Reflexión Homilética para el Domingo 30 de Sepetiembre de 2018. 26º del Tiempo Ordinario.
“Ojalá todo el pueblo del Señor
fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor”. Dios había pedido a Moisés
que compartiera su espíritu con setenta ancianos. Y así lo hizo él,
imponiéndoles las manos. Eldad y Medad no asistieron a aquel rito. Sin embargo,
recibieron igualmente el don de profecía (Núm 11,25-29).
Ahí interviene Josué, para dar a
Moisés un consejo que parece muy prudente. Según él, sería oportuno prohibir a
aquellos dos ancianos que siguieran profetizando. Pero Moisés no comparte esa
opinión. Su deseo es muy significativo: “Ojalá todo el pueblo del Señor fuera
profeta y recibiera el espíritu del Señor”.
A la intransigencia y el celo de
Josué se opone la amplitud de miras de Moisés y su interés por el bien de toda
la comunidad. Y, sobre todo, se nos revela la fuerza de Dios, que derrama su
espíritu donde quiere y como quiere.
Del salmo responsorial tal vez
habría que retener la última petición al Señor: “Preserva a tu siervo de la
arrogancia” (Sal 18,14).
TAREAS PARA JUAN
También algunos discípulos de
Jesús han caído en la tentación de la arrogancia En el evangelio que hoy se proclama (Mc
9,38-48) se recuerda un informe que Juan transmite a su Maestro. Los apóstoles
han visto a uno que expulsaba demonios en el nombre de Jesús, aunque no pertenecía
al grupo de sus discípulos. Y han tratado de impedírselo. ¿Qué implica para
nosotros la noticia de ese comportamiento?
- En principio, Juan no ha
comprendido que Jesús y su espíritu no son una propiedad exclusiva de un grupo
de selectos. Su vida y su mensaje se ofrecen a toda la humanidad. En el nombre
de Jesús se anuncia la salvación para todos.
- Además, Juan parece considerar
que los que no pertenecen al grupo de los llamados por Jesús han de ser
necesariamente sus enemigos. Necesita comprender que el Espíritu sopla donde
menos se le espera.
- Y finalmente, Juan todavía no
ha llegado a descubrir que los enfermos, los marginados y los esclavizados por
el mal necesitan no sólo una ayuda institucional sino, sobre todo, el anuncio
de la salvación.
TAREAS PARA TODOS
Tras oír el informe de Juan, Jesús se vuelve a
sus discípulos diciendo: “No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi
nombre no puede luego hablar mal de mí.
El que no está contra nosotros está a favor nuestro”. Tres mensaje para
la historia.
- Las prohibiciones. Con
demasiada frecuencia pensamos que los grandes valores se defienden prohibiendo
unas iniciativas que nos parecen inadecuadas. Mejor sería intentar el
acercamiento y el diálogo.
- Los milagros. Con mucha
frecuencia creemos que los milagros son fenómenos de otros tiempos. Mejor sería
abrir los ojos para descubrir que también hoy la providencia de Dios se hace
presente entre nosotros.
- La concordia. Con excesiva
frecuencia consideramos a los demás como adversarios y competidores. Mejor
sería aprender a ver el mundo como el
campo de una misión que nos ha sido confiada a todos.
Señor Jesús, tu mensaje está
dirigido a toda la humanidad. Debemos recordar que te sirves de muchos
mensajeros para hacerlo llegar a todos. Líbranos del pecado de la arrogancia.
Enséñanos a ser abiertos como tú a las iniciativas del Espíritu. Y a colaborar
con quienes llevan a cabo el milagro de actuar en tu nombre por el mundo. Amén.
D. José-Román Flecha Andrés
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