Reflexión Homilética para el Domingo 21 de Julio de 2019. 16º del Tiempo Ordinario.
“Señor, si he alcanzado tu favor,
no pases de largo junto a tu siervo” Con estas palabras se dirige Abrahán a los
tres peregrinos que han llegado hasta su tienda, allá en el encinar de Mambré
(Gén 18,1-10). La proverbial hospitalidad de los beduinos se convierte en
oración en sus labios. Una petición que
puede inspirar a todos los creyentes.
Pero el texto no solo se hace eco
de la súplica del nómada. Recoge también la promesa que formula uno de los
peregrinos que han sido acogidos por él: “Cuando vuelva a verte, dentro del
tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo”. Una promesa que revela el
carácter divino de aquellos mensajeros.
El salmo responsorial se hace eco
de esta escena bíblica y nos invita a
repetir: “Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?” (Sal 142,2). La
respuesta del salmo es una memoria de virtudes que predisponen a la persona
para encontrarse con los demás y con el mismo Dios.
LA INDIFERENCIA DE JESÚS
También en el evangelio que hoy
se proclama encontramos una escena de hospitalidad. Mientras va de camino,
Jesús se detiene en una aldea. Una mujer llamada Marta le ofrece hospitalidad
en su casa y se precocupa de servirle. Mientras tanto, su hermana María se
sienta a los pies de Jesús y escucha su palabra (Lc 10,38-42).
Marta se queja ante Jesús de que
su hermana la deje a ella sola ocuparse de las atenciones que requiere la
hospitalidad: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el
servicio? Dile que me eche una mano”.
Naturalmente esa interpelación
que brota de los labios de Marta puede
ser interpretada como una doble acusación. Marta está incómoda por la actitud
de María. Pero, de paso, considera que Jesús no hace bien en ignorar aquella
situación. Cabe todavía preguntarse si esta doble acusación se debe al
cansancio o tal vez a un ataque de celos.
Durante una tempestad en el mar,
los discípulos se habían dirigido a Jesús con una fórmula muy semejante:
“Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?” (Mc 4,38). El escenario es muy
diferente. Pero el lamento es muy semejante. En un caso y en otro late la
inquietud por la aparente indiferencia de Jesús ante la situación de la
persona.
LAS OCUPACIONES Y EL SENTIDO
Ahí queda la pregunta. Pero
también nos interesa escuchar la doble respuesta que Jesús dirige a Marta.
“Marta, Marta, andas inquieta y
nerviosa con tantas cosas: solo una es necesaria”. Esta observación va dirigida
a toda la Iglesia, que parece demasiado empeñada en multiplicar su actividad.
Pero es válida también para una sociedad que pone todo su afán en las
ocupaciones terrenas, mientras se olvida de considerar el sentido que
encierran.
“María ha escogido la mejor
parte, y no le será arrebatada”. Esta segunda manifestación de Jesús se dirige
de nuevo a la Iglesia, llamada a escuchar la palabra del Señor. Pero interpela
también a una sociedad que persigue a los creyentes y desprecia sus creencias,
sus símbolos y sus ritos.
Señor Jesús, también hoy vienes
a nuestra casa, pero nosotros no ponemos interés en ofrecerte hospitalidad.
Abre nuestros corazones para que aprendamos a acogerte en los pobres y en los
marginados, en los emigrantes y en los perseguidos. Con ellos llegas tú a nuestra casa. Bendito
seas tú, que vienes en el nombre del Señor. Amén.
D. José-Román Flecha Andrés
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