Homilía para el Domingo 28 de Diciembre de 2014. Día de la Sagrada
Familia.
“El que honra a su padre expía
sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros”. No deberíamos dejar de
leer el texto del libro bíblico del Sirácida, que se proclama en la primera
lectura de la celebración eucarística de hoy
(Eclo 3, 2-6.12-14). En una primera parte contiene reflexiones como
estas, llenas de sabiduría.
Despues, las reflexiones se
convierten en consejos, que siguen teniendo valor en una sociedad en la que los
hijos desprecian la sabiduría de los padres, calificándola de anticuada: “Hijo
mío, sé constante en honrar a tu padre; no lo abandones mientras viva. Aunque
flaquee su mente, ten indulgencia. No lo abochornes mientras seas fuerte”.
Como si conociera el sentido de
culpa que afecta siempre a todos los que han despreciado o abandonado a sus
padres, el autor termina formulando una promesa no exenta de poesía: “La piedad
para con el padre no se olvidará…, el día del peligro Dios se acordará de ti y
deshará tus pecados como el calor deshace la escarcha”.
DOS PROFETAS
En el evangelio que se proclama
en esta fiesta de la Sagrada Familia (Lc 12, 22-40) se recuerda la purificación
de María y la presentación de Jesús en el templo. Lo primero que llama la
atención es la triple alusión a la Ley de Moisés. Aquella familia de Nazaret cumple
con fidelidad lo prescrito a su pueblo: presentar su hijo al Señor, de quien lo
ha recibido.
Es verdad que inmediatamente se
alude por otras tres veces al Espíritu Santo. Moraba en Simeón, le había
prometido que no moriría sin ver al Mesías del Señor y, llegado el momento, lo
guió oportunamente hasta el templo. Así pues, la llegada de Jesús es como el
gozne sobre el cual giran las dos alianzas: una centrada en la Ley y la otra
movida por el Espíritu.
Simeón y Ana son dos profetas.
Representan la piedad de los creyentes. Viven de cara a Dios y prestan atención
a sus señales. Reconocen al Mesías en un niño que no lleva señales de su
dignidad. Dan gracias a Dios por Él y anuncian su presencia a quien les puede
escuchar. De paso, la familia de Jesús es “evangelizada” por ellos.
Y TRES PLANOS
Pero el evangelio de hoy no se
detiene ahí. Nos dice que, después de cumplir lo prescrito por la Ley del
Señor, la familia regresa a Nazaret. Del ámbito sagrado pasan con normalidad al
ámbito “profano” de la vida diaria. Dan gracias a Dios por la vida y tratan de
vivirla en su integridad y con sencillez
, como sugiere el texto con tres pinceladas.
“El niño iba creciéndo y
robusteciéndose”. He ahí el plano de la naturaleza. El paso del tiempo y el
crecimiento de una vida humana, que es preciso aceptar y agradecer.
“Jesús se llenaba de sabiduría”.
Es este el plano de la cultura y de la socialización. Gracias a José y a María
el niño aprende el “saber “humano y el “sabor” de las cosas de Dios.
“La gracia de Dios lo
acompañaba”. En este plano, Dios tiene todo el protagonismo. El amor y el
proyecto de Dios van guiando el desarrollo de Jesús.
- Padre de los cielos, tú sabes
que nos preocupan mucho las familias de hoy. Te rogamos por todas ellas. Que la
luz de tu evangelio las ayude a valorar la vida, a educar a sus hijos en
valores auténticos y a contar siempre
con tu providencia y tu gracia. Amén.
D. José-Román Flecha Andrés
No hay comentarios:
Publicar un comentario