Reflexión del Evangelio del Domingo 17 de Octubre de 2021. 29º del Tiempo Ordinario
1.
El evangelio nos ofrece una escena llena de paradojas, en las que se ponen de
manifiesto los intereses de sus discípulos y la verdadera meta de Jesús en su
caminar hacia Jerusalén. Ha precedido a todo esto el tercer anuncio de la
pasión (Mc 10,33). La intervención de los hijos del Zebedeo no estaría en
sintonía con ese anuncio de la pasión. Es, pues, muy intencionado el redactor
de Marcos al mostrar que el diálogo con los hijos del Zebedeo necesitaba poner
un tercer anuncio. El texto tiene dos partes: la petición de los hijos del
Zebedeo (vv.35-40) y la enseñanza a los Doce (vv. 42-45). Es un conjunto que ha
podido componerse en torno al seguimiento y al poder. De la misma manera que
antes se había reflexionado sobre el seguimiento y las riquezas (10,17ss), en
el marco del “camino hacia Jerusalén”.
3. Es verdad que los discípulos podrán rehacer su vida, cambiar de mentalidad para anunciar el evangelio, pero hasta ese momento, Jesús camina hacia Jerusalén con las ideas lúcidas del profeta que sabe que su causa pude ser confundida por los que le rodean y por los que se han convertido en contrarios a su mensaje del Reino. Los grandes tienen una patología clara: dominan, esclavizan, no dejan que madure nadie en la esencia ética y humana. Por el contrario, el Dios del Reino, trata a cada uno con amor y según lo que necesita. Ahí está la clave de lo que quiere llevar adelante Jesús como causa, aunque sea pasando por la cruz. Un Dios que sirve a los hombres no es apreciado ni tenido como tal por lo poderosos, pero para el mensaje del evangelio, ese Dios que sirve como si fuera el último de todos, merece ser tenido por el Dios de verdad. Es eso lo que encarna Jesús, el profeta de Nazaret.
4. Llama la atención el v. 45, “el dicho” sobre el rescate (lytron) por todos. Este dicho puede estar inspirado en Is 53,12. No se trata propiamente de sacrificio ni de expiación, porque Dios no necesita que alguien pague por los otros. No es propiamente hablando una idea de sustitución, aunque algunos insisten demasiado en ello. Es, en definitiva, una idea de solidaridad con la humanidad que no sabe encontrar a Dios. Y para ello Él debe pasar por la muerte. No porque Dios lo quiera, sino porque los poderosos de este mundo no le han permitido hacer las cosas según la voluntad de Dios. Pensar que Jesús venía a sufrir o quería sufrir sería una concepción del cristianismo fuera del ámbito y las claves de la misericordia divina. El Hijo del Hombre debe creer en el ser humano y vivir en solidaridad con él. El Cur Deus homo? (por qué Dios se hizo hombre) de Anselmo de Canterbury, debería haberse inspirado mejor en esta idea de la solidaridad divina con la humanidad que en la visión “jurídica” de una deuda y un pago, que sería imposible. Dios no cobra rescates con la vida de su Hijo, sino que lo ofrece como don gratuito de su amor.
Fray
Miguel de Burgos Núñez
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