miércoles, 14 de marzo de 2012

LAS RELIQUIAS DE SAN JUAN DE ÁVILA LLEGARÁN A VILLA DEL RÍO EL PRÓXIMO VIERNES


El próximo viernes día 16 de marzo las Reliquias de San Juan de Ávila llegarán a la Parroquia de Villa del Río. Se celebrarán diferentes actos con motivo de la visita; a nivel de grupos de catequésis de Primera Comunión y Eucarístía de Hermandades y Cofradías ante las Reliquias del reciente Doctor de la Iglesia.

La Parroquia invita a los villarrenses a paticipar en el recibimiento y la veneración de las Reliquias de San Juan de Ávila.

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San Juan de Ávila (* Almodóvar del Campo, Ciudad Real, 6 de enero de 1500 - † Montilla, 10 de mayo de 1569) fue un sacerdote y escritor ascético español. Es, desde 1946, Patrono del clero español. El 20 de agosto de 2011, en la Catedral de La Almudena de Madrid, el papa Benedicto XVI anunció su proclamación como doctor de la Iglesia.

Biografía
PRIMEROS AÑOS

Sus padres, Alfonso de Ávila (de ascendencia judía) y Catalina Gijón, poseían unas minas de plata en Sierra Morena. Empezó a estudiar leyes en Salamanca en 1514, pero lo dejó empujado por su devoción y se retiró a su natal Almodóvar, donde hizo vida de dura penitencia. Marchó a estudiar artes y teología a Alcalá de Henares (1520-1526). Allí fue alumno de Domingo de Soto y trabó amistad con Pedro Guerrero futuro arzobispo de Granada; durante esa estancia fallecieron sus padres y, al ordenarse sacerdote en 1526, celebró en memoria suya su primera misa en Almodóvar del Campo, vendió todos los bienes que le habían legado y repartió el dinero a los pobres, para después dedicarse enteramente a la evangelización, empezando por su mismo pueblo. Un año más tarde se ofreció como misionero al nuevo obispo de Tlaxcala (Nueva España), Julián Garcés, que habría de marchar para América en 1527 desde el puerto de Sevilla; con tal propósito se trasladó allí con su compañero de estudios en Alcalá, Fernando de Contreras, quien habló de su proyecto con el arzobispo de Sevilla, Alonso Manrique; éste ordenó a Juan de Ávila que abandonara esa idea y evangelizase Andalucía, labor a la que desde entonces se consagró de pleno y por la que será llamado "Apóstol de Andalucía".
Escribió un célebre comentario al salmo XLIV Audi filia, et vide para una señora convertida por él en Écija, Sancha Carrillo, hija de los señores de Guadalcázar, que fue publicado en Alcalá clandestinamente en 1556 y más tarde ampliado y con autorización en Madrid, en 1557. Esta obra puede considerarse un verdadero compendio de ascética, y el rey Felipe II la tuvo en tanta estima que pidió que no faltara nunca en El Escorial; asimismo, el Cardenal Astorga, arzobispo de Toledo, dijo de esta obra que con ella "había convertido más almas que letras tiene". Este opúsculo marcó positivamente la ulterior literatura ascética, de manera que no hay en todo el siglo XVI autor de vida espiritual tan consultado como Juan de Ávila: revisó la obra Vida de santa Teresa, se relacionó frecuentemente con san Ignacio de Loyola y sus representantes, que querían hacerle jesuita, con san Francisco de Borja, san Pedro de Alcántara, San Juan de Ribera, fray Luis de Granada y otros.

PROCESADO POR LA INQUISICIÓN

Su enorme ascendiente como predicador provocó envidias y algunos clérigos le denunciaron ante la Inquisición sevillana en 1531. Desde ese año hasta 1533, Juan de Ávila estuvo encarcelado y fue procesado por la Inquisición. Frente a cinco testigos acusadores, hubo cincuenta y cinco que declararon a su favor. En el fondo se le acusaba de Erasmismo, del cual se había impregnado en Alcalá, y al cabo se le absolvió con la salvedad de "haber proferido en sus sermones y fuera de ellos algunas proposiciones que no parecieron biensonantes", mandándosele, bajo excomunión, que las declarara convenientemente en los mismos lugares donde las predicó.

