sábado, 30 de marzo de 2019

LIBERTAD Y ALEGRÍA


Reflexión Homilética para el Domingo 31 de Marzo de 2019. 4º de Cuaresma. C.

“Hoy os he quitado de encima el oprobio de Egipto”. Con ese oráculo que hoy se proclama, Dios recuerda a Josué que Él ha liberado a su pueblo y lo ha ido guiando hacia la libertad (Jos 5,9).  Ha terminado ya la fatigosa peregrinación por el desierto. Al acercarse a la tierra que Dios le ha prometido, el pueblo podrá disfrutar de los frutos esperados. Y podrá ofrecer al Señor las primicias de sus cosechas, como se recordaba en el primer domingo de cuaresma.

El salmo responsorial convierte aquellas promesas del pasado en una certeza para el presente. También para nosotros Dios abre las manos con una generosidad de Padre: “Gustad y ved qué bueno es el Señor” (Sal 33).

El primer don de ese Padre generoso es el de la reconciliación. San Pablo nos anuncia que Dios nos ha reconciliado consigo por medio de Cristo. Y, además, nos ha encargado el servicio de reconciliarnos con nuestros hermanos y con él mismo (2 Cor 5,17-21).

PÉRDIDAS Y HALLAZGOS

La parábola que hoy se proclama pertenece al capítulo evangélico de las pérdidas y los hallazgos. Un pastor perdió una oveja y no descansó hasta que la encontró. Lo mismo hizo una mujer que había perdido una moneda. Pero más elocuente aún es el relato sobre un hijo que se había perdido y ha sido reencontrado por su padre y por su hermano   (Lc 15,32).

 El hijo que se fue de casa busca la libertad. Recordando al filósofo Isaías Berlín, podemos decir que el joven consigue la “libertad de” las aparentes ataduras que lo mantenían sujeto, pero no alcanza la “libertad para” el servicio y el amor. Lejos de su casa, se convierte en un esclavo de sus gustos, en un servidor de un amo que lo trata como a un esclavo y en un solitario despreciado por todos.

 En realidad, la parábola que llamamos del hijo pródigo es la parábola de la generosidad liberadora del padre. En la experiencia de la soledad, el hijo menor redescubre el valor del hogar familiar El hijo mayor permanece en la casa, pero no ha descubierto la libertad que le proporciona el amor de su padre. Solo el amor nos hace libres. Solo el amor nos hace reconocer nuestra verdadera dignidad.

LA VERDADERA ALEGRÍA 

Al retornar a casa, el hijo menor desea ser tratado como un jornalero más. Seguramente esa es la última tentación. Los verdaderos creyentes no pueden presentarse ante Dios reclamando un premio o un salario por su trabajo.

- Al que regresa triste y pobre el padre lo recibe con los brazos abiertos. Lo viste de fiesta para subrayar su dignidad. Y le entrega el anillo con el que él ratifica los contratos. La alegría por el hijo reencontrado revela la confianza del padre y demanda la responsabilidad del hijo.

- Y al hijo mayor, que ha permanecido en la casa, el padre le recuerda una doble relación. Es un hijo, con el que el padre comparte todos sus bienes. Y tiene un hermano, al que debe aceptar y recibir como tal.

A las palabras del hijo menor, el padre no responde con palabras, sino  con los gestos de la fiesta y la alegría. Pero al hijo mayor sí que le dirige una invitación que marca el tono de todo el relato: “Deberías alegrarte porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”. 

Padre de los cielos, reconocemos que nuestra desgracia se debe precisamente al hecho de que hemos ignorado tu amor y malentendido el ideal de nuestra libertad. Agradecemos esa misericordia con la que nos recibes. Y te pedimos que nos ayudes a comprender dónde está la verdadera alegría. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

