Reflexión homilética para el Domingo 1 de Octubre de 2017. 26 del Tiempo Ordinario, A.
“Cuando el malvado se convierte
de la maldad que hizo, y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su
vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá
y no morirá”. Con este oráculo que hoy se proclama (Ez 18,5-28) contrapone el
profeta Ezequiel el comportamiento del justo al del malvado.
Perder la vida o salvarla, esa es
la cuestión. Quien persiste en su maldad, pretende conservar lo que ha ganado,
pero pierde su existencia. En cambio, el pecador que reconsidera sus actos y se
convierte, tendrá dificultades pero encontrará el modo de vivir con dignidad.
Dios es el Señor de la vida, pero el hombre puede actuar con libertad
Es bueno orar con el salmo salmo:
“Señor, enséñame tus camino, instrúyeme en tus sendas, haz que camine con
lealtad” (Sal 24,4). Y escuchar la exhortación de san Pablo: “Tened entre
vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo” (Flp 2,5).
DOS RESPUESTAS
También en este domingo el
evangelio recuerda otra parábola relacionada con el trabajo en las viñas. Pero
son distintos los invitados a trabajar y también los oyentes a los que Jesús
dirige su mensaje.
En la primera parábola de la
viña, que Jesús contó a sus discípulos (Mt 20,1-16), importaba reflejar la
relación del propietario con los jornaleros. Se habla de un contrato y el pago
de un jornal. Unos jornaleros se sienten agraviados al ver que el amo iguala
con ellos a los contratados a última hora.
Jesús expone a los sumos
sacerdote y a los ancianos del pueblo otra parábola (Mt 21,28-32), en la que se
subraya la relación de un padre con sus dos hijos. No hay un contrato, sino un
ruego. A ambos dirige el padre la misma petición: “Hijo, ve hoy a trabajar en
la viña”. Pero la respuesta es diferente.
El primero respondió secamente,
con un rechazo a la orden recibida: “No quiero”. Pero después se arrepintió y
fue a la viña. El segundo hijo respondió aceptando al parecer la orden de su
padre: “Voy, señor”. Pero no fue a trabajar a la viña familiar.
EL CAMINO DEL REINO
La lección de la parábola estaba
clara. Pero Jesús quiere que sus oyentes extraigan y manifiesten públicamente
la lección que encierra. Así lo revela el diálogo que sigue:
“¿Quién de los dos cumplió la
voluntad del padre?” Se trata de ver si la persona se justifica por sus buenas palabras
o por su buenas acciones. Si no coinciden las unas con las otras, será difícil
pretender que uno vive en la coherencia.
“El primero”. Esa es la respuesta
de los oyentes. De hecho, tanto las grandes religiones como el sentido común de
las gentes afirman que hay que preservar la bondad de las palabras, aunque las
obras son las que reflejan la calidad moral de la persona.
Las palabras finales de Jesús son
una seria interpelación. Los que presumen de su propia rectitud no aceptaron el
mensaje de un profeta. Pero los que son considerados como pecadores los
adelantan en el camino del reino de Dios.
Padre nuestro, te damos gracias
porque nos invitas cada día a colaborar contigo en el trabajo de la viña.
Ayúdanos a cumplir siempre tu voluntad con ánimo alegre y generoso. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
D. José-Román Flecha Andrés
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