Reflexión del Evangelio del Domingo 7 de Agosto de 2022. 19º del Tiempo Ordinario.
1. El evangelio de Lucas nos
ofrece aquí una serie de elementos que están en el Sermón de la Montaña, en
Mateo, y un conjunto de parábolas (los criados que esperan a que su amo vuelva
de unas bodas, el amo que vigila su casa por si llega un ladrón, y el
administrador fiel al que se le ha confiado repartir el trigo) sobre la
vigilancia y la fidelidad al Señor. La exhortación primera, que concluye con el
dicho “donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón”, es toda una
llamada a la comunidad sobre el comportamiento en este mundo con respecto a las
riquezas. Lucas es un evangelista que cuida, más que ningún otro, este aspecto
tan determinante de la vida social y económica, porque escribía en una ciudad
(Éfeso o Corinto) donde los cristianos debían tomar postura frente a la
injusticia y la división de clases.
2. El dicho del tesoro y el
corazón es un dicho popular que encierra mucha sabiduría de siglos. Pero es
propio de estos dichos (el llamado “Evangelio Q” como algunos lo llaman
actualmente) poner de manifiesto la radicalidad sapiencial y escatológica que
se vivió en aquellos momentos. Si bien es verdad que el rigor apocalíptico ya
no es determinante, sí lo es el sentido que mantienen estas palabras. Vigilar,
ahora, ya no es estar preocupados por el fin del mundo, sino estar preocupados
por no poner nuestro corazón en los poderes y las riquezas. Son dichos para
comprometerse en nuestro mundo, aunque sin perder la perspectiva del mundo
futuro.
3. Lucas sitúa esto en el
programa de buscar el Reino de Dios, pidiendo y exigiendo al cristiano no
desear las mismas cosas que desean y tienen los poderosos de este mundo. El
Reino exige otros comportamientos. Así, pues, las parábolas sobre la vigilancia
y la fidelidad vienen a ser como el comentario a esa actitud. Es una llamada a
la responsabilidad en todos los órdenes, pero especialmente la responsabilidad
de saberse en la línea de que la vida tiene una dimensión espiritual,
trascendente, sabiendo que hay que ponerse en las manos de Dios. Eso no es una
huida de lo que hay que hacer en este mundo; pero, por otra parte, tampoco
ignorando que nos espera Alguien que un día se ceñirá para servirnos si le
hemos sido fieles. Ése de quien habla Jesús en la parábola, es Dios. Nosotros,
mientras, administramos, trabajamos, ayudamos a los más pobres y necesitados,
como una responsabilidad muy importante que se nos ha otorgado.
Fray Miguel de Burgos
Núñez
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