,2).
CUATRO PASOS
El evangelio que se
proclama en este domingo tercero de Pascua (Jn 21,1-19) consta de cuatro
partes: la crisis de siete discípulos de Jesús que se retiran al lago, el
encuentro con el Señor, las preguntas a Pedro y el encargo que le confía Jesús,
y finalmente la pregunta por la suerte del discípulo amado. En muchas
celebraciones se leerán solo las dos primeras.
- El relato evoca y
presenta el paso que va de la noche al amanecer, de las tinieblas a la luz, de
la soledad de los discípulos al encuentro con un personaje que aparece en la
mañana a la orilla del lago (vv.3-4).
- Hay otro paso
importante que va de la ignorancia al conocimiento. En un principio no saben
que ese personaje que los espera en la costa es Jesús (v.4). Pero uno de ellos
reconoce que es el Señor y se lo comunica a Pedro (v.7). Al fin todos saben que
es el Señor (v.12).
- Un tercer paso va
de la esterilidad y del fracaso de esos discípulos que, a pesar de su
experiencia, no logran pescar nada en toda la noche (v.3), a la satisfacción
ante una pesca más abundante de lo que habrían podido soñar (v. 6.8).
- Y hay finalmente
un cuarto paso que lleva a los discípulos de la carestía y el hambre, puesto
que no tienen nada que comer (v. 5), al disfrute del almuerzo que Jesús ha
preparado para ellos (vv. 9-12).
LA PRESENCIA DEL MAESTRO
Son siete los
discípulos que se vuelven al lago de Galilea. Ese es el lugar en el que se
desarrolla la escena del encuentro con Jesús. Allí pescaba Simón en otros
tiempos. Y allí regresa, como si tratase de olvidar el tiempo vivido junto a
Jesús.
- Esta huida de
Pedro puede ser más dramática que la cobardía con la que afirmó no conocer a su
Maestro. Pero Jesús no olvida a quien parece querer ignorar su llamada inicial.
Y repetirá el mismo consejo al pescador frustrado.
- Pedro ha de saber
que su trabajo puede resultar baldío, aunque lo lleve a cabo en compañía de
otros que comparten su desaliento. Solo cuando escucha el consejo del Maestro
su pesca se hace asombrosamente abundante.
- Pedro no debe
olvidar que algunos abandonaron a Jesús cuando hablaba del pan de la vida. Ahora, como en la última cena, Jesús toma en
sus manos el pan y el pescado y se lo da. El Señor repite los signos de su entrega.
Señor Jesús,
resucitado de entre los muertos, sabemos que tú nos buscas y nos llamas a pesar
de nuestros olvidos y traiciones. Tus palabras y tus gestos hacen evidente tu
presencia de Maestro entre los que queremos ser tus discípulos. No permitas que
nos alejemos de ti. Amén. ¡Aleluya!
D. José-Román Flecha Andrés
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