sábado, 26 de abril de 2014

FIESTA DE LA MISERICORDIA


Homilía para Domingo 27 de Abril de 2014. 2º de Pascua, ciclo A

El papa Juan Pablo II, que será canonizado en este día junto al papa Juan XXIII, dedicó este domingo II de Pascua a la meditación sobre la Divina Misericordia.

Al presentarse en medio de sus discípulos, Jesús resucitado no les reprende por haberlo abandonado y negado. Al contrario, les ofrece el don de su paz y les encarga la tarea de transmitir en su nombre el perdón de los pecados.

La primera lectura nos ofrece un “sumario” de la vida de las primeras comunidades cristianas. En él se recuerdan los valores de la oración, la comunicación de bienes y el amor que une a todos los hermanos.

Por su parte, la primera carta de Pedro, que hoy se lee, subraya los valores cristianos de la fe, la alegría y el amor.

LA VICTORIA Y LAS LLAGAS

El evangelio une dos apariciones de Jesús a sus discípulos. El Maestro los saluda con el deseo de la paz y derrama sobre ellos el Espíritu. Con demasiada frecuencia, se suele calificar al apóstol Tomás como un incrédulo. Olvidamos que él es el único entre los discípulos de Jesús que se había mostrado dispuesto a subir con  su Maestro a Jerusalén y a morir con él si era preciso.

Ahora parece molesto por dos razones. En primer lugar, porque Jesús se ha aparecido a los discípulos precisamente cuando él estaba ausente. Y además, ve que los que no querían aceptar la muerte de Jesús acepten su resurrección. Para Tomás no hay resurrección sin muerte. No hay victoria sin llagas. Ni para Cristo ni para su Iglesia.

Jesús se hace presente en medio de nosotros. Nos muestra las llagas que dan testimonio de su entrega por nosotros. Nos desea la paz, como el mejor de los dones pascuales. Nos concede su perdón y derrama sobre nosotros su Espíritu para hacernos receptores y portadores de ese perdón.

LA ÚLTIMA DICHA

Además Jesús nos reserva en este día la última de las bienaventuranzas que aparecen en el evangelio:

• “¡Dichosos los que creen sin haber visto!”. Así es. Los que hemos recibido el don de la fe, nos consideramos dichosos y felices por haber llegado a creer en él, a pesar de no haberlo visto en carne mortal.

• “¡Dichosos los que creen sin haber visto!”. Esta bienaventuranza nos anima a experimentar “la alegría del Evangelio” y el gozo de anunciarlo y testimoniarlos nuestra propia vida para que otros puedan llegar a creer.

• “¡Dichosos los que creen sin haber visto!”. Deseamos y esperamos que la canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II pueda ayudar a nuestros hermanos la alegría de la de y de la misericordia de Dios.

- Señor Jesús, resucitado de entre los muertos, te reconocemos como nuestro Señor y Salvador. En ti vemos reflejada la misericordia de Dios. Bendito seas por siempre Señor.


D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 20 de abril de 2014

FIESTA DE LA LUZ


Homilía para el Domingo de Resurrección, 20 de Abril de 2014. Ciclo A.

“Hay cristianos cuya opción parece ser la de una cuaresma sin Pascua”. Así ha escrito el Papa Francisco en su exhortación La Alegría del Evangelio (n.6). La Cuaresma nos ha ido preparando para aceptar  la cruz de Jesucristo y para seguirle por el camino.

El tiempo de Pascua nos ha de ayudar a vivir con el Señor una vida resucitada. Así lo canta el himno: “Pascua sagrada, ¡oh fiesta de la luz!, despierta tú que duermes, y el Señor te alumbrará”.

Durante el tiempo de Pascua vamos a meditar el libro de los Hechos de los Apóstoles. El discurso de Pedro que hoy se lee no es una lección sobre ideas abstractas. Es un testimonio de vida: “Nosotros comimos y bebimos con él después que resucitó, y él nos envió a anunciar al pueblo que Dios le ha puesto como Juez de vivos y muertos”.

EL SEPULCRO VACÍO

También el evangelio nos refiere el testimonio de Pedro y el discípulo amado del Señor. Aquel primer día de la semana, las mujeres se acercaron hasta el sepulcro de Jesús, pero lo encontraron vacío. Hasta hablaban de unos ángeles que les anunciaron que Él estaba vivo.

