lunes, 29 de diciembre de 2014

EL BELÉN NUESTRA SEÑA DE IDENTIDAD

Imágenes de Belenes de casas particulares recibidas en nuestro blog. 
Defendamos esta bella tradición de escenificar a través de la escultura y la recreación de espacios el Nacimiento de Dios. Caben multitud de formas y de estilos, lo importante hacer llegar la importancia de la Navidad para los cristianos.















domingo, 28 de diciembre de 2014

LA FAMILIA Y LA GRACIA


Homilía para el Domingo 28 de Diciembre de 2014. Día de la Sagrada Familia.

“El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros”. No deberíamos dejar de leer el texto del libro bíblico del Sirácida, que se proclama en la primera lectura de la celebración eucarística de hoy  (Eclo 3, 2-6.12-14). En una primera parte contiene reflexiones como estas,  llenas de sabiduría.

Despues, las reflexiones se convierten en consejos, que siguen teniendo valor en una sociedad en la que los hijos desprecian la sabiduría de los padres, calificándola de anticuada: “Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre; no lo abandones mientras viva. Aunque flaquee su mente, ten indulgencia. No lo abochornes mientras seas fuerte”.

Como si conociera el sentido de culpa que afecta siempre a todos los que han despreciado o abandonado a sus padres, el autor termina formulando una promesa no exenta de poesía: “La piedad para con el padre no se olvidará…, el día del peligro Dios se acordará de ti y deshará tus pecados como el calor deshace la escarcha”.

DOS PROFETAS

En el evangelio que se proclama en esta fiesta de la Sagrada Familia (Lc 12, 22-40) se recuerda la purificación de María y la presentación de Jesús en el templo. Lo primero que llama la atención es la triple alusión a la Ley de Moisés. Aquella familia de Nazaret cumple con fidelidad lo prescrito a su pueblo: presentar su hijo al Señor, de quien lo ha recibido.

Es verdad que inmediatamente se alude por otras tres veces al Espíritu Santo. Moraba en Simeón, le había prometido que no moriría sin ver al Mesías del Señor y, llegado el momento, lo guió oportunamente hasta el templo. Así pues, la llegada de Jesús es como el gozne sobre el cual giran las dos alianzas: una centrada en la Ley y la otra movida por el Espíritu.

Simeón y Ana son dos profetas. Representan la piedad de los creyentes. Viven de cara a Dios y prestan atención a sus señales. Reconocen al Mesías en un niño que no lleva señales de su dignidad. Dan gracias a Dios por Él y anuncian su presencia a quien les puede escuchar. De paso, la familia de Jesús es “evangelizada” por ellos.

Y TRES PLANOS

Pero el evangelio de hoy no se detiene ahí. Nos dice que, después de cumplir lo prescrito por la Ley del Señor, la familia regresa a Nazaret. Del ámbito sagrado pasan con normalidad al ámbito “profano” de la vida diaria. Dan gracias a Dios por la vida y tratan de vivirla en su integridad  y con sencillez , como sugiere el texto con tres pinceladas.

“El niño iba creciéndo y robusteciéndose”. He ahí el plano de la naturaleza. El paso del tiempo y el crecimiento de una vida humana, que es preciso aceptar y agradecer.

“Jesús se llenaba de sabiduría”. Es este el plano de la cultura y de la socialización. Gracias a José y a María el niño aprende el “saber “humano y el “sabor” de las cosas de Dios.

“La gracia de Dios lo acompañaba”. En este plano, Dios tiene todo el protagonismo. El amor y el proyecto de Dios van guiando el desarrollo de Jesús.

- Padre de los cielos, tú sabes que nos preocupan mucho las familias de hoy. Te rogamos por todas ellas. Que la luz de tu evangelio las ayude a valorar la vida, a educar a sus hijos en valores auténticos  y a contar siempre con tu providencia y tu gracia. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

miércoles, 24 de diciembre de 2014

MENSAJE DE NAVIDAD DEL PAPA FRANCISCO


"La Navidad suele ser una fiesta ruidosa: nos vendría bien un poco de silencio,
para oír la voz del Amor."

