lunes, 30 de septiembre de 2013

SE ANUNCIA LA CANONIZACIÓN DE JUAN PABLO II y JUAN XXIII

Jorge Bergoglio confirmó que los dos papas se convertirán en santos el próximo 27 de abril
Juan Pablo II será canonizado junto a Juan XXIII.  

CIUDAD DEL VATICANO.- El papa polaco Juan Pablo II y el italiano Juan XXIII serán canonizados el próximo 27 de abril y serán, junto a Pío X, dos de los tres pontífices proclamados santos en los últimos cien años, anunció hoy el papa Francisco en latín.

Francisco confirmó durante el consistorio celebrado hoy junto con los cardenales que Karol Wojtyla y Angelo Giuseppe Roncalli serán declarados santos. Se trata de dos figuras importantes de la Iglesia católica, que fueron papas entre 1978 y 2005 y entre 1958 y 1963, respectivamente.

La fecha de esta doble canonización, que corresponde al primer domingo después de las celebraciones de la Semana Santa, ya se filtró hace varias semanas. El 27 de abril de 2014 es la fiesta de la Divina Misericordia, establecida por el papa Wojtyla tras hacer santa en el año 2000 a la monja polaca Faustina Kowalska, conocida como la santa Teresa de Jesús polaca.

La canonización conjunta de estos dos papas muestra, por un lado, la intención de Franciso de mantener el equilibrio entre dos figuras muy diferentes de la Iglesia, pero también la de evitar un gran culto a la personalidad de Juan Pablo II.

El camino hacia la santidad tiene varios escalones. En los casos más tradicionales, primero es necesario ser nombrado Venerable Siervo de Dios, el título que se da tras la muerte a quien se le reconoce haber vivido "las virtudes de manera heroica".

Después, se realiza una suerte de "juicio" que reconozca un milagro para ser proclamado beato y después otro para la canonización, aunque el Papa puede saltarse alguno de estos pasos, como ocurrió en el caso de Juan XXIII.

SANTO SÚBITO

La canonización del papa polaco ha llegado en tiempo récord, canonizado tan solo nueve años después de su muerte, pero ha seguido todos los pasos marcados por la Iglesia. Es que la subida a los altares de Juan Pablo II, cuyo papado duró casi 27 años, fue casi por aclamación popular tras el "santo súbito" (santo ya) que resonó durante días en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

En mayo de 2011, la Congregación para las Causas, el organismo del Vaticano que evalúa a los candidatos a la santidad, consideró como primer milagro el caso de la monja francesa y enfermera Marie Simón Pierre, de 51 años, quien según la comisión médica se curó de manera inexplicable de la enfermedad de Parkinson.

EL SANTO DE FRANCISCO

En cuanto a Juan XXIII, el papa Francisco, que en sus seis meses de pontificado ha resaltado en numerosas ocasiones la figura del "Papa Bueno", sorprendió el 5 de julio pasado al anunciar que lo proclamará santo sin esperar ese milagro, en una decisión inédita.

El portavoz vaticano, Federico Lombardi, afirmó que Francisco, en el caso de Juan XXIII, no tiene dudas de su santidad.

"Conocemos todos las virtudes y la personalidad del papa Roncalli, no es necesario explicar los motivos de su santidad", dijo Lombardi, que precisó que ello no quiere decir que a partir de ahora todos los beatos sean canonizados sin un segundo milagro.

La santificación de Juan Pablo II y Juan XXIII se produce en el 50 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, convocado por Roncalli para abrir la Iglesia al mundo y a los humildes.

Juan XXIII fue beatificado junto al papa Pío IX, el polémico último papa-rey (1792-1878, elegido Papa en 1846), en una decisión que levantó una fuerte polémica en sectores de la Iglesia porque se consideraba que se comete una injusticia con el papa Roncalli al colocarle en el mismo nivel que a Pío IX.

En esta ocasión, Juan XXIII será proclamado santo junto a otro papa, Karol Wojtyla, el pontífice más mediático de la historia de la Iglesia, de una personalidad arrolladora, y observadores vaticanos aseguraron hoy que, de nuevo, aunque por otra causa, el "Papa Bueno" quedará "eclipsado".

