domingo, 30 de mayo de 2021

EL BAUTISMO SACRAMENTO DE AMOR TRINITARIO

 

Reflexión del Evangelio del Domingo 30 de Mayo. Solemnidad de la Stma. Trinidad.

1. El evangelio del día usa la fórmula trinitaria  como fórmula bautismal de salvación. Hacer discípulos y bautizar no puede quedar en un rito, en un papel, en una ceremonia de compromiso. Es el resucitado el que “manda” a los apóstoles, en esta experiencia de Galilea, a anunciar un mensaje decisivo. No sabemos cuándo y cómo nació esta fórmula trinitaria en el cristianismo primitivo. Se ha discutido mucho a todos los efectos. Pero debemos considerar que el bautismo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo significa que ser discípulos de Jesús es una llamada para entrar en el misterio amoroso de Dios.

2. Bautizarse en el nombre del Dios trino es introducirse en la totalidad de su misterio. El Señor resucitado, desde Galilea, según la tradición de Mateo (en Marcos falta un texto como éste) envía a sus discípulos a hacer hijos de Dios por todo el mundo. Podíamos preguntarnos qué sentido tienen hoy estas fórmulas de fe primigenias. Pues sencillamente lo que entonces se prometía a los que buscaban sentido a su vida. Por lo mismo, hacer discípulos no es simplemente enseñar una doctrina, sino hacer que los hombres encuentren la razón de su existencia en el Dios trinitario, el Dios cuya riqueza se expresa en el amor.

Fray Miguel de Burgos Núñez

domingo, 23 de mayo de 2021

EL ESPÍRITU DE LA VERDAD

 

Reflexión del Evangelio del Domingo 23 de Mayo de 2021. Pentecostés

1. El evangelio de este domingo está entresacado de Juan 15 y 16, capítulos de densa y expresiva teología joánica, que se ha puesto en boca de Jesús en el momento de la despedida de la última cena con sus discípulos. Habla del Espíritu que les ha prometido como «el Defensor» y el que les llevará a la experiencia de la verdad. Cuando se habla así, no se quiere proponer una verdad metafísica, sino la verdad de la vida. Sin duda que quiere decir que se trata de la verdad de Dios y de la verdad de los hombres. El concepto verdad en la Biblia es algo dinámico, algo que está en el corazón de Jesús y de los discípulos y, consiguientemente, en el corazón de Dios. El corazón es la sede de todos los sentimientos. Por lo mismo, si el Espíritu nos llevará a la verdad plena, total, germinal, se nos ofrece la posibilidad de entrar en el misterio del Dios de la salvación, de entrar en su corazón y en sus sentimientos. Por ello, sin el Espíritu, pues, no encontraremos al Dios vivo de verdad.

2. El Espíritu es el “defensor” también del Hijo. Todo lo que él, según San Juan, nos ha revelado de Dios, del padre vendrá confirmado por el Espíritu. Efectivamente, el Jesús joánico es muy atrevido en todos los órdenes y sus afirmaciones sobre las relaciones entre Jesús y Dios, el Padre, deben ser confirmadas por un testigo cualificado. No se habla de que el Espíritu sea el continuador de la obra reveladora de Jesús y de su verdad, pero es eso lo que se quiere decir con la expresión “recibirá de mí lo que os irá comunicando”. No puede ser de otra manera; cuando Jesús ya no esté entre los suyos, su Espíritu, el de Dios, el del Padre continuará la tarea de que no muera la verdad que Jesús ha traído al mundo.

Fray Miguel de Burgos Núñez

domingo, 16 de mayo de 2021

DIOS ES EL CIELO

Reflexión del Evangelio del Domingo 16 de mayo de 2021. 7º del Tiempo 0rdinario.

Jesús acaba su vida terrena y vuelve al Padre. Es la fe que profesamos cada domingo: subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre.

Estar junto al Padre es estar en el amor del Padre. Desde el día de la Ascensión, los seguidores de Jesús conocemos que nuestra meta final es estar donde está Jesús, con el Padre.

