viernes, 30 de octubre de 2015

SANTOS Y FELICES


Homilía para la Solemnidad de Todos los Santos, 1 de noviembre de 2015.

“Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos”.

Siempre nos fascina esa visión del libro del Apocalipsis que se proclama en la primera lectura de esta solemnidad de todos los Santos (Ap 7, 2-14). Nos impresiona esa multitud de mártires que han ganado la palma del triunfo con su sangre. Ellos son los que forman el gran coro de los que aclaman y cantan: “La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero”.

Paradójicamente, los mártires “han blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero”. Se han negado a adorar a los ídolos que cada día se presentan exigiendo nuestra adoración. Ellos son lo mejor de esta tierra. Son los que han entendido como nadie la libertad de adorar al único que merece nuestra adoración.

LA VERDAD DEL SER HUMANO

Hoy todos coinciden en exaltar el ideal del hombre, su imagen y su dignidad. Pero el coro se divide al pretender señalar qué es el hombre, cuáles son las notas que lo definen. En qué consiste su dignidad.

Unos afirman que es libre pero olvidan que ha de ser solidario.   Otros afirman que todos los seres humanos son iguales, pero parecen dispuestos a olvidar que cada uno es un individuo único e irrepetible.

En el evangelio de hoy leemos una vez más el texto que recoge las bienaventuranzas incluidas en el Sermón de la Montaña (Mt 5, 1-12). Con frecuencia las vemos como escandalosas. Sin embargo, en ellas está la clave de la felicidad.

Jesús es la Palabra de Dios y también la imagen definitiva y perfecta del ser humano. Las bienaventuranzas que él proclamó nos revelan la verdad última del hombre. Nos dicen qué significa ser humano en plenitud. Nos recuerdan los valores profundos que hacen que nuestra existencia sea humana y humanizadora.

CAMINOS DE FELICIDAD

Muchas imágenes del ser humano son engañosas. En las bienaventuranzas Jesús nos dice qué significa ser persona. Y cómo se puede ser feliz.

La felicidad no está en acaparar bienes, sino en compartirlos.
La felicidad no está en la violencia, sino en la humildad y la mansedumbre.
La felicidad no está en el desdén hacia los afligidos, sino en la compasión
La felicidad no está en la instalación, sino en el camino hacia el bien.
La felicidad no está en el individualismo, sino en la misericordia.
La felicidad no está en la mentira, sino en la limpieza del corazón.
La felicidad no está en el conflicto, sino en la lucha por la concordia
La felicidad no está en la traición, sino en la fidelidad a la fe y al amor.

Señor Jesús, nosotros proclamamos que solo tú eres Santo. Que tu ejemplo y tu palabra nos ayuden a seguirte por el camino que han seguido todos los santos que en el mundo han sido. Tú que vives y reinas y nos esperas por los siglos de los siglos. Amén
D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 25 de octubre de 2015

BARTIMEO


Homilía para el  Domingo 25 de Octubre de 2015. 30 del tiempo ordinario, B.

“Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos; los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán”. Con estas promesas anima Dios al pueblo que fue llevado al cautiverio y que Él hará regresar a su tierra (Jer 31,7-9).

Es cierto que estas palabras nos remiten a tiempos muy lejanos, pero nos ayudan a evocar el drama de todo un pueblo deportado y llevado al destierro. Una experiencia que, por desgracia, se ha repetido muchas veces a lo largo de la historia hasta estos mismos días.

Pero la experiencia de la fe nos invita a leer nuestra peripecia personal a la luz de estas palabras proféticas. Todos nosotros somos esclavos de algo. Todos necesitamos que Dios se apiade de nosotros, nos muestre su misericordia y nos libere.

TRES DETALLES DEL RELATO

Esa primera lectura de la misa de este domingo 30 del Tiempo Ordinario nos prepara para meditar el hermoso pasaje de la curación del ciego de Jericó (Mc 10, 46-52).

Para comenzar, ya nos llama la atención que este ciego sea el único de los curados por Jesús que tiene nombre y apellido. Parece como si el texto quisiera indicarnos la dignidad personal de los pobres y de los enfermos.

También nos sorprende la súplica que dirige a Jesús: “Hijo de David, ten compasión de mí”. Como se ve, emplea un título en el que reconoce a Jesús como el Mesías enviado por Dios. Y además, parece convencido de que Jesús es el rostro vivo de la misericordia de Dios.

Y por fin, nos asombra la confianza de esos gestos que reflejan las actitudes del verdadero creyente: soltar el manto en el que recoge las monedas que le entregan los que pasan; dar un salto cuando todavía está ciego; y acercarse con decisión a Jesús.