MUERTE

En 1535 marchó a Córdoba, llamado por el obispo Álvarez de Toledo y conoció allí a fray Luis de Granada. Organizó predicaciones por los pueblos andaluces, sobre todo por la Sierra de Córdoba y consiguió muy sonadas conversiones de personas de alto rango. Trabó amistad con el nuevo obispo de Córdoba, Cristóbal de Rojas, al que dirigirá las Advertencias al Concilio de Toledo redactadas por su mano. Intervino también en la conversión del Duque de Gandía, futuro San Francisco de Borja, y del soldado y entonces librero ambulante Juan Ciudad, que llegaría a ser san Juan de Dios. No sólo evangelizó por toda la Andalucía actual, sino que también anduvo por el sur de La Mancha y Extremadura. Fundó numerosos seminarios y colegios y animó a la creación de la Compañía de Jesús. Organizó la Universidad de Baeza. Enfermó en 1554, pero aún siguió en activo quince años, hasta que empeoró visiblemente en 1569 y murió el mismo año en Montilla, donde está enterrado.

CANONIZACIÓN

En 1588, Fray Luis de Granada recogió algunos escritos enviados por los discípulos y con ellos y sus propios recuerdos redactó la primera biografía del religioso manchego. En 1623, la Congregación de san Pedro Apóstol de sacerdotes naturales de Madrid inició la causa de beatificación. En 1635, el licenciado Luis Muñoz escribió la segunda biografía de Juan de Ávila basándose en la de Luis de Granada, en los documentos del proceso de beatificación y en otros que se han perdido. El 4 de abril de 1894, el papa León XIII beatificó a Juan de Ávila; el 2 de julio de 1946 Pío XII le declaró Patrono del clero secular español y Pablo VI le canonizó en 1970.

DOCTOR DE LA IGLESIA

El Papa Benedicto XVI anunció su declaración como Doctor de la Iglesia el 20 de agosto de 2011 a petición de la Conferencia Episcopal Española, al finalizar la misa celebrada con motivo del encuentro con los seminaristas en la Catedral de la Almudena de Madrid, dentro de la Jornada Mundial de la Juventud.
OBRAS

Ante todo se le tuvo como un excelente predicador y escritor ascético. Aparte del ya citado comentario al salmo Audi filia (Alcalá, 1556), escribió Epistolario espiritual para todos los estados (Madrid, 1578), colección de cartas ascéticas dirigidas a todo tipo de personas humildes y elevadas, religiosas y profanas, pero también a San Ignacio de Loyola, San Juan de Dios, y sobre todo monjas y devotas como la ya citada Sancha Carrillo; en él se anuncia ya el estilo incomparable de Fray Luis de Granada.
También compuso un libro sobre el Santísimo Sacramento y otro Del conocimiento de sí mismo, y un Contemptus mundo nuevamente romançado (Sevilla, Juan de Cromberger, 1536). Se han perdido casi totalmente sus muy famosos Sermones, pues seguramente su modesto autor no cuidó de guardarlos ni escribirlos. Se le suele llamar "reformador", si bien sus escritos de reforma se ciñeron a los Memoriales para el Concilio de Trento escritos para el arzobispo de Granada Pedro Guerrero, ya que Juan de Ávila no pudo acompañarle debido a su enfermedad, y a las Advertencias al Concilio de Toledo escritas para el obispo de Córdoba Cristóbal de Rojas, que habrían de presidir el Concilio de Toledo (1565) para aplicar los decretos tridentinos. La doctrina de san Juan de Ávila sobre el sacerdocio quedó esquematizada en un Tratado sobre el sacerdocio, del que se conoce solamente una parte.

Otras obras suyas son el Comentario a la Carta a los Gálatas (Córdoba, 1537), Doctrina cristiana (Mesina, 1555 y Valencia, 1554), Memorial a Trento (1551 y 1561) y Dos pláticas a sacerdotes (Córdoba, 1595).

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