CULTOS DE LA HERMANDAD DE LA PAZ Y ESPERANZA

lunes, 25 de marzo de 2019

VILLA DEL RÍO EN LA 8ª MARCHA MISIONERA

¿Cuánto de ti? ha sido la música de fondo o estribillo de la VIII Marcha Misionera Diocesana de Córdoba, nos hemos dado cita a las 10:00 de la mañana para esta marcha misionera, alegres jóvenes venidos de diferentes partes de la diócesis, con entusiasmo y alegría al encuentro de un Jesús que nos anima a la misión. Este año la figura de un santo que nos ha inspirado para la marcha fue San Maximiliano María Kolbe, franciscano conventual, polaco y enamorado de la Inmaculada.
Para muchos aún, un desconocido, para otros una estrella nueva que urgía con esa pregunta interior ¿Cuánto de ti? Sí el lema ya habla por sí sólo, expectación y confianza. Entre los 530 que se han inscrito, algunos porque otros iban, otros porque la marcha ya forma parte de su caminar cristiano, otros porque la misión nunca deja de entusiasmar. Pero la expectación de hablar hoy de Maximiliano María Kolbe sembraba una inquietud interior que no dice su nombre.
No hay marcha misionera sin una oración, sin un testimonio, sin un redescubrir las razones para caminar. Y así, jóvenes, chicos y chicas, nos han introducido en el escenario de una vida entregada e intercambiada generosamente. Para los que sabían poco del padre Kolbe, ahí iniciaba algo que iría, como ritornelo, haciendo mella en el corazón.
Una  performance, con música y escenario joven y lleno de comunicación. Colores misioneros a través de pañoletas, algunos ya a rayas que hacían pensar en los prisioneros, una silueta que evocaba al franciscano Kolbe, todos los ojos atentos, los oídos a la escucha y el corazón entrando en la sintonía con las imágenes. Los chicos de Villa del Río y alguno más de Santa Luisa de Marillac dirigidos por Don Miguel David Pozo han sabido ponernos a tono e iniciar con belleza la transmisión de una vida que se dona. Impactante el gesto, hermoso, silencioso ese cambio por aquel padre de familia, “soy sacerdote católico” ocurría un cambio de suerte. Una joven comentaba después: “yo no entendía nada al principio, pero cuando he visto ese gesto algo me ha llegado muy fuerte, sí ahí entendí todo”. Emoción y descubrimiento, pero cuando Guillermo Padilla, seminarista diocesano de quinto del Seminario San Pelagio, cogía la cruz misionera y abrazaba al que hacía las veces de Maximiliano Kolbe algo ha saltado del escenario a cada uno de los espectadores, era como un ¿CUÁNTO DE TI? cristalizándose en cada uno de nosotros. Su sencillez y gran fe, observada incluso cuando continuaba a hablar, hubo momentos en que cerraba sus ojos, una experiencia para entender y vibrar, sus sueños, los encuentros con la misión, con personas, su juventud y gran alegría para ir dando pasos al ritmo preguntarse lo que Dios quiere de mí, y responder generosamente desde la fe.
Esto ha sido el inicio que ha subyugado espíritus y ha envuelto en un mismo caminar esa mañana soleada por los campos del Valle bajo del Guadalquivir. La marcha iniciaba, pero con nuevas disposiciones interiores, no extrañaba para nada los hábitos de tres frailes conventuales entremezclados entre todos, tampoco la figura de los sacerdotes o seminaristas, muchos jóvenes, unos pequeños y otros no tanto, alegría, comunicación, sí todo eso, lo normal, pero no se ha oído rechistar a nadie por el cansancio, la primera cuesta ha sido dura, pero el corazón estaba aún rebosante para ir más allá de las fatigas. En El Rinconcillo, nos hemos dividido en 25 grupos, cada uno de los seminaristas y los jóvenes de la delegación de misiones se han cogido un grupillo, entre veinte y veintidós de los diferentes pueblos  y ciudades. Vaya que se han impregnado, era difícil hacerles ver que el tiempo había terminado para reanudar la marcha.
 
A eso de las 14:45 llegábamos un poco cansados y con hambre a la cancha de fútbol. El alcalde del pueblo nos ha recibido, recordado que La Carlota lleva 250 años de vida, que la parroquia de la Inmaculada los mismos y que nosotros íbamos a marcar ese acontecimiento. El cansancio había desaparecido después de un buen bocata, agua y alguna cosilla más. Fray Juan Cormenzana, venido de Madrid con otros dos franciscanos conventuales y con un regalo: la reliquia de San Maximiliano Kolbe (unos pelos de su barba), nos ha hablado de este santo indicando tres cosas del santo: amor a Cristo, a la Inmaculada y a las misiones. En su pasión por que el Evangelio llegue a todos los rincones del mundo. Estas tres pasiones lo llevaron a Japón sin hablar japonés y con el deseo de anunciar el Evangelio con una gran confianza en la Inmaculada.