TRES ECOS DE LA LLAMADA

En el relato evangélico aparecen también los discípulos que acompañan a Jesús. En un primer momento tratan de acallar las súplicas del ciego. Pero una indicación de Jesús les hace redescubrir su propia misión. Así que lo llaman diciendo: “Ánimo, levántate, que él te llama”.

“Ánimo”. Una primera palabra, en la que se resume la misión de la Iglesia, enviada a infundir esperanza en los abandonados y humillados de la tierra.

“Levántate”. La misericordia no ignora la situación de postración y aun de pecado. Pero invita a la humanidad a ponerse en pie con decisión y confianza.

“Él te llama”. La Iglesia sabe que ella no es el final del camino. Su misión es la de transmitir una llamada que conduce hasta el Señor.

Señor Jesús, en el ciego de Jericó reconocemos nuestra propia situación. Tú te has compadecido de nuestra postración, nos has devuelto la luz y nos has permitido seguirte por el camino. Bendito seas por siempre.
D. José-Román Flecha Andrés

sábado, 17 de octubre de 2015

EN LAS MANOS DE DIOS


Homilía para el  Domingo 18 de Octubre de 2015. 29 del Tiempo Ordinario, B.

Suele ser normal, al principio de curso, hacer proyectos, marcar objetivos, programar acciones para evaluar resultados. Y cuando cumplimos los objetivos y realizamos las actividades programadas nos sentimos satisfechos.

Es bueno, mientras no se escucha la voz interior, seguir la disciplina de un posible programa, pero hay realidades que no son fruto de la realización de un proyecto, sino de la obediencia al plan que Dios revela de diversas maneras, bien con mociones interiores, en los acontecimientos, bien con una sorprendente providencia que conduce como de la mano. El profeta afirma: “Lo que el Señor quiere prosperará por su mano” (Is 52,13). A la vez que trabajamos en los distintos objetivos, esta experiencia debe darnos confianza y sensibilidad para averiguar lo que Dios quiere.

Es natural que al ver realizados nuestros deseos sintamos alegría, pero no siempre lo que Dios quiere pasa por el éxito mundano. Con frecuencia la voluntad divina se manifiesta en la paradoja de la Cruz. “El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos” (Mc 10, 45).

El autor de la carta a los Hebreos nos invita a poner nuestros ojos en el Trono de gracia -“Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente” (Hbr 4, 16), que no es, como podría parecer, la sede lujosa, sino la Cruz de Cristo.

El creyente no desea otra cosa que colaborar con el plan divino, y cuando pone su afán en diversas tareas, siempre debe condicionar el esfuerzo a la coincidencia con la gracia, para no hacer del seguimiento evangélico, o de la evangelización un proyecto pretencioso. El salmista recomienda la actitud adecuada: “Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo” (Sal 32).

Este planteamiento choca con el que tenían los discípulos de Jesús, cuando discutían por los primeros puestos, y en ello cifraban el logro o el fracaso. ¡Cuantas veces los éxitos nos llevan a un personalismo inadecuado! El Maestro les indica la participación necesaria en su Cáliz, que no es otro que el dar la vida por amor a los demás.


Todo proyecto que busque la realización personal, aunque sea honesto, puede caer en el error de los Zebedeos, cuando le pidieron a Jesús: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» Mientras que los que buscan el plan de Dios, no pretenden otra cosa que entregar la vida.

