Reflexión del Evangelio del Domingo 15 de Agosto de 2021. Asunción de la Virgen
1. La visitación da paso a un
desahogo espiritual de María por lo que ha vivido en Nazaret ¡había sido
demasiado!. El Magnificat es un canto sobre Dios y a Dios. No sería adecuado
ahora desentrañar la originalidad literaria del mismo, ni lo que pudiera ser un
“problema” de copistas que ha llevado a algunos intérpretes a opinar que, en
realidad, es un canto de Isabel, tomado del de Ana, la madre de Samuel
(1Sam2,1-10) casi por los mismos beneficios de un hijo que llena la esterilidad
materna. En realidad existen indicios de que podía ser así, pero la mayoría
piensa que Lucas se lo atribuye a María a causa de la bendición como respuesta
a las palabras de Isabel. Así quedará para siempre, sin que ello signifique que
es un canto propio de María en aquel momento y para esa ocasión que hoy se nos
relata.
2. Se dice que el canto puede
leerse en cuatro estrofas con unos temas muy ideales, tanto desde el punto de
vista teológico como espiritual; con gran sabor bíblico, que se actualiza en la
nueva intervención de Dios en la historia de la humanidad, por medio de María,
quien acepta, con fe, el proyecto salvífico de Dios. Ella le presta a Dios su
seno, su maternidad, su amor, su persona. No se trata de una madre de
“alquilér”, sino plenamente entregada a la causa de Dios. Deberíamos tener muy
presente, se mire desde donde se mire, que Lucas ha querido mostrarnos con este
canto (no sabemos si antes lo copistas lo habían transmitido de otra forma o de
otra manera) a una joven que, después de lo que “ha pasado” en la Anunciación,
es una joven “enamorada de Dios”. Esa es su fuerza.
3. Los temas, pues, podrían
exponerse así: (1) la gozosa exaltación, gratitud y alabanza de María por su
bendición personal; (2) el carácter y la misericordiosa disposición de Dios hacia
todos los que le aceptan; (3) su soberanía y su amor especial por los humildes
en el mundo de los hombres y mujeres; y (4) su especial misericordia para con
Israel, que no ha de entenderse de un Israel nacionalista. La causa del canto
de María es que Dios se ha dignado elegirla, doncella campesina, de condición
social humilde, para cumplir la esperanza de toda doncella judía, pero
representando a todas las madres del mundo de cualquier raza y religión. Y si
en el judaísmo la maternidad gozosa y esperanzada era expectativa del Mesías,
en María su maternidad es en expectativa de un Liberador.
4. Este canto liberador (no
precisamente libertario) es para mostrar que, si se cuenta con Dios en la vida,
todo es posible. Dios es la fuerza de los que no son nada, de los que no tienen
nada, de los que no pertenecen a los poderosos. Es un canto de “mujer” y como
tal, fuerte, penetrante, acertado, espiritual y teológico. Es un canto para
saber que la muerte no tiene las últimas cartas en la mano. Es un canto a Dios,
y eso se nota. No se trata de una plegaria egocéntrica de María, sino una
expansión feminista y de maternidad de la que pueden aprender hombres y
mujeres. Es, desde luego, un canto de libertad e incluso un programa para el
mismo Jesús. De alguna manera, también así lo ha concebido Lucas, fuera o no su
autor último.
Fray Miguel de Burgos
Núñez
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