Agencias EFE y AFP.

viernes, 27 de septiembre de 2013

EL RICO Y EL POBRE

 

Comentario Homilético del Domingo 29 de Septiembre de 2013. 26 Tiempo Ordinario, C

Divanes lujosos sobre los que se recuestan los comensales. Espléndidos banquetes, Música escogida. Vinos de solera y los mejores perfumes del mercado. Esos son los ingredientes de los acomodados, tal como los percibe Amós (Am 6, 1. 4-7). Él es un pastor venido de la estepa. Y ese lujo le hace presentir un desastre nacional.

Nunca pretendió ser profeta. Pero de sus labios brota una profecía que resuena como un trallazo: “Irán al destierro, a la cabeza de los cautivos. Se acabó la orgía de los disolutos”. En este texto el profeta no denuncia una específica inmoralidad. Sí que lo hará en otros pregones, al clamar contra la injusticia que soportan cada día los más pobres (Am 8, 4-7).

Sin embargo, ya la sola ostentación de esa vida acomodada le parece al pastor una blasfemia y un insulto a Dios. Dios no es enemigo de la alegría y de la felicidad del ser humano. Pero en la búsqueda exclusiva de las satisfacciones hay un riesgo innegable de abandonar el camino que lleva a la felicidad.

EL CAMBIO DE SUERTES

El Evangelio que hoy se proclama es más explícito al presentar el doble escenario en que se representa el drama de la humanidad. Hay un hombre que demuestra su riqueza por sus vestidos de lujo y por los espléndidos banquetes que organiza cada día. Y un mendigo hambriento y cubierto de llagas, al que sólo se acercan los perros (Lc 16, 19-31).
 
El contraste es violento y ofensivo. El rico no tiene nombre: sólo tiene riquezas. El mendigo tiene nombre y dignidad. Se llama Lázaro. A pesar de sus diferencias, la muerte alcanza a los dos. En un segundo acto, más allá de la frontera de la vida, de nuevo se diferencian los dos. Pero la suerte ha sido profundamente cambiada.

El pobre participa de la herencia de Abrahán, mientras el rico es sepultado en el infierno y atormentado por sus llamas. La desgracia del pobre se torna ahora en consuelo, mientras que el fasto del rico se convierte en tortura. Ante las súplicas del rico queda claro que la suerte ha sido cambiada, sin posibilidad de tránsito de un lugar a otro.

LA PALABRA Y LA VIDA

Todavía hay un tercer acto.  El rico dirige dos nuevas súplicas en favor de sus hermanos. Desea que el padre Abrahán envíe a Lázaro para que les advierta del riesgo que corren de caer en el mismo lugar de tormentos. Las dos respuestas de Abrahán pueden aplicarse a todos los siglos de la historia:

• “Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”.  La escucha de la palabra de Dios es el primer paso en el camino de la fe. En ella encontramos el camino de la luz y de la vida. Los creyentes en el Dios que habla no podemos ignorar su palabra.

• “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto”.  Nuestra fantasía y nuestro afán de novedades nos seducen. No son las apariciones las que nos revelan a Dios, sino la palabra con que nos ha manifestado su amor y su justicia.

- Padre nuestro celestial, en nuestro mundo conviven sin encontrarse los pobres y los ricos. Enséñanos a crear un mundo fundado en la fraternidad. Queremos escuchar la palabra que nos has dirigido para orientar nuestra vida de acuerdo con tu voluntad. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

viernes, 20 de septiembre de 2013

LA INJUSTICIA Y EL EVANGELIO


Domingo 22 de Septiembre de 2013. 25 Tiempo Ordinario C.

Disminuir las medidas en las ventas, aumentar los precios, usar balanzas trucadas, comprar al pobre por dinero o por un par de sandalias, vender los salvados como si fueran trigo. He ahí las injusticias contra las que gritaba el profeta Amós en medio de un pueblo podrido en su aparente prosperidad  (Am 8, 4-7).

