Reflexión Homiletica para el Domingo 17 de Noviembre de 2019. 33º del Tiempo Ordinario.
“A vosotros, los que teméis mi
nombre, os iluminará un sol de justicia y hallaréis salud a su sombra”. Este
texto del profeta Malaquías anuncia el día del Señor. Un día ardiente como un
horno. Así será el juicio de Dios sobre los hombres y sobre la historia. Los
malvados serán como la paja que consume el fuego. Pero a los justos, ese mismo
fuego les proporcionará un calor saludable y luz para el camino (Zac 3,20).
De esa profecía se hace eco el
salmo responsorial de este domingo. De nuevo aparece la visión del juicio de
Dios sobre la historia y sobre el proceder de cada persona. “El Señor llega
para regir la tierra, para regir a los pueblos con rectitud” (Sal 97,9).
La consideración del juicio de
Dios sobre el mundo debio de dejar impresionados a los fieles de Tesalónica.
Sin duda pensaban que el juicio estaba ya muy próximo. Tanto que algunos vivían
desordenadamente y habían dejado de trabajar. San Pablo repite lo que ya había
ordenado antes: “Que si alguno no quiere trabajar, que no coma” (2 Tes 3,7-12).
CURIOSIDAD Y FIDELIDAD
El evangelio que se proclama en
este penúltimo domingo del año litúrgico (Lc 21,5-19) nos recuerda que algunos
contemporáneos de Jesús se quedaban admirados por la belleza del templo de
Jerusalén, que desde los días de Herodes el Grande estaba siendo reconstruido
con magnificencia.
Sin embargo, Jesús les advierte
sobre la caducidad de todas las obras humanas: “Esto que contempláis, llegarán
días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida”. El anuncio
suscita la curiosidad de los oyentes. Desearían saber cuándo va a ocurrir ese
desastre. Pero Jesús se niega a ofrecer
una respuesta sobre esa fecha.
De todas formas, el texto incluye
una lista de fenómenos cósmicos y sociales que inducirán a muchos a pensar que
se acerca el final de los tiempos. Además, Jesús anuncia las persecuciones que
habrán de afectar a los que le siguen.
Serán denunciados hasta por sus
mismos familiares. Y, al igual que el mismo Jesús, habrán de comparecer ante
las autoridades religiosas y civiles. Pues bien, todo lo que puedan sufrir por
causa del nombre del Señor, tendrán que verlo como una ocasión para dar
testimoniono de su fe y de su fidelidad al Maestro.
AVISOS PARA EL CAMINO
La pregunta de los curiosos se ha
ido repitiendo a lo largo de estos 2000 años de cristianismo. A muchos les
interesa saber el cómo, el dónde y el cuándo de los acontecimientos. Los
seguidores de Jesús le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo va a ser eso?”. En lugar
de responder, Jesús nos dejó tres avisos para el camino:
- “No vayáis tras ellos”. Muchos
vendrán recordando todos los fenómenos que suelen atemorizar a las gentes y se
presentarán como el Mesías enviado por
Dios. Los seguidores de Jesús no deberán
prestar atención a esos pretendidos salvadores de la humanidad. La salvación
está en seguir al Señor.
- “No tengáis pánico”. Siempre habremos de
vivir en un tiempo de contradicción y persecución. Si queremos de verdad
seguir a Jesucristo tendremos que contar
con calumnias y acusaciones de todo tipo. Pero hemos de superar el temor y
aprender a remar contra corriente. Ser testigos implica estar ahí y ser
diferentes.
- “Con vuestra perseverancia
salvaréis vuestras almas”. Salvar el alma es seguir al Salvador de nuestras
vidas. Salvar el alma es descubrir el sentido de la vida y tratar de realizarlo
y celebrarlo un día tras otro. El pensamiento sobre el futuro nos exige un
compromiso de verdad y fidelidad en el presente.
Señor Jesús, conocemos la
debilidad de las grandes construcciones humanas. Y la falsedad de los que se
arrogan el papel de salvadores de la humanidad. Nosotros creemos que tú eres el
único Salvador. Que tu gracia nos ayude a escuchar tu voz entre las voces y a
dar un testimonio valiente y creible de tu palabra y de tu vida.
D. José-Román
Flecha Andrés
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