Reflexión Homilética para el Domingo 30 de Junio de 2019. 13 del Tiempo Ordinario, C.
“Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los mató,
hizo fuego con los aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente. Luego se
levantó, marchó tras Elías y se puso a sus órdenes” (1 Re 19,21). Así se
proclama en la primera lectura de la misa de hoy.
Como se ve, Elías busca un sucesor para su misión, y Eliseo
acepta la misión que se le confía. Inmediatamente abandona su profesión de
agricultor y decide seguir a aquel profeta de fuego. Es interesante ver que no
solo deja sus pertenencias sino que las convierte en el objeto de un sacrificio
que ofrece a Dios y a sus familiares y amigos.
A este relato de vocación responde adecuadamente el salmo
responsorial: “Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no
vacilaré” (Sal 15,8). En este contexto, son muy importantes las palabras que
Pablo escribe a los Gálatas: “Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no una
libertad para que se aproveche el egoísmo; al contrario, sed esclavos unos de
otros” (Gál 5,13).
POBREZA Y URGENCIA
De la vocación nos habla también el evangelio de este
domingo. Jesús ha tomado ya la decisión de dirigirse a Jerusalén, donde se ha
de cumplir su misión. Mientras camina con sus apóstoles, aparecen tres
personajes que podrían haber llegado a ser discípulos suyos.
El primero manifiesta su voluntad de seguir al Maestro, pero
Jesús le da a conocer que él no tiene donde reclinar la cabeza. Ha de quedar
claro que seguir a Jesús no va a ser fácil. El discípulo ha de estar dispuesto
a compartir no solo la austeridad, sino también la pobreza de su Maestro.
El segundo es invitado por Jesús, pero le manifiesta el
deseo de ir a enterrar a su padre. El texto no dice si acababa de morir o si el
hijo deseaba posponer su respuesta a la llamada hasta que su padre hubiera
muerto. Jesús le advierte sobre la urgencia de la llamada y la disponibilidad
que ha de acompañar al que quiera seguirle.
RADICALIDAD Y SEGUIMIENTO
Seguramente, en las primeras comunidades cristianas era
fácil identificar estas posturas y advertencias con algunas personas concretas
que, por interés o por comodidad, habían rechazado la llamada del Señor. El
relato evangélico centra nuestra atención sobre el diálogo entre un tercer candidato
y el mismo Jesús:
“Te seguiré Señor. Pero déjame primero despedirme de mi
familia”. En Israel era muy importante el respeto a los padres y la unión con
la familia de origen. Este candidato quiere seguir a Jesús, pero no quiere
ignorar a su gente.
“El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale
para el reino de Dios”. El profeta Elías había permitido a Eliseo ir a
despedirse de su familia. Jesús pide al candidato una mayor radicalidad para
seguir con verdad al Mesías.
Señor Jesús, te damos gracias por habernos llamado a
seguirte en tu propia misión. Ayúdanos
a escuchar tu voz y comprender que el seguimiento exige una disponibilidad
radical y generosa. Amén.
D. José-Román Flecha Andrés
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