Reflexión Evangelio
del Domingo 13 de Marzo de 2022. 2º de Cuaresma.
1. ¿A dónde nos lleva el
evangelio de hoy? Si seguimos el texto en sus inicios: subió al monte a orar.
Esto es muy propio de Lucas y siempre en momentos importantes de la vida de
Jesús. No hay nombre para el monte en ninguno de los evangelistas (cf Mt
17,1-9; Mc 9,2-10). El evangelista Lucas, a su manera, quiere asomarnos, por un
pequeño instante, con los discípulos, a esa vida que no está limitada por nada
ni por nadie. Quien escucha, hoy, en este domingo de Cuaresma, este pasaje del
evangelio quedará sorprendido, porque no le será fácil entender todo lo que en
él acontece. Pero debemos pensar que Lucas, recogiendo la tradición de Marcos,
que es el primer evangelista que la asumió de otros, sabe que en su comunidad
habrá dificultades para entenderla. De todas formas ha limado un poco su
lenguaje y su intención catequética. La Transfiguración es una escena llena de
contenidos simbólicos. Es como un respiro que Dios le concede a Jesús en su
camino hacia Jerusalén, hacia la pasión y la muerte, con objeto de que alcance
a experimentar un previamente la meta. Solo desde la oración, entiende Lucas,
es posible vislumbrar lo que sucede en el alma de Jesús. Ese coloquio que Jesús
mantiene con los personajes del Antiguo Testamento, Moisés y Elías, representan
la Ley y los Profetas y con ellos se entabla un diálogo en profundidad sobre su
“partida” (éxodo), sobre su futuro, en definitiva, sobre su muerte.
2. La Transfiguración, pues, quiere ser
una preparación para la hora tan decisiva que le espera a Jesús. Los discípulos
más conocidos acompañan a Jesús en este momento, como sucederá también en el
relato de Getsemaní, en el momento de la pasión, pero tanto aquí como allí, el
verdadero protagonista es Jesús, porque es él quien afronta las consecuencias
de su vida y del evangelio que ha predicado. No obstante, aquí los discípulos
se ven envueltos en una experiencia profunda, trascendente, que les hace
evadirse de toda realidad. Dos personajes, Moisés y Elías, que subieron cada
uno en su momento al Sinaí para encontrarse con Dios, ahora se hacen testigos
de esta experiencia. La presencia de estos personajes “adorna” la escena, pero
no la llenan. En realidad la escena se llena de contenido con la voz divina que
proclama algo extraordinario. Quien está allí es alguien más importante de
Moisés y Elías, la Ley y los Profetas ¡que ya es decir! En realidad la escena
se configura sencillamente con un “hombre” que ora intensamente a Dios para que
no le falten las fuerzas en su “éxodo”, en su ida a Jerusalén. Todo en un monte
que no tiene nombre y que no hay que buscarlo, aunque la tradición posterior
haya designado el Tabor.
3. Todo ha sucedido, según san Lucas,
“mientras oraba”. Esto es especialmente significativo. Estas cosas intensas,
espirituales, transformadoras, no pueden ocurrir más que en la otra dimensión
humana. Es la dimensión en la que se revela que, sin embargo, el Hijo de Dios
está allí. Los discípulos han vivido algo intenso, algo que no se esperaban
(aunque de ellos no se dice que oren y esa es una diferencia digna de tener en
cuenta); pero Jesús, que ha vivido esta experiencia más intensamente que ellos,
sin embargo, sabe que debe bajar del monte misterioso de la Transfiguración
para seguir su camino, para acercarse a los necesitados, para dar de beber a
los sedientos y de comer a los hambrientos la palabra de vida. Su “éxodo” no
puede ser como le hubiera gustado a Pedro, a sus discípulos, que pretenden
quedarse allí instalados. Queda mucho por hacer, y dejar huérfanos a los
hombres que no han subido a las alturas espirituales y misteriosas de la
Transfiguración, sería como abandonar su camino de profeta del Reino de Dios.
Probablemente Jesús vivió e hizo vivir a los suyos experiencias profundas; la
de la transfiguración que se describe aquí puede ser una de ellas, pero siempre
estuvo muy cerca de las realidades más cotidianas. No obstante, ello le valió
para ir vislumbrando, como profeta, que tenía que llegar hasta dar la vida por
el Reino.
Fray Miguel de Burgos Núñez
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