Así, para sorpresa de todos y acompañar la procesión,  de la reliquia, la imagen de San Maximiliano y  la de la Inmaculada, la banda del pueblo nos ha acompañado hasta la Iglesia durante un kilómetro y seiscientos metros dando vida a La Carlota que veían una juventud alegre y llena de fe.

En la plaza de la Iglesia nos esperaba preparado el altar y el pastor de nuestra diócesis  Don Demetrio Fernández acompañado de Don Antonio Evans, delegado de misiones y de muchos sacerdotes y fieles que ahí se habían congregado para celebrar la comunión con el Señor Jesús. La cercanía de nuestro obispo, su alegría y palabras han terminado por llevar a los jóvenes a preguntarse ese cuánto de mí, él mismo ha retratado la imagen y lo vivido durante la marcha como si hubiese estado presente en todo momento. Una sintonía que se reflejaba con los cantos, el silencio, la escucha y curiosamente, ninguna muestra exterior de fatiga. Maximiliano María Kolbe invita sin lugar a dudas a darse generosamente sin improvisar nada, desde lo cotidiano.

Hemos tenido la impresión de que nadie quería regresar, tan bien nos la hemos pasado, pero sobre todo porque ha reinado un espíritu misionero y de mucha fe. Nos hemos despedido aun así, dándonos cita para la IX Marcha Misionera Diocesana.

Cabe agradecer un pueblo entero que se ha volcado, párroco Francisco Javier, vicario parroquial David, al diácono Ángel y todos los jóvenes y menos jóvenes de la parroquia. Agradecemos también la seriedad, constancia e incluso los detalles: cada uno de los participantes ha recibido una bolsa con el recuerdo de los 250 años de la parroquia, dentro un folleto con los cantos, la catequesis de San Maximiliano María Kolbe, preparada por Don Adolfo Ariza, una manzana y una botella de agua, pero lo más el cariño y cercanía,  sin olvidar al club de senderismo y a Protección Civil; GRACIAS a cada uno de ellos, al equipo de preparación de la Marcha, al coro, al Seminario Mayor San Pelagio al completo y desde luego a nuestro Pastor y obispo Don Demetrio Fernández que ha hecho suya la marcha misionera que fomenta la misionariedad en la Diócesis de Córdoba.
Rolando Ruiz Durán

Parroquia San Mateo (Villanueva del Duque);  Parroquia Santa Marina de Aguas Blancas (Villafranca); Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción (Pedro Abad); Parroquia San Andrés Apóstol (Adamuz); Parroquia de la Inmaculada (Villa del Río); Parroquia la Asunción (Valenzuela); Parroquia Santa María la Mayor (Baena); Parroquias de Puente Genil: la Purificación,  El Carmen, Jesús Nazareno – San José; Parroquia de la Inmaculada Concepción (Almodóvar del Río); Parroquia de la Inmaculada (La Carlota); Parroquias de Córdoba: Santa Luisa de Marillac; Parroquia de Santa Beatriz de Silva; Parroquia Virgen del Camino, Parroquia de la Esperanza; de Madrid Los Franciscanos Conventuales – Milicia de la Inmaculada y las Franciscanas Misioneras de María; El Seminario Mayor San Pelagio;  la Delegación de Juventud y la Delegación de Misiones Córdoba.

Rolando Ruiz Duran

sábado, 23 de marzo de 2019

COMPASIÓN Y CONVERSIÓN


Reflexión Homilética para el Domingo 24 de Marzo de 2019. 3º de Cuaresma, C.

“He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra los opresores; conozco sus sufrimientos. He bajado a librarlo de los egipcios, a sacarlo de esta tierra, para llevarlo a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel” (Éx 3,7-8). Dios no es indiferente a la humillación que están padeciendo los hebreos.

A lo largo de su vida, Moisés había conocido los numerosos dioses que eran venerados en las tierras del Nilo. No es extraño que, ante el fenómeno de la zarza ardiente, pregunte el nombre del dios que pretende liberar a los hebreos. La respuesta es terminante. Solo puede ser reconocido como Dios el que se compadece de los oprimidos.

El salmo nos lleva a responder: “El Señor es compasivo y misericordioso” (Sal 102). Sin embargo, frente a esa compasión de Dios, los hebreos no siempre se mostraron agradecidos.  Según san Pablo, “la mayoría de ellos no agradaron a Dios” (1 Cor 10,5). Por eso, el Apóstol advierte a los fieles y les desea que “el que se crea seguro, se cuide de no caer”.