Esos viejos fraudes se repiten en muchos abusos que han ido marcando nuestra sociedad del bienestar: sobresueldos astronómicos, ganancias inmundas procedentes de la droga, la prostitución, la explotación de inmigrantes o la venta de armas, hipotecas y fondos bancarios engañosos, apartamentos con precios desorbitados, garantías que no se sostienen.

Pero las denuncias de Amós tienen un eco religioso. El día de la Luna Nueva era festivo y en él se prohibiía el comercio. Pero los avaros de siempre aprovechaban el descanso sagrado para planear nuevos negocios. Por todo ello grita el profeta: “Jura el Señor por la gloria de Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones”.

LA RUTINA Y LA ASTUCIA

También el evangelio nos introduce en el mundo de los negocios. Un administrador defrauda a su amo y derrocha sus bienes. Va a ser despedido, pero aprovecha una última oportunidad para ganarse amigos por medio de los bienes de su amo. Al perdonarles una parte de sus deudas, espera conseguir sus favores cuando se encuentre sin trabajo (Lc 16, 1-13).

Lo más sorprendente es que el amo felicita a ese administrador infiel por la astucia que ha demostrado. La moraleja de la parábola ofrece la clave de esta alabanza: “Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz”. He ahí otra frase aplicable al mundo de hoy, a sus estrategias y publicidad y a su propaganda política.

Pero si la crítica es atinada, también hay que aprender del estímulo que ofrece. En este momento se impone una nueva evangelización. Sería inmoral apelar a métodos injustos. Pero sería una traición al mensaje del Señor no unir a la prudencia la astucia que él nos pedía. El mensaje es demasiado importante para que vivamos adormilados en nuestra rutina.

CONFIANZA Y SERVICIO

La lección de la parábola se amplía con siete reflexiones de Jesús que no pueden quedar en el olvido. Baste, al menos, recordar tres de ellas:

• “El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar”. Lo importante es el Reino de Dios, que hace que todo lo demás se convierta en “lo demás”. La honradez en lo cotidiano prepara, anticipa y revela la seriedad con la que asumimos el proyecto de Dios.

• “Ningún siervo puede servir a dos amos”. Así ocurre con los negocios y el trabajo,con el amor y  la familia. El corazón dividido no encuentra la paz. Sólo Dios es el absoluto. Todo el resto es relativo y merece una atención que no debe llevarnos a ignorar a Dios.

• “No podéis servir a Dios y al dinero”. Los ídolos tienen boca pero no hablan. Quien los adora, se identifica con ellos, como ya decían los salmos. Tenemos que servirnos del dinero, pero no podemos servir al dinero, ni a los honores de este mundo. Solo Dios es Dios. Quien solo adora  a Dios puede encontrar la libertad.
- Señor Jesús, queremos ser responsable en el uso de las cosas de este mundo, poniendo nuestros ojos y nuestro corazón en el servicio a Dios y en la aceptación de su voluntad. Amén.


D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 15 de septiembre de 2013

LA OVEJA Y LA MONEDA


Domingo 15 de Septiembre de 2013. 24 Tiempo Ordinario C.

“El Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo“. Es el hombre quien ha de arrepentirse de sus malos pensamientos, de sus malos deseos, de sus malas acciones y omisiones. Por eso nos llama la atención que Dios se arrepienta de un propósito que había formulado. Pero así nos lo dice el libro del Éxodo (Ex 32,14).

Esta frase se sitúa en el contexto de un episodio escandaloso. El pueblo de Israel ha sido liberado por Dios de la esclavitud, pero parece confundir al único Dios con uno de los ídolos que había visto en Egipto. Y decide adorar un ternero de oro. Esa idolatría refleja su desesperanza y su nostalgia. En lugar de seguir al Dios que nos libera y nos invita a caminar hacia adelante, también nosotros preferimos refugiarnos en una comodidad adormilada.

El relato bíblico nos dice que Moisés intercede por su pueblo ante el Señor. Le pregunta si va a olvidar lo que ha hecho por Israel y las promesas con las que se ha comprometido a protegerlo. Y Dios decide ser fiel a sí mismo, a pesar de la infidelidad de su pueblo.

