Reflexión homilética para el Domingo 8 de Octubre de 2017. 27 del Tiempo Ordinario, A.
“Voy a cantar en nombre de mi
amigo un canto de amor a su viña” (Is 5,1). Ese poema de Isaías sobre la viña
del amigo ha cautivado muchas veces nuestra fantasía. Hemos imaginado el viñedo
y el cercado, el lagar y la atalaya, desde la que el guarda vigilaba aquella
propiedad en la que el amigo había plantado cepas escogidas.
El dueño esperaba que le diera
las uvas más sabrosas. Pero al tiempo de la vendimia solo encontró agrazones.
Con aquellas uvas agrias nunca podría tener un buen vino. El profeta explica
que la viña representa la casa y el pueblo de Israel. El Señor esperaba
encontrar justicia y sólo encontró maldad.
Ante esa historia de infidelidad,
sólo cabe rezar con el salmo 79: “Señor, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate;
ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó y que tú hiciste
vigorosa”. Escuchando la exhortación de san Pablo, deseamos tener en cuenta
todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable y laudable: todo lo que es
virtud (Flp 4,6-9).
DECEPCIÓN Y TRAICIÓN
Por tercer domingo consecutivo el
evangelio nos presenta otra parábola que utiliza la imagen de la viña (Mt
21,33-43). También en esta ocasión se dirige a los sumos sacerdotes y a los
ancianos del pueblo. El Maestro comienza evocando literalmente el canto de
Isaías a la viña del amigo. Pero pronto introduce su propia versión.
En el poema de Isaías la
decepción del dueño venía motivada por la frustración de sus esperanzas. Había
preparado su viña, pero no encontró las buenas uvas que esperaba. Israel no
había respondido a la elección de que había sido objeto.
En la parábola que expone Jesús,
ya no es la viña la que produce malos frutos. Es que los labradores encargados
de cuidarla se niegan a entregar los frutos a su amo. Y no solo eso, sino que
injurian y matan a los criados que el dueño de la viña les ha enviado.
Más aún. El dueño envía a su
propio hijo para recabar de los labradores los frutos que le corresponden. Pero
los labradores, sabiendo que es el heredero, lo sacan violentamente de la viña
y lo matan con la intención de hacerse con la propiedad.
EL RELATO Y SU SENTIDO
La lección de esta parábola está
clara. Dios ha enviado profetas a su pueblo, pero han sido maltratados. Ahora
envía a su hijo y también él será condenado a muerte.
“Cuando vuelva el dueño de la viña,
¿qué hará con aquellos labradores?” Esa es la pregunta que Jesús dirige a los
responsables de su pueblo. Con ella les ofrece una buena oportunidad para que
recuerden la historia pasada de su pueblo. Y también para que reflexionen sobre
su propia responsabilidad en el rechazo del Mesías.
“Arrendará la viña a otros
labradores, que le entreguen los frutos a su tiempo”. Esa es la respuesta de
los oyentes. Parece que ellos siguen pensando solamente en el relato sin pensar
en su sentido. No quieren comprender que el Maestro trata de evocar un pasado
que se va a convertir de nuevo en una escandalosa realidad.
Padre nuestro, también a
nosotros has confiado la tarea de cultivar tu viña y entregarte fielmente los
frutos que te corresponden. También nosotros despreciamos a los mensajeros que
nos envías e ignoramos el mensaje y la vida de tu Hijo. Perdona nuestra
infidelidad. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
D. José-Román Flecha Andrés
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