D. Ángel Moreno, Buenafuente

lunes, 12 de octubre de 2015

FESTIVIDAD DE LA VIRGEN DEL PILAR


ORACIÓN DE JUAN PABLO II

Doy fervientes gracias a Dios por la presencia singular de María en esta tierra española donde tantos frutos ha producido. Y quiero encomendarte, Virgen santísima del Pilar, España entera, todos y cada uno de sus hijos y pueblos, la Iglesia en España, así como también los hijos de todas las naciones hispánicas. ¡Dios te salve, María, Madre de Cristo y de la Iglesia! ¡Dios te salve, vida, dulzura y esperanza nuestra! A tus cuidados confío esta tarde las necesidades de todas las familias de España, las alegrías de los niños, la ilusión de los jóvenes, los desvelos de los adultos, el dolor de los enfermos y el sereno atardecer de los ancianos. Te encomiendo la fidelidad y abnegación de los ministros de tu Hijo, la esperanza de quienes se preparan para ese ministerio, la gozosa entrega de las vírgenes del claustro, la oración y solicitud de los religiosos y religiosas, la vida y el empeño de cuantos trabajan por el reino de Cristo en estas tierras. En tus manos pongo la fatiga y él sudor de quienes trabajan con las suyas; la noble dedicación de los que transmiten su saber y el esfuerzo de los que aprenden; la hermosa vocación de quienes con su conciencia y servicio alivian el dolor ajeno; la tarea de quienes con su inteligencia buscan la verdad. En tu corazón dejo los anhelos de quienes, mediante los quehaceres económicos procuran honradamente la prosperidad de sus hermanos; de quienes, al servicio de la verdad, informan y forman rectamente la opinión pública; de cuantos, en la política, en la milicia, en las labores sindicales o en el servicio del orden ciudadano prestan su colaboración honesta en favor de una justa, pacífica y segura convivencia. Virgen Santa del Pilar: aumenta nuestra fe, consolida nuestra esperanza, aviva nuestra caridad. Socorre a los que padecen desgracias, a los que sufren soledad, ignorancia, hambre o falta de trabajo. Fortalece a los débiles en la fe. Fomenta en los jóvenes la disponibilidad para una entrega plena a Dios. Protege a España entera y a sus pueblos, a sus hombres y mujeres. Y asiste maternalmente, oh María a cuantos te invocan como Patrona de la Hispanidad. Así sea.

sábado, 10 de octubre de 2015

LA SABIDURÍA Y EL TESORO


Homilía para el Domingo 11 de Octubre de 2015, 28 del tiempo ordinario, B.

“Supliqué y se me concedió la prudencia, invoqué y vino a mí un espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y a tronos, y en su comparación tuve en nada la riqueza”. Así comienza el texto del libro de la Sabiduría que se lee en la misa de este domingo (Sab 7, 7.11). En los versículos siguientes se dice que la sabiduría es más preciosa que el oro y la plata.

Evidentemente, esa sabiduría, comparable a las piedras más preciosas, no puede confundirse con la mera erudición. No basta con saber muchas cosas para ser feliz. Para este autor bíblico la verdadera sabiduría, la que nos da la felicidad, es el conocimiento de Dios. Es la aceptación de su voluntad.

En realidad no es cuestión de “saberes” sino de “sabores”. Se nos invita a gustar a Dios, su Ley y su proyecto sobre el mundo y sobre el hombre. Es realmente sabio quien conoce el camino de la bondad. Quien es consciente de que no basta con conocer la misericordia. Es preciso practicarla cada día.

UNA MIRADA CARIÑOSA

El evangelio que hoy se proclama nos presenta a “uno” que se acerca a Jesús y le pregunta: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” (Mc 10, 17-30). Jesús ha dicho que el agua que él nos da salta hasta la vida eterna. Y que el pan que él nos entrega nos da la vida eterna. Lo eterno es su horizonte y su promesa.

Tal vez este hombre conocía ya este lenguaje de Jesús. Como nos dice el texto, contaba ya con dos elementos para llevar una buena vida: riquezas y un comportamiento recto. Sin embargo, aspiraba a una vida que durara más allá de los límites de la muerte. Deseaba conocer el camino que conduce a esa patria. Y consideraba a Jesús como el Maestro adecuado.

Pues bien, en la respuesta de Jesús aparece también la sabiduría: “Ya sabes los mandamientos”. Y en efecto, su interlocutor no sólo los sabía sino que, al parecer, los había cumplido desde pequeño. De acuerdo con las convicciones de su pueblo, estaba ya en el camino verdadero.

LO QUE FALTA

Jesús sabe que es necesario cumplir los mandamientos para ser feliz. Pero a la mirada cariñosa de Jesús sigue una preciosa orientación: “Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo- , y luego sígueme”.

“Vende todo lo que tienes”. El ser no puede reducirse al tener. El camino a la vida sin término no puede estar pavimentado por las cosas que terminan. Así que el rico ha de dejar de poner su confianza en los bienes que posee.

“Da el dinero a los pobres”. Dios es el dueño de todo lo que existe. Hay que defender el derecho humano a la propiedad. Pero sabiendo que los dones de Dios nos han sido entregados para que los distribuyamos con equidad entre los hijos de Dios.

“Sígueme”. Con esa palabra llamó Jesús a sus primeros discípulos. Pero ya se ve que el discipulado permanece abierto. Seguir a Jesús no es un peso obligatorio. Es una llamada y un honor para todos los dispuestos a escucharla

Señor Jesús, tú sabes que ponemos nuestra confianza en las riquezas. Ayúdanos a compartir nuestros bienes con los pobres y marginados y a seguirte por el camino.   Amén.