LA PÉRDIDA Y EL HALLAZGO

Pues bien, esta imagen de un Dios misericordioso y compasivo resume todo el mensaje de Jesús. En el Evangelio según San Lucas esta idea de la compasión se refleja en las tres parábolas de las pérdidas y los hallazgos. En el texto que hoy se proclama leemos las dos primeras. Se nos habla de la pérdida de una oveja, reencontrada por el pastor y de la pérdida de una moneda buscada por su dueña (Lc 15, 1-10).

En ambos casos se pasa del nerviosismo a la paz, de la búsqueda al hallazgo, y de la soledad a la compañía. Ni el hombre ni la mujer gozan a solas de su satisfacción. Quien encuentra la oveja comunica la buena noticia a los amigos. Quien encuentra la moneda, comparte esa buena noticia con las vecinas.

En ambos casos, los protagonistas exclaman con alborozo: “¡Felicitadme!” No pretenden ser felicitados por la pérdida, sino por el hallazgo. La pérdida pertenece ya al pasado. Y ante el gozo del hallazgo se olvida la fatiga de la búsqueda.

CONVERSIÓN Y ALEGRÍA

Con todo, la peripecia del pastor y de la mujer van más allá de sí mismas. Estas parábolas apuntan a  las relaciones del hombre con Dios. Las dos parábolas se cierran con una hermosa conclusión que se pone en boca de Jesús.

• “Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta”. El pastor tiene cien ovejas, pero dedica toda su atención a la que se ha perdido. Cada uno de nosotros merece la atención de Dios.

• “Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta”. La mujer tiene diez monedas, pero entrega su tiempo y su vida para buscar a la que se le ha perdido. Ni puede ni quiere prescindir de ella.

• “Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta”. Los justos son la alegría de Dios. Pero mayor alegría hay cuando alguien descubre el bien, la verdad y la belleza que solo pueden encontrarse en Dios.

- Padre celestial, reconocemos que somos pecadores. Pero sabemos que el pecado no es una fatalidad. Tú sales cada día a buscarnos. Nuestra pérdida nos daña a nosotros. Pero el hallazgo es una alegría para ti, que nos amas y nos buscas. ¡Bendito seas!


José-Román Flecha Andrés

miércoles, 11 de septiembre de 2013

ÁNGELUS


Queridos hermanos y hermanas: Buenos días.

Hoy, queridos hermanos y hermanas, quisiera hacerme intérprete del grito que, con creciente angustia, se levanta en todas las partes de la tierra, en todos los pueblos, en cada corazón, en la única gran familia que es la humanidad: ¡el grito de la paz! Es el grito que dice con fuerza: Queremos un mundo de paz, queremos ser hombres y mujeres de paz, queremos que en nuestra sociedad, desgarrada por divisiones y conflictos, estalle la paz; ¡nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra! La paz es un don demasiado precioso, que tiene que ser promovido y tutelado.

Vivo con particular sufrimiento y preocupación las numerosas situaciones de conflicto que hay en nuestra tierra, pero, en estos días, mi corazón está profundamente herido por lo que está sucediendo en Siria y angustiado por la dramática evolución que se está produciendo.

Hago un fuerte llamamiento a la paz, un llamamiento que nace de lo más profundo de mí mismo. ¡Cuánto sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto dolor ha ocasionado y ocasiona el uso de las armas en este atormentado país, especialmente entre la población civil inerme! Pensemos: cuántos niños no podrán ver la luz del futuro. Condeno con especial firmeza el uso de las armas químicas. Les digo que todavía tengo fijas en la mente y en el corazón las terribles imágenes de los días pasados. Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia sobre nuestras acciones, del que no se puede escapar. El uso de la violencia nunca trae la paz. ¡La guerra llama a la guerra, la violencia llama a la violencia!
Con todas mis fuerzas, pido a las partes en conflicto que escuchen la voz de su conciencia, que no se cierren en sus propios intereses, sino que vean al otro como a un hermano y que emprendan con valentía y decisión el camino del encuentro y de la negociación, superando la ciega confrontación. Con la misma fuerza, exhorto también a la Comunidad Internacional a hacer todo esfuerzo posible para promover, sin más dilación, iniciativas claras a favor de la paz en aquella nación, basadas en el diálogo y la negociación, por el bien de toda la población de Siria.

