lunes, 7 de mayo de 2012

EL VALOR DE LA COHERENCIA

 por
Francisco Javier Gómez García

La raíz de todos los males: el egoísmo
Madre Teresa de Calcuta

            Todos conocemos a personas que hoy dicen una cosa y mañana dicen la contraria. Y también a personas que dicen una cosa pero hacen la contraria (¡predican pero no dan trigo!); personas, en definitiva, incoherentes o contradictorias. Afortunadamente, también existen personas que concilian armónicamente sus valores, los cuales, a su vez, se mantienen estables en el tiempo. Estas personas, al equilibrar el triángulo pensamiento-comunicación-conducta, son personas coherentes.

            Pero, ¿qué es la coherencia? Podemos definirla como el valor que nos hace ser personas de una pieza, actuando siempre de acuerdo a nuestros Principios. Resalto Principios con mayúscula, pues los “principios” con minúscula los dejo para la frase de Groucho Marx: “Estos son mis principios; si no le gustan, no importa, tengo otros”.

            A este respecto también tenemos que evitar dos tipos de coherencia (con minúsculas):

             En primer lugar, la coherencia del “ladrón”. Muchas veces proyectamos nuestros defectos (la mayoría de las veces ocultos a nuestra ceguera emocional) en los demás (“Piensa el ladrón que todos somos de su misma condición”). Por ejemplo, no aceptamos el egoísmo ajeno e incluso llegamos a criticarlo con dureza. Además, desconfiamos de los demás (¿falta de Autoestima sana?) y contribuimos a la difusión de la soledad (incluida la nuestra)…tenemos que sustituir el “piensa mal y acertarás” por el “piensa bien y vivirás bien”.

            En segundo lugar, también tenemos que evitar la coherencia del “cínico”. A muchas personas la vida los ha hecho descreídos, desconfiados, con poca fe…cínicos bajo el lema de que “cada palo aguante su vela”. A lo largo de sus vidas no se mueven ni un ápice de esta línea…tenemos que recordar que los mayores viajes, en esta vida, no se hacen en avión, se hacen en el interior de nuestra mente-corazón (desaprendiendo): de egoístas a generosos, de egocéntricos a humildes, de negativos a positivos, de pesimistas a optimistas, de cínicos a idealistas, en definitiva, de personas de poca fe a hermanos convertidos.

            En cambio, tenemos que aferrarnos a la Coherencia que emana del principio categórico de Kant: “trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”. O en una versión más maximalista: “compórtate como si tu comportamiento fuese a ser elevado a ley de comportamiento universal”. Si soy egoísta, el mundo será un infierno; si estoy en paz conmigo mismo, el mundo entero estará en paz.

            Por otro lado, tenemos que recordar la importancia del Principio de Unidad, con sus dos perspectivas: axiológica y vital.

             La perspectiva axiológica hace referencia a que los valores, al estar alimentados de la misma fibra amorosa, interactúan, se retroalimentan y los podemos obtener a partir de unos valores canónicos (Trabajo-Humildad-Generosidad). Por ejemplo, no podemos presumir de generosidad y no tener ninguna empatía con nuestros subordinados. La coherencia es equilibrio; una vida incoherente es insostenible en el tiempo.

            La perspectiva vital hace referencia a lo fructífero que resulta unir Vida y Valores (encarnar los valores). No podemos presumir de generosidad en nuestra vida personal y, en cambio, ser un mal compañero en el trabajo…tenemos que ser, allí donde estemos, “personas de una pieza”.

            Precisamente necesitamos (en las empresas, en la política, en la sociedad en general) líderes coherentes. Así, hay que partir de la constatación de que el liderazgo si no es ético no es liderazgo, es otra cosa…La Madre Teresa de Calcuta se dirigió de la siguiente manera a un grupo de directivos: “¿Queréis que haya cambio? ¿Queréis que vuestra gente cambie? ¿Les conocéis? ¿Les amáis?...”. El líder tiene que infundir confianza genuina en sus seguidores, a los que ayudará a ser la mejor versión de sí mismos. Por tanto, el liderazgo verdadero es servicio. El líder se trasciende a sí mismo y todo lo que da lo recibe multiplicado (“se os dará el ciento por uno”).

            La coherencia es un ideal al que todos debemos tender. La COHERENCIA es Dios…

Sólo un servidor fiel puede ser un líder verdadero
Alan Axelrod

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