Reflexión Evangelio Domingo 30 de Enero de 2022. 4º del Tiempo Ordinario.
1. “Esta escritura comienza a cumplirse hoy” (v. 21). Así
arranca el texto del evangelio que complementa de una forma práctica el
planteamiento que se hacía el domingo pasado sobre la escena-presentación de
Jesús en su pueblo, donde se había criado, en Nazaret. Esta escena prototipo de
todo lo que Jesús ha venido a hacer presente, apoya que las palabras sobre la
gracia, exclusivamente las palabras liberadoras, se convierten en santo y seña
de su vida y de su muerte. El “hoy”, el ahora, es muy importante en la teología
de evangelio de Lucas. Lo que Jesús interpreta en la sinagoga es que ha llegado
el tiempo (cf Mc 1,14) de que las palabras proféticas no se queden solamente
“escritura sagrada”. De eso no se vive solamente. Son realidad de que Dios “ya”
está salvando por la palabra de gracia.
2. El V.22 ha sido objeto de discusiones exegéticas, que
actualmente apuntan claramente a entenderlo de la manera siguiente: todos lo
criticaban (daban testimonio de él, -martyréô- pero en sentido negativo), a
causa de las palabras sobre la gracia. ¿Por qué? Precisamente porque en la cita
del texto de Is 61,1-2 (Lc 4,18) han desaparecido aquellas palabras que hacían
mención de la ira de Dios contra los paganos. El testimonio de sus paisanos de
Nazaret, pues, no es favorable sino adverso. Y es contrario porque Jesús se
atreve a anunciar la salvación, no solamente de su pueblo, sino del hombre, de
cualquier hombre, de todos. Los ejemplos posteriores –después del reproche
“médico cúrate a ti mismo”-, de Elías y Eliseo en beneficio de personas paganas
(no de Israel) vienen a iluminar lo que Jesús ha querido proclamar en la
sinagoga de Nazaret. La consecuencia de todo ello no es otra que el intenta de apedrear
a Jesús. ¿Por qué? ¿Por qué les ha puesto el ejemplo de los profetas abiertos al
mundo pagano? ¡Sin duda! Porque ha proclamado el evangelio de la gracia.
3. Se ha dicho, con razón, que este es un relato
programático. No quiere decir que no sea histórico, que no haya ocurrido una
escena de rechazo en Nazaret (así lo muestra Marcos 6,1-6). Pero en Lucas es
una escena que quiere concentrar toda la vida y toda la predicación de Jesús
hasta el momento de su rechazo, de su juicio y de su muerte. Nazaret no es
solamente su patria chica; en este caso representa a todo su pueblo, sus
instituciones, su religión, sus autoridades, que no aceptan el mensaje
profético de la gracia de Dios que es y debe ser don para todos los hombres.
Lucas ha puesto todo su genio literario, histórico y teológico para darnos esta
maravilla de relato que no tiene parangón. Todo lo que sigue a continuación, la
narración evangélica, es la explicitación de lo que sucede en esta escena.
4. Jesús, como Jeremías, ha sido llamado para arrancar de la
religión de Israel, y de toda religión, la venganza de Dios, y para plantar en
el mundo entero una religión de vida. Los ejemplos que Lucas ha escogido para
apoyar lo que Jesús hace –lo del gran profeta Elías y su discípulo Eliseo-, muestran
que la religión que sigue pensando en un Dios manipulable o nacionalista, es
una perversión de la religión y de Dios mismo. El itinerario vital de Jesús que
Lucas nos describe en esta escena, muestra que el Reino que a partir de aquí ha
de predicar, es su praxis más comprometida. La salvación ha de anunciarse a los
pobres, como se ve en la primera parte de esta escena de Nazaret, y ello supone
que Jesús, en nombre de Dios, ha venido a condenar todo aquello que suponga
exclusión y excomunión en nombre de su Dios. Lucas, pues, sabe que era
necesario presentar a Jesús, el profeta de Nazaret, en la opción por un Dios
disidente del judaísmo oficial. Eso será lo que le lleve a la muerte como
compromiso de toda su vida. Y así se pre-anuncia en el intento de apedreamiento
en Nazaret. Pero no es la muerte solamente lo que se anuncia; también la
resurrección: “pero él, pasando por medio de ellos, se marchó” (v.30). Esta no
es una huida cobarde, sino “entre ellos”, pasando por la entraña de la muerte…
se marchó… a la vida nueva.
Fray Miguel de Burgos Núñez
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