Que no se ahorre ningún esfuerzo para garantizar asistencia humanitaria a las víctimas de este terrible conflicto, en particular a los desplazados en el país y a los numerosos refugiados en los países vecinos. Que los trabajadores humanitarios, dedicados a aliviar los sufrimientos de la población, tengan asegurada la posibilidad de prestar la ayuda necesaria.

¿Qué podemos hacer nosotros por la paz en el mundo? Como decía el Papa Juan XXIII, a todos corresponde la tarea de establecer un nuevo sistema de relaciones de convivencia basadas en la justicia y en el amor (cf. Pacem in terris [11 abril 1963]: AAS 55 [1963], 301-302).

¡Que una cadena de compromiso por la paz una a todos los hombres y mujeres de buena voluntad! Es una fuerte y urgente invitación que dirijo a toda la Iglesia Católica, pero que hago extensiva a todos los cristianos de otras confesiones, a los hombres y mujeres de las diversas religiones y también a aquellos hermanos y hermanas no creyentes: la paz es un bien que supera cualquier barrera, porque es un bien de toda la humanidad.

Lo repito alto y fuerte: no es la cultura de la confrontación, la cultura del conflicto, la que construye la convivencia en los pueblos y entre los pueblos, sino ésta: la cultura del encuentro, la cultura del diálogo; éste es el único camino para la paz.

Que el grito de la paz se alce con fuerza para que llegue al corazón de todos y todos depongan las armas y se dejen guiar por el deseo de paz.

Por esto, hermanos y hermanas, he decidido convocar en toda la Iglesia, el próximo 7 de septiembre, víspera de la Natividad de María, Reina de la Paz, una jornada de ayuno y de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio y en el mundo entero, y también invito a unirse a esta iniciativa, de la manera que consideren más oportuno, a los hermanos cristianos no católicos, a los que pertenecen a otras religiones y a los hombres de buena voluntad.

El 7 de septiembre en la Plaza de San Pedro, aquí, desde las 19.00 a las 24.00 horas, nos reuniremos en oración y en espíritu de penitencia para implorar de Dios este gran don para la amada nación siria y para todas las situaciones de conflicto y de violencia en el mundo. La humanidad tiene necesidad de ver gestos de paz y de oír palabras de esperanza y de paz. Pido a todas las Iglesias particulares que, además de vivir esta jornada de ayuno, organicen algún acto litúrgico por esta intención.

Pidamos a María que nos ayude a responder a la violencia, al conflicto y a la guerra, con la fuerza del diálogo, de la reconciliación y del amor. Ella es Madre. Que Ella nos ayude a encontrar la paz. Todos nosotros somos sus hijos. Ayúdanos, María, a superar este difícil momento y a comprometernos, todos los días y en todos los ambientes, en la construcción de una auténtica cultura del encuentro y de la paz. María, Reina de la Paz, ruega por nosotros.

 Domingo, 1 de septiembre de 2013. Plaza de San Pedro
Papa Francisco

domingo, 8 de septiembre de 2013

FESTIVIDAD DE LA PATRONA DE VILLA DEL RÍO


Día 8 de Septiembre. Solemnidad de la Natividad de la Santísima Virgen María

Hoy nace una clara estrella,
tan divina y celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo sol nace de ella.

De Ana y de Joaquín, oriente
de aquella estrella divina,
sale luz clara y digna
de ser pura eternamente;
el alba más clara y bella
no le puede ser igual,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.

No le iguala lumbre alguna
de cuantas bordan el cielo,
porque es el humilde suelo
de sus pies la blanca luna:
nace en el suelo tan bella
y con luz tan celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.

Gloria al Padre, y gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.

LA CRUZ Y LA TORRE


Domingo 8 de Septiembre de 2013. 23 Tiempo Ordinario. C.

