Reflexión homilética para el Domingo 24 de Septiembre de 2017. 25 del Tiempo Ordinario, A.
“Como el cielo es más alto que la
tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que vuestros
planes” (Is 55,9). Este oráculo divino, recogido en el libro de Isaías, repite
un mensaje que debería constituir una de nuestras primeras afirmaciones de fe.
Dios no es indiferente a la
peripecia humana. Él nos conoce y nos ama. Está cerca de nosotros. Pero no
podemos imaginarlo según nuestros esquemas de pensamiento y de conducta. Sus
planes no coinciden con los nuestros. Y nuestros planes muy pocas veces
coinciden con los planes de Dios.
El salmo responsorial confiesa
esa cercanía de Dios: “El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en
todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo
invocan sinceramente” (Sal 144,17-18). La fe nos ayudará a repetir con san
Pablo: “Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir” (Flp 1,21).
LA LLAMADA DE DIOS
En la parábola que hoy se
proclama, Jesús presenta a un propietario que sale varias veces al día a
contratar jornaleros para que vayan a trabajar a su viña (Mt 20,1-16). Se
ajusta con todos en un denario. Pero al final de la tarde paga a todos por
igual. Esto suscita las protestas de los que han trabajado durante más horas.
- En primer lugar se nos recuerda
que Dios es el dueño y nosotros somos unos jornaleros. Él es el Señor. Hemos de
estar agradecidos porque ha querido contar con nosotros. Trabajar en su viña es
un honor.
- El Señor nos paga con lo que
nos ha prometido. Si paga a los últimos como a los primeros es tan solo un
signo de su bondad. La misericordia de Dios es sorprendente. Su misericordia no
es injusta, pero va más allá de la justicia.
- Es cierto que en esta tierra y
en nuestra sociedad tenemos el deber de defender nuestros derechos. Pero nadie
puede presumir de haber adquirido unos derechos ante Dios. Todo es gracia.
LA LIBERTAD DE DIOS
La parábola de los jornaleros se
cierra con dos preguntas y una reflexión sapiencial que es todo un desafío:
- “¿Es que no tengo libertad para
hacer lo que quiera en mis asuntos?” Con demasiada frecuencia nos atrevemos a
juzgar a Dios. Como si él necesitara nuestros consejos. Como si nosotros
tuviéramos la sabiduría que a él le falta.
- “¿Vas a tener tú envidia porque
yo soy bueno?” Los criterios que utilizamos para evaluar los acontecimientos
están dictados muchas veces por nuestros intereses. Nuestro egoísmo nos impide
aceptar que los caminos de Dios no son nuestros caminos.
- “Los últimos serán los primeros
y los primeros los últimos”. En contra de lo que se piensa en nuestro mundo, lo
que nos hace valiosos ante Dios no son nuestros esfuerzos, sino su amor
gratuito y universal.
Padre nuestro, clemente y
misericordioso, agradecemos de corazón que nos hayas elegido para trabajar en
la viña de tu reino. Sabemos que no tenemos derecho a imponerte nuestros
criterios y nuestras normas. Así que danos humildad para aceptar tu voluntad.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
D. José-Román Flecha Andrés
No hay comentarios:
Publicar un comentario