sábado, 28 de noviembre de 2015

EL QUE ESTÁ POR VENIR


Homilía del Primer Domingo de Adviento: 29 de Noviembre de 2015.

“En aquellos días y en aquella hora suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en el tierra”. Este oráculo de Dios que se encuentra en el libro de Jeremías (Jer 33, 14-16) nos introduce hoy en el tiempo del Adviento. Este es el tiempo de la espera y de la esperanza

De la espera de un futuro que nos desvela un horizonte en el que se puede vislumbrar el derecho y la justicia. No la justicia de los que se apoyan en el poder del dinero y de las armas para arrogarse el derecho de “ajusticiar” a todos los que consideran como enemigos de sus ideales o de sus intereses.

Y de esperanza, porque el mismo oráculo nos anuncia que ese horizonte no es fruto de las estrategias humanas. Es un puro don de Dios. Por eso el texto concluye con unas palabras que nos invitan a elevar los ojos a lo alto: “En aquellos días se salvará Judá y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: “Señor –nuestra- justicia”.

EXHORTACIONES

En el evangelio que se proclama en este primer domingo de Adviento, Jesús anuncia que habrá signos en los astros, angustia entre las gentes, estruendo del mar y hombres que quedan sin aliento, agarrotados por el miedo ante lo que se le viene encima al mundo (Lc 21, 25-36). Pero esta profecía incluye tres exhortaciones que conviene leer en sentido inverso:

- “Estad despiertos”. Si nos mantenemos en vela podremos llegar a discernir los signos de los tiempos y aprender el profundo significado que encierran para nosotros.

- “Tened cuidado”. Si perdemos la esperanza en el futuro, nos dejaremos emborrachar por el vicio y el dinero, que nos ofrecen en el presente una seguridad ilusoria.

- “Alzad la cabeza” Si levantamos la vista solo para lamentarnos no habremos conseguido mucho. Levantamos los ojos para descubrir la liberación y al Liberador.

De hecho el texto evangélico de hoy no promete algo sino la llegada de Alguien: “Manteneos en pie ante el Hijo del hombre”.

ACTITUDES

En la segunda lectura de la misa de hoy leemos un trozo del primer escrito cristiano: la primera carta de Pablo a los fieles de la ciudad de Tesalónica. En este mensaje, el Apóstol subraya tres actitudes que acompañan a la esperanza:

- Rebosar de amor mutuo. Esta es la verdadera actitud del cristiano ante los demás. No se puede esperar al Señor viviendo en la indiferencia, y menos aún en el rencor.

- Pedir la fortaleza. Esta actitud nos sitúa ante nosotros mismos. Nuestra debilidad nace de nuestro acomodo y nuestra poltronería. Sólo la austeridad nos hará fuertes para esperar.

- Mantenerse irreprensibles ante Dios. Esta tercera actitud nos lleva a examinar nuestra conciencia ante Dios. El conoce nuestro corazón y nuestra verdad más oculta.

Señor Jesús, conocemos las instrucciones que en tu nombre nos han entregado tus apóstoles y ha conservado para nosotros una larga tradición. Concédenos la fuerza para llevarlas a cabo, de forma que esperemos ardientemente tu venida y la preparemos con nuestro compromiso diario. Ven Señor Jesús. Amén.
D. José-Román Flecha Andrés

miércoles, 25 de noviembre de 2015

EL SEÑOR DE LA HUMILDAD VUELVE A SU CAPILLA


En la noche de hoy el Señor de la Humildad ha vuelto a su capilla en la Parroquia 
tras varios meses de ausencia por su restauración.

SOLEMNE EUCARISTÍA X ANIVERSARIO DE LOS DOLORES


SOLEMNE EUCARISTÍA 
CON MOTIVO DEL X ANIVERSARIO 
DE LA BENDICIÓN DE LA VIRGEN DE LOS DOLORES
28 de Noviembre de 2015. 7'30 de la tarde.
Iglesia de la Inmaculada Concepción

lunes, 23 de noviembre de 2015

sábado, 14 de noviembre de 2015

EL MENSAJE DE LA HIGUERA


Homilía para el Domingo 15 de Noviembre de 2015. 33 del Tiempo Ordinario, B
 .
“Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida perpetua, otros para ignominia perpetua”.  En la primera lectura de la misa de hoy el libro profético de Daniel anuncia el tiempo de la resurrección (Dan 12, 1-3).

Nos es difícil imaginar ese tiempo futuro que anunciaron los profetas. Pero el texto nos dice, al menos, que la venida del Señor será al mismo tiempo un momento de juicio y de salvación. A la libertad humana ha sido confiada la posibilidad y la responsabilidad de decidir.

El futuro que nos ha sido prometido no puede arrancarnos del presente. Al contrario, lo convierte en ocasión y escenario para nuestro compromiso de fe y de caridad. El futuro al que nos orienta la virtud de la esperanza se va preparando en este  presente, marcado por la virtud de la paciencia.