Navidad eres tú, cuando decides nacer de nuevo cada día y dejar entrar a Dios en tu alma. El pino de Navidad eres tú, cuando resistes vigoroso a los vientos y dificultades de la vida. Los adornos de Navidad eres tú, cuando tus virtudes son colores que adornan tu vida. La campana de Navidad eres tú, cuando llamas, congregas y buscas unir. Eres también luz de Navidad, cuando iluminas con tu vida el camino de los demás con la bondad, la paciencia, alegría y la generosidad.

Los ángeles de Navidad eres tú, cuando cantas al mundo un mensaje de paz, de justicia y de amor. La estrella de Navidad eres tú, cuando conduces a alguien al encuentro con el Señor. Eres también los reyes Magos, cuando das lo mejor que tienes sin importar a quien. La música de Navidad eres tú cuando conquistas la armonía dentro de ti. El regalo de Navidad eres tú, cuando eres de verdad amigo y hermano de todo ser humano. La tarjeta de Navidad eres tú, cuando la bondad está escrita en tus manos. La felicitación de Navidad eres tú, cuando perdonas y reestableces la paz, aun cuando sufras. La cena de Navidad eres tú, cuando sacias de pan y de esperanza al pobre que está a tu lado. Tú eres, sí, la noche de Navidad, cuando humilde y consciente, recibes en el silencio de la noche al Salvador del mundo sin ruidos ni grandes celebraciones; tú eres sonrisa de confianza y de ternura, en la paz interior de una Navidad perenne que establece el Reino dentro de ti. Una muy Feliz Navidad para todos los que se parecen a la Navidad.

Papa Francisco

domingo, 21 de diciembre de 2014

EL REY Y LA SIERVA


Homilía para el Domingo 21 de diciembre de 2014. 4º de Adviento, B.

“Afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas y consolidaré el trono de su realeza. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo”. Esa es la promesa que Natán transmite a David de parte de Dios. Merece la pena leer toda la profecía que hoy se proclama en la primera lectura de la misa  (2 Sam 7).

David ha manifestado su voluntad de construir una casa para el Señor. Pero, por medio del profeta, Dios le comunica que es Él quien ha decidido elegir la casa de David, protegerla y conservar a sus descendientes en el trono: “Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia y tu trono durará por siempre”.

Junto a la alianza entre Dios y su pueblo, se establece ahora otra relación especial con David, que se manifestará en nuevas bendiciones. El hijo de David no será hijo de Dios por naturaleza. Nunca podrá ser divinizado.  Pero será hijo de Dios por elección  y por una especie de  adopción. Por eso habría de ser un signo de su gracia.

EL HIJO DEL ALTÍSIMO

En el evangelio que hoy se lee (Lc 1, 26-38) el anuncio del ángel Gabriel a María recuerda aquella profecía de Natán: “Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.

Jesús es heredero de la estirpe de David. Su realeza es hereditaria. Él viene a remediar el fracaso de los reyes descendientes de David que no fueron fieles a la alianza. Jesús viene, sobre todo, a renovar aquella alianza y a revelar su sentido más profundo. La elección de Dios tiene una dimensión espiritual, un destino universal en el espacio y perenne en el tiempo.

Jesús heredará el trono de David. Pero nunca tratará de reivindicar para sí mismo un poder sobre las tierras y las cosas. Jesús no viene a imponer su soberanía por la fuerza. Viene a proponer un camino de salvación y de gracia, que poco tiene que ver con las apetencias humanas de interés, de gloria y de prestigio.

Jesús es en verdad el Hijo del Altísimo. No es tan sólo un hijo por elección. Él mismo habrá de explicar su relación personal con su Padre. Él habrá de repetir una y otra vez que el Padre y Él son una misma cosa, por decirlo con palabras muy pobres. Comparten el mismo origen y la misma voluntad. Son un mismo querer y un mismo proyecto.

