sábado, 28 de marzo de 2015

LA LLEGADA DEL SEÑOR

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Homilía para Domingo 29 de Marzo de 2015. Domingo de Ramos, B.

“Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento” . Así comienza la primera lectura de la misa de este Domingo de Ramos. Un hermoso e inquietante texto, tomado del tercer cántico del Siervo del Señor, que se nos ofrece en el libro de Isaías (Is 50,47).

El texto bíblico juega con dos de los sentidos. Quien sirve a Dios ha de estar dispuesto a oír y a hablar. El Siervo se muestra decidido a escuchar la voz de Dios y, en consecuencia, a escuchar a todos los que sufren. Gracias a esa disposición, sus palabras podrán ofrecer aliento a los que han perdido la esperanza.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que tales disposiciones no le resultan cómodas. El profeta será golpeado y recibirá escarnios y burlas sin cuento. Con todo, en el Señor encontrará ayuda y consuelo para superar la vergüenza y el bochorno a que pretenden someterle sus enemigos. Así comienza la Semana que nos llevará a presenciar el sacrificio de Jesús.

HUMILLACIÓN Y SILENCIO

También la segunda lectura evoca el misterio de la grandeza y el abajamiento de Cristo. En el precioso himno que Pablo incluye en la carta a los Filipenses, contemplamos la humillación del Señor que se hace siervo. Y la grandeza del siervo que es elevado a la gloria celestial, para que su nombre sea alabado en el universo entero (Flp 2, 6-7).

En el evangelio que se lee el Domingo de Ramos, todos los años se recuerda la pasión de Jesús. En esta ocasión nos corresponde proclamar el texto del evangelio de Marcos. Hay en él al menos siete rasgos que lo diferencian de los otros relatos sinópticos. Baste subrayar tan sólo uno de ellos.

Tras la muerte de Jesús, se destaca el asombro del centurión. Mientras Mateo la atribuye al seísmo y Lucas a todo lo ocurrido, en general, Marcos anota otro motivo fundamental: la observación del modo como había expirado Jesús (Mc 15, 39). Así pues, Jesús es palabra y revelación, con sus hechos y dichos, pero también con el silencio de su propia muerte.

LA LLEGADA DEL REINO

Antes de la celebración de la Eucaristía, tiene lugar la procesión de los ramos. Para comenzar, se proclama el texto del Evangelio de Marcos (Mc 11,1-10). En él se recogen las aclamaciones de las gentes que acompañan a Jesús en su entrada en Jerusalén

“¡Bendito el que viene en el nombre del Señor”. Bendecir a Dios es una forma habitual en la oración judía. Con los hebreos, también nosotros bendecimos a Dios que nos envía a su Mesías y bendecimos y acogemos al Mesías enviado por Dios.

“¡Bendito el Reino que llega, el de nuestro padre David!”. La fe cristiana identifica a Jesús con el Reino de Dios. Con Jesús, Dios se manifiesta como Señor de la historia. En él se cumplen las antiguas esperanzas . En él está nuestra salvación.

“¡Viva el Altísimo!” Jesús es la revelación del Dios de la creación y de la historia. También en este momento y en este lugar concreto en que vivimos, los seguidores de Jesús hemos de suscitar la admiración de la fe, la confianza de la esperanza y la eficacia del amor.

Señor Jesús, queremos acoger tu visita a nuestra vida. Que tu presencia despierte en nosotros la alegría del Evangelio y nos prepare para aceptar tu cruz y gozar de tu luz. Amén


D. José-Román Flecha Andrés

viernes, 27 de marzo de 2015

VIERNES DE DOLORES


Vía Crucis y Besamanos a la Reina de los Dolores
11 de la noche en la Parroquia

miércoles, 25 de marzo de 2015

CULTOS DEL SANTO ENTIERRO Y SOLEDAD


Hoy comienzan los Cultos en Honor del Santo Entierro de Cristo y Ntra. Sra. de la Soledad. Tendrán lugar hasta el próximo Viernes de Dolores en la Iglesia Parroquial de la Inmaculada, a las 7'30 de la tarde.

lunes, 23 de marzo de 2015

CULTOS DE LA HDAD. DE LA VERA+CRUZ


Hoy comienzan los Cultos en Honor a la Santa Vera cruz y Ntra. Sra. de las Angustias, en la Iglesia Parroquial de la Inmaculada concepción. Se desarrollaran durante los días 23 y 24 a las 7'30 de la tarde.

sábado, 14 de marzo de 2015

EL SIGNO DE LA SERPIENTE


Reflexión homilética para el Domingo 15 de Marzo de 2015. 4º de Cuaresma, B.

“El Señor, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra” (2Cr 36,23). Así habla Ciro, rey de los persas. Sus palabras se repiten al principio del libro de Esdras. La conquista de Babilonia por parte de Ciro es una buena noticia para los hebreos. Termina el tiempo de su exilio y se anuncia la posibilidad de retornar a Jerusalén y reedificar el templo.

El segundo libro de las Crónicas presenta el exilio como un castigo de Dios por los pecados de su pueblo y por la dureza del corazón de sus gentes. Dios siempre había tenido compasión de su pueblo. Por eso le había enviado mensajeros, pero las gentes se burlaron de ellos y despreciaron a los profetas.

