1.- También hoy, como hace muchos
siglos al Apóstol Santiago, sigue viniendo hasta nosotros en multitud de rasgos
y distintas presencias la figura emblemática de Santa María en la advocación
“del Pilar”.
Se acercó hasta un Apóstol que,
abatido por la crudeza y la dureza de los corazones de aquellos primeros
siglos, se encorvaba sobre sí mismo bajo el peso de las dificultades.
2.- ¡Vino, viene y vendrá la
Virgen del Pilar! Vino para hacernos entender que la fe se construye
solidamente sobre el pilar de la esperanza. Que los males y las batallas nunca
serán más grandes que la valentía y la fortaleza de los hijos de la fe.
El enemigo del gran tesoro que
llevamos en vasijas de barro, el Evangelio, es precisamente la desesperanza.
Nunca el hombre ha tenido tanto y nunca como hoy se encuentra tan desorientado
y con falta de motivos para creer, vivir y seguir adelante. La Virgen del Pilar
nos invita a levantar un nuevo modo de vida sobre le pilar de la fe.
3.- Viene, hoy/aquí/ahora, en las
situaciones de búsqueda y de inconformismo ante el mundo. Estamos en Año Santo
Compostelano. Nos invita a ponernos en camino y, si estamos ya dentro de él, a
no buscar atajos que conducen a lo fácil y mediocre, al alejamiento de Dios y a
una vida sin conciencia, ni moral ni ética. Dar con el camino verdadero, es hoy
más que nunca, poco menos que de héroes e intrépidos.
4.- Vendrá, la Virgen del Pilar,
en los hombres y mujeres que anuncien (más allá de la propia comodidad y de los
intereses personales, ideológicos, partidistas o con el falso disfraz del
progresismo y modernismo) un mundo con los esquemas de Jesucristo. Una familia
sólida y fundamentada en el amor generoso e insustituible del hombre y de la
mujer. Un respeto tan delicado a la vida, que concebida y vista como don de
Dios, sea mimada y no aniquilada por futuras leyes al antojo y capricho de
cuatro a/moralistas.
5.- La Virgen del Pilar, lejos de
dormir, se mantiene despierta y navegante a las orillas del Río Ebro en
Zaragoza. Nos sigue refrescando y recordando en sus aguas, a veces tranquilas y
cuando no tempestuosas, que el Evangelio es una corriente que vive y corre en
aquellos que la han aceptado con alegría y que, luego, son capaces de
propagarlo con ilusión, coherencia y valentía.
La Virgen del Pilar, no solamente
“vino”….sigue estando presente y operativa en todo creyente que se acerca hasta
Ella para hacer más pura, testimonial y nítida la fe. La Virgen del Pilar,
lejos de enmudecer, habla en lenguaje y clave moderna constituyendo un elemento
importante de cohesión y de identidad en el mundo hispano y católico. Vivir y
legislar, en contra de esta realidad, sería hacer flaco favor a nuestra
historia y quedarnos en una visión corta y cobarde de la presencia del hecho y
del acontecimiento pilarista en gran parte del mundo.
D. Javier Leoz
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