1. El evangelio de este
domingo está entresacado de Juan 15 y 16, capítulos de densa y expresiva
teología joánica, que se ha puesto en boca de Jesús en el momento de la
despedida de la última cena con sus discípulos. Habla del Espíritu que les ha
prometido como «el Defensor» y el que les llevará a la experiencia de la
verdad. Cuando se habla así, no se quiere proponer una verdad metafísica, sino
la verdad de la vida. Sin duda que quiere decir que se trata de la verdad de
Dios y de la verdad de los hombres. El concepto verdad en la Biblia es algo
dinámico, algo que está en el corazón de Jesús y de los discípulos y,
consiguientemente, en el corazón de Dios. El corazón es la sede de todos los
sentimientos. Por lo mismo, si el Espíritu nos llevará a la verdad plena,
total, germinal, se nos ofrece la posibilidad de entrar en el misterio del Dios
de la salvación, de entrar en su corazón y en sus sentimientos. Por ello, sin
el Espíritu, pues, no encontraremos al Dios vivo de verdad.
2. El Espíritu es el “defensor”
también del Hijo. Todo lo que él, según San Juan, nos ha revelado de Dios, del
padre vendrá confirmado por el Espíritu. Efectivamente, el Jesús joánico es muy
atrevido en todos los órdenes y sus afirmaciones sobre las relaciones entre
Jesús y Dios, el Padre, deben ser confirmadas por un testigo cualificado. No se
habla de que el Espíritu sea el continuador de la obra reveladora de Jesús y de
su verdad, pero es eso lo que se quiere decir con la expresión “recibirá de mí
lo que os irá comunicando”. No puede ser de otra manera; cuando Jesús ya no
esté entre los suyos, su Espíritu, el de Dios, el del Padre continuará la tarea
de que no muera la verdad que Jesús ha traído al mundo.
Fray Miguel de Burgos Núñez
No hay comentarios:
Publicar un comentario