Reflexión del Evangelio del Domingo 24 de Enero de 2020. 3º del Tiempo Ordinario
1. EL evangelio de hoy, de
Marcos, tiene dos partes. La primera (vv.14-15), un sumario o síntesis,
centrada en lo que es el programa de Jesús cuando vino a Galilea: el evangelio
de Dios. Jesús viene a proclamar buenas noticias -eso significa evangelio-, de
parte de Dios. Ello supone, pues, el anuncio de un tiempo nuevo y la llegada
del Reino de Dios. El segundo elemento determina al primero: el tiempo es nuevo
porque el reino de Dios ha comenzado. El tiempo es nuevo porque la soberanía de
Dios sobre las miserias del hombre ha de ponerse de manifiesto. Este es el
empeño fundamental de Jesús: hacer posible que ese Reino, que no es un
territorio, ni un poder violento o material, llegue a los hombres. Dios se
compromete profundamente, por medio de Jesús, en hacer posible ese Reino de
liberación y de gracia. Pero también, por nuestra parte, se necesitan
respuestas: convertíos y creed en el evangelio. Eso es lo que Jesús pedía y eso
es lo que se nos pide aún. Ser cristianos, pues, debe significar que en este mundo
de miserias, el evangelio, como buena noticia para los que sufren, está en
acción.
2. Si analizamos a fondo este
sumario, podremos darnos cuenta de su importancia. El redactor lo pone al
principio de todo, de la predicación de Galilea, porque está convencido de que
cuando Jesús comienza a predicar ha llegado el tiempo nuevo tanto tiempo
esperado por el pueblo de Israel. Y el tiempo es nuevo porque Jesús trae “buenas noticias” de parte
de Dios, lo que se centra en ese concepto abarcante del “reino o reinado de
Dios” (basileia tou theou). Jesús quiere decir que es Dios quien toma las
riendas de esta historia y ya no deben
ser los hombres “soberanos” y “reyes” quienes han de imponer a otros sus
caprichos y sus leyes. Dios entrega salvación y liberación por medio del
profeta de Galilea. Hacía mucho tiempo que no se oía una voz profética en
Israel, porque los “soberanos” de turno lo habían impedido. La soberanía de
Dios también implicaba que se oyera una voz profética para interpretar la
historia de las miserias humanas de otra forma y de otra manera.
3. ¿Qué se pide a cambio de este
tiempo nuevo? ¡Conversión! Que no es simplemente “hacer penitencia”. Si
traducimos de esa manera el verbo que está a la base del texto (metanoéô) le
habremos quitado su sentido primero y principal: cambiar de rumbo, de camino,
de horizonte, de mentalidad. Convertirse
no es vestirse de saco y de ceniza. En Marcos, en el evangelio, en la
predicación de Jesús, significa precisamente tomar una actitud nueva, una
mentalidad creadora. Y es el segundo término el que mejor lo define: (unido a
la conversión por un kai –y- “explicativo”) “creer en el evangelio”- Creer es
“confiar” en las buenas noticias que vienen de parte de Dios. Esa es la
conversión primera y fundamental. Sin eso no hay conversión, aunque nos
vistamos de saco y ceniza.
4. La segunda parte del texto evangélico de hoy describe la llamada a ser discípulos (vv. 16-20) y también pone de manifiesto varias cosas: el evangelio siempre ha contado con testigos que desde el principio forman una comunidad. El anuncio del evangelio provoca decisiones personales creando comunidad y fraternidad. Jesús no es un solitario que anuncia ideas extrañas, sino alguien que llega al corazón de los hombres, hasta el punto de dejar su modo de vivir por la causa del Reino. Los que le siguen sentirán con él una experiencia nueva de vida para anunciarla a los otros («os haré pescadores de hombres»). No se trata simplemente de un Rabí que tiene discípulos para que aprendan, sino que todo eso lo deben invertir en los demás. Jesús se impone en su llamada, pero dejando libertad. El «sígueme» de Jesús, de su evangelio, es una palabra creadora, no es doctrina, no son ideas, sino que provoca un estilo de vida. Esta primera llamada de los discípulos, aunque conocidos, no debe interpretarse como el relato histórico de lo que sucedió realmente, aunque en cierta forma lo es; sino que pretende ser el apoyo directo de la reacción al anuncio de las buenas noticias del evangelio predicado por Jesús en Galilea.
Fray Miguel de Burgos
Núñez
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