Homilía para el Domingo 2 de Febrero de 2014.
4º Domingo del
Tiempo Ordinario, Presentación del Señor en el Templo
“De pronto entrará en el
santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que
vosotros deseáis: Miradlo entrar, dice el Señor”. Son hermosas estas palabras
del profeta Malaquías que se proclaman en la liturgia de hoy (Mal, 3,1-4).
Responden sin duda a las esperanzas de los judíos de su tiempo.
Pero responden también a los
deseos de los creyentes de hoy. Con frecuencia nos sentimos perdidos y
huérfanos. Necesitamos contar con la presencia del Señor. Casi todos creemos
bastarnos a nosotros mismos. Pero nuestra confianza es frágil y nuestras
fuerzas son débiles. Necesitamos contar con la fuerza de Dios.
Claro que la presencia de Dios no
es un calmante barato. El profeta lo anuncia como un fuego de fundidor y como
la lejía de un lavandero. Hay mucho que purificar y lavar en nuestra sociedad y
en nosotros mismos. Necesitamos esa profunda limpieza que sólo Dios puede
aportar a nuestra vida.
SIMEÓN Y ANA
Según el evangelio de Lucas que
hoy se proclama, Jesús es presentado en el Templo, según lo prescrito por la
Ley de Moisés (Ex 13, 2.11). Todo es “evangelio”. Jesús es consagrado a Dios
desde su nacimiento. Su presentación en el Templo es ya la revelación y el
anticipo de su consagración a Dios (Lc 2, 22-40).
Pero su presencia no pasó
inadvertida. A su llegada al Templo, el nuevo y definitivo profeta de la Nueva
Alianza es reconocido por dos ancianos profetas, que representan la primera
alianza de Dios con su pueblo. El texto repite hasta tres veces que en ese
momento se culmina el tiempo de la Ley y llega el tiempo del Espíritu.
Simeón tiene la suerte de acoger
a un Dios cercano. Y descubre la luz del día definitivo. Es capaz de leer la
salvación en sus signos más pequeños. Ana se ha preparado a este momento con
ayunos y oraciones. Ahora alaba a Dios y habla a todos de este Niño que llega.
Escucha a Dios y reconoce a su Enviado.
ACEPTACIÓN O RECHAZO
Las palabras que Simeón dirige a
María ilustran el misterio que se desarrolla en la historia de la humanidad.
Son la profecía sobre la identidad y la misión del Mesías.
• “Éste está puesto para que
muchos en Israel caigan y se levanten”. Aceptar o rechazar a Jesús como
Salvador es lo que determina la suerte de Israel y la nuestra.
• “Será como una bandera
discutida”. Jesús será siempre una
bandera, sobre todo cuando sea levantado en la cruz. Ante él se divide la
humanidad.
• “Así quedará clara la actitud
de muchos corazones”. En nuestra aceptación o rechazo a Jesucristo se revelan
nuestras opciones más íntimas.
• “Y a ti una espada te
traspasará el alma”. La que le dio a luz en Belén, lo verá entregar su vida en
el Calvario por los mismos que lo condenan.
- Señor Jesús, que el Espíritu
que guiaba a Simeón nos ayude a descubrir hoy entre nosotros tu luz y tu verdad
y nos impulse a anunciar, como Ana, la
buena noticia de tu presencia en el mundo Amén.
D. José-Román Flecha Andrés
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