Reflexión del Evangelio del Domingo 16 de mayo de 2021. 7º del Tiempo 0rdinario.
Jesús acaba su vida terrena y
vuelve al Padre. Es la fe que profesamos cada domingo: subió al cielo y está
sentado a la derecha del Padre.
Estar junto al Padre es estar en
el amor del Padre. Desde el día de la Ascensión, los seguidores de Jesús
conocemos que nuestra meta final es estar donde está Jesús, con el Padre.
Celebrar la fiesta de la
ascensión del Señor es celebrar que Jesús ha adquirido la plenitud más allá de
las posibilidades humanas: en Dios. Es creer que Jesús hombre como nosotros, ha
entrado en la vida íntima de Dios, es partícipe de su divinidad. Es celebrar
que está en el cielo, es decir que tiene un lugar en el corazón de Dios, en una
existencia nueva, plena y feliz. Que tiene a Dios en plenitud y vive su amor.
La ascensión de Jesús no es sólo
su triunfo; es también el nuestro, porque sube con nuestra carne. Por eso, en
esta fiesta celebramos el triunfo de la vida sobre la muerte, del amor sobre el
odio; el triunfo de todo lo que nos eleva como seres humanos, sobre lo que nos
deshumaniza. Es la fiesta de la superación humana, el triunfo de todo lo
positivo.
Es celebrar que nuestra meta es: el
cielo. Dios es el cielo.
No te conformes con los
horizontes estrechos de este mundo; tú aspira a un amor sin egoísmos ni
ambigüedades, aspira a una vida plena en la que se realicen todos los sueños
humanos de felicidad, vida, amor y armonía. Aspira al cielo. Pero, sin
olvidarte, que el único camino que tenemos para ir al cielo es la tierra.
¿Quieres anunciar esta buena
noticia? anúnciala con obras que hagan creíble el evangelio.
Obras que quiten los demonios del
individualismo, el egoísmo, la injusticia; obras que liberen de ideologías
endemoniadas y pobrezas que deshumanizan (la ideología siempre, a la larga, «es
una realidad destructora de la dignidad humana»).
Anuncia el Evangelio con obras
que den cuenta de que a ti no te envenena el odio y el insulto que nos rodea
cada día; ni te envenena el pesimismo y el desencanto de esta sociedad.
Con el nuevo lenguaje del amor;
no te hará daño la violencia, la prepotencia de los poderosos, que envenena la
convivencia de la relación entre las personas.
Tomarás en tus manos: las
serpientes de la mentira, el soborno, la corrupción, la murmuración, que causa
estragos en las relaciones humanas.
Sentirás que, el Evangelio
proclamado, tiene «poderes mesiánicos» liberadores, y el Señor actuará con
nosotros para destruir lo que amenaza y mata la vida.
En la victoria de Cristo estamos
marcados por el Aleluya pascual, por la música de la esperanza, por la vida
buena y santa. Por eso:
Asciende en humanidad, libertad,
madurez, plenitud humana, compromiso comunitario. No te quedes ahí plantado,
levántate y asciende en fe y amor. Asciende acompañado por los más débiles.
Sólo ascenderás si sabes que
estás abajo. El bautismo te hará ascender más allá de tus posibilidades
humanas. ASCIENDE COMO HIJO DE DIOS.
Señor Jesús aumenta nuestra fe en ti que estás en la casa del Padre y Te quedaste también con nosotros en el pan, en los hermanos, en el gozo, en la risa abierta, en todo corazón que ama y espera, en estas vidas nuestras que cada día ascienden a tu lado. Amén.
Fr. Isidoro Crespo
Ganuza O.P.
No hay comentarios:
Publicar un comentario