Alarmados por estas noticias, los discípulos corrieron hasta el sepulcro. No vieron el cuerpo de Jesús. La constatación de la ausencia del Señor motiva el crecimiento en la fe. Si el Señor no está entre los muertos, su vida entera puede ser releída con ojos de fe.

• También nosotros contemplamos hoy el sepulcro vacío de Jesús. Nos llama la atención que el evangelio repita tantas veces que tanto María Magdalena como los dos discípulos “vieron” el sepulcro vacío y las vendas que habían envuelto el cuerpo de Jesús.

• También nosotros en este día de Pascua somos invitados a ver con los ojos de la fe el misterio del Señor Resucitado. Y repetimos con gozo uno de los himnos pascuales: “La mañana celebra tu resurrección y se alegra con claridad de Pascua. Se levanta la tierra, como un joven discípulo en tu búsqueda, sabiendo que el sepulcro está vacío ”.

LAS COSAS DEL CIELO

La carta a los Colosenses que hoy se lee en la eucaristía contiene una exhortación a vivir  como resucitados:

• “Hermanos, ya que habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas del cielo, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios”. De hecho, por el bautismo hemos muerto a un mundo de pecado.  Y hemos resucitado con él, que es nuestra cabeza.

• “Pensad en las cosas del cielo, no en las de la tierra”. Cristo es ya ahora nuestra vida. Su vida orienta la dirección de la nuestra. Nuestros pensamientos e intereses han sido modificados por su vida, por su muerte y por su resurrección.

• “Cuando él aparezca, vosotros también apareceréis con él y tendréis parte en su gloria”. Cristo es ya ahora nuestra vida, el motivo para vivir de otra manera. Pero es también el fundamento de una esperanza que nos lleva más allá de la muerte.


- Señor Jesús, resucitado de entre los muertos, te damos gracias porque con tu resurrección  renuevas  en nosotros el don de la fe y nos ayudas a vivir en la esperanza que es fortalecida por el amor. Amén. Aleluya.

D. José Román Flecha Andrés

domingo, 13 de abril de 2014

DOMINGO DE RAMOS "LA SANGRE DE CRISTO"


Homilía para Domingo de Ramos 13 de Abril de 2014. Ciclo A.

Celebramos hoy el Domingo de Ramos. En la primera lectura, se proclama uno de los cantos del Siervo del Señor, que nos van a acompañar en estos días. “El Señor Dios me ha abierto el oído; y yo no me he rebelado ni me he echado atrás”. Esta figura del siervo profeta que escucha la palabra de Dios es el anticipo del Mesías Jesús, que, según san Pablo, “se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, hasta la muerte en la cruz”.

La bendición y la procesión de los ramos nos introduce en el ambiente de la Semana Santa. Como los peregrinos que se acercaban a Jerusalén también nosotros  cantamos: “¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Viva el Altísimo!” Que él traiga la salvación a nuestra vida.

Llevamos a casa uno de los ramos bendecidos en este domingo. Y nos comprometemos a mirarlo con fe, para recibir cada día al Señor que viene hasta nosotros.

EL PAPEL DE PILATO

Pero en el evangelio se lee siempre la pasión de Jesús. En el relato según san Mateo encontramos algunos rasgos exclusivos de este evangelista. Por ejemplo, estos tres:

• Sólo en él dice Jesús que podría acudir al Padre, quien pondría a su disposición legiones de ángeles.

• Sólo en él se narra la muerte de Judas y el destino de los dineros que había percibido por la traición.

• Y sólo en él se anota que en el momento de la muerte de Jesús la tierra tembló, se abrieron los sepulcros y muchos resucitaron.

Por otra parte, vemos que el relato de la pasión de Jesús según san Mateo trata con respeto a Pilato y el poder que representa. He aquí otros tres ejemplos:

• La mujer de Pilato interviene a favor de Jesús, al que reconoce como inocente.

• El procurador se lava las manos y parece descargar toda responsabilidad sobre los dirigentes de los judíos.

• Y por fin, Pilato permite poner guardia frente al sepulcro de Jesús.

Y LA VOZ DEL PUEBLO

Para este relato evangélico, el bien de la paz y la vivencia del mensaje de Jesús obligan a suavizar los recuerdos de aquellos momentos tan dolorosos. Entonces y ahora la evangelización está por encima y al margen de la revancha y del reproche.

