1. El evangelio del día usa la
fórmula trinitaria como fórmula
bautismal de salvación. Hacer discípulos y bautizar no puede quedar en un rito,
en un papel, en una ceremonia de compromiso. Es el resucitado el que “manda” a
los apóstoles, en esta experiencia de Galilea, a anunciar un mensaje decisivo.
No sabemos cuándo y cómo nació esta fórmula trinitaria en el cristianismo
primitivo. Se ha discutido mucho a todos los efectos. Pero debemos considerar
que el bautismo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo significa
que ser discípulos de Jesús es una llamada para entrar en el misterio amoroso
de Dios.
2. Bautizarse en el nombre del
Dios trino es introducirse en la totalidad de su misterio. El Señor resucitado,
desde Galilea, según la tradición de Mateo (en Marcos falta un texto como éste)
envía a sus discípulos a hacer hijos de Dios por todo el mundo. Podíamos
preguntarnos qué sentido tienen hoy estas fórmulas de fe primigenias. Pues
sencillamente lo que entonces se prometía a los que buscaban sentido a su vida.
Por lo mismo, hacer discípulos no es simplemente enseñar una doctrina, sino
hacer que los hombres encuentren la razón de su existencia en el Dios
trinitario, el Dios cuya riqueza se expresa en el amor.
Fray Miguel de Burgos Núñez
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