Reflexión del Evangelio del Domingo 7 de Enero de 2024. Bautismo de Ntro. Señor Jesucristo.
Volver a Jesús en la Epifanía
de su Bautismo. Revelación de su divinidad
a) La manifestación de la
naturaleza divina del Niño a los Magos, significa que cada persona está llamada
a la unión divina, porque Cristo es un ser humano como nosotros.
b) La manifestación de la
naturaleza divina de Jesús a los judíos, cuando en su Bautismo se oye la voz de
lo alto, representa nuestra llamada al Amor divino
c) La manifestación de la
naturaleza divina de Jesús a sus apóstoles en las Bodas de Caná, significa las
nupcias de Cristo con su comunidad
d) La Manifestación de Dios en la
Misión de Jesús y la nuestra, está en hacer bien.
Jesús baja de Nazaret (norte) al
Jordán (sur) para ser bautizado
Jesús baja desde el norte,
Galilea, al sur, al Jordán, para acercarse al pueblo y entrar en contacto con
el mundo judío, después de su larga estancia en Nazaret, más cerca de los
paganos.
Juan lo bautiza. Aparentemente,
es uno más de los peregrinos del arrepentimiento que concretan con ese gesto
del agua, su compromiso de cambiar de vida. Esto no vale para Jesús, pero sí
deja que el agua de conversión recubra toda su humanidad. Lleva a cabo este
acto por nosotros. Con esta solidaridad se une a nosotros, a fin de que
nosotros unidos a él, podamos sumergirnos en la vida divina.
El bautismo le sirve a Jesús para
madurar y mostrar su profunda identidad. Los cielos que se rasgan dan a
entender que ya no están sellados. El episodio deja claro que el motor de toda
su vida fue el Espíritu. ¿Qué pudo pasar? La experiencia de la paternidad de
Dios, su profunda conexión con El y la cercanía del Espíritu, son las líneas
maestras de su trayectoria humana. Fiel al Espíritu, da un cambio radical en su
vida y se dispone a predicar el Reino de Dios. Desde ese momento, abandona otra
actividad y dedica su tiempo a la Predicación del Reino y Hacer el bien
Descubrimiento de la plena
identidad de Jesús y de la nuestra
Tres testimonios del evangelio de
hoy certifican la identidad de Jesús: las palabras del Bautista: El que viene
es más fuerte que yo. Y os bautizará con Espíritu Santo; la presencia del
Espíritu, El Espíritu baja sobre él como una paloma; y las palabras del Padre
Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.
Al recibir el bautismo, expresaba
Jesús su solidaridad con la humanidad como verdadero hombre, pero faltaba la
otra dimensión de su identidad, la de verdadero Dios, que se le reconoce ahora
oficialmente, en este escenario trinitario. Dios Padre proclama a Jesús como su
Hijo amado, con el que tiene un entendimiento pleno. Así se afirma su
naturaleza divina.
La comprensión de la identidad de
Jesús está enriquecida por la presencia del Espíritu que desciende sobre El y
está presente de manera definitiva. Dado que el Padre identifica a Jesús como
su Hijo, el Espíritu no es otro que el Espíritu divino. El Bautismo de Jesús
equivale a la inauguración oficial de su Misión, con el crisma de la autoridad
plena, garantizada por la presencia del Espíritu y el testimonio afectuoso del
Padre.
El Bautismo del Espíritu y
nuestra identidad de hijos de Dios
Jesús recibe y se deja llevar por
el Espíritu de Dios: En los evangelios es constante la referencia al Espíritu
para explicar lo que es Jesús: “Concebido por el Espíritu”.” Nacido del
Espíritu Santo”. “Desciende sobre él el Espíritu Santo”.” Ungido con la fuerza
del Espíritu”. “Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”. “El Espíritu es el
que da vida. “Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es
Espíritu”
El Bautismo es el verdadero
nacimiento de Jesús. En él recibió el Espíritu Santo no para sí mismo, sino
para bautizar con él a sus seguidores. Es suyo, y está en él, y por medio de él
se da a todos, para la construcción del Reino. En adelante, todo lo que diga y
haga será la manifestación continuada de la obra de Dios que experimentó en sí
mismo. Dejándose llevar por el Espíritu,
comienza su misión y nos marca el camino de nuestra plenitud. Así, por la fe en
El, como Señor y Salvador, nos sumerge en su Espíritu bienhechor, nos coloca
como hijos y hermanos dentro de la familia de Dios y recibimos fuerza, poder y
audacia para llevar a cabo su obra, pasando como El, “haciendo el bien y
curando a los oprimidos”.
Conclusión: ¡Volver a Jesús,
porque Él es más fuerte que yo!
Dejar el primer sitio a Jesús,
como Juan, es el compromiso continuo de todo cristiano.
¿Por qué hay que dejar a Jesús el
primer puesto? Porque posee una relación única con el Espíritu y con el Padre.
Su bautismo nos muestra su identidad y clarifica la nuestra. Por eso deja que
el “agua de conversión”, empape su humanidad. Y con esta solidaridad, se une a
nosotros a fin de que nosotros unidos a él, podamos sumergirnos en la vida
divina
¿Qué tenemos que hacer como
seguidores suyos? ¡Convertíos y bautizaos! Volveos a Jesús, creed en él y
sumergíos en su persona, su vida y misión. Su bautismo, como el nuestro, es un
bautismo en el Espíritu, con el que el Padre, nos acoge como hijos. Entrar en
la vida de Jesús, es entrar en la vida Trinitaria.
¿Qué bien puedo hacer yo hoy? La
presencia de Jesús, y el don del Espíritu Santo, constituyen dos condiciones
para que también nuestra vida pueda ser una respuesta fiel al Padre, que quiere
la felicidad de todos sus hijos. ¿Cómo puedo yo pasar haciendo el bien? ¿A
quién?
Padre, necesitamos otro año más y toda la vida, para comprender y apreciar nuestra dignidad de hijos, que nos has comunicado por tu Hijo, predilecto y colmado del Espíritu Santo. De su dignidad deriva la nuestra.
Fray José Antonio
Segovia O.P.
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