Hoy contemplamos a Jesús, sumido en el silencio frente a Pilato, mientras el pueblo le desafía gritando:

• “Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos”. Podemos aplicarnos esta proposición, conscientes como somos de que nuestras rebeliones contra el proyecto de Dios han hecho correr la sangre de su Hijo y la de muchos otros hijos de Dios.

• “Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos”. Por otra parte, tendríamos que repetir con humildad y confianza este deseo, aparentemente blasfemo, puesto que sólo la sangre de Cristo puede salvarnos de nuestros pecados individuales y estructurales.

- Señor Jesús, que derramaste tu sangre por nosotros, ayúdanos a vivir en gratitud, ofreciendo lo mejor de nuestra vida por nuestros hermanos, que son también los tuyos. Amén.


D. José-Román Flecha Andrés

domingo, 6 de abril de 2014

LA MUERTE Y LA VIDA


Homilía para el Domingo 6 de Abril de 2014. 5º de Cuaresma, ciclo A.

Con frecuencia andamos como cadáveres ambulantes. Con razón dice el Papa Francisco que la primera de nuestras tentaciones es la acedia o pereza espiritual. No podemos pasar la vida como aletargados. Necesitamos despertar de nuestro sueño.

El texto del profeta Ezequiel que hoy se lee en la misa se refiere a la restauración social,  política y religiosa del pueblo de Israel (Ez 37, 12-14). Pero las imágenes que emplea el profeta, preanuncian ya la fe en la resurrección: “Pueblo mío, voy a abrir vuestras tumbas… Pondré en vosotros mi aliento de vida, y reviviréis”.

Entre nosotros suele estar poco atendido el ministerio del duelo. Al escuchar los lamentos de las hermanas de Lázaro nos preguntamos: ¿Qué podemos hacer para acercarnos, como persona y como comunidad, a quienes han visto morir a un ser querido?

EL AMOR AL AMIGO

El evangelio nos recuerda la resurrección de Lázaro, el amigo de Jesús (Jn 11). Él ha venido para dar la vida a los muertos. La vida del espíritu a los que han muerto por el pecado. Y la vida sin fronteras ni final, para los que le confían esta vida caduca y quebradiza.

Hoy nos acercamos mentalmente a Betania.  Contemplamos a Jesús en pie ante la tumba de Lázaro y escuchamos su oración: “Padre, te doy gracias porque me has escuchado”. Como los presentes, también nosotros podemos contemplar las lágrimas que bajan por sus mejillas. También nosotros podemos reconocer su amor al amigo.

Entre los presentes surgen dos posturas contrapuestas. Unos creen en este profeta que da la vida. Otros deciden darle muerte tan sólo por haber librado de la muerte a su amigo. ¿En qué grupo nos situamos nosotros?

Jesús devuelve la vida a su amigo Lázaro. Pero ese “signo” le costará a él mismo la vida. En nuestra vida hay algo muerto. Pero junto a nosotros pasa el que es la vida. Y el que desea que vivamos ya en plenitud. En vísperas de su Pascua, pidámosle sinceramente que se acerque a nuestros sepulcros y nos llame a la vida.

EL MENSAJE DE LA VIDA

No podemos olvidar las palabras que Jesús dirige a Marta, la hermana de su amigo Lázaro:

• “Yo soy la resurrección y la vida”. Jesús participa del poder del Padre. Él es el manantial de la vida humana y la fuente de su íntimo sentido. Él aporta su rescate definitivo cuando ha sido secuestrada por el pecado y por la muerte.

• “El que cree en mi aunque haya muerto vivirá”. Cuando las esperanzas se agotan, tan sólo en Él se recobran. La muerte física no es el final del camino humano, si ha estado marcado por el amor de Él y por la fe en Él.

• “El que está vivo y cree en mí no morirá para siempre”. A la vida física es preciso que se añada la fe en el Mesías Jesús. Sólo así será vencida la muerte.

- Señor Jesús, que nos has dado la vida verdadera, acepta nuestra gratitud por este don, mantén nuestros ojos abiertos a tu presencia y consérvanos vivos junto a ti, por los siglos de los siglos. Amén.


D. José-Román Flecha Andrés