Homilía para el Domingo 28 de Agosto de 2016. 22
del Tiempo Ordinario, C.
“Hazte pequeño en las grandezas
humanas y alcanzarás el favor de Dios, porque es grande la misericordia de Dios
y revela sus secretos a los humildes” (Si 3,17). Este consejo que nos ofrece
hoy el libro del Sirácida o Eclesiástico merecerá la burla y el desprecio de
todos los que van corriendo detrás de los honores, el prestigio o el triunfo
político.
En el mundo actual no se valora
la humildad. Por todas partes se respira el tufo de la arrogancia. Son muchos
los que parecen dispuestos a vender hasta su alma con tal de aparecer en la
primera plana del triunfo social.
En ese contexto, será dificil
reconocer que “Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los
enriquece” (Sal 67). La experiencia de todos los días parece desmentir esa
confesión del salmista. Pero Dios es el juez de todos, como nos recuerda la
carta a los Hebreos (Heb 12, 22-24).
LA ALTANERÍA
En la misma línea se coloca el
texto del evangelio que se proclama en este domingo (Lc 14, 1.7-14). Invitado a
comer por uno de los principales fariseos, Jesús observa que los convidados se
apresuran a escoger los primeros puestos. Su observación se ha hecho popular y
se repite con frecuencia aun en los ambientes más laicos.
- Buscar los primeros puestos
puede dejarnos en ridículo, si tenemos que descender. Es mejor buscar el último
asiento para que el anfitrión nos invite a ocupar un puesto más digno.
Evidentemente, hemos aprendido la altanería que se puede esconder bajo la falsa
humildad. Si elegimos el último puesto es solo para que todos reconozcan
nuestra valía.
- Más popular aún se ha hecho la
frase con que Jesús concluye este primer consejo: “Todo el que se enaltece será
humillado; y el que se humilla será enaltecido”. Tanto la historia como la
experiencia diaria avalan la verdad de este proverbio. Thomas Merton había
profetizado hace muchos años en un poema la caída de las grandes torres de
acero y cristal.
LA GRATUIDAD
Pero más escandalosos resultan
los dos consejos de Jesús que recoge el evangelio de este domingo. Uno es
negativo y el otro es positivo. Pero es claro que ambos son políticamente
incorrectos:
- “Cuando des una comida no
invites ni a parientes ni a vecinos ricos que puedan corresponder invitándote”.
Jesús no pretende que rompamos los preciosos lazos de la familia o de la
amistad. El Maestro trata de exhortarnos a vivir en gratuidad, sin buscar
recompensas inmediatas ni efímeros honores.
- “Cuando des un banquete, invita
a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte, te
pagarán cuando resuciten los muertos”. He ahí una extraña bienaventuranza. Con
ella se nos exhorta a descubrir la dignidad de los marginados sociales. Y a
aprender la relación entre la gratuidad temporal y la esperanza de lo eterno.
Señor Jesús, tú nos enseñas que
la humildad no es una postura fingida e interesada. Y nos pides que imitemos al
Padre, que ama especialmente a los pobres y desvalidos. Ayúdanos a vivir la
verdad de nuestra fragilidad. Bendito seas, Señor. Amén.
D. José-Román Flecha Andrés
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