LOS APLASTADOS

Según el evangelio de Lucas, Jesús oye contar a algunos un hecho que debió de conmover a las gentes.  Unos peregrinos galileos fueron masacrados en Jerusalén por orden de Pilato. Por su parte, Jesús recuerda a unos obreros que habían muerto aplastados por el derrumbe de una torre junto al estanque de Siloé (Lc 13,1-9).

En aquel tiempo se consideraba que la retribución por la conducta humana era inmediata.  Se pensaba que los males físicos responden al mal comportamiento de quien los padece. Así que las gentes debieron de considerar como pecadores tanto a los aplastados por la crueldad romana como a las víctimas de una desgracia en el trabajo.

En realidad, esa presunción sigue vigente también hoy en muchos ambientes. Cuando sucede una catástrofe, son muchos los que se preguntan escandalizados: “¿Qué mal han hecho estas personas para ser castigadas de esta forma?”

Pero según Jesús, las desgracias no siempre atrapan a los más culpables. Si fuera así, muchos de sus oyentes habrían sido asesinados o atrapados por los cascotes de la torre. Jesús sabe que todos somos pecadores y a todos nos exhorta a la conversión.

LOS PERDONADOS

En el evangelio que hoy se proclama, Jesús añade la parábola de la higuera estéril. Hace tiempo que no da fruto, así que el dueño decide arrancarla, pero el viñador intercede por ella. Si las noticias afirmaban la extensión del pecado, la parábola ofrece la esperanza del perdón.

“Señor déjala todavía este año”. En primer lugar, se sugiere que el pecado comporta siempre la esterilidad de la existencia. Sin embargo, se nos concede todavía tiempo para el reconocimiento humilde de nuestros pecados. Este es el tiempo para la conversión.

“Yo cavaré alrededor… a ver si da fruto”. Todavía hay un espacio y un tiempo para la esperanza. Claro que la esperanza no puede arrastrarnos a la evasión ni a la pereza. De hecho, exige de nosotros un esfuerzo. La conversión requiere el trabajo del cultivo.

“Si no, el año que viene la cortarás”. Por otra parte, la esperanza que nace de la misericordia de Dios tampoco puede llevarnos a la irresponsabilidad. El fracaso no es una fatalidad inevitable. Es una posibilidad que siempre exige atención y esfuerzo.

Padre nuestro, tú conoces nuestra debilidad y nuestro pecado. Sin embargo, te muestras siempre misericordioso con todos los que invocan tu perdón. Ten piedad de nuestras culpas y concédenos una nueva oportunidad para que podamos dar el fruto que tú esperas de nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

sábado, 16 de marzo de 2019

LA REVELACIÓN


Reflexión Homilética para el Domingo de 2019. 2º de Cuaresma, C.

“Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El sol se puso y vino la oscuridad”. Ese es el escenario en el que Dios se muestra a Abrán para concertar con él una alianza (Gén 15, 12.17).

El relato subraya la iniciativa de Dios. Dios saca de su tienda a Abrán, le invita a mirar al cielo, le recuerda el pasado en el que lo sacó de su tierra de Ur y le promete un futuro en el que le dará en propiedad la tierra en la que ahora se encuentra.

Si el texto anota la oscuridad en la que se ve envuelto Abrán, el salmo responsorial canta el misterio de la luz que guía a los creyentes: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?” (Sal 26,1).

En su carta a los Filipenses, san Pablo, anuncia que Jesucristo transformará nuestra condición humilde, según el modelo de su condición gloriosa” (Flp 3,21).

LA INICIATIVA DE DIOS

Pues bien, esa futura transformación de nuestra condición humana encuentra ya su  cumplimiento y su modelo definitivo en la transfiguración de Jesús en lo alto del monte. El evangelio de Lucas  (Lc 9,28-32) nos ofrece hoy algunas pautas para nuestra reflexión:

Si en otro tiempo Dios sacaba a Abrán de la quietud de su carpa de nómada, Jesús se lleva consigo al monte a los tres discípulos predilectos. Hay una iniciativa divina que antecede y anticipa las decisiones humanas.

Si Abrán cayó en un profundo sueño ante la revelación de la gloria de Dios, también los discípulos de Jesús se caen de sueño ante la revelación de la gloria de su Maestro. En el sueño que no podemos controlar nosotros se manifiesta esa presencia que nos asombra.