“¿Quién rastreará las cosas del cielo, quién conocerá tu designio, si tú no le das sabiduría enviando tu Santo Espíritu desde el cielo? Solo así fueron rectos los caminos de los terrestres, los hombres aprendieron lo que te agrada; y la sabiduría los salvó“. Una buena pregunta y una buena respuesta. No deberíamos olvidar estas palabras del libro de la Sabiduría que que se leen en la misa de este domingo (Eclo 3, 17-18.20).

Decimos que hoy a nadie interesan las cosas del cielo. Que muchos viven “como si Dios no existiera”. Pero en su carta “La Puerta de la fe”, Benedicto XVI escribía que muchas personas en nuestro contexto cultural, aun no reconociendo en ellos el don de la fe, buscan con sinceridad el sentido último y la verdad definitiva de su existencia y del mundo” (PF 10).

A unos y a otros se nos dice que el camino no es fácil si no contamos con la sabiduria de Dios. No se trata de saber más cosas, sino de saborear el proyecto de Dios, de aceptarlo y de convertirlo en hoja de ruta para nuestra peregrinación.

RENUNCIA Y LIBERTAD

En Jesús se ha hecho carne esa sabiduría de Dios. Él nos precede por el camino. Nos invita a seguirlo. Y a calcular nuestras fuerzas para construir la torre: es decir para llevar la fe a su cumplimiento. En el evangelio de hoy (Lc 14, 25-33), Jesús señala tres relaciones que han de ser revisadas y repite tres veces la referencia a sí mismo y el riesgo del desvío.

• La tres relaciones nos remiten a los lazos familiares (v. 26), a la posesión y disfrute de los bienes (v. 33) y  al cómodo apego a la propia vida (v. 26). No podemos vivir sin esos anclajes. Pero habrá que ver si estamos dispuestos a verlos a la luz de la sabiduría de Dios. La llamada al seguimiento de Jesús es una llamada  a la libertad. Ese es el punto de partida.

• Las tres referencias a su persona señalan la característica propia del discipulado. “Si alguno se viene conmigo”…, “detrás de mí”…,  “discípulo mío”. El itinerario es difícil, pero el Maestro lo ha dejado bien trazado. Nadie va con el Señor para triunfar en la vida. La llamada a la libertad es una llamada al seguimiento de Jesús. Ese es  el punto de llegada.

• Junto a esas tres relaciones y referencias, se encuentran otras tres negaciones: “No puede ser discípulo mío”.  Esa es la grandeza de la libertad. La persona puede hacer su opción fundamental. Y esa es la limitación de la libertad. Que no siempre nuestras opciones nos llevan a vivir como discípulos del Señor y a construir la torre del Reino de Dios.

LA CRUZ Y EL CAMINO

“¿Seguís al Señor sin cruz? Pues no vais tras él. Muchos se venían cuando predicaba en los montes, en el campo y en los templos, y de cuantos siguieron entonces no hubo uno que le ayudase a llevar la cruz… No hay quien se aparte del mal por Jesucristo y le ayude a llevar la cruz”. Así predicaba San Juan de Ávila con palabras que recuerdan las de Jesús.

• “Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío”. No es el Señor quien nos impone la cruz. Creyentes o no creyentes, algún día encontraremos el dolor. Basta esperar lo suficiente. A todos nos tocará un día llevar nuestra cruz. Pero el Señor nos invita a llevarla tras Él. Es decir, a ver cómo él nos precede en el camino y a seguirle con su espíritu.

•  “Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío”. Esas palabras no se dirigen solo al cristiano individual. Ese es el camino de toda la Iglesia. No puede eximirse de llevar la cruz una comunidad que dice seguir y confesar al Crucificado. La persecución no  es un accidente de la historia. La comunidad cristiana sabe bien cuál es el camino del Señor.

- Señor Jesús, tú sabes con qué ánimo hemos comenzado a construir la torre de nuestra fe. Que tu gracia nos ayude a perseverar en el esfuerzo. Que nuestra pereza o nuestra inconstancia no justifiquen las burlas y el rechazo a tu mensaje de vida y de esperanza. Amén.


