sábado, 27 de mayo de 2017

LOS CONFINES DEL MUNDO


Reflexión homilética para la Festividad de Ascensión del Señor. Domingo 28 de mayo de 2017.

“Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines de la tierra”. He aquí el último mensaje de Jesús antes de ser elevado a la gloria de Dios, según se narra en la primera lectura de esta fiesta (Hech 1,1-11).

Sus apóstoles lo han visto siempre como un mesías nacional. Jesús les habla del Reino de Dios, pero ellos solo piensan en el reino de Israel. Siguen soñando en los puestos de poder que su Maestro puede confiarles. Pero él abre ante sus ojos un horizonte universal. Ellos mismos reciben el encargo de anunciar ese Reino de Dios “hasta los confines de la tierra”.

En la segunda lectura se nos recuerda que al Cristo resucitado Dios lo ha constituido como cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo. ¿Qué nos queda a nosotros? Pedimos confiadamente que Dios ilumine los ojos de nuestro corazón para que descubramos la esperanza a la que hemos sido llamados (Ez 1,17-23).

ENVÍO Y LLAMADA

En el relato evangélico que se proclama en esta solemnidad de la Ascensión del Señor (Mt 28,12-20) podemos encontrar algunos detalles que se refieren a Jesús, a sus discípulos y también a nosotros mismos.

En primer lugar, a Jesús se le ha dado autoridad plena sobre el cielo y sobre la tierra. Como sabemos, el demonio se había atribuido el poder y la posesión de todos los bienes de la tierra (Lc 4,6). Pero mentía. Sólo Jesús es el Señor del universo y de la historia.

Los discípulos habían sido llamados un día allá en la Galilea de los gentiles. Es cierto que allí habían dudado de Jesús, pero precisamente ahí terminan adorándolo. Y desde ahí son enviados a hacer discípulos a todos los pueblos de la tierra.

Y, por nuestra parte, nosotros agradecemos que el Señor haya pensado en nosotros y nos haya llamado a escuchar atentamente su evangelio, a recibir gozosamente el bautismo y a insertarnos finalmente en la realidad misma de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

EL GRAN MENSAJE

Muchas veces hemos meditado las últimas palabras de Jesús, tal como se recogen al final del Evangelio de Mateo: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de este mundo”. Ese es el gran mensaje que resuena en la fiesta de su Ascensión a la gloria de Dios.

“Yo estoy con vosotros”. El evangelio de Mateo comenzaba aplicando a Jesús el nombre de Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”. Y termina precisamente recogiendo su promesa de estar siempre con nosotros. Aquel nombre era el resumen y la clave de su misión.

“Todos los días”. Jesús había enseñado a sus discípulos a pedir a Dios el pan de cada día (Mt 6,11; Lc 11,3). Pero bien sabemos que Jesús es el verdadero pan del cielo. Él será un guía permanente para sus seguidores. Él será su pan en el desierto un día tras otro.

“Hasta el final del mundo”. Los discípulos soñaban un reino circunscrito a los límites de su pueblo. Pero ahora Jesús los envía a ensanchar los horizontes de la misión. Su palabra habrá de ser semilla de esperanza sembrada en todo el mundo.

Señor Jesús, perdona tú nuestras dudas y acepta nuestra adoración humilde. Sabemos que no nos dejarás solos en esta misión que nos has confiado. Ayúdanos a hacer visible tu presencia en este mundo nuestro y en este tiempo nuestro y tuyo. Amén. Aleluya.

D. José-Román Flecha Andrés

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