Si Abrán se ve sumergido en la oscuridad, en la que Dios le ofrece su alianza, los discípulos de Jesús se ven cubiertos por una nube. Y de la nube llega esa palabra por la que Dios reconoce y presenta a Jesús como su Hijo.

LA ESCUCHA DE LA PALABRA

Según el evangelio, desde el seno de la nube resuena una voz que viene de lo alto. La nube representa a Dios. Un Dios inaferrable e indomesticable. Un Dios invisible a los ojos humanos, pero cercano a todos los que han de prestar oídos a su palabra y su mensaje.

“Este es mi hijo, el escogido, escuchadle”. En un primer momento, se ofrece la revelación de Jesús como hijo eterno de Dios. Jesús es más que un profeta. Su venida marca la plenitud de las antiguas esperanzas.

“Este es mi hijo, el escogido, escuchadle”. En un segundo momento, se anuncia a Jesús como el elegido entre todos los hombres. En él se hace visible la figura del Siervo del Señor y se cumple la misión redentora que a él se atribuía.

“Este es mi hijo, el escogido, escuchadle”. En un tercer momento, la voz de Dios se convierte en exhortación. Todos los que se encuentren con Jesús son invitados a escucharle con atención. Él transmite la palabra de Dios. Él es la misma palabra de Dios.

Señor Jesús, también nosotros nos encontramos a veces en la oscuridad y sumidos en un sueño profundo. Pero, en medio de la tiniebla, tú eres la luz que nos libra del temor y del cansancio y la palabra de Dios que guía nuestros pasos por los senderos de este mundo. Bendito seas por siempre, Señor. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

lunes, 11 de marzo de 2019

CARTELES OFICIALES SEMANA SANTA 2019

CARTEL OFICIAL SEMANA SANTA  DE VILLA DEL RÍO 2019
Autor: Leandro Lara Quero

CARTEL SEMANA SANTA CHIQUITA DE VILLA DEL RÍO 2019
Autora: Claudia Millan Collado

jueves, 7 de marzo de 2019

LIBERTAD Y VERDAD


Relexión Homilética para el Domingo 10 de Marzo de 2019. 1º de Cuaresma.

“Traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado”. Esas son las últimas palabras del “credo” que el israelita  pronunciaba al llevar al templo las primicias de sus cosechas. A las palabras, el texto añade el gesto que completa el rito: “Los pondrás ante el Señor, tu Dios y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios” (Dt 26,9-10).

Así pues, a la generosidad del Dios que lo había liberado de la esclavitud, el pueblo había de responder con la gratitud de quien reconoce la misericordia de que ha sido objeto. La fe nos dice que solo Dios es Dios. Solo él puede ofrecer la verdadera libertad. Y solo él merece la adoración del hombre.

En el salmo responsorial resuena la promesa de la protección de Dios a los fieles que lo buscan: “A sus ángeles ha dado órdenes, para que te guarden en tus caminos. Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra” (Sal 90,11-12).

Tmbién san Pablo nos asegura que Dios es el Señor, el único Señor, “generoso con todos los que lo invocan” (Rom 10,8-13).

LA MENTIRA Y LA VERDAD

En el primer domingo de cuaresma meditamos las tentaciones de Jesús en el desierto. Más que aquella roca pelada que se alza sobre Jericó, el desierto de la cuarentena es la metáfora de toda una vida, en la que Jesús ha aceptado y vivido su misión.

En primer lugar, el demonio presenta a Jesús un medio mágico para superar el hambre. Pero Jesús sabe y confiesa que el verdadero alimento del hombre es la palabra de Dios, que da la vida y el sentido para la vida.

En segundo lugar, el demonio invita a Jesús a aceptar como un ideal el deseo de alcanzar el poder y la gloria. Ofrece lo que no posee y lo que no puede dar. Sus pretendidos regalos no garantizan la libertad. He ahí el contraste entre el mentiroso y el verdadero.

En tercer lugar, el demonio se atreve a citar las palabras del salmo. Pretende que Jesús se deje caer desde el alero del templo para hacer notar su calidad de Hijo de Dios. Pero Jesús sabe que no se puede tentar al Señor, para lograr un triunfo clamoroso.

