lunes, 29 de septiembre de 2025
domingo, 28 de septiembre de 2025
"RECIBISTE TUS BIENES EN VIDA"

Reflexión Evangelio Domingo 28 de Septiembre de 2025. 26º del Tiempo Ordinario.
La historia que se repite
San Lucas, desde la honda
sensibilidad humana y religiosa que le caracteriza, contrapone las
bienaventuranzas de los pobres a los ayes y lamentos de los ricos (Lc 6,20-26).
Quiere dejar bien claro desde un principio el sello personal de su mensaje
subrayando el compromiso práctico que entraña el discurso programático de Jesús
en el inicio de su ministerio público.
Heredero de un cliché literario muy
extendido en los relatos bíblicos, es muy posible que en la parábola esté
apuntando directamente al grupo de los fariseos, “amigos del dinero y que se
burlaban de Jesús”, como él mismo los señala (16,14). Por mucho que intentaran
disfrazarse y justificarse ante Dios y los hombres aferrándose al riguroso y
estricto cumplimiento de la Ley, al desentenderse y pasar de largo ante las
necesidades del pobre tendido a la puerta del rico, estaban negando y olvidando
o más esencial de la misma.
Y es que, para el tercer evangelista,
la compasión hecha realidad en un amor eficaz constituye sin duda uno de los
atributos que mejor definen a Dios (1,54; 6,36). ¿No había apuntado ya en esa
misma dirección su conocida parábola del Buen Samaritano? Los sacerdotes y los
levitas, versados y expertos en la Ley como los fariseos, dan un rodeo y pasan
de largo ante el que yacía medio muerto en el camino (10, 25-37). Ninguno de
ellos supo responder a las exigencias concretas de su condición religiosa como
responsables y fieles transmisores de la tradición inmemorial de su pueblo.
Como en el caso del profeta Amós, la
parábola de hoy habla de situaciones concretas que cuestionan y denuncian la
falsa seguridad de quienes, amparados en la Ley, viven al mismo tiempo
cómodamente asentados en el lujo jactándose desdeñosamente de su fina
vestimenta y suntuosas comilonas, despreocupados y ajenos a cuánto les rodea.
El relato lucano remite figuradamente a un hecho real y constatable que
acontece a la vista de todos. La conducta del rico Epulón resulta inexcusable,
no admite pretendidas justificaciones. Es así como, de una forma plástica y
sugerente, pretende punzar y zaherir la conciencia personal de los lectores
llamándoles a la conversión.
El rico y el pobre -representados
respectivamente por Epulón (icono del que nada en riquezas y lleva un alto tren
de vida) y por Lázaro (icono del abatido, hambriento y enfermo; de su nombre
procede la antigua palabra “lazareto”)- comparten el mismo portal del edificio
y se ven varias veces a lo largo del día. Lázaro, llagado y postrado, sufre una
y otra vez la más dura de las humillaciones de su vecino: experimenta su total
deshumanización, aliviada únicamente por la fidelidad de los perros que lamen sus
heridas; vive como si no existiera, pasa totalmente desapercibido, no cuenta
para nada.
Ahora bien, en la 2ª parte del relato
cambian las tornas. Se impone la Justicia de Dios dictando la sentencia
definitiva (ver Mt 25, 31-46). Mientras que al rico, sordo a las demandas del
pobre, le esperan indecibles sufrimientos en las sombrías profundidades del
Hades, el pobre es acogido benigna y gozosamente en el seno de Abrahán. Es
entonces cuando Epulón, víctima de duros suplicios, pide al Padre Abrahán (de
quien los fariseos se tenían por hijos suyos) lo que él había negado a Lázaro
durante toda su vida.
En medio del diálogo, escenificado en
tres pasos, el rico ruega con insistencia a Abrahán: ¿no podría al menos
visitar a sus hermanos para que no sufran su mismo destino? Pero sus peticiones
llegan tarde. Primeramente, porque el abismo entre el rico y el pobre es
insuperable y su separación definitiva; en segundo lugar, porque quienes no
escuchan la voluntad de Dios trasmitida desde antiguo por boca de Moisés y de
los profetas, malamente podrán convertirse, aunque alguien regrese desde el más
allá a este mundo. La suerte estaba echada; ya no cabía vuelta de hoja.