A pesar de todo, prevalece la misericordia del Señor. Ciro es su mensajero. Y el gran rey reconoce que solo de Dios le ha venido el imperio. Así que Ciro aparece como un salvador enviado por el mismo Dios. Con él se empieza a entrever la continuidad de las instituciones davídicas.

VIDA ETERNA

Cuatro palabras se repiten una y otra vez en el evangelio de Juan que se proclama en este cuarto domingo de Cuaresma: la salvación y la creencia, la vida eterna y la luz (Jn 3, 14-21).

La salvación es liberación del mal. En el diálogo con Nicodemo, Jesús se compara con la serpiente de bronce que Moisés había levantado en el desierto. Los que volvían a ella sus ojos reconocían sus propios pecados. En Jesús levantado en alto descubrimos la misericordia de Dios que perdona nuestros pecados. “Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él”.

En esta primera mención a la fe, hasta cinco veces se habla de la necesidad de “creer” en Jesús y en su nombre, es decir en su misión. Esa es la actitud fundamental y necesaria para la salvación: “El que cree en él no será condenado; el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios”.

La vida eterna es un don que Dios entrega a los creyentes por medio de Jesús. O mejor, Jesús es el verdadero don de Dios. Quien crea en él tendrá vida eterna. La entrega de Jesús es signo del amor de Dios: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna”.

LA LUZ Y LA VERDAD

La cuarta palabra que emplea este texto del evangelio de Juan es la luz. Los hombres a veces la detestan. Otras veces prefieren las tinieblas. Pero algunos se acercan a la luz. Evidentemente, la luz no es algo, sino alguien. Con ella se identifica Jesús.

Detestan la luz todos aquellos que obran perversamente, porque no quieren verse acusados por la maldad de sus acciones u omisiones.

Prefieren las tinieblas a la luz todos aquellos que en el fondo de su conciencia han llegado a descubrir que sus obras son malas.

Y se acercan a la luz los que realizan la verdad. La verdad no es algo que se conoce o se sabe. La verdad se practica cuando las obras son hechas según los planes de Dios.

Padre santo, que tu Espíritu nos ayude a practicar la verdad, amar la luz y creer en tu Hijo Jesucristo, para que su salvación nos dé vida eterna. Amén


D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 8 de marzo de 2015

EL TEMPLO Y JESÚS


Homilía para el Domingo 8 de Marzo de 2015. 3º de Cuaresma B.

“Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí” (Éx 20,2). Así suena la introducción al Decálogo que, de parte de Dios, Moisés entrega al pueblo de Israel. Antes de enumerar los mandamientos, se recuerda la acción liberadora de Dios. La iniciativa ha venido de Él.

A la luz de ese recuerdo, los mandamientos se entienden como la respuesta humana a aquella iniciativa de Dios. Si el pueblo quiere ser libre habrá de tutelar los grandes valores morales, como la dignidad de la familia y de la vida humana, la armonía del matrimonio, la promoción de la justicia y el testimonio de la verdad.

Pero, junto a esos valores humanos, que garantizan la paz y la convivencia social, hay que descubrir el valor de lo divino. Sólo Dios es Dios. Poner a las cosas o a las estructuras en el puesto de Dios es caer en el barranco de la idolatría.

ENTREGA Y PROMESA

En este tercer domingo de cuaresma se proclama un conocido relato del evangelio de Juan (Jn 2, 13-25). En vísperas de la fiesta de la Pascua, Jesús expulsa de  los pórticos del templo de Jerusalén a los mercaderes que venden bueyes, ovejas y palomas para los sacrificios y a los que cambiaban el dinero profano por las monedas aceptadas para las ofrendas.

Como se ve, la actividad de los mercaderes estaba al servicio del culto que se celebraba en el templo. Pero oscurecía el camino de la fe y apagaba la alegría de los salmos de los peregrinos que llegaban de lejos. El texto nos dice que solo Dios es Dios. Es fácil sustituirle por los ídolos. Hasta el comportamiento más cercano a lo sagrado puede estar impregnado por la mundanidad.

Los fariseos piden a Jesús un signo que demuestre la autoridad con la que actúa al expulsar a los vendedores y oponerse al sistema establecido. Pero no son capaces de admitir los signos de misericordia y compasión que Jesús va derramando por todas partes. Y menos aún reconocen a Jesús como el verdadero y definitivo signo de Dios.

LOS SIGNOS Y LA VOZ

El relato evangélico de la limpieza del templo incluye una triple observación que merece ser meditada también en estos días:

Jesús hablaba del templo de su cuerpo. Cristo muerto y resucitado es el templo último y definitivo. Su humanidad era, es y será el espacio en el que Dios se manifiesta al hombre y en el que los hombres pueden acercarse verdaderamente a Dios.

Jesús ofrecía como signo su poder para reconstruir el templo. Pero no se refería a la construcción herodiana, sino a su propio cuerpo. En él descubrimos a Dios. En él damos gloria a Dios y nos encontramos en oración con todos los creyentes.