También para nosotros, el desierto es la imagen del encuentro con la libertad que Dios nos concede para que podamos vivir en la verdad (Lc 4,1-13).

LA FE Y LA PRUDENCIA

El papa Francisco repite una y otra vez que el demonio no es un mito. Las tentaciones de Jesús no son una leyenda. Reflejan la verdad de su misión. Y la honda verdad de los que aspiramos a seguirle por el camino. Ante las falsas promesas del demonio, sólo la verdad de la palabra de Dios nos hace realmente libres.

“No sólo de pan vive el hombre”. A lo largo del camino pretendemos saciar nuestra hambre con alimentos que no pueden sustentarnos. Y deseamos saciar nuestra sed de libertad con adiciones que nos mantienen como esclavos.

“Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo darás culto”. A lo largo del camino, nos fijamos muchas veces en los medios y perdemos de vista la meta. Adoramos a los ídolos que nosotros mismos fabricamos. Y después lamentamos la soledad en la que enfermamos.

“No tentarás al Señor tu Dios”. A lo largo del camino tomamos con frecuencia decisiones que nos llevan al fracaso y después culpamos a Dios de habernos abandonado. Junto a la virtud de la fe hay que aprender cada día la virtud de la prudencia. No podemos imponer nuestra voluntad a Dios.

Señor Jesús, al principio de esta nueva cuaresma, queremos escuchar la palabra de Dios que tú repetías al tentador. Que ella nos ayude a mantenernos libres en el camino y servidores sinceros de la verdad.  Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

sábado, 2 de marzo de 2019

LOS HIGOS Y LAS ZARZAS


Reflexión Homilética para el Domingo 3 de Marzo de 2019. 8º del Tiempo Ordinario, C.

“El fruto revela el cultivo del árbol, así la palabra revela el corazón de la persona. No elogies a nadie antes de oírlo hablar, porque ahí es donde se prueba una persona” (Eclo 27,6-7). Después de usar la imagen de la criba que separa el trigo de la paja y la del horno que pone a prueba las vasijas, el Sirácida se refiere a los frutos de los árboles.

Esos tres criterios sirven de introducción para exponer  lo que quiere enseñar: que el valor de la persona se manifiesta cuando habla. Podríamos añadir que la persona se revela también por su silencio. Por tanto, no hay que apresurarse en juzgar a quien no hemos oído personalmente.

Según el salmo responsorial, quienes permanecen fieles al Señor, seguirán en la vejez dando fruto y proclamando que él es justo y fiable como una roca (Sal 91,15-16). Si la fe triunfa sobre la muerte, san Pablo nos invita a entregarnos a la misión que nos ha sido encomendada, “convencidos de que nuestro esfuerzo no será vano en el Señor” (1 Cor 15,57-58).

LOS CIEGOS

También Jesús subraya la importancia de la coherencia en la práctica de la vida cristiana (Lc 6,39-45). El Maestro utiliza en primer lugar la parábola que podríamos llamar de los ciegos, redactada como una madeja de preguntas:

“¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?” La primer pregunta parece un refrán popular. La comunidad cristiana trata de subrayar la responsabilidad que corresponde a los hermanos.

“¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?” No basta aprender a guiar con rectitud a los hermanos. Hay que tratar de ser justos a la hora de juzgarlos.

“¿Cómo puedes decirle a tu hermano: ‘Hermano, déjame que te saque la mota del ojo’, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo?” Es un hipócrita quien ve los defectos ajenos por menudos que sean y no reconoce sus propias faltas.

LOS ÁRBOLES

A continuación el evangelio de Lucas, pone en boca de Jesús la parábola del árbol y los frutos que recuerda el texto del Sirácida:

“No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto”. La observación del ambiente campesino sugiere y apoya una lección sobre la responsabilidad.

“No se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos”. Este pensamiento puede ser una advertencia para desconfiar de las apariencias. O una invitación a confiar en los que ofrecen sus buenos frutos en la comunidad.

“El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca”. La palabra y las obras reflejan el fondo de la conciencia de la persona. Es preciso pedir el don de un corazón limpio para que ilumine y justifique la vida toda.

Señor Jesús, tu eres el fruto bueno que nos ha entregado el Padre. Tus gestos y tus palabras nos han revelado la grandeza de la bondad divina y el ideal y la posibilidad de alcanzar la  bondad humana gracias a los dones del Espíritu. Bendito seas por siempre.
D. José-Román Flecha Andrés