D. José-Román Flecha Andrés

LA MEJOR RED SOCIAL...


HOY, SUBIDA DE NUESTRA PATRONA


Hoy, Nuestra Patrona y Señora de la Estrella Coronada vuelve a su Santuario.
7'30 de la tarde. Iglesia de la Inmaculada Concepción


martes, 6 de octubre de 2015

FESTIVIDAD DE LA BEATA MARÍA ANA MOGAS


Madre María Ana Mogas te queremos recordar 
en esas grandes virtudes de pobreza y humildad.
Supiste amar a los pobres con una gran caridad,
por eso todas tus hijas te vienen a suplicar,
por eso todas tus hijas te vienen a suplicar.

Tu ejemplo fue Jesucristo que le amas y le adoras,
pues le seguiste muy cerca para ser la fundadora,
de esta Orden Franciscana de la Divina Pastora

domingo, 4 de octubre de 2015

FELICIDADES A LA COMUNIDAD FRANCISCANA


EL CÁNTICO DE LAS CRIATURAS

Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición.

A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.

Alabado seas, mi Señor,
en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.

Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.

Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.

Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Alabado seas, mi Señor,
por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,

porque de ti, Altísimo, coronados serán.
Alabado seas, mi Señor,
por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.

Ay de aquellos que mueran
en pecado mortal.

Bienaventurados a los que encontrará
en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.

Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad.

sábado, 3 de octubre de 2015

HOMBRE Y MUJER


 Homilía para el Domingo 4 de Octubre de 2015. 27 del tiempo ordinario, B.

“El Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne”. En este domingo leemos el relato bíblico de la creación de la mujer (Gén 2,18-24). Es un texto bellísimo. Su sencillez e ingenuidad nos parece difícil porque hemos perdido el sentido de la poesía primitiva.

El relato nos habla de la soledad del hombre y de la compasión de Dios que diseña para él la compañía. El “yo” puede al fin encontrar un “tú”. La mujer aparece en el sueño del hombre. Todo nos dice que no la ha creado el hombre. Por tanto no debe tratar de dominarla. La mujer hay que soñarla, como ha dicho el papa Francisco.

El relato nos expone la estructura del matrimonio como la unión fiel y definitiva de un hombre y una mujer. El matrimonio como proyecto de vida. Como donación interpersonal. Como esperanza compartida.

EL PROYECTO DE DIOS

Al matrimonio se refiere también el evangelio que hoy se proclama (Mc 10,2-16). Los fariseos se presentan a Jesús con una pregunta pensada para ponerlo a prueba: “¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?” Jesús conoce las cuestiones que se debatían en los diversos grupos de intérpretes de la Ley de Moisés.

Jesús sabe que sus interlocutores han convertido un deber en un derecho. El derecho al divorcio cuando la Ley lo presentaba como la obligación de dar un documento a la mujer abandonada. Un documento para que pudiera rehacer su vida y no perecer, al no tener quien la defendiera en la sociedad.

Pero Jesús se manifiesta a favor de la permanencia de la unión matrimonial. No porque sea su opinión personal, sino porque así se lee en el texto del Génesis que relata la creación de la mujer. Su referencia al “principio” es fundamental para evocar el proyecto de Dios sobre el amor humano y sobre la vocación al matrimonio.

GENEROSIDAD Y ESPERANZA

De hecho, Jesús repite las palabras fundamentales del texto del Génesis: “Abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”. Son palabras que conocemos o creemos conocer demasiado bien.

“Abandonará el hombre a su padre y a su madre”. En la antigüedad era difícil apartarse del primitivo clan familiar. Aquí no se trata de ignorar las necesidades de los padres. Se trata de recordar que la familia de elección es más importante que la familia de origen.

“Se unirá a su mujer”. Hoy hablamos del amor, pero lo reducimos a un gusto pasajero. Más que un sentimiento, el amor es un compromiso. Olvidamos lo que significa de entrega personal, única y definitiva hasta la muerte.

“Serán los dos una sola carne”. Estas palabras las reducimos a la intimidad sexual. Y es verdad que la evocan. Pero implican sobre todo el encuentro compartido de memorias y proyectos, de trabajos y esperanzas.

Señor Jesús, hoy te presentamos las dificultades y la alegría de tantos matrimonios que nos piden una oración. Concédeles tu luz y tu fuerza para vivir su vocación con generosidad y esperanza. Amén.


D. José-Román Flecha Andrés