Reflexión del Evangelio
del Domingo 5 de Noviembre de 2023. 31º del Tiempo Ordinario.
No hacen lo que dicen
Jesús de una manera
profética denuncia la incoherencia e hipocresía de los fariseos y maestros de
la Ley que pervertían la enseñanza de Moisés y los profetas convirtiendo en una
carga insoportable para la gente sencilla y humilde. Ojalá los seguidores de
Jesús no convirtamos su Evangelio en carga pesada y moralizante para la gente
sino en lo que es, “Buena noticia’’, esperanza, dicha, alegría y felicidad para
todos.
Las palabras de Jesús no
han perdido actualidad. El pueblo sigue escuchando a algunos dirigentes que «no
hacen lo que dicen». Hay una profunda división entre lo que enseñan y lo que
practican, entre lo que pretenden de los demás y lo que se exigen a sí mismos.
Nuestra Iglesia necesita
de verdaderos creyentes que con sus vidas irradien un aire más evangélico.
Hombres y mujeres que vivan su fe. Precisamos «maestros de vida». Necesitamos
testigos capaces de transparentar en sus vidas el Evangelio de Jesús y que encuentren
palabras y gestos que narren al Dios de Vida a las personas que viven sus
experiencias de alegría, dolor y esperanza en el hoy y respondan con amor a sus
preguntas y necesidades.
La Iglesia si es de Jesús
siempre habrá de ser una “Iglesia de puertas abiertas” donde encuentren acogida
todos los que necesitan amor, amistad, paz, aliento y esperanza para vivir una
vida sana y plena compartiendo y construyendo juntos una comunidad cada vez más
humana, fraterna y solidaria. Además, según el papa Francisco la comunidad
cristiana necesita con mayor urgencia hoy capacidad de curar heridas y dar
calor a los corazones de los fieles, cercanía y proximidad. Veo a la Iglesia
como hospital de campana tras una batalla curando heridas y aliviando el dolor
de sus hijos y fieles.
La Iglesia está llamada a
curar heridas y no imponer cargas pesadas, doctrinas moralizantes y legalistas
sino anunciar a un Dios Amor que nos abraza con ternura y amor. En definitiva,
necesitamos construir juntos una comunidad que nace de la Palabra haciéndose
palabra profética de la presencia de Dios y de su amor en el hoy del mundo y de
nuestras historias. En síntesis, necesitamos proclamar la alegre noticia,
porque el Evangelio del amor de Dios no puede ser anunciado más que con
alegría, esta es nuestra misión que el Maestro de Nazaret nos enmienda a todos
sus seguidores.
En definitiva, estamos
llamados a atender y a redescubrir una cultura de atención, de la escucha y de
una pastoral de proximidad. Por último, estamos invitados a construir una
comunidad cristiana que nace de un corazón que ve donde se necesita amor y
actúa en consecuencia.
¿Cómo podemos captar a
Dios como algo nuevo y bueno?
¿Estamos dispuestos a construir una Iglesia sinodal, samaritana y profética?
Fray Felipe
Santiago Lugen Olmedo O.P.
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