Pobres y ricos
El problema de la pobreza y la injusticia social recorre, como uno de los temas transversales, el evangelio de Lucas. Entre otras razones, porque le preocupaba el peligro que amenazaba a algunos cristianos de finales del siglo primero: si no adinerados, sí acomodados en los confortables estándares de una vida mundana, holgada y despreocupada. De hecho, a renglón seguido de la exhortación que hace hoy Pablo a su discípulo Timoteo en la primera lectura, le da una serie de consejos referidos a los ricos sobre el buen uso de sus bienes para que puedan conseguir los bienes imperecederos de la vida eterna (1 Tm 6, 17-19).
El problema no son los ricos sino el
uso indebido de las riquezas: “no podéis servir a Dios y al dinero” (Lc 16,13).
El rico Epulón no es condenado por haber cometido determinadas injusticias,
sino por la sencilla razón de no vivir más que para sí, por no compartir
solidariamente su corazón y sus bienes con su vecino necesitado, su “prójimo”.
Lo que separa al uno del otro es la puerta cerrada de la casa del rico, su
actitud despiadada hacia el que mendiga en su portal, siendo así que Lázaro
(significa “Dios ayuda”) es la oportunidad que le brinda el padre Abrahán para
redimirse.
A los fariseos, interesados por el cuándo de la llegada del Reino, les había respondido en cierta ocasión Jesús: “el Reino de Dios ya está entre vosotros” (Lc 17,20-22). Efectivamente, la parábola es una ventana abierta a las mil oportunidades que Dios nos brinda para descubrir su presencia en el aquí y ahora de cada historia personal.
Las tres intervenciones que se
suceden en el diálogo entre el rico Epulón y el padre Abrahán lo dejan bien
claro: no hay salvación posible para quienes, encerrados en sí mismos, cierran
también sus entrañas a quienes encuentran necesitados por el camino desentendiéndose
y pasando de largo, sin la más mínima consideración y respeto hacia ellos. Los
bienes recibidos o acaparados, como en el caso de Zaqueo, son para compartirlos
generosamente con los empobrecidos (Lc 19,1-10). Ese es el supremo milagro que
opera el evangelio en los verdaderos hijos de Abrahán.
¿A quién te pareces más en las
actitudes que tomas en la vida: a Lázaro o al rico Epulón?
¿Abres los ojos, el corazón y las
manos a los casos de necesidad de tus “prójimos”, los de tu entorno y
vecindario?
¿Esperas un milagro para creer en Dios o escuchas atentamente su Palabra?
sábado, 27 de septiembre de 2025
EL AMOR DEL EVANGELISTA
En esta tarde de sábado, la Hermandad de San Juan realizaba su misión con motivo del Jubileo.
miércoles, 24 de septiembre de 2025
domingo, 21 de septiembre de 2025
"NO PODÉIS SERVIR A DIOS Y AL DINERO"

Reflexión Evangelio Domingo 21 de Septiembre de 2025. 25º del Tiempo Ordinario.
El Evangelio de este domingo XXV del Tiempo Ordinario nos ofrece la oportunidad de escuchar la parábola del administrador deshonesto. A través de esta historia, Jesús quiere invitar a sus interlocutores, y a través de ellos también a nosotros, a reflexionar sobre nuestra actitud hacia las riquezas espirituales y materiales que el Señor nos ha confiado. El Evangelio nos recuerda que no somos sus propietarios, sino solo «administradores». Tendremos que rendir cuentas a nuestro Señor de la forma en que las hemos administrado.
Una de las formas de prepararnos para ese momento en el que tendremos que rendir cuentas es hacer amistad con el dinero, porque son esos amigos los que nos acogerán en las moradas eternas. La invitación de Jesús es, por tanto, hacer buen uso del dinero, es decir, cultivar buenas amistades.
«No podéis servir a Dios y al dinero». En varias ocasiones, Jesús nos advierte en el Evangelio sobre el peligro del dinero. No hay duda de que el dinero es necesario. Todos lo necesitamos para satisfacer nuestras necesidades básicas. Sin embargo, cuando ponemos todo nuestro corazón en el dinero y lo convertimos en el objetivo principal de nuestra vida, se convierte en un ídolo, nos esclaviza.
