¿La Eucaristía es un símbolo?,
¿una imagen? ¡No!... La Eucaristía es realmente el Cuerpo y la Sangre de
Jesucristo nuestro Señor.
La Misa es la oración más grande
que podamos hacer aquí en la Tierra. Es la manera que tiene Jesús de invitarnos
a una relación familiar íntima y cercana con Él mientras estamos de paso por
este mundo
Cuando no asistimos ni
participamos de la Santa Misa del domingo nos separamos de la obtención de la
gracia que necesitamos para ganar el Cielo. Dios no nos obliga a amarlo.
Tenemos un verdadero libre albedrío. Jesús quiere que vayamos a misa tan a
menudo como podamos, porque toda obra que hagamos en nuestra vida separada de
Dios, no vale absolutamente nada en comparación con el valor de una misa
¿Que nos dice el Papa Francisco
acerca de la Misa y de la Eucaristía?
A continuación te invitamos a que, junto
a las palabras Santo Padre, medites bien lo que para todo católico significa que
vivamos la Misa con mucha fe.
Queridos hermanos y hermanas,
buenos días!
En estos domingos la Liturgia nos
está proponiendo, del Evangelio de Juan, el discurso de Jesús sobre el Pan de
Vida, que es Él mismo y que es también el sacramento de la Eucaristía.
El pasaje del Evangelio de Juan
(6,51-58) presenta la última parte de ese discurso, y hace referencia a algunos
entre la gente que se escandalizan porque Jesús dice:
«El que come mi carne y bebe mi
sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día» (Jn 6,54)
El estupor de los que lo escuchan
es comprensible; de hecho Jesús usa el estilo típico de los profetas para
suscitar en la gente - y también en nosotros - interrogantes y, al final,
provocar una decisión.
Primero que todo, respondamos
estas dos preguntas:
¿Qué significa comer la carne y
beber la sangre de Jesús? ¿Es sólo una imagen, una forma de decir, un
símbolo, o indica algo real?
Para responder, es necesario
intuir qué ocurre en el corazón de Jesús mientras parte el pan para la
muchedumbre hambrienta.
Sabiendo que deberá morir sobre
la cruz por nosotros, Jesús se identifica con aquel pan partido y compartido, y
eso se convierte para Él en el signo del Sacrificio que lo espera. Este proceso
tiene su culmen en la Última Cena, donde el pan y el vino se transforman
realmente en su Cuerpo y en su Sangre.
¿Qué nos deja Jesús para unirnos
a Él?
Es la Eucaristía, que Jesús nos
deja con una finalidad precisa: que nosotros podamos convertirnos en una sola
una cosa con Él. De hecho dice: «El que come mi carne y bebe mi sangre
permanece en mí y yo en él» (v. 56). Aquel "permanecer": Jesús en
nosotros y nosotros en Jesús.
La comunión es asimilación:
comiéndolo a Él, nos transformamos en Él. Pero esto requiere nuestro “sí”,
nuestra adhesión a la fe.
A veces, con respecto a la santa
Misa, se siente esta objeción:
¿Para qué sirve la Misa?
Yo voy a la iglesia cuando tengo
ganas, y rezo mejor solo. Pero la Eucaristía no es una oración privada o una
bella esperiencia espiritual, no es una simple conmemoración de aquello que
Jesús ha hecho en la Última Cena. Decimos, para entender bien, que la
Eucaristía es memorial, o sea un gesto que actualiza y hace presente el evento
de la muerte y resurrección de Jesús: el pan es realmente su Cuerpo ofrecido
por nosotros, el vino es realmente su Sangre derramada por nosotros.
La Eucaristía es Jesús mismo que
se dona totalmente a nosotros. Nutrirnos de Él y vivir en Él mediante la
Comunión eucarística, si lo hacemos con fe, transforma nuestra vida, la
transforma en un don a Dios y en un don a los hermanos.
¿Qué significa nutrirnos del Pan
de vida?
Significa entrar en sintonía con
el corazón de Cristo, asimilar sus
elecciones, sus pensamientos, sus comportamientos.
Significa entrar en un dinamismo
de amor y convertirnos en personas de paz, personas de perdón, de
reconciliación, de compartir solidario. Lo mismo que Jesús ha hecho.
Jesús concluye su discurso con
estas palabras:
«El que come de este pan vivirá
eternamente» (Jn 6,58).
Si, vivir en comunión real con
Jesús sobre esta tierra nos hace ya pasar de la muerte a la vida. El cielo
comienza precisamente en esta comunión con Jesús.
Y en el Cielo ya nos espera Maria
nuestra Madre – ayer hemos celebrado este misterio- . Ella nos obtenga la
gracia de nutrirnos de Jesús, Pan de Vida, siempre con fe
Papa Francisco
Reflexión antes del rezo del
Ángelus, Ciudad del Vaticano, 16 de agosto de 2015
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