TRES GRANDES VALORES

También el evangelio que hoy se proclama nos invita a mirar confiadamente al futuro (Mc 13, 24-32). Como en muchas otras ocasiones, también en esta profecía podemos fijar nuestra atención en tres protagonistas y los tres grandes valores que representan:

• En el centro del mensaje se anuncia la venida del Hijo del hombre. Su llegada sobre las nubes indica su divinidad. El poder y la majestad del final evocan el poder y la majestad que hicieron posible la creación en el principio.

• Protagonistas son también el sol, la luna, las estrellas y los astros del cielo. Bien sabemos que los astros eran divinizados y adorados en el mundo pagano. Por tanto, la Venida del Señor no significa el fin del mundo, sino el fin de un mundo que ha sido marcado por  el peso de nuestras frecuentes idolatrías.

• Además el texto anuncia que los ángeles reunirán a los elegidos de los cuatro vientos o puntos cardinales. La venida del Señor será el signo y el inicio de una comunidad universal que ha de reunir en la verdad y en el amor a gentes procedentes de todo pueblo y toda lengua.

LA TIERRA Y SUS SEÑALES

 El relato evangélico pone en boca de Jesús una breve parábola: la de la higuera que parece recobrar vida en primavera.

• “Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca”.  Con frecuencia se acusa a los creyentes de vivir alienados, colgados de un futuro utópico. Pero la esperanza no puede alejarnos de este mundo. Al contrario, nos exige vivir atentos a esta tierra y vivir amando esta tierra

•   “Cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta”. La venida del Señor es cierta, pero es incierto el momento que esperamos. La aparición de los grandes valores humanos, por humilde que parezca, es ya un signo de la presencia del Reino de Dios y de la manifestación del Señor de la historia.

Señor Jesús, en cada eucaristía manifestamos nuestra decisión de vivir aguardando tu venida. Que la paciencia y la perseverancia sean un testimonio de la verdad de nuestra esperanza. ¡Ven, Señor Jesús! Amén


D. José-Román Flecha Andrés

sábado, 7 de noviembre de 2015

LOS BIENES DE LAS VIUDAS


Homilía para el Domingo 8 de Noviembre de 2015. 32 del Tiempo Ordinario, B.

“Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos”. Sólo eso pretende la viuda que el profeta Elías se encuentra al acercarse a la ciudad de Sarepta. Este relato que hoy se lee (1 Re 17, 10-16) nos presenta a tres protagonistas

En primer lugar, vemos que el profeta no llega imponiéndose por su fuerza o por su sabiduría. Es un extranjero que sólo cuenta con la palabra de Dios, que lo ha enviado a aquella tierra de paganos. Así que pide por favor un sorbo de agua y un trozo de pan.

Además, el profeta no se dirige a los que gobiernan en la ciudad. La primera persona que se encuentra es tan pobre como él. Y con ella comienza el diálogo que ha de culminar en un doble testimonio de fe.

El tercer protagonista es el mismo Dios, que envía al profeta y vela por la existencia de aquella pobre viuda y de su hijo. La palabra de Dios es eficaz. Dios cumple su promesa y se hace reconocer aun por los que parecen estar lejos de él.

LOS DONATIVOS Y LA ENTREGA

También el evangelio de hoy recuerda la figura de las viudas (Mc 12, 28-44). Jesús ridiculiza la vanidad de la que hacen gala los escribas. Y denuncia la voracidad con la que tratan de adueñarse de los bienes de las viudas, aparentando hacer largas oraciones. Al pecado de orgullo, los escribas unen la injusticia y la impiedad.

La alusión a las viudas expoliadas por los especialistas de la Ley introduce el eco de un momento inolvidable. Aquel en que Jesús observó la diferente conducta de los ricos y los pobres al acercarse a las arcas donde se recogían los donativos destinados al templo de Jerusalén.

Muchos ricos echaban mucho dinero. Pero llegó también una viuda pobre y echó dos monedas: exactamente las más pequeñas que circulaban por entonces. Aquel hecho no pasó inadvertido a los ojos del Maestro. En aquella viuda vio Jesús el signo de la entrega personal de una mujer creyente.

SEGURIDAD Y CONFIANZA

Como en otras ocasiones, Jesús aprovecha la ocasión para ofrecer una enseñanza a sus discípulos: la pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Pero ¿cuál es el criterio para esa evaluación?

“Los demás han echado de lo que les sobra”. Aun siendo fuerte, la cantidad depositada por los ricos no ponía en riesgo su comodidad y menos aún sus vidas. Los donantes seguían controlando su propia seguridad y confiando en sí mismos.

La viuda pobre “ha echado todo lo que tenía para vivir”. Aun siendo escasa, la ofrenda de la pobre viuda significaba despojarse de toda seguridad razonable y poner toda su confianza en la providencia del Señor

Padre nuestro, nosotros hablamos de los pobres desde lejos. No somos pobres. No tenemos espíritu de pobres. No confiamos en ti como han de confiar los pobres. Lo que te entregamos no pone en riesgo nuestra seguridad ni disminuye la confianza que depositamos en los bienes. Necesitamos entregarnos a ti con mayor sinceridad. Amén.
D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 1 de noviembre de 2015

CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS


Y después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables.

1 Pedro 5:10