En la primera lectura, el profeta Amós nos presenta el caso de un hombre que solo piensa en obtener beneficios mediante la especulación financiera: «¿Cuándo pasará la fiesta de la luna nueva, para que podamos vender nuestro trigo? ¿Cuándo terminará el sábado, para que podamos vender nuestro grano? Vamos a reducir las medidas, aumentar los precios y falsificar las balanzas. Podremos comprar al débil por un poco de dinero, al desdichado por un par de sandalias. Venderemos incluso los desechos del trigo».
El profeta reprocha esta actitud y la de todos los hombres que solo piensan en la vida terrenal, en obtener beneficios, en ganar siempre más. A esos Jesús los llama en el Evangelio hijos de las tinieblas y propone a sus oyentes que pongan ese mismo ingenio y esas mismas cualidades no al servicio del dinero, para llenar con euros sus cuentas bancarias, sino para llenar sus manos y sus corazones de buenas obras y del deseo de ganar la vida eterna.
El administrador deshonesto de la parábola, gracias a un proceso muy inteligente, a una estrategia ingeniosa, se dio cuenta de que tenía que «cubrirse las espaldas», haciéndose algunos amigos. Y su amo lo felicitó por la astucia con la que había actuado.
Es verdad que no alaba a ese administrador por su
deshonestidad y tampoco nos lo presenta como ejemplo de moralidad. Con esta
historia quiere interpelarnos porque todos, de una forma u otra manera, como el
administrador, nos encontramos ante una situación crítica. ¿Cuál es nuestra
decisión y nuestra capacidad de respuesta? Ante la Buena Nueva de Jesús: ¿qué
postura tomamos? ¿ante qué dios nos postramos: ante el Dios de Jesucristo o
ante el dios dinero?
martes, 16 de septiembre de 2025
SANTA MISIÓN HH.CC. JUBILEO 2025: SAN JUAN Y Mª STMA. DEL AMOR
4ª
Salida:
San
Juan Evangelista y Mª Stma. del Amor
Con
gran alegría anunciamos la que será la cuarta de las salidas de las Hermandades
de nuestro pueblo a los barrios para celebrar la Santa Misa y que se sucederán
durante todo el año 2025. Pedimos que los vecinos colaboren adornando y
participando en este acontecimiento que organiza la Agrupación de HH.CC. de
Semana Santa con cariño para llevar la Esperanza en este año jubilar.
Sábado,
27 de Septiembre. 6'45 de la tarde. Iglesia de la Inmaculada Concepción.
Santa
Misa: 7,15 de la tarde. Altozano Paz y Esperanza (Teatro Olimpia)
Itinerario:
Pablo Picasso, Juan de la Cruz Criado (Eucaristía), Alta, San Roque, Blas
Infante, Plaza de la Constitución, Pablo Picasso y Parroquia.
Interviene: AM. Jesús Cautivo de Villa del Río y Coro Parroquial.
lunes, 15 de septiembre de 2025
domingo, 14 de septiembre de 2025
LA CRUZ DEL NAZARENO QUE NOS SALVA EN EL JUBILEO


En la tarde de ayer, 13 de septiembre, la Muy Antigua Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno realizaba su salida con motivo de la Santa Misión que las Hermandades y Cofradías de Villa del Río están llevando a cabo como motivo del Jubileo.
sábado, 13 de septiembre de 2025
"DIOS NO MANDÓ A SU HIJO AL MUNDO PARA CONDENARLO"
Reflexión Evangelio Domingo 14 de Septiembre de 2025. 24º del Tiempo Ordinario.
La serpiente venenosa convertida en instrumento
de salvación
Una breve contextualización retrospectiva. Los primeros cristianos encontraron en el Antiguo Testamento la primera fuente de interpretación de la vida de Jesús. La cruz, en tanto que patíbulo en el que murió Jesús, planteaba no sólo interrogantes interpelantes, sino incluso desconfianza: Jesús no parece tan poderoso que ni pudo con las envidias y celos; es más: ¿Cómo es posible que quien es el Hijo de Dios para los cristianos haya muerto en manos de la injusticia, el complot y la corrupción? ¿Cómo es posible que alguien inocente y sin culpa, sin haber hecho mal alguno muera como consecuencia de las envidias y celos? ¿No es Dios?