Cuando Jesús resucitó, sus discípulos se acordaron de sus palabras y dieron fe a la Escritura y a la palabra de Jesús. No se trata solo de un recuerdo psicológico. Se trata de una memoria en el Espíritu, que lleva a los discípulos hasta la verdad plena.

Padre santo, que tu Espíritu nos ayude a descubrir el valor de tus mandamientos, a reconocer a Jesús resucitado como el signo definitivo de tu misericordia y a creer en su palabra de vida y salvación.


D. José-Román Flecha Andrés

CULTOS A SANTA Mª MAGDALENA


Esta noche comienza el triduo en Honor a la Titular de la Hermandad de Santa María Magdalena. 7'30 de la tarde. Parroquia de la Inmaculada Concepción. Exposición del Stmo. Sacramento.

LA AGRUPACIÓN DE HH.CC. FELICITA A SU PÁRROCO POR SUS 40 AÑOS CON NOSOTROS


Ayer tarde, en la celebración de la Santa Misa de Hermandades la Agrupación de HH.CC. de Semana Santa homenajeó a D. Manuel Tirado Fernández por sus 40 años de presencia en la parroquia de Villa del Río.










  Los miembros de las Hermandades disfrutaron de una velada emotiva de agradecimiento a un hombre sencillo y disponible, que ha abierto las puertas de la Parroquia a todos, haciendo de ella nuestra segunda casa.

jueves, 5 de marzo de 2015

CULTOS AMOR Y SAN JUAN


Mañana viernes a las 7'30 de la tarde tendrán lugar los Cultos en honor de los titulares de la Hermandad; Ntra. Sra. del Amor y San Juan Evangelista. Parroquia de la Inmaculada Concepción.

domingo, 1 de marzo de 2015

EL HIJO AMADO


Reflexión Homilética 2º Domingo 1 de Marzo de 2015. 2º de Cuaresma, B.

“No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo” (Gén 22,12). El ángel del Señor detiene así la mano de Abrahán, dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac. A cambio Dios le promete  la bendición de una descendencia innumerable, como las estrellas del cielo y las arenas de las playas.

Este relato bíblico ha escandalizado a muchos creyentes, que se preguntan cómo Dios puede pedir a un padre que le sacrifique su único hijo. El contexto histórico cultural puede ayudar a entenderlo. Los pueblos cananeos, como tantos otros, reconocían a sus dioses como origen y dueños de la vida. Por eso les ofrecían la vida de los primogénitos.

Pero el pueblo de Israel ha comprendido que su Dios no quiere la vida humana. Y que ésta puede ser representada por el sacrificio de un animal. Andando el tiempo habrá de descubrir que no basta ofrecer la sangre de un animal. Dios prefiere el sacrificio de un corazón contrito y humillado. Ese es el verdadero sacrificio. Abrahán ha dado prueba de su obediencia a Dios. Y eso basta para demostrar su fidelidad y alcanzar las bendiciones del Señor.

ENTREGA Y PROMESA

En este segundo domingo de cuaresma el evangelio de Marcos (Mc 9, 1-9) propone a nuestra meditación el relato de la transfiguración de Jesús en el monte. Cabe preguntarse qué relación guarda este texto con el del libro del Génesis que se lee en la santa misa.

Si Abrahán había decidido no reservarse a su único hijo, Isaac, tampoco el Padre celestial se reserva a Jesús, su Hijo amado. Jesús es el nuevo Isaac que carga con el instrumento de su sacrificio para subir hasta el monte, en el que se ha de consumar su sacrificio.

Si la mano de Abrahán es detenida por el ángel del Señor, que le revela la voluntad de Dios, también Jesús habrá de recibir la visita del ángel, que le revelará el sentido de su entrega y de su sacrifico.

Si la voluntad de sacrificar a Isaac se convierte para Abrahán en anticipo y profecía de la vida de todo un pueblo, también el sacrificio de Jesús será signo y promesa de una amplia y gozosa fecundidad.

LOS SIGNOS Y LA VOZ

El relato evangélico de la transfiguración de Jesús  nos revela la identidad y la misión de Jesús, alimenta nuestra contemplación y orienta nuestra vida de creyentes:

Jesús aparece acompañado por Moisés y Elías. Es decir, los discípulos hemos de entender que en él se cumplen las esperanzas que previeron y anunciaron tanto la Ley como los profetas.

Jesús se transfigura en lo alto de un monte, mientras una nube cubre a sus discípulos. Es decir, hemos aprendido que Jesús está en contacto con Dios y que la majestad de Dios envuelve a sus seguidores.

Jesús es presentado a los discípulos por una voz celestial: “Este es mi Hijo amado; escuchadle”. Es decir, Jesús es el Hijo amado de Dios, que se entrega por nosotros y nosotros estamos llamados a escuchar su palabra y vivir su mensaje .

“Señor, Padre santo, tú que nos has mandado escuchar a tu Hijo, el predilecto, alégranos con el gozo interior de tu palabra; y, purificados por ella, contemplaremos con mirada limpia la gloria de tus obras. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén”.
D. José-Román Flecha Andrés