D. José-Román Flecha Andrés

viernes, 6 de septiembre de 2013

SIETE DE SEPTIEMBRE


 "Bajá de Nuestra Señora de la Estrella"

"Mañana el corazón de Villa del Río palpitará devociones, suspiros y esperanzas cuando la luz de la Señora atraviese el arco de su blanca ermita"

domingo, 1 de septiembre de 2013

EL HUMILDE Y EL CÍNICO


Domingo 1 de Septiembre de 2013. 22 del Tiempo Ordinario. C

“Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios y revela sus secretos a los humildes”.  Son  hermosos y siempre actuales estos consejos de Jesús, hijo de Sirac, que recoge la primera lectura de la misa de este domingo (Eclo 3, 17-18.20).

Efectivamente, la misma experiencia nos dice que las personas más sencillas son las más agradables en la vida social. Además, los más humildes están con frecuencia más dispuestos a escuchar la palabra de Dios. Y a percibir el paso de Dios en los acontecimientos y, sobre todo, en la vida de cada día.

El texto bíblico es muy realista. El sabio, en efecto,  contrapone a la actitud del humilde la soberbia del orgulloso: “No corras a curar la herida del cínico, pues no tiene cura, es brote de mala planta”  (Eclo 3, 28). Otras traducciones nos recuerdan que “para la adversidad del orgulloso no hay remedio, pues la planta del mal ha echado en él raíces”.

HUMILDAD Y GRATUIDAD

El evangelio que hoy se proclama recoge un hecho que parece una parábola (Lc 14, 1.7-14). Es un sábado: día de oración y descanso. Jesús es invitado a comer en casa de un fariseo importante. Observa que los invitados se apresuran a escoger los primeros puestos. Y el Maestro aprovecha la ocasión para impartir dos consejos aparentemente muy humanos.

- El primero se dirige a los invitados a un banquete.  Quien elige uno de los primeros puestos puede verse en el bochorno de ser obligado a cederlo a otro invitado más importante. Pero quien elige uno de los últimos, puede verse honrado cuando lo inviten a situarse en un puesto de más prestigio. Así que conviene ser humilde y modesto.

- El segundo consejo se dirige al anfitrión que ofrece el banquete. Quien convida a sus amigos, a sus parientes o a sus vecinos ricos, espera ser recompensado con otra invitacion semejante. Eso es lo habitual. Quien convida a pobres, lisiados, cojos y ciegos parecerá ir contra corriente. Porque generalmente no recibirá una invitacion semejante.

Los dos consejos parecen normas de conducta o de protocolo social. Pero Jesús las eleva al rango religioso, mediante la bienaventuranza que sigue al segundo consejo: “Dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagaran cuando resuciten los muertos”. Así que la humildad va unida a la generosidad de quien ama gratuitamente. Porque así es como ama Dios.

SOBERBIA Y HUMILDAD

“Toda afectación es mala”, se repite varias veces en el Quijote. Cualquier manual de educación nos exhortará a ser  modestos y sencillos. Todo este relato responde, pues, a una experiencia humana y muy humana. Sin embargo, encierra una profunda lección de fe. No sólo habla del hombre, sino de Dios.  Basta reflexionar sobre la frase central.

• “Todo el que se enaltece será humillado”.  Quien se enaltece a sí mismo se coloca con frecuencia en el puesto del mismo Dios. Olvida su profunda verdad y se engaña a sí mismo.  “De soberbia y vanagloria os libre Dios”, escribe Santa Teresa. Cuanto más alto sube el necio más estrepitosa es su caída.

• “El que se humilla será enaltecido”. El modelo es el mismo Cristo, que se abajó hasta someterse a la muerte y muerte de cruz, por lo cual fue ensalzado hasta recibir un nombre sobre todo nombre (cf. Flp 2, 6-11). Quien de verdad ama a Dios, va por el valle de la humildad, como escribe también Santa Teresa.


- Señor Jesús, tú nos has convidado al banquete de tu Reino. Que tu gracia nos ayude a vivir en la Iglesia y en el mundo con la sencillez de los pobres y los humildes. Porque “tuyo es el Reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor”. Amén.

Don José Román Flecha Andrés