El pasaje del libro de los Números, que leemos en la primera lectura, sirvió a la Iglesia de los primeros siglos –y sigue sirviéndonos a nosotros– como interpretación de la cruz: Dios es capaz de convertir en instrumento de sufrimiento en instrumento de salvación y vida; de la misma manera que las serpientes mataban al pueblo de Israel con sus mordidas y una de ellas, fabricada en bronce, fue colocada por Moisés en un estandarte como medicina de curación, así es la cruz de Cristo. La serpiente, símbolo por excelencia del pecado, se transforma en medicina. La cruz, símbolo por excelencia de muerte, es convertida en instrumento de vida.
Pero sólo una mirada a la cruz, mejor dicho a Cristo crucificado en la cruz, hace posible reconocer nuestras heridas y, por tanto, hace posible que se abran las puertas de la vida.
La experiencia del abajamiento
La segunda lectura tomada de la Carta a los Filipenses nos propone una vez más la cima espiritual que alcanzaron los primeros cristianos antes de Pablo a la hora de identificar a Jesús y que consiguieron ponerle palabras: la experiencia del abajamiento.
La kénosis (vaciamiento) de Cristo no es solo un ejemplo moral para nosotros; es mucho más, es el camino mismo de la salvación. No se trata de un esfuerzo humano, sino de una gracia disponible para todos. La experiencia de sentirse grande, de naturaleza divina, cuando uno se abaja, se humilla, se hace pequeño, se expone, se arriesga.
Nicodemo y los clavos de la cruz
Sólo dos figuras masculinas aparecen en los evangelios asociadas a la cruz: José de Arimatea y Nicodemo. Ambos, aparecen en los evangelios descritos como figuras de oscuridad, temerosas, preocupadas por el aparentar… Sin embargo, justo al final cuando todo se acabó, cuando Jesús está muerto, cuando ya no hay esperanzan aparecen los dos con la misión de enterrar a Jesús.
Siempre hay alguien que recoge los desechos… Cuando no hay nada que ganar, estos hombres se arman de valor y salen a luz, dejan de habitar en las oscuridades y en el miedo para enterrar a Jesús.
Nicodemo aparece sacando los clavos, manchándose de sangre, tocando el cadáver… aparece a la vista de todos como impuro por haber tocado un cadáver antes de celebrar la fiesta de Pascua… Decidió romper el círculo del miedo cuando todo estaba perdido, decidió salir de la noche y nacer a una vida nueva.
¡Contemplemos una vez más la Cruz! En ella no
está clavado un fracasado, está clavado nuestro egoísmo. En ella no cuelga un
derrotado, cuelga nuestra cobardía. Esa sangre que vemos no es señal de muerte,
es el precio de la libertad y la verdad.
viernes, 12 de septiembre de 2025
jueves, 11 de septiembre de 2025
miércoles, 10 de septiembre de 2025
martes, 9 de septiembre de 2025
domingo, 7 de septiembre de 2025
QUIÉN NO RENUNCIA A SUS BIENES, NO PUEDE SER DISCIPULO MÍO
Reflexión Evangelio Domingo 7 de Septiembre de 2025. 23º del Tiempo Ordinario.
«¿Quién comprende lo que Dios quiere?» (Sb 9,13-18)
La sabiduría de Dios es un don. Es un regalo necesario y valioso: siendo un don imprescindible para ordenar nuestra vida cristiana conforme al amor divino, resulta la paradoja de que no es alcanzable solo por esfuerzo humano, a fuerza de voluntad. Nuestro pensamiento está condicionado por el cuerpo y lo terrenal; incluso los grandes filósofos no logran un consenso absoluto acerca de esta materia. La realidad es que humanamente somos limitados, y necesitamos de la fuerza que viene de lo alto: la pasión que nos infunde el Espíritu de Dios. Dios se nos revela, nos habla de forma cercana, adaptándose a nuestra condición humana, y nos concede sabiduría que no es erudición, sino camino de gozo y de vida.
La sabiduría es una opción. Como un rey que mide fuerzas antes de la batalla, el discípulo del Señor debe discernir si está dispuesto a seguir a Jesús: se trata de evaluar nuestro compromiso religioso, moral y social con la Iglesia de Cristo. Apostar por Dios implica a su vez renunciar a afectos, valores y proyectos que se oponen a Cristo, y esto pasa por una batalla interior, una ineludible lucha espiritual. Si bien la entrega al plan de salvación del Señor conlleva esta pugna, a su vez conduce a la amistad con Cristo: paz profunda, luz imperecedera.