Celebrar la fiesta de la ascensión del Señor es celebrar que Jesús ha adquirido la plenitud más allá de las posibilidades humanas: en Dios. Es creer que Jesús hombre como nosotros, ha entrado en la vida íntima de Dios, es partícipe de su divinidad. Es celebrar que está en el cielo, es decir que tiene un lugar en el corazón de Dios, en una existencia nueva, plena y feliz. Que tiene a Dios en plenitud y vive su amor.

La ascensión de Jesús no es sólo su triunfo; es también el nuestro, porque sube con nuestra carne. Por eso, en esta fiesta celebramos el triunfo de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio; el triunfo de todo lo que nos eleva como seres humanos, sobre lo que nos deshumaniza. Es la fiesta de la superación humana, el triunfo de todo lo positivo.

Es celebrar que nuestra meta es: el cielo. Dios es el cielo.

No te conformes con los horizontes estrechos de este mundo; tú aspira a un amor sin egoísmos ni ambigüedades, aspira a una vida plena en la que se realicen todos los sueños humanos de felicidad, vida, amor y armonía. Aspira al cielo. Pero, sin olvidarte, que el único camino que tenemos para ir al cielo es la tierra.

¿Quieres anunciar esta buena noticia? anúnciala con obras que hagan creíble el evangelio.

Obras que quiten los demonios del individualismo, el egoísmo, la injusticia; obras que liberen de ideologías endemoniadas y pobrezas que deshumanizan (la ideología siempre, a la larga, «es una realidad destructora de la dignidad humana»).

Anuncia el Evangelio con obras que den cuenta de que a ti no te envenena el odio y el insulto que nos rodea cada día; ni te envenena el pesimismo y el desencanto de esta sociedad.

Con el nuevo lenguaje del amor; no te hará daño la violencia, la prepotencia de los poderosos, que envenena la convivencia de la relación entre las personas.

Tomarás en tus manos: las serpientes de la mentira, el soborno, la corrupción, la murmuración, que causa estragos en las relaciones humanas.

Sentirás que, el Evangelio proclamado, tiene «poderes mesiánicos» liberadores, y el Señor actuará con nosotros para destruir lo que amenaza y mata la vida.

En la victoria de Cristo estamos marcados por el Aleluya pascual, por la música de la esperanza, por la vida buena y santa. Por eso:

Asciende en humanidad, libertad, madurez, plenitud humana, compromiso comunitario. No te quedes ahí plantado, levántate y asciende en fe y amor. Asciende acompañado por los más débiles.

Sólo ascenderás si sabes que estás abajo. El bautismo te hará ascender más allá de tus posibilidades humanas. ASCIENDE COMO HIJO DE DIOS.

Señor Jesús aumenta nuestra fe en ti que estás en la casa del Padre y Te quedaste también con nosotros en el pan, en los hermanos, en el gozo, en la risa abierta, en todo corazón que ama y espera, en estas vidas nuestras que cada día ascienden a tu lado. Amén.

Fr. Isidoro Crespo Ganuza O.P.

domingo, 9 de mayo de 2021

LA EXPERIENCIA DEL AMOR DEL PADRE EN JESÚS

Reflexión del Evangelio del Domingo 9 de Mayo de 2021. 6º del Tiempo Ordinario.

1. El evangelio de Juan, en esta parte del discurso de despedida de la última cena de Jesús con sus discípulos, insiste en el gran mandamiento, en el único mandamiento que Jesús ha querido dejar a los suyos. No hacía falta otro, porque en este mandamiento se cumplen todas las cosas. Forma parte del discurso de la vid verdadera que podíamos escuchar el domingo pasado y, sin duda, aquí podemos encontrar las razones profundas de por qué Jesús se presentó como la vid: porque en su vida, en comunión con Dios, en fidelidad constante a lo que Dios es, se ha dedicado a amar. Si Dios es amor, y Jesús es uno con Dios, su vida es una vida de entrega.