PALABRA Y VIDA

En este cuarto domingo de Adviento es muy importante el contenido del mensaje del Ángel. Pero no se puede olvidar la figura de María, a la que se dirige el mensaje. Sus palabras son un evangelio dentro del Evangelio.

“Aquí está la esclava del Señor”. El proyecto de Dios no se cumplirá por medio de las altaneras pretensiones de los que buscan el poder a toda costa. La humildad que caracterizaba a los siervos nos prepara para prestar atencion a la voluntad del Señor sobre nosotros y sobre nuestro mundo.

“Hágase en mí según tu palabra”. Sin embargo, con no ser poco, no basta con prestar atención a la voluntad de Dios. Es preciso acoger la palabra de Dios con un corazón limpio y generoso, como el de María. Como escribió San Agustín, “la Palabra de Dios se hizo vida en su vientre porque antes se había hecho verdad en su mente”.

- Padre de los cielos, te reconocemos como Señor de la historia humana. Tu amor nos ha enviado a Jesús. Queremos aceptar su reinado de gracia y de verdad. Y, al escuchar la palabra que nos diriges cada día, prometemos aceptar tu voluntad. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

sábado, 13 de diciembre de 2014

EL PROFETA DEL MESÍAS


Homilía para el Domingo 14 de Diciembre de 2014. 3º de Adviento, B.

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido”. Así comienza el texto del libro de Isaías que hoy se lee en la liturgia eucarística (Is 61m 1-2.10-11). En él se anuncia a Israel, un profeta que recibe el espíritu de Dios y lo difunde. No lo difunde sólo de palabra, sino de obra.

Las obras del profeta son concretas y visibles. Su presencia se hará notar en la sociedad. El profeta que recibe el Espíritu de Dios consuela a todos los que sufren, venda las heridas de todos los desgarrados, libera a los cautivos y prisioneros y, sobre todo, inaugura un año jubilar: el año de gracia de parte del Señor.

Además, el profeta proclama a los cuatro vientos un anuncio de alegría universal: el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos. Este tercer domingo de Adviento se hace notar por su invitación a la alegría.

TRES VECES “NO”

En el texto evangélico que hoy se lee se nos presenta también a un profeta (Jn 1, 6-8.1928). Es un enviado por Dios. Se llamaba Juan y venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la luz. A continuación, el texto nos ofrece una precisión importante: “No era él la luz, sino testigo de la luz”.

Nos impresiona el interrogatorio al que es sometido Juan Bautista por los emisarios de los sacerdotes y levitas de Jerusalén. Juan responde con verdad y humildad. Por tres veces repite un “no” tajante a los que le preguntan. No es Elías, el gran defensor de la majestad de Dios. No es el profeta anunciado por el Deuteronomio. Y no es el Mesías esperado. Pero nadie puede vivir sólo de negaciones. Hay que definirse por un “Sí”. Es preciso reconocer lo que uno es y lo que está dispuesto a dar. Pues bien, para identificarse, Juan se presenta como la voz que clama en el desierto, exhortando a todos a allanar los caminos. Eran expresiones del libro de Isaías que anunciaban la liberación a los deportados.

EL ANUNCIO

Pero hay más en el mensaje de Juan. No se presenta como el esperado por su pueblo, pero no deja de anunciarlo:

“En medio de vosotros hay uno que no conocéis”. Ahora, como entonces, tenemos al Mesías entre nosotros, pero no reconocemos su presencia. Necesitamos aprender a descifrar los signos que lo anuncian.

“Él viene detrás de mí y existía antes que yo”. Ahora como entonces, hemos de reconocer que somos un eslabón en medio de una cadena. Hay un antes y un después de nosotros. El Señor nos precede y, a la vez, nuestro testimonio anuncia su llegada.

“Yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias”. Ahora como entonces, hemos de reconocer humildemente nuestro papel en la historia de la salvación. No somos el Señor.

Somos los siervos y los servidores del Señor. Nada más.  -Señor Jesús, acepta nuestro humilde servicio de evangelizadores. Tratamos de preparar los caminos para que nuestros hermanos puedan reconocerte en este momento concreto de la historia. Que tu luz nos ilumine y que nuestro testimonio creyente sea también creíble. Amén.


D. José-Román Flecha Andrés

lunes, 8 de diciembre de 2014

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN


La Inmaculada de Pablo VI

El 8 de diciembre de 1959, el Cardenal Montini pronunciaba en la catedral de Milán un admirable discurso sobre la Inmaculada Concepción de María. Según su estilo habitual, iniciaba su reflexión con unas preguntas sobre este misterio: “¿Qué es lo que veo? Pregunto a todos: ¿Qué es lo que veis? ¿Qué imagen refulge sobre nuestro horizonte humano?”.

Su respuesta era sumamente sugestiva. Aunque todos denigramos alguna vez a la humanidad, somos en realidad sus admiradores, porque formamos parte de ella. Nos gustaría ver una humanidad perfecta. Pues bien, en María descubrimos lo mejor de nuestro ser. Lo vemos sin desequilibrio ni discordancia, sin imperfección ni corrupción.

Además, aun contaminados por la suciedad de este mundo, nos gusta imaginar nuestro ser totalmente limpio. No es fácil conseguirlo. Pero en María descubrimos también ese ideal de la limpieza, de la pureza sin mancha.

En tercer lugar, viene a nuestra mente la nostalgia de la belleza que a todos nos seduce. Ahora bien, al dirigirse a María, la liturgia la proclama “Toda hermosa”. Montini se preguntaba el porqué. ¿En qué tiene su raíz esa belleza? Y la razón es su cercanía al mismo Dios: María tiene el esplendor de la belleza “porque ha salido de sus manos en la integridad absoluta, perfecta, purísima y bellísima; porque es un pensamiento de Dios que se refleja en su integridad… Ahí tenemos, al fin, un retrato de Dios no enturbiado, no corrompido”.

Esta contemplación nos recuerda que, si de la luz blanca nacen todos los colores, de la figura de María destellan su dulzura, su bondad, su obediencia, su sabiduría.

El futuro Pablo VI añadía que esta figura llena de perfección, de limpieza y de hermosura suscita la impresión de “una extremada delicadeza, como cuando nos aproximamos a una vestidura limpia, cuando se posan nuestras manos sobre una flor y temen desflorarla, contaminarla, ajarla, o cuando miramos la nieve recién caída y nos maravillamos de esa blancura que siempre querríamos ver sin mancillar”.

De pronto, el cardenal Montini se detenía, como temiendo que se asociara la delicadeza a la debilidad. Pero no. Es verdad que las cosas perfectas han de ser defendidas, pero no porque sean débiles. María es fuerte en todos los momentos de su vida. “No hay virtud si no hay resistencia, si no hay una superación de obstáculos, si no hay algo de explosión, de energía”.

Montini evocaba entonces una educación que quiere dejar al niño abandonado a sus apetencias. Frente a esas ideas, propugnaba él la obligación de defender la perfección humana. Pero también añadía que es preciso educar a la persona para que la virtud pueda, en un cierto sentido, defenderse a sí misma y fortalecerse.

Este discurso, que anticipaba al que había de pronunciar en la clausura del Concilio, se cerraba con una oración que puede ser la nuestra: “¡Oh Señora, danos la fuerza, danos la virtud, danos tú lo que nos falta!”.


D. José-Román Flecha Andrés

lunes, 1 de diciembre de 2014

NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN


30 de Noviembre al 7 de Diciembre de 2014
7'30 de la tarde
Parroquia de la Inmaculada Concepción

Ave María Purísima