El Señor, refugio ante la fragilidad de la vida
«Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación» (Sal 89)
El Salmo 89 nos recuerda que, frente a la fragilidad y la brevedad de la vida humana, Dios es nuestro refugio constante y seguro, a lo largo de todas las generaciones. Aunque sintamos que nuestra existencia es efímera como la hierba o una vela nocturna, la misericordia de Dios, dispensada por su fidelidad, perdura por siempre. Este salmo nos invita a confiar en el amor protector del Señor, a buscar en Él la fortaleza para vivir con sentido y esperanza, especialmente en los momentos de incertidumbre. Para el creyente Dios se convierte en el ancla firme que sostiene nuestra vida, y esto nos llena de paz y alegría, de gozo y felicidad.
El amor cristiano que transforma y libera: la
carta a Filemón
“Recíbelo no como esclavo, sino como hermano querido” (Flp 9b-10.12-17)
En esta carta, Pablo nos muestra cómo el amor cristiano transforma las relaciones humanas. Onésimo, antes esclavo y ahora hermano en Cristo, es un signo vivo de la reconciliación que Jesús realiza en nuestras vidas. No solo un perdón, instantáneo, sino todo un proceso de reconciliación. Pablo no solo pide que Filemón reciba con cariño a quien antes fuere su siervo esclavo, sino que lo considere como a un igual, un hermano querido. Este llamado nos desafía a vivir una comunidad basada en el respeto y la igualdad en dignidad, donde las barreras culturales, de causa humana, se disuelven en un amor superior: la gracia de Cristo Jesús. La fe no solo transforma el corazón, sino nuestra vida moral en general, según el ideal del Evangelio. Cristo, por su Espíritu, renueva nuestras actitudes y relaciones. Nuestro mundo interior termina teniendo efectos externos.
Gloria y cruz del discipulado
«Quien no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío» (Lc 14,25-33)
Cristo describe la vida de sus discípulos con dos comparaciones oportunas: como una torre que hay que construir o como una batalla que hay que librar (y en la cual es preciso saber cómo y cuándo entrar).
1. Torre que edificar. Una torre representa algo sólido, visible y que perdura. Una edificación de altura. Así, el discipulado es una construcción que lleva tiempo y esfuerzo, e implica cierta actitud religiosa. No se hace de la noche a la mañana. Igual que el arquitecto calcula el coste antes de poner el primer ladrillo, el discípulo se pregunta:
¿Estoy dispuesto a poner a Cristo por encima de
todo?
¿Acepto que esta misión comprometerá toda mi
vida?
La gloria está en ver la torre erguida, firme en medio del mundo; la cruz, en asumir el trabajo paciente y la renuncia que supone superarse a uno mismo, en medio de retos y dificultades.
2. Batalla que librar. El seguimiento de Jesús es también una lucha espiritual, contra aquello que nos aparta de Él: el egoísmo, la comodidad (zona de confort), el miedo irracional, la tentación de abandonar el barco que es la Iglesia. Como un rey que evalúa sus fuerzas antes de ir a la guerra, el discípulo ha de discernir si está dispuesto a entrar en esta pugna vital. La victoria está asegurada en el Resucitado, pero hay que llevarla a cabo a lo largo del camino, y camino de la fe.
La gloria está en luchar del lado de Cristo,
Señor de la victoria.
La cruz, en enfrentar la dureza del combate, en
medio de «la noche».
¿Victoria garantizada?
El éxito que promete Jesucristo no se da según los criterios del mundo. Desde fuera, el discipulado puede parecer una derrota, un fracaso a priori: perder bienes, status de vida o incluso la vida misma (en el caso del martirio). Pero, según la lógica del Evangelio, la victoria está asegurada, porque el Maestro ya ha vencido al pecado y a la muerte, enemigos de Dios. La condición para nuestro éxito: perseverar en la santidad, abrazar la cruz que viene con el seguimiento de Cristo.
En definitiva, la gloria del discípulo es
participar en la vida y la misión de Jesús, su Señor, Nuestro Señor. Si bien
implica renunciar a todo lo que impida esa comunión. Quien acepta ambas
dimensiones (luz y cruz), edifica la torre y libra la batalla definitiva, con
la certeza de que la victoria ya es nuestra, incluso por adelantado. Nuestra
vida crucificada es el único camino al cielo: la vida eterna.
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