2. Por ello, los sarmientos solamente tendrán vida permaneciendo en el amor de Jesús, porque Jesús no falla en su fidelidad al amor de Dios. Jesús quiere repetir con los suyos, con su comunidad, lo que Dios ha hecho con él. Jesús siente que Dios le ama siempre (porque Dios es amor) y una comunidad no puede ser nada si no se fundamenta en el amor sin medida: dando la vida por los otros. Dios vive porque ama; si no amara, Dios no existiría. Jesús es el Señor de la comunidad, porque su señorío lo fundamenta en su amor. La comunidad tendrá futuro si ponemos en práctica el amor, el perdón, la misericordia de los unos con los otros. Ese es el signo de los hijos de Dios.

3. Con una densidad, quizás no ajustada al lenguaje del Jesús histórico, el autor del cuarto evangelio nos adentra en el mundo del amor y de la amistad con Dios, con Jesús y entre los suyos. Es un discurso que establece unas relaciones muy particulares. Dios ama al Hijo, el Hijo ama a los suyos, éstos se llenan de alegría, ¿por qué? Porque estas son relaciones de amor de entrega, de amistad. Son términos que la psicología recoge como los más curativos para el corazón y la mente humana. Todos sabemos lo necesario que es ser amado y amar: es como la fuente de la felicidad. El Jesús de San Juan, pues, se despide de los suyos hablándoles de cosas trascendentales y definitivas. No hay otro mensaje, ni otro mandamiento, ni otra consigna más definitiva para los suyos. No está la cuestión en preguntarse solamente ¿Qué tenemos que hacer?, aunque se formule en mandamiento, sino ¿Cómo tenemos que vivir?: amando.

4. ¿Es amor de amistad (filía) - como en los griegos-, o más bien es amor de entrega sin medida (ágapê)? Sabemos que San Juan usa el verbo “fileô”, que es amar como se aman los amigos, en otros momentos. Pero en este texto de despedida está usando el verbo agapaô y el sustantivo ágape, para dar a entender que no se trata de una simple “amistad”, sino de un amor más profundo, donde todo se entrega a cambio de nada. El amor de amistad puede resultar muy romántico, pero se puede romper. El amor de “entrega” no es romántico, sino que implica el amor de Dios que ama a todos: a los que le aman y a los que no le aman. Los discípulos de Jesús deben tener el amor de Dios que es el que les ha entregado Jesús. Este es el amor que produce la alegría (chara) verdadera. El “permanecer” en Jesús no se resuelve como una simple cuestión de amistad, de la que tanto se habla, se necesita y es admirable. El discipulado cristiano del permanecer no se puede fundamentar solamente en la “amistad” romántica, sino en la confianza de quien tiene que dar frutos. Por eso han sido elegidos: están llamados a ser amigos de Jesús los que aman entregándolo todo como El hizo. Esta amistad no se puede romper porque está hecho de un amor sin medida, el de Dios.

Fray Miguel de Burgos Núñez

domingo, 2 de mayo de 2021

"YO SOY LA VERDADERA VID"

 

Reflexión Evangelio del Domingo 2 de mayo de 2021. 5º de Pascua.

Nacemos a la fe por medio de la Palabra 

“Vosotros ya estáis limpios por la Palabra que os he dado”, dice Jesús a sus discípulos. Les está hablando de una “limpieza inicial”, una opción que han hecho al aceptar el mensaje de Jesús (su Palabra), que les ha separado del orden injusto, de las leyes inhumanas, de las tendencias racionales y sensitivas sin más. Esta opción es punto de partida, de inserción, de enraizamiento, regalo que necesita crecimiento. Como cristianos tenemos una historia de salvación que nos empuja a renovar cada pascua esa opción y a comprometernos en su concreción y crecimiento.

Siguiendo la imagen de la vid y los sarmientos, Jesús es la savia que corre por toda la planta; que hace que el verdor de las hojas de los sarmientos, que visibilizan y trasparentan toda la raíz y el tronco de la vid , preconicen frutos; que aporta en la vida cristiana luz, alegría, creatividad y fuerzas para vivir como él. Es la relación profunda, necesaria, fundante entre lo que se ve y lo más importante que sustenta y mantiene la expresión y la visibilidad cristiana.

Se había identificado la viña con el pueblo de Israel y con el reino de Dios. Es nuevo en Juan identificar a Jesús con la vid, pero no sin sentido, pues una comunidad pascual, el pueblo de Dios es visible si se constituye con Jesús, creciendo y cumpliendo en cada momento concreto de la historia su misma misión. Si el Padre es el viñador, Jesús responde verdaderamente al Padre y cumple sus expectativas de fidelidad, él mismo y comunicando capacidad para dar vida a los sarmientos, a la comunidad cristiana. Somos fieles si aceptamos a Jesús con nosotros.

Necesitamos permanecer, centrarnos en la vida de Jesús

Es el “yo soy” de Jesús, que actúa en todo cristiano quien da fuerza al “vosotros sois”,  a los discípulos. Lo que está verde tiene que dar fruto expandiendo el amor de Cristo, con el dinamismo de su Espíritu. Hay una repetición machacona de esta permanencia en Jesús: “en mi”, “sin mí no podéis hacer nada” “si permanecéis en mi”, …..Un permanecer que se identifica con una relación de comunión no esporádica, ni puntual, sino que es intercambio vital constante, como opción ya hecha, que lleva a una actitud de vida creciente (escuchando la Palabra, con la oración, los sacramentos, …); que descalifica otros métodos que no sean como él quiere e hizo: la entrega, el servicio, la fraternidad, la justicia.

Permanecer en su Palabra es escuchar el evangelio y vivir de él. Las comunidades cristianos no pueden olvidarlo: sin la savia de Jesús no hay vida. Gracias a los relatos evangélicos, que nos narran los que le conocieron, vivieron con él y siguieron su proyecto y pretensión, tenemos presente a Jesús, su Espíritu, su estilo de vida. La verdadera pascua se regenera en la escucha del evangelio, puesto que es la manera de identificarnos con Jesús, volviendo a Galilea, donde le encontraremos, como lo discípulos. El contacto con las palabras de Jesús es vital, no basta creer que le conocemos por lo que nos han dicho, de oídas, sino de enraizarnos por medio de ellas en él. Esta carencia es el motivo de la crisis de la vida cristiana. La ausencia de contacto con la vida del evangelio nos esteriliza, nos incapacita para vivir humanamente en comunidad e inhibe del compromiso y creatividad propios del Resucitado. Se trata de activar la necesidad mayor del hombre y la mujer de hoy: su vida interior.

El porvenir de quien no escucha o se sale de la comunidad, tanto de la comunión con Jesús, como de la comunión entre los hermanos es secarse, es carecer de vida, pues renunciar al amor es en el fondo renunciar a la vida.

Y dejarnos podar para dar frutos

Se poda lo seco y los chupones, lo que desgasta y chupa la savia, pero no da fruto. Por los sarmientos secos no corre la savia de Jesús. Podar es clarificar, eliminar los factores de muerte, para que el sarmiento sea más auténtico y más libre. Esta trasformación, que realiza el Padre es para que el cristiano y la comunidad pascual asimilen mejor la vida de Jesús, su amor asimétrico, no racional y así poder dar frutos.

La poda hace que en los frutos tome fuerza lo bueno. Nosotros lo interpretamos como una prueba, una cruz, un obstáculo, pero es para nuestro bien y el de los demás. Se trata de frutos concretos de amor, con las obras, no solo con confesiones verbales. Frutos de permanencia en la comunidad con  una vida coherente, peregrina en la tierra, … como Jesús y el pueblo de Israel.

Fr. Pedro Juan  Alonso O.P.